Educacion Cristiana

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¿En qué consiste la educación «cristiana»?

Bueno, supongo que como hay muchos tipos de cristianismo, y muchos tipos de familia cristiana, pues múltiples serán también las maneras de ser educados como cristianos.

Yo también recibí una educación cristiana. Católica, para mas señas.

No me quedan muchos recuerdos. Fue una herencia de mi madre, principalmente. Mi padre no se llegaba a creer el tema. Iba a la iglesia, funerales y tal pero todo ello no pasaba de un convencionalismo social.

En mi caso fue recibir la creencia de que un tal jesucristo, que vivía en algún otro mundo, otra dimensión, tenía acceso directo a mis pensamientos y mi vida privada. Podría hablar mentalmente con él, pedirle cosas… Incluso a veces creía sentirlo como una presencia interior cercana…

Lo curioso es que de niños seamos capaces de interiorizar estas enseñanzas.

En una ocasión, mi padre había ido de excursión a la montaña y cayó una fuerte tormenta. Se fue la corriente eléctrica, se apagaron las luces . Mi madre se debió asustar, o qué se yo, y me puso a rezar, con una vela pidiendo protección para mi padre que apareció todo sonriente poco después.

Vaya, parecía funcionar el invento, un par de rezos y mi padre aparece sano y salvo. Pero, hummm…

Años más tarde, tendría unos 8 años, me ocurrió algo terrible, y me puse a rezar pidiendo ayuda a mi señor Jesucristo. La situación, como digo, era terrible. Estaba solo en casa y era la hora de ir a la escuela. ¡Y no encontraba mis gafas! 😀 ¡No podía ser! ¿que iba a hacer yo en la escuela sin gafas? ¡No podría ver nada en la pizarra, ni hacer los ejercicios! ¡El profesor me mataría a palos!

Entonces rezaba y lloraba mientras buscaba las gafas… y, oh milagro, aparecieron finalmente en un rincón.

La primera comunión la viví con mucha devoción. Con gran alegría interior. Aderezada con regalos y chocolate con churros.

No recuerdo muchas anécdotas de contenido religioso. Solía rezar todas las noches. Rezaba a gusto. Pero lo que más me gustaba, después de rezar, era entregarme a fantasías aventureras, en las cuales yo era el héroe de alguna película que me iba inventando.

Mi madre enfermó de un tumor cerebral.

Cuando tenía once años vino el cura a administrar esos sacramentos que recibe la gente antes de morir. Murió un año después.

Durante ese tiempo solíamos rezar el rosario todos los días. Supongo que la petición de fondo estaría dirigida a la curación de mi madre.
A mi me gustaba el «ambiente» que se formaba durante el rezo. Con la excepción de los días que venía mi abuela paterna a unirse al grupo.

– ¡Reza como un papagayo!- le dije a mi padre quejándome

También hicimos la visita de rigor a la Virgen de Lourdes. Nos levantaron a las cuatro de la mañana, fue terrible, en la vida había madrugado tanto. Recuerdo el olor del jersey nuevo que me compraron para la ocasión. Y a mi padre, defendiéndose como podía en rudimentario francés preguntando por «la Grotte».

Muletas colgaban en lo alto, testimonio de las supuestas curaciones milagrosas acaecidas allá por intermediación de la virgen. El desfile por la gruta… la gente acariciando las paredes rocosas intentando extraer algo de su poder curativo.

Mi madre también tuvo algún tipo de experiencia mística. Le contó a mi padre que había visto a la virgen, o que había sentido su presencia, o que había pasado algo. No estoy muy seguro de lo que pensaba mi padre.
Sea lo que fuese lo que experimentó, no derivó en una curación, ya que murió meses después. Se vé que estas entidades curatrices también tienen sus problemillas técnicos.

Poco antes de morir nos reunió a los hermanos y nos pidió que rezásemos mucho, y sin descanso…

Murió de noche. Cuando desperté por la mañana yo ya sabía que había muerto. Oía inusuales ruidos en la habitación de al lado. Me invadía una inexplicable alegría o paz interior…. creía, o sentía, no sé, que realmente mi madre había ido al «cielo», que de alguna manera estaba presente, que podía verme y comunicarse conmigo…

Bueno, no quiero decir que realmente el espíritu de mi madre estuviese allí trasmitiéndome algún tipo de energía, no sé. Quizá si, quizá no. Solo quería irme centrando en las creencias que tenía asimiladas.

Cuando comenzó a llegar el desfile de familiares y vecinos, con caras llorosas y compungidas, entonces me hundí. Se desvaneció la magia del momento. Empezaron con el rosario. Aquello ya no es que fueran papagayos. Era algo terrible, como almas en pena salidas de una película de terror. Me dieron un sedante, o tranquilizante, o vete a saber qué, y me quedé en la cama.

catequesis

Bueno, en resumen, las creencias de orientación cristiana que asimilé en mis primeros 11 años de vida se basaban, por un lado, en la creencia en un Jesucristo, o dios antropomórfico, que puede vernos desde algún lugar, y a quien podemos importunar tranquilamente solicitándole la satisfacción de nuestros deseos 🙂 y, sobre todo, protección frente a los peligrosos seres sobrenaturales que podían materializarse en cualquier momento debajo de la cama o en la habitación contigua. Jesucristo tendría unas intenciones, o unos deseos para con nosotros. Bueno, sí, ya sabemos, los 10 mandamientos. Aunque, principalmente de lo que se trataba era de obedecer a los padres. Después de todo eran ellos quien te habían trasmitido la «Fe» y quienes se reservaban el derecho de interpretarla.

