Por aquellos días, mientras andaba yo entretenido, investigando los Misterios del Cristianismo Gnóstico, 😉 y preparando el temario de acceso a la Universidad, solía recibir algunas visitas de mis amigos, preocupados, que no tenían muy claro si se me habia ido la olla, o me había convertido a la socialdemocracia, a la democracia cristiana, o al Opus Dei, quizá. P’al caso todo era igual de traicionero para con la causa rebelde.
Una de las ilustrativas visitas que recuerdo fue la de Laki que vino con la propuesta de un rudimentario proyecto de falsificación de moneda.
La tecnología aplicada consistía en un alambre de cobre con el cual se fabricaban unos aros, dentro de los cuales se insertaban las antiguas monedas de 5 pesetas y, de cara a las máquinas tragaperras, colaban como monedas de 25. De modo que cada arito aportaba un valor añadido de 20 pesetas.
Nos pusimos manos a la obra. No sé cuántos aritos fabricamos; pero, al precio de la hora de trabajo, no era un negocio muy redondo 😀 😀
Si algun cochino empresario nos hubiese contratado para montar piezas similares a precio de mano de obra habríamos sacado más beneficio, pero nos habría parecido un trabajo horriblemente aburrido y alienante.
Pero lo importante no era la rentabilidad monetaria. Lo importante era mantener vivo el romanticismo rebelde. Violar las normas establecidas, falsificar las monedas, engañar a las máquinas, ¡al sistema financiero! … y, finalmente, con el botín resultante, comprar unos gramos de
Hachís y unas
mescalinas, cerrando así el círculo de lo prohibido.
El sistema para obtener moneda legal a cambio de la falsa, no lo recuerdo muy bien. Algunas maquinas daban cambio, por ejemplo, compras un articulo de 5 pts, metes la moneda falsa de 25, y te devuelve el articulo de 5, más el cambio, cuatro monedas de 5.
También estaba la opción de jugar a máquinas de juegos de azar, o comprar tabaco con moneda falsa para luego revenderlo. Vamos, que si la falsificación tenía su trabajo, todavía quedaba la no menos arriesgada faena de convertir la moneda falsa en monedas legales.
La cuestión es que, efectivamente, conseguimos un botín de guerra, con cual compramos, como decía mescalina y hachís.
Yo no las tenía todas conmigo, sobre todo el tema del hachís, que no me sentaba muy bien y lo estaba distanciando. Y la mescalina se presentaba, cuando menos, como arriesgada experiencia. Pero me dejé llevar por el influjo de la «conciencia colectiva», de las «malas compañías» 😀 😀 (que siempre se realimentan mutuamente, por cierto)
El proceso de fabricación de monedas me sacó por un momento de mi retiro ascético, retomando mi «personalidad rebelde» , y, me puso en contacto con una nueva pieza del Puzzle: las manualidades.
En mi retiro, mi actividad era principalmente intelectual: matemáticas, química, filosofía, las lecturas bíblicas… incluso un poco de Televisión, recuerdo una serie sobre Hitchcock que dieron por entonces.
Los trabajos manuales daban una nueva tonalidad al psiquismo, que me tocaría investigar más adelante.
Por un momento, viví la ilusión de ser una persona «normal», miembro de un grupo humano, trabajando por un objetivo común, como si nada hubiera acaecido los meses previos.
Por lo que se refiere a la mescalina… pasó sin pena ni gloria. Apenas tengo recuerdos del viaje. Sé que me di un baño caliente y estuve leyendo los evangelios, con la premeditada intención de disfrutar de alguna suerte de iluminación, o viaje espiritual… pero nada. Aquel viaje no trascendió. Quizá mi actitud interior no era la apropiada. O quizá, la mescalina aquella, era más falsa que las monedas que habíamos fabricado para comprarla.
En cualquier caso, como digo, el viaje no trascendió en términos místicos o espirituales. O quizá fue que yo ya estaba «vacunado» contra esos efectos.
Terminada la escapada, la vida sigue, más convencido, si cabe, que esos escenarios rebeldes y politoxicómanos, se terminaban para mí…