Los comienzos en la literatura y la filosofía. LSD y lenguaje. Peligros del LSD. Connotaciones sociopolíticas y psicosociales del consumo de drogas.
Los inicios en Literatura y Filosofía
La primera vez que contacté con la filosofía académica tendría 16 años.
La verdad es que en aquella época la filosofía no me despertó mucho interés.
Acerca del primer curso solo recuerdo un profesor que pretendía ser excéntrico y que dió un aprobado general, a todo el mundo excepto para mí y para otras cuatro compañeras.
Para aprobar teníamos que hacer un comentario de un libro, (yo con Demian, de Hermann Hesse), con la indicación de desarrollar el tema de la homosexualidad en los protagonistas. Yo no obedecí esa indicación porque no lo consideré relevante.
Aparte de éso no recuerdo mucho, ya me gustaría releer las ideas que tenía en aquella época.
Luego, en la recuperación, puso unos problemas super difíciles sobre lógica formal deductiva, que afortunadamente resolví bien. Incluso me dio unas palmaditas en la espalda después del examen, acariciando mi Ego con unos comentarios sobre mis cualidades intelectuales.
El año siguiente no fue mejor, con una profesora que me cacheaba de arriba a abajo en los exámenes, empeñada en que escondía los apuntes por algún sitio. Ella no quería creer que yo aprobaba los exámenes con méritos propios.
Recuerdo a los presocráticos, Heráclito y Parménides, que me hicieron pensar, y quizá también Descartes. Y una cierta presión para memorizar párrafos absurdos de algunos autores. Los argumentos ontológicos, recuerdo por ejemplo.
Por lo que se refiere a las «letras» y a la escritura, yo ya tenía cierta vocación desde finales de la EGB, (12-13 años), reforzada por mi profesora de lengua y literatura. Ella me obligaba a escribir y leer en clase una redacción todas las semanas, que tenían bastante éxito, me subía la nota hasta el 10 y en alguna ocasión me dieron un premio local.
Pero en el bachillerato se cortó este refuerzo. Sí que escribí algunos cuentos, de estilo un tanto kafkiano, pero, en general, los profesores no valoraban estas inclinaciones. Reforzaban y acariciaban mi Ego sobre todo en relación con mi habilidad con la física y las matemáticas.
Cabe señalar que, en aquella época, (y no sé si habrá mejorado mucho) la enseñanza de las asignaturas de «letras» era un tanto precaria, basada en la repetición memorística de, cada vez mas extensos temarios, y la verdad que no resultaban muy atractivas.
De modo que cuando, por fin,terminé el curso de orientación universitaria, me sentía dirigido, y presionado, hacia una carrera técnica, (una ingeniería, quizá). Y, desde luego, sentar la cabeza en la vida «civil», pero ese era otro tema.
La verdad es que yo no veía con claridad esta perspectiva. Ese proyecto de vida basado en una buena carrera, un buen trabajo, una buena esposa, una buena prole… parecía que no era para mí. Lo que más me atraía era la idea de «echarme al monte», una comuna, vida en el campo… o recorrer el mundo sin dinero como un hippie-shiddarta-samana 😉
Por otra parte, aparte del rendimiento intelectual en los exámenes, mi vida (psicosocialmente hablando) estaba lejos del formal estudiante medio. Casi no aparecía por clase; poco a poco había perdido contacto con los compañeros de aula; y mi círculo de relaciones se limitaba a los consumidores habituales de hachís.
Lo que tenía claro es que yo no quería seguir al rebaño, no quería ser uno más 😉 y me concedí un año sabático, para reflexión e investigación libre para decidir lo que iba a hacer con mi vida.
Fuera de la estructura
El año sabático fue muy rico en experiencias; un poco fuertes algunas en el aspecto psicosocial, intelectual, psicológico y espiritual.
Una completa revolución neuronal, en suma.
Lo primero fue la pérdida de la «protección» de la estructura administrativa del sistema educativo: Yo ya no era un «estudiante». Y, así, una buena parte de mi identidad, que durante muchos años me acompañó, se fue disolviendo.
Tampoco me sentía integrado en la estructura familiar desde tiempo atrás, ni por supuesto la iglesia; tampoco pertenecía a algún tipo de club deportivo, musical o cultural o similar. Como buen rebelde, me había rebelado contra toda estructura políticamente correcta. Solo me quedaba éso: una cuestionable identidad de rebelde intelectualizado; de consumidor de drogas ilegales; de pertenencia a un informal y heterogéneo grupo de consumidores de drogas, con muchos de los cuales apenas si tenía en común algo más que el interés por las drogas ilegales y la música.
Pero tampoco duraría mucho esta frágil referencia psicoscial.
Lenguaje y LSD
Al inicio del año sabático (esto es, pensemos en un curso académico iniciado en septiembre) tuve un mal viaje con LSD.
Estábamos en Francia, Europa, donde fuimos a trabajar a una explotación agraria. Bueno, es un decir lo de trabajar, yo fui impregnado de espíritu vacacional, festivo y aventurero, bien provisto de hachís, unas botellas de whisky, unas cuantas dosis de LSD, y el radiocassette, por supuesto 😀 😀 .
