El No-Ser no Es ;)

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Filosofía académica

Otra de las importantes piezas del Puzzle vital, junto a los estudios bíblicos, era la historia académica de la filosofía. Carne para el examen de acceso a la universidad.
El despertar colectivo

El primer párrafo del primer capítulo del libro de texto ya me cautivó, engarzando directamente el temario académico con el propiamente espiritual:

«Entre los siglos VII y VI antes de Cristo, aproximadamente, tiene lugar una crisis revitalizadora de enorme importancia simultáneamente en muy diversas culturas. Es la época de los primeros filósofos griegos, de los profetas en Israel, de Zoroastro en Persia, los Upanishads y Buda en India, de Confucio y Lao-Tse en China. La explicación de tal coincidencia cronológica sigue siendo un misterio para los historiadores»

Bueno no estoy muy seguro de la exactitud histórico-cronológica de estos eventos. Pero, en fin, trasmite la idea de una conciencia colectiva humana que despierta simultáneamente en diversas zonas del planeta; o quizá unas influencias de tipo astrológico, o astronómico, o similares que influyen en todas las culturas simultáneamente.

O también podríamos retomar el hilo de la hipótesis ufológica: una escuadrilla de alienígenas paseándose por la tierra, visitando diferentes culturas e instruyéndoles en el arte de la filosofía…

¿O quizá fue que floreció el comercio de alucinógenos por aquella época 😀 ?

Extraterrestres o no, la idea de que ciertos Seres se dedican a supervisar, encauzar o pastorear la evolución de la especie humana es ciertamente sugerente y reaparecerá a lo largo de la historia, no solo de la filosofía, sino la historia en general.

Descartes, por ejemplo, también me llamó la atención en este sentido, con aquello de que recibía en sueños las indicaciones sobre por donde tirar…

Y en general toda la época renacentista, cuando, «por casualidad», a todo el mundo le da por razonar, rechazar el influjo de la tradición y abrirse a los nuevos aires de libertad de pensamiento…

Todo ésto engarzaba también con una intuición, un pensamiento mágico, de que nos encontrábamos en un periodo histórico similar, una era de Acuario, que impulsaba el despertar de las humanas conciencias. Mi supuesto despertar no podía ser un suceso aislado, sino que estaría integrado en un despertar colectivo, acuariano, de un grupo más o menos numeroso de personas que, al igual que yo estaría respondiendo a las mismas sugestiones, al mismo tono vibratorio…

Pero, ¿dónde se encontraban esas personas? ¿Cómo lo vivían?
Mi cosmogonía básica

Mi cosmogonía inicial partía de la intuición (o más que intuición, instinto) de ser un ser «imperfecto». Un ser imperfecto que se ve abocado a buscar, a luchar, por su perfección. Una perfección que no encontraría su respuesta, suponía yo, en el plano convencional (dinero, placeres, fama, poder, etc.) sino en, como he comentado anteriormente, un cambio en la clave vibratoria del ego, del psiquismo, de la personalidad, del sistema biológico, en suma.

Una clave vibratoria que podía ser inducida, entre otros, por la lectura de textos filosóficos.

O quizá se diese la ecuación inversa: una clave vibratoria que volvería los textos filosóficos más interesantes, relevantes, más apasionantes.

Ya comenté el papel de la Biblia en relación con el cambio de la clave vibratoria. Lo peculiar de la filosofía era que engarzaba con el mundo académico, bien políticamente correcto. Establecía un nexo entre mis inquietudes mágicas y espirituales y el susodicho mundo académico.

Lo de la Biblia era distinto, ya que yo no la relacionaba para nada con la tradición católica, ni con algún aspecto políticamente correcto de mi entorno sociocultural más proximo.. La relación con la Biblia la llevaba en secreto. No quería que mi familia, ni amigos se enterasen, por nada, de mi interés por los textos bíblicos. Con la filosofía no había problema, al contrario. Es en este sentido que digo lo de «políticamente correcto», y podías contar por ahí que estabas estudiando filosofía sin más problema.

