Cuando Ixiu me abrió la puerta (continuando con el post anterior) su expresión tornó en breves momentos de la sorpresa a la confusión. A la repulsión y al miedo.
«Nos vemos» -acerté a articular.
Yo pretendía preguntar algo así como que «¿Nos vemos?» o, «¿podemos platicar un rato?». Pero me salió un aséptico «nos vemos» cuyo significado podría ser difícil de descifrar.
A Ixiu le iba cambiando la expresión de la cara mientras yo percibía el aura del ácido lisérgico que comenzaba a reproducirse. Nuestro sistema neuronal intentaba reproducir las interconexiones que resonaban desde nuestro «viaje al infierno».
Entonces Ixiu, presa del pánico, comenzó a atizarme con un crucifijo y una ristra de ajos invocando en latín lo que parecía ser un conjuro exorcizante. 😀 😀 😀
– tranquilo Ixiu, que yo te quiero mucho…
Ixiu se calmó. La situación parecía que aun podía reconducirse.
– me ha llamado la atención éso que has dicho. -me dijo- Precisamente he encontrado un camino basado en el Amor y tal y cual…
Subimos a su habitación a hablar un poco del tema.
Me contó que, despues de las experiencias con alucinógenos, estuvo a punto de perder la razón y dio un giro radical a su vida. Se fue a Suiza una temporada donde contactó con una «escuela espiritual», abandonando todo tipo de drogas y adoptando, entre otras cosas, una alimentación vegetariana, cambiando la musica rock por la clásica. Se declaraba cristiano, pero desvinculado completamente del cristianismo católico oficial. Una suerte de cristianismo esotérico o «ciencia oculta cristiana» como subtitulaban los libros de Max Heindel que acumulaba en su biblioteca.
Me confesó que, en ocasiones, sentia cierta animosidad hacia mí, cierto resentimiento, por los ácidos que le hice tomar (¿yo? ¡pobre de mí! ¡Pero si fue él quien traía ácidos y mescalinas al pueblo! 😀 )
Pero que, en cualquier caso, y animado por su espíritu cristiano ya me estaba perdonando (¡menos mal! 😀 )
Yo me sentía identificado con su evolución, sus puntos de vista, con su cristianismo esotérico… incuso sentía una gran curiosidad por investigar esa literatura rosicruciana. De hecho me fui llevando varios libros prestados.
Pero el reconocimiento no era recíproco. Ixiu no imaginaba, ni por asomo, que yo también pudiera estar tocado por el espíritu de «su» cristianismo alternativo, esotérico, o como quisiera llamarse.
Alegué que yo, en cierta manera, también me sentía cristiano y había pasado mis horas estudiando el mensaje bíblico. Pero respondió que él tenia una «llave» que le permitía acceder y asimilar los misterios bíblicos. Cosa que yo, pobre neófito, aun no tenía, y por más que me empeñase no podría llegar a comprender la profundidad del mensaje bíblico 😉
Alegué igualmente mis humildes conocimientos en Yoga y filosofía oriental que fueron descalificados automáticamente. Pues según estas escuelas esotéricas occidentales el Yoga y las técnicas orientales resultaban negativas para los occidentales. «Métodos occidentales para los occidentales» , rezaban…
Y lo que sí que era un tema tabú era el asunto de las drogas. Yo comencé a comentar cómo la mescalina me había provocado un cambio de conciencia, de cosmogonía, y cómo todo ello, incluso con todos sus problemas asociados, habia sido un eslabon en mi camino del cual no podía prescindir.
Pero la mera mención a nuestra pasada vida de triperos y mescaleros provocaba en Ixiu esa mezcla de confusión y repulsión, como si, de nuevo, su sistema neuronal quisiera reproducir las conexiones propias del ácido.
Se trata de una característica peculiar del LSD, que me ha solido ocurrir con otros triperos, no solo con Ixiu, cuando rememoras antiguas batallitas y viajes de ácido. El cerebro no solo recuerda los hechos objetivos vividos. También reconstruye, en parte, la experiencia subjetiva vivida. Vamos, que es casi como si te pegara un subidón en el momento de recordarlo.
Y nuestro «viaje al infierno» fue especialmente fuerte.
Pero, en resumidas cuentas: Ixiu se sentía «superior», una superioridad un tanto excuyente. (Más tarde descubrí que era un sentimiento bastante corriente en militantes sectarios, pero en ese momento lo tomé como algo personal)
No digo que, entre colegas, uno no pueda sentirse un poquito más listo o un poquito mas dotado que el otro. Pero, en ocasiones, la superioridad se puede volver excluyente frente al «otro», frente al que está fuera de la estructura. No solo en el sentido de la inferioridad intelectual o espiritual, sino de que el «otro» se convierta en un obstáculo, un contaminador, un instrumento al servicio del enemigo, de las fuerzas diabólicas…
A la vista de mi interés por la temática cristiano-esotérica, la relación tomó un cariz de, digamos, iniciado versus neófito.
Bueno, no me importaba. La energía no fluía todo lo armónicamente que yo hubiera deseado, pero era mejor que nada. Ixiu se atribuia el papel de «gran iniciado» que ayuda al pobre neófito a encontrar las fuentes de la sabiduría. «Ayudándote me ayudo a mí mismo», comentó.
Sí, pero, en ese rol de «ayudador que ayuda» había una representación jerárquica que no me acababa de gustar.
¿No sería que yo también me sentía «superior» a mi manera? Bueno, puede ser… pero la suya era más acentuada, más excluyente. (Je je, qué complicados somos los sapiens 😀 😀 )
Yo le reconocía en su camino pero él mostraba cierta resistencia hacia mí, como si realmente tuviese miedo de que yo pudiera ser un enviado de las fuerzas demoníacas para fastidiarle 😀 😀 (extremo que terminó confirmándome más adelante)
En fin, yo recordaba las palabras de San Pablo exhortando a la peña a la humildad: «trataos humildemente como si los demás fuesen superiores a vosotros».
Pero no dejaba de preocuparme una cuestión, y es que si mis supuestos correligionarios me respondían así… ¿Qué no podía esperar de el resto de la gente?
Quién sabe, posiblemente tenía razón, quizá fuese yo un loco tripero descarriado. Quiza la Rosicrucian Fellowship mostraba el camino correcto, siendo Ixiu su aventajado alumno y yo… el rezagado de la clase 😉 … ya veríamos como terminaba todo.
Le cogí prestados un par de libros de Heindel junto con el «Yo visité Ganimedes» de Yosip Ibrahim.
Al llegar a casa sentí una profunda paz de conciencia. La verdad es que el episodio del viaje al infierno no había concluido bien y la situación había quedado bastante saneada, a pesar de las espinillas comentadas. Tenía otro hilo por donde tirar, otro camino que explorar. Una persona con quien hablar del tema y amplia literatura.
Ixiu me devolvió la visita al poco tiempo, y asi comenzamos a vernos de vez en cuando, a platicar de lo divino y lo humano, y de la ciencia oculta cristiana, mientras tanto le iba cogiendo prestados algunos libros. Y así estuvimos un par de años hasta que por unas cosas y otras fuimos dejando de vernos. Pero todavía tendrá que aparecer en un par de capítulos futuros.
Bueno, creo que me toca ahora hincarle el diente a Max Heindel. Aunque, no se, tampoco fue un autor que llegase a calarme muy hondo, pero tuvo su papelillo. Se merece un repaso, aunque sea muy resumido.