( La verdad, no es para reirse, ahora que lo veo desde la distancia. Los patronos eran muy buena gente, y vaya una representación autóctona que les cayó encima 😀 😀 )
Bueno, no sé como fue, que nos fuimos de fiesta con las hijas del patrón un fin de semana y nos tomamos el ácido.
Bajo los efectos del ácido, oí a nuestras anfitrionas, o creí entender, a pesar de precario dominio del francés, algo así como que yo parecía muy feliz pero que no hablaba mucho.
Y, a partir de aquí, me puse a dar vueltas a mi interior, a mis procesos lingüísticos internos, al significado de las conversaciones, lo que hablaban los demás…
De repente, aquellas conversaciones parecían provenir de otro mundo que no era el mío. Todo parecía completamente absurdo, la manera en que la gente se comunicaba, interactuaba, hablaba de esto y de lo otro… quedé completamente desconectado.
Por supuesto fue imposible para mí participar en las conversaciones, solo intervenía para cuestiones «técnicas» o «prácticas» como ofrecer un cigarro, preguntar la hora, o pedir una consumición.
Al principio mantenía mi paz interior, pero, a medida que avanzaba la noche, el cuadro fue empeorando, me sentía cada vez peor, me era imposible articular palabra, y la terrible sensación de ser presa de una energía infernal.
Tan intenso era el fuego interno que se había desatado que, yo sentía, imaginaba, que ese fuego podría llegar a quemar a cualquiera que se me acercase, a cualquiera que me mirase a la cara… así que me retiré a un rincón, (estábamos en una especie de discoteca de pueblo) y escondí mi cabeza entre las rodillas. No sabía donde estaba, no podía irme solo, dependía de mis amigos y nuestras anfitrionas así que esperé allí a que terminase la función…
Cuando por fin nos retiramos, llegamos a nuestra habitación me metí en un saco de dormir y me cubrí con un montón de mantas. Pasé toda la noche sudando.
A la mañana siguiente ya había pasado todo…
¿Todo?
Los peligros del ácido
La verdad es que, desde entonces, una configuración neuronal similar, se me repetía, de modo atenuado, en situaciones adversas, y principalmente bajo los efectos del hachís.
Seguramente no fue muy buena idea tomar LSD en un ambiente extraño, en un país extraño, pero, en fin, yo nunca antes había tenido un mal viaje (con el ácido, me refiero).
Ni tampoco se me quitaron las ganas de seguir probándolo. Todavía hube de adentrarme aún más profundamente en el infierno, en otra ocasión, hasta abandonar definitivamente su consumo.
Al volver a nuestro pueblo, poco después, me encontré con una compañera que había sufrido un viaje similar, pero mucho más intenso, y que perdió la capacidad de hablar durante varios días y comentó que había solicitado ayuda psiquiátrica.
Luego dejé de verla y, lamentablemente, nunca más le volví a ver ni saber de ella.
Supongo que la psiquiatría habrá avanzado algo desde entonces, pero, me temo que, en aquella época, la mayoría de la gente con perturbaciones originadas por drogas que se puso en manos de psiquiatras no levantaba cabeza o desaparecían de la circulación.
Connotaciones sociopolíticas del narcotráfico
Bueno, la verdad es que el LSD por sí solo puede llevar al consumidor a situaciones un tanto complicadas.
Pero, en aquella época, se sospechaba que nuestro proveedor local, estaba repartiendo LSD adulterado con estricnina aumentando el riesgo de malos viajes cuando no algo peor.
Se rumoreaba que pudiera formar parte de algún plan orquestado a instancias de los poderes españoles que habían comenzado a utilizar las drogas como un arma para luchar contra la guerrilla, debilitando a las probables canteras, y generando vías de penetración y obtención de información en sus entornos más inmediatos.
Lo cierto era que el consumo de drogas terminaba agrupando a gente de muy diversa ideología, y que finalmente, esta última, apenas si primaba en el establecimiento del vínculo social. Por el contrario el consumo e intercambio de estupefacientes, y muy especialmente de la heroína, se imponía como generador de amistades y referencias sociales. De modo que cabía esperar una intensa actividad «diplomática» en este entorno.
Reorientando el rumbo
Pero, en fin, ya estoy sintiendo tentaciones de desviarme del hilo central del post con los apartados anteriores, quizá vueva sobre ello más adelante.
Volviendo a mi año sabático, y después de la «Tournée française» me puse manos a la obra, a intentar orientar mi vida hacia alguna parte. Algo se agitaba en mi interior, una sensación de que yo no era como los demás y de que tenía que descifrar mi propio camino.
Muchos pensamientos y dudas existenciales me inquietaban desde años atras, e iban acentuándose durante los últimos meses…
Entonces me puse a escribir un Diario, intentando poner orden en todo ello. Este diario no duró mucho, apenas un par de meses, pero fue el inicio de mi vocación filosófico-lingüística. O mejor dicho, mi primera creación en el campo de lo que vengo llamando la «Filosofía del Lenguaje» (por ponerle algún nombre políticamente correcto)
Este diario fue continuado, o complementado, de un modo más o menos constante, por otros diarios, ensayos, cartas, incluso alguna poesía.
De modo que los dos o tres próximos posts irán ambientados en los comentarios al diario.
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Posts relacionados:
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https://isaspi.wordpress.com/2014/09/25/hippies-punkies-y-otras-tribus-urbanas/
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