Yo había sido un insufrible adolescente rebelde, punky, antisocial, antisistema… y no era fácil situar mis nuevas aficiones… 😀
Ritmo de vida solitario

Desde la distancia, ahora diría que mi instinto de perfección, o de imperfección, según se mire, era doble. Por un lado, en cierto modo, me sentía víctima de algún tipo de patología, de desviación psíquica, o psicosocial, y en este sentido anhelaba ser «uno más» en el rebaño. Envidiaba, admiraba, ciertas cualidades en las personas corrientes. Cualidades que ni siquiera sabía describir exactamente. Su capacidad para lo superficial, para los diálogos intrascendentes, entusiasmarse con lo cotidiano, sentirse parte de un grupo, una familia, una nación….

Por otro lado intuía, o «sabía», más bien, que el camino de las personas corrientes no era el camino de la «perfección», ni tampoco era el que yo debía recorrer.

Lo que me tocaba era sintonizar mi sistema con el campo vibratorio gnóstico.

La alternativa era, parecía ser, la Locura.

En eso me diferenciaría de la gente corriente. Para otros la alternativa al campo vibratorio gnóstico era, sería, simplemente, una vida corriente. Pero para mí esta última opción parecía estar cerrada. Al menos en el corto plazo. Y quizá solo en mi imaginación, quien sabe.

Probablemente habría irritado a la kundalini con los alucinógenos y el pranayama, había rasgado el Velo protector de Maia, y el camino corriente me estaba vetado. Me había metido yo solito en este asunto, y solito debería arreglármelas para salir, o para llegar a donde quiera que el campo vibratorio quisiera llevarme.

Bueno, es un decir, lo de «solito». Pues vivimos rodeados de gente, que nos interactúa, de criaturas sutiles «en los aires», duendes, ángeles demonios, salamandras 😉 todos ellos afectando al ritmo de pensamiento, proyectándonos emociones…

Me refería más bien a la clásica «institución» del Maestro-Discípulo, típica oriental. Pues nunca me he sometido a la dirección de ningún maestro espiritual. Al menos en el plano visible.

Lidiando con el miedo a la esquizofrenia

Con el tiempo fui domesticando a la kundalini, colocándola en su sitio, quiero decir, que no diera demasiada guerra, y sintiéndome «como en casa» ante el rostro semivelado que me ofrecía Maia.
Pongamos que fueron dos años hasta que perdí el miedo a la locura y fui encontrando un ritmo de vida bastante aceptable. (Digo aceptable, no que fuera ejemplar, o ejemplarizante. Pues aunque me reconocía algunas buenas cualidades, también me reconocía buenos vicios, y mi desarrollo distaba mucho de ser completo.)

No sabría decir si el miedo era justificado, por un peligro real, o simplemente miedo: miedo al futuro, miedo a lo desconocido, a la muerte psíquica… ¿O quizá, simplemente, exageraba el riesgo?

Tampoco era una situación constante, por supuesto, era alternante, más o menos, con el nivel vibratorio gnóstico, como la onda de un biorritmo. Cuando perdía la sintonía me asaltaba la duda, el miedo la desconfianza…

lo que subsistía, en cualquier caso, era una sólida conciencia de Existir…

El aburrimiento y la superficialidad desaparecieron de mi vida.
Filosofía como búsqueda

Pero me estoy yendo por las ramas. Creo que estaba hablando del temario de historia de la Filosofía, y cómo encontraba en ella cierta respuesta al instinto de búsqueda de perfección. De cómo ciertos autores, o textos, me orientaban hacia lo que vengo llamando campo, o nivel «gnóstico».

El propio quehacer filosófico tiene en sí algo, o mucho más bien, de búsqueda, de búsqueda de perfección a diferentes niveles.

1. La medida en que la filosofía promueve, o refleja, una determinada clave vibratoria de la conciencia, sería un enfoque propiamente gnóstico, o místico..

2. La medida en que la filosofía promueve un pensamiento «racional», que permite comprender el universo fenoménico, extraer leyes, conclusiones, desarrollar un conocimiento científico y práctico, o tecnológico, un saber-hacer, un saber-para-poder, o un saber para tener Poder. Este enfoque científico-tecnológico es el que justifica, en principio, su inclusión en el temario académico.

3. La medida en que promueve una retórica, una filosofía política, enfocada igualmente hacia el poder terrestre.

En aquella época los consideraba enfoques independientes, incluso opuestos, aunque con los años me toca verlos como complementarios, si bien no es en absoluto evidente la forma de ensamblarlos.

