Mi jaryi (abuela paterna) era toda una militante, católica y apostólica. Yo la consideraba un ejemplo de religión negativa y falsa.
No voy a hacer ahora un análisis de si mi opinión estaba mejor o peor acertada, o si quizás era un tanto cruel. Lo sentía así y punto.
Sentía un mayor aprecio por la religiosidad de mi abuela materna y, como ya comenté en capítulos previos, por la de mi madre. Pensaba, eso sí, que existian religiosidades más puras, más «avanzadas», mas intelectualizadas que las practicadas por mi madre, y hacia las cuales me sentía llamado…
Pero la religiosidad de mi jaryi me sonaba penosamente hipócrita y vacía de contenido.
Quizá intervenían condicionantes subjetivos en mi juicio: Mi jaryi nunca quiso que mi padre se casara con mi madre. Prejuicios clasistas y/o racistas. Incluso después de muerta se apresuró a animarle a buscar otra mujer de «mejor categoría». Y a nosotros, mis hermanos, pobres mestizos, nunca llego a considerarnos como de la familia, siempre alimentando la suspicacia de que nunca llegaríamos a la categoría de honorables ciudadanos, y siempre a medio camino entre el delincuente, el hereje y el comunista.
«¿Tu? ¡Al monte con unas cabras!» Solía repetirme 😀 😀 Una suspicacia que, por otra parte, compartían algunos otros miembros de la familia, aunque, el núcleo duro, creo percibir desde la distancia, se encontraba en los jaryis.
Pero, en fin, a lo que iba.
Yo estaba renaciendo a una nueva religiosidad, que he venido llamando «cristianismo gnóstico». Huelga decir que yo no relacionaba para nada mi religiosidad con la de mi jaryi. Y no se me ocurría ni por asomo confesar mi nueva orientación religiosa, ni que dormía con una Biblia escondida bajo el colchón con mas celo que si fuese un alijo de heroína 😀 😀
Mi jaryi no perdía ocasión para hacer propaganda religiosa, me ponia el Rosario todos los días a la hora de cenar (por la radio, quiero decir) y que si Fulanito y Menganito, que eran personas de poder y dinero, que también eran muy creyentes, y que sabían más que nosotros. Y que «por si acaso» rezar un padrenuestro o un avemaría de vez en cuando no nos iba a hacer daño.
De repente, un día me viene y me dice que Ixiu tambien era muy religioso. Que se había enterado a través de mi tía, que solia hablar con su madre… de que había cambiado mucho… que se había vuelto muy religioso.
Yo no había vuelto a saber de Ixiu desde el viaje al infierno, habian pasado varios meses… Incluso alguien me había dicho que se habia ido a vivir a Brasil.
Me sentí invadido por una eufórica alegría. «¡ Ixiu practicando una religiosidad explícita! » No me cabía la menor duda de que Ixiu había seguido un proceso, una conversión similar a la mía. No me cabía la menor duda de que Ixiu había encontrado el camino del cristianismo gnóstico. Despues de las psicodélicas experiencias con mescalina y LSD, después del esquizofrénico viaje al infierno… nuestro destino era reencontrarnos, reentendernos, apoyarnos mutuamente, ¡por fin un hermano en el camino! ¡Un compañero de viaje!
¡ Alguien con quien expandir la nueva religión, para reeditar la «revolución mágica» en suma 😉 …. !
Me sentía excitado, todo encajaba, todo seguía un guión preciso,
¿quién habló de esquizofrenia mística?
Todo el proceso era Real, todo cobraba sentido.
Así que me dispuse a hacerle una visita, con el convencimiento de que íbamos a hacer grandes cosas juntos…
pero… ¿no sonaba todo ello a dejà vu?
¿No Había vivido yo esta eufórica sensación no hace pocos meses?
No vivíamos muy lejos el uno del otro. De hecho eramos vecinos. Así que fui a visitarle a ver que contaba…