La vida después de la vida estaba asegurada. Cielo, purgatorio e infierno, en función de los pecados cometidos. Todo ello montado sobre la creencia de que Jesucristo te vigilaba; que de algún modo era consciente, el ojo que todo lo ve, de nuestras andanzas cotidianas, ningún pecadito, por pequeño que fuera pasaba desapercibido.

El diablo formaba parte importante de esta cosmogonía. Personaje terrible que, en cualquier momento, podría bajar (o subir, no sé) a la tierra agarrarme de una pierna y llevarme consigo a las profundidades del oscuro y fétido infierno. El tentador, que se introduce en nuestra mente, alentándonos a cometer terribles maldades, a desobedecer a los padres, contestarles de malos modos, robar unas tabletas de chicles, pisotear las flores del jardín de la vecina y todo tipo de diabluras semejantes.

La mejor protección: unos buenos padrenuestros y avemarías antes de dormir todas las noches.

Esta educación no estaba demasiado basada en la biblia. Ni siquiera recuerdo que tuviésemos una en casa.Con la excepción del padre nuestro y los 10 mandamientos de la ley mosaica, las oraciones venían extraídas de los «misales» redactados por algún «padre de la iglesia». San Agustín, probablemente. Todavía, a pesar de los años, me vienen a la mente, linea por línea… «yo pecador me confieso ante Dios…» «jesusito de mi vida, eres niño como yo…» «Dios te salve reina y madre…»

Curiosa la capacidad del cerebro de almacenar toda esta información y recordarla después de tantísimos años. Como si supiese que se trata de cosas «sagradas».

En la escuela nos solían leer la biblia los sábados. Era un placer. En el resto de las clases nos molían a palos por cualquier causa. Pero durante la lectura de la historia sagrada se respiraba una profunda calma.
Un colegio regentado por benedictinos, creo recordar, no tenían un pelo de tontos. Asignaban las labores más sangrientas al personal laico y, así, ellos se reservaban los roles de bondadosos protectores y benefactores frente a grupillo de atemorizados alumnos.
En cualquier caso no llegué a desarrollar ningún síndrome postraumático en mi relación con la jerarquía católica.

Poco después de morir mi madre, mi vida tomó un giro radical. Mi padre nos llevó a vivir con su familia, con nuestros abuelos paternos. No había mucha química, ni mucha sensación de hogar lo cual me llevó a distanciarme lentamente del hogar paterno y hacerme un sitio en la calle…

En la escuela, el nuevo curso comenzó con la asignatura de «historia de la literatura». Comenzaba con textos de literatura oriental. Confucio, Lao Tse, Mahabarhata… que despertaron mi atracción por las culturas india y china. «El favor y la desgracia inquietan por igual…»

Poco mas tarde me compré un libro de Yoga y comencé a interesarme por la literatura ufológica, todo el tema de extraterrestres, platillos volantes y civilizaciones desaparecidas del pasado. Episodios ya comentados en capítulos anteriores.

No se si estoy dando la imagen de que mi infancia giró excesivamente alrededor de la religión o del cristianismo. No creo que es así; pero este capitulo estaba dedicado precisamente al contexto cristiano de mi educación, obviando otros aspectos que, de momento, quizá no sean relevantes para esta saga sobre cristianismo gnóstico.

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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2 respuestas a Educacion Cristiana

  1. Aquileana dijo:

    Me ha encantado el post Isar… la manera en que destacas las influencias y la forma en que la educación cristiana formó parte de tus ideas y tu cosmogonía
    … Es genial saber de las experiencias mística…porque en cierto modo yo las leo como un reflejo de las predisposiciones culturales y doctrinarias o ideológicas que te inculcaron.
    Me parece interesante el planteo y los giros que tu creencia fueron tomando con el tiempo, hasta la actualidad, como sugerís hacia el final del post. En definitiva, yo creo que hasta lo que no creen, creen en algo… Es bueno poder asumir algunos postulados y desechar otros. Yo, en este sentido, me defino como católica humanista…. Entiendo para creer y creo para entender…
    Un abrazo. Aquileana ⭐

    • Isar dijo:

      Hola Aqui,
      un placer leerte, como siempre.

      Las experiencias místicas, o pseudomísticas tienen una buena base neurológica, aparte de la cultural o educacional que mencionas. Hay zonas de nuestros circuitos neuronales que, adecuadamente estimuladas desencadenan estas experiencias. Quizá la educación aporte la “forma”, de la experiencia. Pero la “energía surge del “hardware, de los circuitos neuronales, que pueden ser estimulados por drogas, por electrodos, y otros medios

      Te dejo un par de artículos:

      Sobre electroestimulación con efectos misticos:
      https://app.box.com/s/1k3efnjbujqex51dzqh7jqjait7hwkpl

      Sobre la Santa católica Teresa de Jesús , y su epilepsia del lóbulo temporal, probable origen de sus experiencias místicas:

      http://elpais.com/diario/1996/01/24/sociedad/822438005_850215.html

      La explicación adecuada de todo esto… no estoy muy seguro. Pero la función “experiencia mística” está implementada en una zona cerebral. Es una función hardware del organismo. En algún otro post ya aventuré la hipótesis de que pudiera tratarse de una función adaptativa de la especie.
      Desde luego no creo que el “creador del mundo” baje de su trono para honrar con su visita a personas que se han comido unos hongos alucinógenos, que han recibido una descarga, o un golpe en la cabeza.
      Supongo que me tocará volver sobre ello más adelante.

      Un abrazo

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