Digamos que, sin una base racional, el místico tiende a perderse en consideraciones mágicas, lunares, fantásticas, carentes de sentido. Y sin una base mística el científico tiende hacia un satanismo redomado, búsqueda del poder, la gloria, por el sometimiento y control del universo fenoménico.

Igualmente, sin una base retórica el filósofo tiende a aislarse en sus reflexiones. Y del político, sin base filosófica… Mejor no hablar.
Heráclito y Parménides

De entre los griegos, me llamó la atención Parménides. Su máxima «el ser es y el no-ser no es» pareciera una de las mayores perogrulladas que se habrían escrito en la historia de la filosofía. Pero nos lleva a la reflexión sobre el Sujeto-Verbo sagrado SER, según comenté en el post previo.
Es otra forma de formular el mantram yahvehísta. «Yo soy el que soy», «nada existe fuera de mí» : ese «yo» no puede ser otro que el Ser, el Ser que integra todos los tiempos y personas, el SER que Es, el ser que soy, el ser que somos…

El No-SER No-Es. El SER, en su forma absoluta, no tiene contrario. Se eleva por encima del juego de los opuestos.

«Todo lo que hay, ha existido siempre. Nada puede surgir de la nada. Y algo que existe, tampoco se puede convertir en nada» (Parmenides)

En el Bhagavad Gita, Krishna se expresa en términos similares: (BG-II) «ni hay existencia de lo que no existe ni no-existencia de lo que existe».

Tenemos aquí el verbo existir remplazando al Ser, quizá en cierto modo podemos considerarlos sinónimos. O quizá sea conveniente separar el Ser, en su forma absoluta, del Existir en su forma fenoménica. Al menos tenemos diferentes modos de existencia, o de conciencia, de manifestaciones del campo vibratorio existencial…

Y tambien: (BG-II) «Pues ni yo tuve no-fuí jamas, ni tu ni ninguno de estos seres pasaran al no-seré de aquí en adelante.»

Bueno, pueden derivarse interpretaciones diversas, lo importante aquí es el tema de indagación, de meditación, el vocabulario que va apareciendo, que se merecerá un capitulo próximo.

Si entendemos el «Ser» en el sentido convencional, de un objeto que Es, de unos objetos que «son», ( aunque sería quizá más apropiado el término «estar»), entonces la meditación sobre el no-ser nos lleva a la forma absoluta del SER. Esto es: si «apagamos» todas aquellas cosas que son fenoménicas nos queda el no-ser, que no es otra cosa que el SER en su forma absoluta y no-fenoménica.
La interpretación clásica de Parménides señala que los objetos fenoménicos «no-son»; en el sentido de que son ilusorios. «Solo el Ser es» (esto es, el Ser en su forma absoluta) «el no-ser no es». Esto es, los objetos sensoriales, fenoménicos, transitorios, que siendo ilusorios no-son, propiamente dichos. Pero el no-ser, literalmente entendido, es la nada absoluta. Y la ilusión fenoménica «es algo», una forma de «ser» relativa, contingente, ilusoria, si se quiere… ¡pero es algo distinto a la nada absoluta». La ilusion no «es» en el mismo sentido que el SER ES. Pero algo es.

«El pensador, dice la diosa, ha de hacerse cargo tanto de la verdad (aletheia) como del parecer (doxa) ; el camino del parecer es el que recorren, errantes, los mortales que nada saben; el de la verdad es el propio del pensador. Pero los dos caminos no se dan el uno sin el otro sino que el parecer pertenece esencialmente a la verdad»
Cambio o permanecia

En mi cosmogonía, de aquellos años, entendía, creía entender, que la vida integra dos principios: uno cambiante y otro permanente. El buen Camino consistía en trabajar el aspecto Permanente. Trabajarlo, descifrarlo, anhelarlo….
Por el contrario, habría que desapegarse de aquellos objetos cambiantes, inconsistentes, transitorios…
Tal y como diría el evangelista:

(Mateo 6: 19-21)

«No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.»

Convertir en objeto de deseo, de interés o adoración, a un objeto corruptible era, evidentemente, dispersar energías. Pero también existía el riesgo de tomar por permanente algún objeto o principio que en realidad era cambiante, o perecedero.

