Tras las turbulentas experiencias psicodélicas y la visita al infierno descrita en los capítulos anteriores, comienza una nueva etapa. Me encierro en casa, voy dejando las drogas, legales e ilegales, hasta voy sustituyendo la música rock por Bach y Vivaldi. Me pongo como objetivo aprobar el examen de acceso a la universidad que tenía pendiente y que sería en Junio. El temario estaba formado, si no olvido alguna, por las asignaturas de Matemáticas, Física, Química y Filosofía. No tenía muy claro si quería estudiar alguna carrera en especial, pero, hasta Junio todavía quedaba tiempo para reflexionar.
Parecía claro que tendría que aprender alguna profesión para ganarme la vida. Me atraía la electrónica, por éso del mundo del rock y de la música, y de la tecnología electrónica y de sonido imbricada. También por su estrecha relación con la parapsicología..
Me atraía la filosofía y la psicología. A primera vista, y desde la distancia, pareciera que pudiera ser una continuación coherente de mis experiencias previas con drogas y mis reflexiones mágico-filosóficas relatadas en la segunda parte.
Me atraía, fuera ya del ámbito académico, la naturaleza y la vida en el campo, en alguna granja o explotación agrícola. De aquí podría haber conectado con ciencias como la biología o alguna ingeniería agrónoma, pero no me da por ahí. Por alguna razón, en el preuniversitario elegí la asignatura de dibujo técnico, en lugar de biología… Lo que sí hago es canalizar esta línea de fuerza con largos paseos solitarios por los bosques locales, mientras sueño que, quizá, algún día, pueda comprar alguna finca de montaña. De hecho, mi filosofía política, se inclina hacia un rechazo de la civilización y el “progreso”, y la vuelta, sino a los orígenes, sí al menos a la sociedad preindustrial.
Pero mi verdadera vocación se despierta, o se canaliza, leyendo la Biblia, los evangelios cristianos principalmente.
A medida que voy alejando de mí la onda expansiva de los ácidos, y dejando el hachís, el tabaco, el alcohol… y con la música de fondo de las Cuatro Estaciones de Vivaldi y los Conciertos de Brandemburgo de Juan Sebastián Bach, mi mente, o mi conciencia va evolucionando hacia nuevos modos de funcionamiento, hacia un cambio en su clave o modalidad vibratoria.
Una clave vibratoria que, cuando se manifesta, no dudo en reconocerla como el Camino a seguir. Y que, cuando me abandona, cuando pierdo la sintonía, me hace suspirar por recobrarla, sintiéndome candidato al manicomio.
Me tiré una buena temporada leyendo los evangelios, cartas paulinas y demás libros del nuevo y antiguo testamento. El tema se merece un par de capítulos más; de momento baste resumir que yo me sentía “convertido” al cristianismo. O, mejor dicho, convertido a un tipo de cristianismo peculiar que divergía, al menos parecía no tener mucho que ver con el cristianismo católico tradicional. Y, lo que resultaba más preocupante, no conocía a nadie que compartiese esa misma vivencia del cristianismo.
Como a las cosas hay que ponerles un nombre, le he puesto el sobrenombre de “Cristianismo Gnóstico”. La etiqueta “Gnóstico” quiere señalar que se trata de un cristianismo donde la importancia no radica en la creencia en los eventos históricos supuestamente acaecidos hace 2000 años. La importancia radica en el cambio de la clave vibratoria de la mente, de la conciencia, en el presente actual. La etiqueta “Cristiano” o “Cristianismo” quiere señalar que la conversión hacia la nueva clave vibratoria se induce, o se promueve, desde los evangelios cristianos y literatura relacionada. La Gnosis puede entenderse como la nueva vibración de la conciencia. O quizá sea más adecuado definirla, idealmente, como un sistema vibratorio complejo con diferentes estratos manifestados con diferente intensidad y frecuencia. Digo idealmente porque, un cambio vibratorio de la conciencia, se convierte al mismo tiempo, en un camino que conducirá la conciencia hacia nuevos niveles vibratorios futuros.
