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Es todo tan raro, que no nos damos cuenta de que es raro
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La investigación referida en posts anteriores, y etiquetada como «Filosofía del Lenguaje» es el marco dentro del cual tiene lugar mi contacto con la Mescalina. Me regaló un amigo la mitad de su dosis, no tenía muy claro comérsela entera. Yo no sabía ni lo que era, sólo que se estaba poniendo de moda, así que la tragué sin pensármelo dos veces. Fue una experiencia de tipo místico, o mejor dicho pseudo-místico, aunque, al parecer, a ninguno de mis compañeros le produjo un efecto similar. O, si fue el caso, se lo quedaron muy calladito. La experiencia marcó «un antes y un después». Y constantemente debo volver a este punto de mi vida a fin de entender lo que ocurrió y su influencia en los años subsiguientes. Y de nuevo me toca volver a la carga.
Me pasé prácticamente todo el «viaje» metido en la cama con el diario, reflexionando, observándome y escribiendo. No sería fácil hacer una estimación de la dosis tomada ni de su pureza. Era la mitad de lo que se comercializaba en aquella época. Y debido al contenido místico y pacífico de la experiencia deduzco que la calidad sería bastante decente.
Aclaraciones previas
No quisiera dar la impresión de que estoy haciendo «apología» del consumo de drogas. Pero tampoco quisiera dar la impresión de que las personas que, por alguna razón, han tenido contacto con estas experiencias, se convierten en irrecuperables psicópatas indignos de cualquier beneficio psicosocial. Los viajes pueden ser peligrosos, aunque quizá no tanto como el LSD. Tanto por los efectos puramente bioquímicos como por las circunstancias accidentales concomitantes. Mucha gente sufre accidentes, aparentes suicidios, o trastornos permanentes, aunque no sabría decir cual es el porcentaje de riesgo relevante.
A mí, la experiencia me afectó, me cambió (lo que NO había hecho hasta la fecha el LSD). En buena medida, la mescalina me «obligó» a abandonar el mundo de las drogas. Y, como un eslabón más en la cadena de acontecimientos que me han traído hasta Hoy, no puedo prescindir de él. Lo cual, por otra parte, y con frecuencia, me suele incomodar bastante. Uno no puede ir contando por ahí que ha sufrido una iluminación mística sin que le consideren un buen candidato al manicomio. Pero si, encima, dices que la iluminación tuvo lugar bajo los efectos de una droga, entonces ya tienes los loqueros a las puertas de casa prestos a inyectarte una buena dosis de risperidona. De modo que a uno no le va a quedar más remedio que guardarse su experiencia, hasta la tumba, en el más discreto de los secretos
Cualquier otro escenario es más llevadero para una experiencia mística que un círculo de habituales consumidores de drogas. Pongamos, por ejemplo, una enfermedad grave, un ayuno, ver la muerte cara a cara, o una crisis de epilepsia, o yo qué sé. No solo de cara al exterior sino de cara a uno mismo. Pues para uno mismo resulta igualmente difícil de digerir la experiencia; resulta igualmente increíble de asimilar que Gran Manitu se manifieste, por el único mérito de ingerir una sustancia bioquímica, en aquellos despistados predispuestos. Pero el «hecho» está ahí, en cualquier caso..
En fin, a mí, al menos, me ha costado mucho trabajo «racionalizar» la experiencia y colocarla en su sitio dentro de mi bagaje vital.
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«Es todo tan evidente que no nos damos cuenta de que es evidente»
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Una descripción previa
Como toda buena experiencia mística, no resulta fácil encontrar palabras para describirla. Y, antes de entrar con los detalles del diario, voy a comenzar con una versión realizada años más tarde:
«Lo que me rodea cambia. Mis órganos de percepción cambian. La materia pierde solidez. En lugar de materia se me ocurre que es Energía Vibrante. Yo también dejo de ser lo que era y me convierto en Energía. En realidad no existe diferencia entre lo que percibo y Yo mismo. El que ve y lo que es visto se funden en una sola realidad energética«. Al meditar las palabras VIDA, EXISTENCIA, YO, me estremezco de un modo especial. ¿Existe algo más milagroso que la propia vida? Y al mismo tiempo todo está impregnado de una sensación de absurdo. De un absurdo milagroso y sobrenatural. ¿qué sentido tiene la existencia de este yo, de esta vida, de esta energía vibrante? ¿porqué es todo así y no de otro modo? Vuelvo a pensar en el amor, en el calor de los amigos, de la familia. Me siento tan lejano a todo ello que parece que por un momento voy a asustarme. Pero no, hoy no hay sitio para el miedo en mi corazón, y mi sonrisa interior de oreja a oreja no queda perturbada. Tengo la sensación de haber descubierto algo. Pero lo más curioso es la sensación de que alguien debe venir a darme algo así como una bienvenida a este loco mundo de la vida».
