
El «bien» y el placer. Placer sensorial y placer atmánico. Tipología del placer sensorial. El pensamiento como objeto de placer. Superposición del placer sensorial y placer atmánico. Trasmutación del sistema sensorial y desplazamiento del «centro». Ataduras y resistencias al cambio de clave vibratoria.
Katha Upanishad III
“El bien es una cosa, el placer otra; estas dos, teniendo fines distintos, encadenan al hombre. El hombre debe permanecer en el bien, pues el que escoge el placer, malogra su destino.» (Katha Upanishad, 2º Valli)
El primer planteamiento de Yama respecto al camino de liberación no resulta muy evidente. Contrapone lo bueno a lo placentero, lo cual podría asumirse que sea así en determinados contextos pero, en general, el Bien, por definición, debería ser algo placentero en sí mismo. Otra cosa es que distingamos los placeres «buenos» de otros que no lo sean tanto. ¿porqué sino iba alguien a mostrar interés por el camino del Bien? Si el bien es lo contrario del placer… ¿se identifica entonces con el dolor?
Echando mano de la traducción de Guirao no solucionamos mucho: traduce «lo justo» en lugar de «el bien» y «lo agradable» en lugar de «el placer»; más o menos lo mismo.
Habrá que mirarlo con más detenimiento.
El propio Upanishad se contradice más adelante cuando dice:
«Cuando aquél [el Ser Supremo] está en perfecta unión con el cuerpo, los sentidos y la mente, los sabios llaman a ese estado la dicha Suprema.» (katha upanishad, 3ºValli)
Dicha-placer, placer-dicha, si no son sinónimos se parecen mucho.
(Aquí la traducción alternativa no resulta muy inteligible, dice: «Atman, sentido e impulsaciones reunidos han recibido de los sabios el nombre de sentir»)
Y también:
«alcanzando de este modo el Ser sutil, [el sabio] se llena de gozo, pues ha hallado la causa de todo regocijo».
Placer-gozo-regocijo … De nuevo tenemos un grupo de sinónimos.
(«El mortal se alegra y obtiene el objeto en que encuentra su regocijo», según la segunda traducción», má o meno, parecido)
El problema se complica aún más cuando luego dice:
«ese sabio ciertamente está más allá del gozo y el dolor.» (o: «el sabio, gracias a la práctica de la unión suprema, morando en Dios(!) abandona la alegría y la pena»)
O sea: primero se dice que el placer es incompatible con Brahama, o con el camino liberador. Luego dice que la unión con Brahama es superplacentera. Y, finalmente, que el interesado está «más allá del gozo y el dolor».
Entonces, o bien el autor del Upanishad no sabía lo que andaba diciendo, o es que los traductores no se esmeran mucho o, quizá, y en cualquier caso, tengamos que hacer un esfuerzo por distinguir los diferentes tipos y matices de placer.
Así, a vuelapluma, podríamos clasificar los placeres en:
- sensoriales
- no-sensoriales, y
- su gama de matices intermedios.
En un extremo tendríamos el sensorial-directo, o sea, el placer derivado de la experimentación sensorial directa. El placer sensorial clásico por excelencia es el sexual, por su universalidad e intensidad. Seguido quizá por el placer de comer, beber y fumar.
Luego tenemos algunas variantes. El placer (visual) de ver una escena (o una foto) erótica. Placer de escuchar una melodía, el placer de ver crecer nuestra cuenta corriente, el placer de dominar a nuestros vecinos o ascender de status social. El placer de platicar con nuestros amigos, de ver una puesta de sol, o de tumbarnos plácidamente en el sofá después de una agotadora jornada de trabajo.
Como buenos perritos paulovianos, aparte de la experimentación de la sensación directamente, o primariamente, placentera, tambien sentimos placer al experimentar aquellas percepciones que suponemos nos acercan a la principal, como una suerte de anticipo. Así, nuestra despensa llena de sabrosas golosinas ya nos procura placer antes de degustarlas. El dinero y la riqueza nos reporta, quizá, por adelantado, los objetos de placer que nos permitirán lograr.
Nótese que se trata de un placer un tanto descafeinado. Las golosinas podrían estar podridas una vez desempaquetadas, y el banco que custodia nuestros ahorros podría haber quebrado sin nosotros enterarnos. Lo que nos provoca placer es la creencia, el pensamiento, o la seguridad de que tenemos los placeres primarios y básicos al alcance de la mano.
Con esto llegamos a otro nivel, otro tipo de placer, no referido directamente a una experimentación sensorial sino a un pensamiento (pero un pensamiento que actúa como reflejo del mundo sensorial). Ciertos pensamientos nos producen placer. Evidente en el caso de pensamientos eróticos. Pero igualmente, y de forma más o menos sutil, con otro tipo de pensamientos, no sé si llamarlos positivos. Pensar que somos ricos, que tenemos la despensa llena, que somos el más listo de la clase, el más iluminado… qué somos el protagonista, en suma, de cualquier escenario psicosocial, por citar los más corrientes entre los investigadores. Luego está el placer de recrearse con el dolor ajeno, diríase que más propio de diablo que de humano pero, lamentablemente, viene implícitamente escondido en los anteriores. (el deseo de elevarse por encima del próximo implica necesariamente el fracaso, la ruina, el dolor ajeno, en suma, aunque quede ocultado en segundo plano)
Un pensamiento que puede tomar varios aspectos, por ejemplo:
- pensamiento como creencia (ej. creo realmente que tengo dinero en la cuenta)
- pensamiento como sueño, o delirio (sueño, recreandome, con un dinero o un protagonismo que no tengo)
- pensamiento como visualización mágico-creativa (técnica mágica para conseguir objetivos, visualizando escenarios que quisiera materializar)
Queda por investigar otro tipo de placer, hacia el cual parece que apunta la Upanishad, y es aquel que se manifiesta con independencia de los sentidos, o de pensamientos asociados, más o menos directamente con el mundo sensorial. Como se citaba más arriba: «alcanzando de este modo el Ser sutil, [el sabio] se llena de gozo, pues ha hallado la causa de todo regocijo». O sea, el placer del contacto o conocimiento del Ser.