Aun así merecía la pena apostar por aspectos aparentemente permanentes antes que por aquellos que ya resultaban evidentemente perecederos. Era de sentido común.
Sin embargo, cuanto mayor fuese la ilusión, cuantas más energías pongamos en adorar un objeto aparentemente inmutable, pero que finalmente nos muestra su cara perecedera… tanto mayor será la frustración final, la crisis existencial puesta en juego.

Heráclito nos advierte de que nada hay permanente, de que todo cambia constantemente, fuego eterno, «nadie puede bañarse dos veces en el mismo río»…

Pero algo parecía fallar en su argumentación. Si afirmamos que «todo cambia» el propio cambio se convierte en Principio permanente. El propio cambio es un concepto, una Idea, que permanece.

El río, como objeto, como pura manifestación fenoménica, cambia, no es el mismo. Pero la Idea de «río» permanece en la mente del bañista. De hecho, el río, no es la manifestación fenoménica, amalgama de moléculas de H2O, sino la Idea en la mente de los hablantes…
Y a su vez, el propio bañista Permanece. En la mente del filósofo, al menos. Es el mismo bañista quien se baña dos veces en el río que supuestamente ya no es el mismo…

El Cambio no existe en términos absolutos. Para observar, para aprehender el Cambio o el Movimiento, necesitamos un punto fijo de referencia. Un punto fijo en el cual se encontraría el filósofo-observador.

Pero tampoco parece que sea posible distinguir la permanencia sin un trasfondo cambiante… una permanencia absoluta no se sostiene, se convierte, se parece más a la Nada que otra cosa. Permanente, quieto, inmóvil, inactivo…

Con el tiempo y tras un par de vueltas de tuerca me vi obligado a redefinir «lo que es«, el SER, no como cambiante ni permanente sino como ambas cosas a la vez… o quizá ninguna de ellas, otro nivel de realidad… cuyas cualidades son proyectadas en el mundo fenoménico, a modo de sombras o metáforas. «Como arriba así abajo«, que diría Hermes. El abajo es como una sombra o metáfora del Arriba. Platón tambien utilizaría el término «sombra» en el mito de la caverna. Los evangelistas usarían parábolas.

El mayor de los pecados, entonces, …: considerar que el Arriba es una réplica exacta del Abajo. Considerar que las Ideas y Conceptos sagrados del Arriba son réplicas exactas, o próximas, a los de Abajo. (¿cómo era aquel mandamiento mosaico, acerca de no crear imágenes o imitaciones en la tierra de lo que hay arriba, en el cielo? )

Bien, vale, entonces ni Cambio ni Permanencia. O una mezcla de ambas. Pero, ¿no era eso lo que ya se sabía desde el principio? ¿Lo que todo mortal sabe por buen sentido común?

¡Oh, después de un largo peregrinaje metafísico vuelvo al punto de partida! ¡Dichosa espiral!

Citando de nuevo a Krishna: (BG, III.23-24)

«Pues si YO no estuviese en continua acción (acción-movimiento-cambio) de un modo incansable, los hombres que ahora viven siguiendo los muchos y diversos caminos adoptarían la pasiva inacción. Si yo no hiciera Mi trabajo, estos mundos serían destruidos. Se originaría un gran caos y todos los seres se extinguirían.»
Teoria atmánica

Continuemos con otra pieza importante como es la teoría atómica de Demócrito. Bueno, no voy a hacer un profundo análisis de la obra de Demócrito, como tampoco antes pretendía hacerlo de Heráclito o Parménides. Solo intento un bosquejo de mi pensamiento, mi cosmogonía de aquella época, que iba, en cierta manera engarzada a estos autores.

El universo estaría formado, según esta teoría, por unidades elementales, átomos indivisibles, eternos. Los átomos se unirían entre sí formando los cuerpos sólidos. El átomo en sí seria eterno, inmutable, permanente. Los cuerpos, formados por átomos, serían divisibles, o sea: perecederos.