Bueno, es una forma de explicarlo. Lo primero es una alteración subjetiva en la percepción del Yo, de la existencia, de las sensaciones, de la materia. Debo señalar que no tuve alucinaciones visuales propiamente dichas sino una diferencia en la percepción del color, del espacio, del tiempo y de la gente. El cambio en la percepción de las cosas era tal que, por un momento, me entraban dudas de que el mundo exterior pudiera seguir funcionando normalmente como hasta ahora. Por ejemplo, yo dudaba de que mi casa estuviese en el mismo sitio como siempre o, recuerdo, que yo dudaba si mi reserva de hachís iba a estar aguardándome en casa. (Tanto así que me procuré una dosis extra 🙂 ). Pero no era, en absoluto, una sensación desagradable. Era, por decirlo de alguna manera, como si yo me sintiese en paz en mi mundo de mi yo-espíritu mientras el caótico mundo sensorial-material de las cosas mundanas seguía su curso. Y, por mí, como si se desintegrase, me daba igual, que los electrones invirtiesen la dirección de sus órbitas o que el tiempo comenzase a fluir hacia atrás.
Comienza el viaje
El primer subidón (efecto) me dio estando en compañía de dos personas muy queridas, impregnado de una fuere sensación de Déjà Vu (ya visto, o ya vivido): de que aquella situación yo ya la había vivido antes y como una suerte de Iniciación. Imaginaba que mis amigos eran unos «iniciados» (ellos ya habían probado el viaje con anterioridad) y que ellos me iban a dar una bienvenida a este nuevo mundo. Pero no sucedió nada de eso, y más tarde comprobé que su experiencia no fue muy similar a la mía.
Supongo que encontré sin problema el camino para llegar a casa, porque finalmente aparecí allí y me puse a trabajar con mi diario. Supongo que acerté a meter la cerradura en la llave 😉 y que mi familia no percibió nada extraño. Les diría que ya había cenado, que me iba a la cama. Luego me encerraría en el cuarto. O quizá retrasé mi llegada a casa, hasta asegurarme de que todo el mundo se habría ido a la cama. no sé.
Una vez en mi cuarto me recuerdo escribiendo y releyendo el diario, y observando la habitación. (Una habitación que, por cierto, tenía el mismo aspecto que la de la foto de cabecera). Me recuerdo liando un cigarrillo de hachís, operación complicada, ya que se me iba la onda a cada paso que daba, o me olvidaba de lo que estaba haciendo:
«Acababa de liar el porro. Enciendo una cerilla para encenderlo y me encuentro con la cerilla consumiéndose, y yo buscando la china (dosis prensada de hachís) como un loco que creía que tenía que encontrar y calentar antes de que se apagase creyendo que no había liado todavía el porro».
Y este es el único recuerdo concreto que tengo de la noche. Todo lo demás son algunas cosas escritas en el diario de contenido abstracto y filosófico.
El milagroso Absurdo, o Absurdo milagroso
La primera frase que escribí es como la citada más arriba «Es todo tan raro (o absurdo, extraño) que no nos damos cuenta de que es raro«. Con un aclaración realizada el día siguiente:
«Hace tiempo, desde hace 4 o 5 años, que pienso que la vida es absurda y todo éso pero aquí, el absurdo es una cosa nueva y mucho más fuerte. Como Viviendo lo absurdo que es». De nuevo estoy apelando a la percepción subjetiva del mundo y de la vida, aunque sin aportar algún elemento filosófico nuevo. Se desprende una auténtica pasión por la vida, y muchas ganas de vivir, investigar y aprender. El «absurdo existencial», o «absurdo existencialista», es elevado a la categoría de cossa sagrada. La vida no tiene «sentido», tal y como se entiende normalmente. Por eso, no se trata de enamorarse de proyectos mundanos y luchar por ellos. La Vida se deja Amar al desnudo, tal cual es, absurda, mágica, indomesticable .
La unión mental
La segunda entrada del capítulo mescalero dice: «Unión Mental de dos seres».
Poco más adelante se repite un poco:
«Conseguir que dos o más Yo quedasen unidos en el sentido mágico de la palabra».