Cabría preguntarse, pues, si el camino hacia la unión con Brahama es un camino de insufribles dolores hasta que, llegada la liberación el día D, hora H, todo se transforma, de repente, en dicha Suprema. O si, quizá, desde los inicios del camino, el interesado va recibiendo, a modo de avanzadilla, pequeños rayos de luz atmánica adaptada a su estado de ser; pequeños adelantos de este placer que trasciende el mundo sensorial y sus pensamientos reflejos.
El presente Upanishad no nos da pistas al respecto pero, conocido el psiquismo humano, esta última opción parece más coherente. Veríamos entonces cómo se entremezclan el placer y dolor referidos al mundo sensorial junto con el placer del contacto con la radiación atmánica.
Más aún, veríamos cómo el pensamiento intentaría atrapar la radiación atmánica para convertirla, o trasmutarla en pensamiento sensorial o sensorialmente orientado hacia el poder, la fama o prestigio del liderazgo espiritual, la tecnología, rituales o la simple seguridad de saber prolongada la vida después de la muerte.
Pero sigamos con el texto.
Cuando aquél [el Ser Supremo] está en perfecta unión con el cuerpo, los sentidos y la mente, los sabios llaman a ese estado la dicha Suprema.«
Aquí nos está hablando de un placer, dicha, o gozo en el que intervienen tanto los sentidos como la mente. Puede entenderse que no se trata de un placer que excluya la caricia sensorial, ni la actividad mental pero que los transforma, elevándolos, o transformándolos, a un plano vibratorio diferente. Digamos que bajo el efecto de la radiación atmánica el sistema sensorial se va transmutando, desplazando su centro de gravedad.

Volviendo a las tipologías previas, nos encontramos algunos placeres un tanto difíciles de clasificar: los provocados por drogas, por ejemplo, que también pueden provocar un placer de naturaleza endógena, independiente en principio de sentidos exteriores. Pueden provocar, incluso, la transformación de la experiencia perceptiva y pensante hacia un plano vibratorio diferente emulando el estado de «dicha suprema» citado en el párrafo anterior, tal y como comentábamos en el capítulo de la mescalina y LSD, de modo que el discernimiento acerca de la verdadera naturaleza de la luz atmánica va a quedar cuestionado siempre en un plano subjetivo.
Y, volviendo a la contradicción conceptual señalada más arriba, podríamos intentar aclararla, algo al menos, considerando en principio que lo que el Upanishad cuestiona es el placer sensorial. Pero después habría que afinar un poco más valorando si realmente se trata de una desconexión total del sistema sensorial o un cambio parcial de su cualidad vibratoria.
Podríamos comentar tambien la tercera cita: «ese sabio ciertamente está más allá del gozo y el dolor.» Se estaría refiriendo aquí a «más allá del gozo y dolor» propio de la experiencia sensorial de baja cualidad vibratoria. Pero «ese sabio» disfrutaría de un estado que, en otros parrafos, lo denomina tambien como gozo y dicha suprema.
Nótese que la confusión conceptual se refiere únicamente al placer, y no al dolor. La «dicha suprema» está más allá del gozo y del dolor de tipo mayávico (relativo a Maya) o humano-convencional. Pero no se dice nada acerca de que exista un «dolor supremo». El placer mayávico se proyecta, se compara metafóricamente, con el gozo supremo (o sea, relativo al ser supremo). Pero el dolor mayávico no se corresponde con alguna cualidad Suprema. El dolor mayávico se corresponde, se compara, con el propio mundo humano-mayávico.
Podemos intentar una lectura de otra frase contradictoria que señalabamos al principio: «éstas dos, [el bien y el placer] teniendo fines distintos, encadenan al hombre.»
El «bien y el placer» aquí puede referirse al bien y el placer humano-mayávico. Encadenan al hombre porque se mueven en el nivel vibratorio terrestre.
En realidad, en cierto modo, el «bien» mayávico se separa del placer, renuncia al placer presente… ¡pero para obtener un mayor placer futuro redoblado con intereses, más estable y de mejor calidad! (como quien deja de fumar para evitar un cáncer, o ayuna para curar una bronquitis). El común efecto encadenador de ambos puede entenderse en que refuerzan la concepción ilusoria del mundo-maya, refuerzan la idea de que el mundo sensorial es real, o al menos, que es lo único existente, o centro de gravedad de lo existente.
«La otra vida nunca aparece ante los ojos del chiquillo distraído, engañado por la ilusión de la riqueza. ‘Esto es el mundo’, piensa, ‘no hay otro mundo más que éste’. No se da cuenta que caerá así una y otra vez bajo mi dominio [de Yama, la muerte].» (Katha upanishad, 2º Valli)
Literatura:
Como siempre la traducción de Pedro Guirao, Editora y distribuidora mexicana, 1975
Y la traduccion anónima descargada de la web de oshoweb:
http://www.oshogulaab.com/HINDUISMO/TEXTOS/LISTADOTITULOSHINDUISMO.htm
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