En principio, la teoría atómica es una teoría sobre el «objeto», sobre el mundo sensible, universo fenoménico. Casi diría yo que es una teoría sobre el universo visual y/o tridimensional. La teoría Democritiana se aproxima demasiado a la real composición de la materia, tal y como fue descubriendo la ciencia siglos más tarde. Incluso adelantó que cada «átomo» tendría una «figura» distinta, que estarían separados por Vacío, que es lo que aprende el estudiante de física cuando observa el esquema del átomo dibujado en la pizarra. ¿Fue un invento suyo ? ¿O, quizá, tenía acceso a otras fuentes privilegiadas de conocimiento?

Cuentan que Platón quiso quemar la obra de Demócrito. ¿Porqué? Hummm… También cuentan que en la Academia platónica estaba prohibida la aplicación práctica del conocimiento. Hummm… ¿Intuía algo Platón sobre los desarrollos venideros de la energía nuclear? ¿O, quizá, recuerdos de un inadecuado uso de la energía del átomo en tiempos pasados?

Bueno, nada de todo esto importa demasiado. Lo importante es que, en principio, la teoría Democritiana versa, así parece, sobre el Mundo-Objeto. Mundo visual, espacial, tridimensional. Podríamos formularlo así: «Todo cuerpo físico puede trocearse, o dividirse en partes. Y cada parte, a su vez, subdividirse en trozos cada vez más pequeños. Hasta llegar a un momento en que nos topamos con unidades indivisibles. Esto es: los átomos».

Como los cuerpos que observamos son diferentes unos de otros, es razonable inferir que deban existir varios tipos de átomos de manera que, al mezclarse en diferentes proporciones, puedan dar lugar a los numerosos cuerpos, formas y propiedades presentes en el universo.

Una primera idea sugerente que se deriva del planteamiento atomista es la que relaciona el concepto de Cambio y Permanencia con las partes o componentes de los cuerpos. Cualquier cosa, o cualquier Todo que sea divisible en partes pertenece al mundo de lo perecedero. El Todo Muere cuando le extirpamos o separamos alguna de sus partes. Y un nuevo Todo nace cada vez que varias partes se ensamblan. La Inmutabilidad, la Permanencia, pareciera encontrarse en aquellas partes fundamentales, que a su vez no estén formadas por otras partes… esto es… supuestamente… los átomos.

Pero estábamos diciendo que estos átomos, esos cuerpos formados por átomos, pertenecen a la dimensión, a la categoría, del Objeto. De modo que, en el mejor de los casos, lo que tenemos es un Sujeto que ve un átomo exterior, o que piensa en un átomo exterior, o en una miríada de átomos exteriores. Entonces, a esta teoría le falta algo para explicar satisfactoriamente el lado del sujeto, la cuestión de la conciencia, el Yo, El Yo-Soy. ¿Podríamos formularlo diciendo «Yo soy un Átomo», (o uno de esos átomos) ? Esto es: ¿Yo soy algo indivisible, incorruptible etc? ¿O quizá Yo Soy el resultado de la unión de varios átomos?. Y, entonces, moriré cuando los átomos que componen mi Yo se disgreguen. No me refiero necesariamente a que yo sea el resultado de la unión de los millones de átomos que componen el cuerpo físico. Pensaba más bien en la hipótesis de que mi Ego, los diferentes aspectos de mi Yo estén formados por la unión de unos pocos átomos cuyas uniones y/o separaciones determinen las diferentes formas de conciencia (sueño, vigilia, muerte, tres estados básicos, por ejemplo, pueden explicarse como combinaciones de tres átomos…). Me pregunto si el término Atman no tiene la misma raíz y, similar, o paralelo, significado al de Átomo.

La segunda Idea relevante que se deriva de la teoría atomista nos lleva a la Idea de Maia.

A la luz de la teoría atomista, cualquier objeto, una silla pongamos al caso, cualquier objeto, decía, está formado por miríadas de átomos bailando en el vacío. Lo cual nos lleva a la idea del carácter ilusorio del mundo y de los objetos sensibles. Cuando vemos una silla sabemos que no hay tal silla, que es una manifestación subjetiva ilusoria provocada (¿provocada?) por la amalgama atómico-molecular.