Quizá este tema de las relaciones psicosociales sea una de las principales novedades introducidas en el Diario en el capítulo de la mescalina. La comunicación en nuestro círculo psicosocial era bastante superficial y yo aspiraba a una comunicación a otro nivel desde hacía tiempo. Sin embargo la intuición que me presentaba la mescalina era la de una comunicación a un nivel todavía mayor, más intenso, casi telepático (o sin el casi). De la misma forma (o de forma similar) que cambia la percepción-interacción del YO con el Mundo así también evoluciona la percepción-interacción del YO con otros Yo. Unión en el sentido literal-filosófico de «hacerse uno».
Más adelante: «He llegado a tener una fuerte sensación de estar lejos del mundo de los sentidos mirando a L. y a J. y sintiéndolos de una forma completamente nueva y alucinante ¿amor? Sintiéndolos como lo que eran: sensaciones visuales y sonoras.
Entonces el corazón comenzó a latir con fuerza…
Una nueva lengua
Y de nuevo el lenguaje, o la «filosofía del lenguaje»
«¡Lo que cuesta expresar con palabras un solo instante de vida!. Pero pueden servir para expresarse cosas interesantes, y para poder hacerlo bien hay que crear YA una nueva lengua (quiero decir el español mismo, pero haciendo unos arreglos. Definiendo unas palabras como estas: individuo, vida, muerte, Todo-Nada, existir, materia, masa, volumen, espacio, loco, cuerdo elemento, objeto, cambiar-permanecer, inteligencia, memoria, ser, estar, DORMIR, soñar, AMAR, recordar, olvidar, SUPERIORIDAD, creer, dolor, placer, verdad, realidad, ESTAR BIEN-ESTAR MAL, BUENO-MALO, Etc, etc, etc.
Este punto de vista, este interés por penetrar en la estructura profunda del lenguaje me ha acompañado desde entonces. Y hasta hoy, que estoy pensando en términos de «filosofía del lenguaje».
No es ningún disparate lo de pensar una nueva lengua. Antiguamente ya existía una separación entre las lenguas cultas y las populares. El latín, por ejemplo. Las lenguas populares son las lenguas maternas, aprendidas oralmente en la niñez. Las «lenguas cultas» se aprenden con la forma escrita, con una definición más precisa de los conceptos, y se instalan en zonas diferentes del sistema neuronal. Cada una con su función:
Una coloquial, afectiva, lúdica, psico-socializante.
La otra técnica, científica, abstracta, filosófica…
Y no sé si es muy buena idea utilizar una misma lengua para ambos aspectos.
Los efectos permanentes
Al día siguiente escribí:
«Antes, con la mesca [mescalina] he tenido la sensación siguiente: como si hubiese abandonado una etapa de niñez para entrar en otra de madurez. Pero no es lo mismo que se entiende por niñez y madurez, lo digo por decirlo de alguna forma:
- Niñez: un estado de ignorancia, de creer saber muchas cosas y no saber nada
- Madurez: una nueva forma de vivir alucinante»
«Pues bien, la sensación consistía en el paso de niñez a madurez. El encontrarme, sentirme por primera vez en ese nuevo y alucinante mundo de la madurez. Un cambio total, total, total. Ver o sentir las cosas, el mundo, los seres y a mí mismo de una forma distinta, distinta distinta. Que no podía imaginar hace un tiempo pero me iba acercando a ello con las «meditaciones» y juegos reflejados en los escritos anteriores.»
«Lo que más me llamó la atención fue la sensación que vino a continuación: sentía, esperaba que L., J. o Alguien me dijese algo así como esto: «bienvenido al mundo de la locura, o de la vida o algo parecido. Como si me estuviesen esperando…»
«Y toda esta historia me recuerda a algo que no sé qué es.»
La cosa tiene su relevancia, ya que, vemos, no se trata solo de unas alucinaciones, unas sensaciones más o menos interesantes que tienen lugar bajo los efectos de la mescalina y se disipan horas después. Se trata de una Iniciación, de un cambio de estado, y perdura incluso después de eliminada la mescalina del cuerpo.
Naturalmente, los efectos más impresionantes y aparatosos desaparecen (uno ya puede liarse un porro sin olvidarse de lo que está haciendo. 😀 ) Pero hay algo que parece perdurar…
Que este «algo», este cambio inducido por la mescalina, de carácter permanente, sea realmente una «maduración» o evolución o, por el contrario, una involución, un trastorno psicótico inducido, será una cuestión que habrá que vigilar con más detenimiento los próximos capítulos.
Por el momento, nos quedamos con que la experiencia mescalera, lo primero, me reafirmó en las investigaciones que venía realizando en los capítulos previos,
investigaciones sobre la naturaleza de la materia, el tiempo, el espacio etc… Y, segundo, me reafirmó en mi vocación de investigador científico-místico o filosófico-revolucionario. No tanto con unas orientaciones técnicas o filosóficas sino con unas líneas de fuerzas dinámicas, con la alegría y la seguridad de que yo había redescubierto mi «misión» en la vida.