Entonces, de un lado, tenemos la experiencia directa de la Gnosis, en su manifestación más básica, en nuestra conciencia. Y por otro lado, la intuición, o la expectativa, de una manifestación más intensa en el futuro, (que podrá materializarse o no).
Pero, ¿Cuál es el mecanismo, o el principio, por el que la lectura de un texto evangélico promueve el cambio vibratorio de la conciencia? Bueno ése es un misterio que aún no he podido resolver. Desde luego, no es el testimonio de unos acontecimientos históricos, ya que el contenido histórico del evangelio es muy cuestionable, como cuestionable es la propia realidad histórica de su protagonista Jesucristo. Si dudosa es la realidad histórica de Jesucristo, más dudosa todavía resulta la veracidad de sus discursos expuestos en el evangelio. Y más dudoso aun que se haya conservado su pureza a lo largo de 2000 años, máxime considerando las tenebrosas manos por las que ha pasado, y las traducciones y cambios de contexto.
Pero, en cualquier caso, como en investigación científica, los que mandan son los hechos. Y los hechos son la percepción subjetiva de un cambio de conciencia al contacto con la leyenda evangélica. Claro que, había otros elementos coadyuvantes, como la música clásica, la abstinencia de alcohol, tabaco, drogas, televisión incluso… Pero, en cualquier caso, en aquella época, al experimentar semejante inducción magnética procedente de los textos bíblicos me coloqué en una disposición un tanto sumisa. Quiero decir que tenía cierta tendencia a dar por históricos los personajes y relatos allí relatados; y a dar por verdades sagradas a algunos de los discursos allí expuestos. Pero, en fin, la semilla cristiano-gnóstica había sido plantada y quedaba mucho trabajo para separar el grano de la paja 😀 y ensamblar adecuadamente las piezas del puzle que se iban colocando ante mí.
Durante los próximos capítulos intentaré desarrollar un poco más, en sus diferentes aspectos, este Cristianismo Gnóstico. Digo “este” porque puede que haya otros. Aunque la etiqueta “cristianismo gnóstico” lo acota bastante, es posible, casi seguro, que haya por ahí personas, o grupos que adopten igualmente esta denominación y que no estén en absoluto de acuerdo con mi forma de plantearlo. Pero, en fin, qué le vamos a hacer, de momento, toda esta terminología es de libre consumo. Tiempos vendrán en que términos como “cristianismo” o “gnóstico” , y similares, sean patentados por alguna multinacional de forma similar a como se hace con las semillas y finalmente se prohíba su empleo sin el permiso del propietario de la patente.
La verdad es que yo siempre he sido un poco reacio a presentarme como “cristiano”. Primero porque existen grabadas en la atmosfera imágenes-tipo de lo que es un “cristiano” que no comparto en absoluto. Por no hablar de las criminales y genocidas actuaciones de los ejércitos cristianos, católicos y protestantes, a lo largo y ancho del mundo. Pero, en fin, esa es otra historia.
Por otra parte, la vivencia vibratoria gnóstica, convertida en tema primordial, no va referida únicamente a los textos bíblicos. Va a tener sus interconexiones con otras piezas del puzle que tengo sobre la mesa, como van a ser el temario para el examen preuniversitario, las matemáticas, la historia de la filosofía, la física moderna, la química, el electromagnetismo… y aparte, la psiquiatría, la naturaleza, y los hábitos de vida en general.
Temario que intentaré ir desarrollando
… A la expectativa respecto al desarrollo del temario: Cristianismo Gnóstico … Un Abrazo …
Hey, Gracias por la visita!
Espero que no esperéis grandes revelaciones, 😀 😀 , el blog sigue en la misma linea de siempre.
No tengo ningún guión preparado. Le pongo el titulo al post, voy desarrollando, y al final tengo que cambiar el titulo porque lo que sale no tiene nada que ver.
Pero sí que tengo en mente algunos capitulos relacionados, a ver si puedo ponerme a ello.
Abrazo!