Estamos acostumbrados a pensar que es la amalgama de átomos y moléculas la que provoca en nuestro cerebro la imagen de una silla. Pero, ¿y si fuera al revés? ¿si fuesen las imágenes-pensamiento las que indujeran el baile atómico?. No me refiero a las imágenes-pensamiento individuales, que también podría ser. Me refiero a Imágenes-pensamiento universales, generadas por alguna entidad Creadora, llámese, Dios, Demiurgo o Guardián de la Matrix. El mundo sería creado sobre la base de Imágenes-pensamiento arquetípicas, que serían quienes inducen una peculiar configuración molecular. Por lo cual, lo que realmente sería real es la imagen pensamiento, que provoca su reflejo en la sustancia atómica, y no a la inversa.

Pensemos que, cuando decimos que el baile entre átomos, moléculas y fotones interactúa con el cerebro,… en realidad, lo que tenemos es que el cerebro también está formado por un baile atómico. Todo se mezcla y se difumina, los átomos del cerebro con los del objeto, y los del espacio intermedio… hummm

Mas adelante volveré a profundizar sobre ésto, espero, al hincarle el diente a la física moderna y cuántica.

De momento adelantar las reflexiones de Leibnitz: Un átomo no puede tener «extensión». Lo extenso siempre puede dividirse en partes mas pequeñas, hasta el infinito, lo cual nos coloca frente al absurdo de lo «infinitamente pequeño». Las unidades indivisibles deben ser espirituales, no materiales, no dimensionales (las mónadas que llamaba). No estoy muy seguro lo que entendía Leibnitz con el carácter «espiritual», o quizá energético, de las Mónadas. Pero apunta a una cosmogonía no-espacial, y no-tridimensional, y ya adelantaba algunos aspectos de la cuántica.

En la misma línea, aunque con un pensamiento más material, la idea de sustancia en Locke, pone el énfasis en el aspecto oculto de Algo que se oculta tras las cualidades sensibles que percibimos.

Resumiendo,

Que, bueno, que estos pensadores griegos, el racionalismo renacentista y el empirismo fueron los que más me tocaron, en mis inicios, junto con la química y física moderna, ya saltando de asignatura y disciplina académica. Otros autores quizá no me llamaron tanto, o quizá no llegué a estudiarlos. Posiblemente no me dio tiempo a completar el temario 😀
Temario pendiente

Me extendí más de lo previsto y dejo varios temas pendientes. Primero a Platón, luego a Descartes, Leibnitz y Spinoza, a quienes me gustaría hincarles el diente más despacio. Solo quería ir ilustrando mis diálogos iniciales con la filosofía académica durante el año sabático. Quizá se esté haciendo demasiado extenso, pero la verdad es que fue un año que dió bastante de sí. No como estos años de hoy en día, que pasan volando 😀 😀

***

Por cierto, no puedo evitarlo… «Pienso luego existo» ¿Pienso luego existo?, «Cogito ergo sum», «Pienso luego Soy». A vueltas, de nuevo, con el Verbo Sagrado. El pensamiento no puede existir sin un ego-sujeto-pensante. Pero, ¿puede existir el Ser sin pensamiento?

El famoso mantram racionalista ya había sido rumiado por Parménides varios siglos antes:

«Y lo mismo es pensar y aquello por lo cual es el pensamiento. Pues sin el ser, en el cual ha sido dicho, no encontraras el pensar» (Parménides, fragmento nº 8)

Y a modo de epílogo…

Y mira por dónde, que en el examen de acceso la universidad, finalmente cayó Aristóteles, con quien nunca llegué a compenetrarme demasiado bien, de modo que no tuve una calificación filosófica muy brillante 🙂 . Pero ya adelanto que me dieron el aprobado, probablemente, gracias a los resultados en física y matemáticas, .

La «vocación» no siempre es una ayuda de cara al rendimiento académico. Al contrario, uno se deja llevar por sus gustos y disgustos y termina perdiendo el sentido práctico y «malicioso» del quehacer académico.

Adelantaré también que no opté por cursar estudios universitarios de filosofía pensando que, quizá, no podría estudiar una autentica Filosofía. Ni tampoco iba a ser fácil ganarse las alubias vendiendo discursos filosóficos. (Y aparte que arrastraba un cierto temor psicodélico en relación con mis pasados intentos de compartir mis cosmogonías filosóficas con mis colegas, como describi en algún capítulo previo de la sección anterior 😀 😀 )

Si había que venderse al diablo, al menos que fuese un diablo solvente…

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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