Otros puntos de vista
Algunos años más tarde contacté con la literatura de Carlos Castaneda, un antropólogo que, según cuenta, fue iniciado en los misterios del Peyote por un Gurú-Chaman Nahualt. Y, la verdad, no me siento muy reflejado con lo que este hombre dice, incluso llegué a pensar que era todo un fraude. Los puntos de sintonía son muy escasos. Pero, no sé, quizá no lo leí en el momento apropiado.
Más asequible me pareció el libro de Aldoux Huxley, «Las Puertas de la Percepción». Sí el Huxley escritor, de «Un Mundo Feliz». Se sometió a un experimento con mescalina en los años 50 y, en el libro citado, describe su experiencia. Ahora mismo, ya casi no me acuerdo de lo que decía, pero había más puntos de conexión. Lo tengo ahí pendiente para un próximo comentario de texto…
Pero una de las citas en las que más me veo reflejado es la comentada por Fritjof Capra, del libro «El Tao de la Física», pegada más abajo. Quizá por compartir el enfoque físico-químico de la realidad. Bueno, en realidad, F. Capra no dice que tomó mescalina, solo que «de pronto fui consciente de que…«
Bueno, es posible. Una de las líneas de investigación abiertas es que, en determinados contextos, el cuerpo es capaz de sintetizar compuestos similares a la mescalina (como, se sabe, la adrenalina) induciendo experiencias similares. Pero resulta muy sospechoso que F. Capra nos ponga una cita de Castaneda poco después. Y, como comentaba antes, el marketing recomienda, a veces, esconder el uso de este tipo de sustancias. (Y otras veces, lo que manda es lo contrario. Raritos que somos 🙂 )
Bueno, ya se va acumulando material y temario. A Capra, Castaneda y Huxley habrá que darles un repaso y comentario más adelante, pero, todavía quedan unos cuantos capítulos por desarrollar previamente. O igual, voy intercalando los comentarios de libros con el guión biográfico, no sé…
De momento están en la biblioteca del blog, si le interesan a alguien.
La cita de Capra:
La Danza de Shiva
«Una hermosa experiencia que tuve hace cinco años me situó en el camino que más adelante me llevaría a escribir este libro. Estaba yo una tarde de verano sentado frente al océano, con el sol ya declinando. Observaba el movimiento de las olas y sentía al mismo tiempo el ritmo de mi respiración, cuando de pronto fui consciente de que todo lo que me rodeaba parecía estar enzarzado en una gigantesca danza cósmica. Como físico, sabía que la arena, las rocas, el agua y el aire que había a mi alrededor estaban formados por vibrantes moléculas y átomos y que estos, a su vez, se componían de partículas que interactuaban unas con otras creando y destruyendo a otras partículas. [Yo] También sabía que la atmósfera de la Tierra es bombardeada continuamente por una lluvia de «rayos cósmicos», partículas de alta energía que sufren múltiples colisiones al penetrar en la atmósfera. Todo esto me resultaba conocido por mis investigaciones físicas en el campo de la alta energía, pero hasta aquel momento sólo lo había experimentado a través de gráficos, diagramas y teorías matemáticas. Sin embargo, sentado en aquella playa, mis anteriores experiencias cobraron vida; «vi» cascadas de energía que llegaban del espacio exterior, en las que las partículas eran creadas y destruidas siguiendo una pulsación rítmica. «ví» los átomos de los elementos y los de mi cuerpo participando en aquella danza cósmica de energía; sentí su ritmo y «oí» su sonido, y en ese momento supe que aquélla era la Danza de Shiva, el Señor de los Danzantes adorado por l os hindúes. (El Tao de la Física, prologo a 1ª edición)
😉
Muy interesante… De Quincey era adepto de los efectos del opio, de la misma manera que Sartre lo era de la mescalina. Gran post, Isar. Un abrazo y feliz 2015 para vos. Aquileana 😀
Muy interesante experiencia y análisis.
Diferente de mis experiencias místicas sin drogas, sin embargo algo parecido a lo que dice Capra, en cuanto a las percepciones, no he leído «Las Puertas de la Percepción», pero ya hiciste surgir mi interés por leerlo.
Lo que no entiendo es por qué si has tenido estas experiencias eres tan escéptico 🙂
no sé porqué dices que soy tan escéptico… 🙂 . Bueno, sí que creo que hay muchas cosas que no son del todo ciertas, ni del todo buenas; y muchas cosas que no son del todo falsas, ni del todo malas 😀
Pero igual te refieres a algún tema concreto 😉