¿Oculta?
Cuando hablo de estructura «oculta» me refiero a la estructura interna que queda fuera de nuestros sentidos clásicos. Esta estructura no se ve, al menos no se ve directamente, pero se aprecian sus efectos. Se aprecian, se pueden medir, se comprueban.
Esta denominación quizá no se corresponda exactamente con el ocultismo del esoterismo clásico que, con cierta frecuencia, se refiere a realidades, fuerzas, energías, que igualmente permanecen ocultas. Pero la diferencia resulta en que no pueden medirse ni objetivarse en sus efectos. (con facilidad y regularidad, al menos)
Ciencia y Técnica
Aquí voy a dar un repaso a la Ciencia y Tecnología «oficiales» que tambien juegan con energías invisibles. La diferencia, como decía, es que la Ciencia y Técnica oficiales establecen protocolos de comunicación con estas energías invisibles que, las más de las veces, funcionan. Los fenómenos reivindicados desde la parapsicología y las Ciencias Ocultas resultan más caprichosos, no es fácil medirlos, y terminan generando batallones de escépticos que no terminan de creerse nada del asunto y, precisamente, por no poder asistir a demostraciones convincentes. No hay que olvidar, sin embargo, que el hecho de que una hipótesis no quede demostrada no implica necesariamente que quede demostrada su falsedad.

Pero, no sólo son los fenómenos paranormales los que se resisten a una investigación auténticamente científica. Las llamadas Ciencias «blandas» como la psicología, la historia, la política, e, incluso, la medicina se mueven igualmente en terrenos muy movedizos. No resulta fácil valorar, por ejemplo, cuándo un remedio cura una dolencia, pues no sabemos si se habría curado igualmente sin intervención. O cuándo una política social resulta efectiva. Las demostraciones, medianamente científicas, en este ámbito deben hacerse a gran escala, sometiendo a una gran cantidad de individuos a experimentos que resultan muy costosos, medianamente fiables y, en cualquier caso, fuera del alcance del ciudadano de a pie. En el mejor de los casos la demostración puede ser relevante de cara a la institución que promovió el ensayo, pero el ciudadano particular no tiene medios de comprobar directamente. Y, comoquiera que, lo que sí parece científicamente demostrado 😉 es el alto nivel de corrupción de nuestras autoridades sociales, de las que dependen, por cierto, los comités científicos… pues no está la situación como para darles credibilidad de un modo gratuito.

Tecnología como Ciencia aplicada
Otra cosa es la tecnología. Al menos incorpora un mayor nivel de fiabilidad o credibilidad.
Ingenios tecnológicos como televisores, ordenadores, aviones, etc. mejor o peor, funcionan, y son la prueba palpable para el usuario final de que el conocimiento científico utilizado para su diseño es correcto.
El mundo invisible
Lo que no puede verse, en cierta manera, no existe. No existe con la misma propiedad que existen las cosas que vemos y tocamos todos los días. Formas y colores, tal cual los vemos, sólo existen en la medida y en el momento en que los vemos. Sólo existen en la medida que existen órganos de percepción capaces de generarlos. Existirá, eso sí, una causa oculta que, al interaccionar con el ojo y el cerebro del perceptor engendra el color. Aunque, bueno, el ojo y el cerebro se encuentran en misma situación que el resto de las cosas: también son reflejos de una causa oculta.
Todo ésto no nos impide que, metafóricamente hablando, sigamos diciendo que «ahí afuera», hay cosas con forma y color. En realidad queremos decir que vivimos sobre una realidad oculta capaz de provocar formas y colores cuando interacciona con nuestro sistema de percepción visual.

Entonces, lo que tenemos son modelos matemáticos que intentan explicar con mayor o menor acierto otra serie de fenómenos que vemos todos los días (o en el peor de los casos podremos provocar a voluntad en el laboratorio)
Estos modelos matemáticos tienen dos funciones principales: predecir eventos y provocarlos. Pongamos por ejemplo la fuerza de la gravedad: no podemos verla pero sí construir un modelo matemático capaz de predecir la velocidad de caída de un cuerpo o la trayectoria de una bala. 😉
Igualmente, estos modelos matemáticos permiten construir ingenios tecnológicos capaces de actuar a voluntad sobre el mundo, sobre la materia («Saber es Poder»). Así tenemos fusiles, cañones, misiles teledirigidos, bombas de hidrógeno que funcionar funcionan, nadie lo pone en duda.
Los más escépticos aún pueden dudar de que alguien haya llegado a la Luna, y, bueno, algo de razón llevarán. Pero los fusiles disparan y revientan el objetivo, las bombas explotan, los aviones vuelan y Windows, con un poco de paciencia, termina arrancando. Todos estos ingenios trabajan con energías invisibles y cualquier interesado puede verlos y tocarlos. Ergo, por lo tanto, algo de verdad, algo de consistencia, deben tener los modelos matemáticos sobre los cuales se basan estos ingenios.
Escépticos y conspiranófilos
El buen escéptico, desde luego, no debería desfallecer nunca. Que existan evidentes proezas tecnológicas no quiere decir que todo aquello que pretendan vendernos como tal, sea cierto. ¿cómo puedo comprobar fehacientemente, que Amstrong llegó realmente a la Luna? ¿cómo puedo comprobar si las vacunas son realmente eficaces? Cierto que puedo montar en un avión y cruzar el océano. Cierto que puedo videochatear con mis congéneres al otro lado del charco… Pero no conviene bajar la guardia, no sea que nos cuelen gazapos de vez en cuando, especialmente cuando median intereses político económicos.
Y de otro lado, a la inversa… ¿cómo sé yo que nuestros queridos gobiernos no disponen ya de tecnologías mucho más avanzadas de lo que nos hacen creer? ¿como saber si el Sapiens ya viajó a Marte hace años, si existe una tecnología de teletransportacion, o tratamientos para prolongar la vida más allá de los 200?
Oh, sí, el Sapiens, animal conspiranófilo por excelencia… 😀
Hoy defiende la conspiración de que nunca se llegó a la Luna. Mañana defiende que en realidad ya se llegó a Marte hace tiempo. El elemento común: la desconfianza. Como un instinto de que nuestras autoridades culturales nos engañan, de que nada es tal y como nos lo cuentan…
El Átomo
Bueno, al grano.
Según el modelo comúnmente aceptado por la ciencia oficial (hasta hace pocos años, al menos) la materia estaría formada por conglomerados de unas partículas invisibles llamadas átomos. Átomo significa indivisible, nombre que proviene de que, inicialmente, según los antiguos modelos, los átomos serían eso: partículas indivisibles. Más tarde el modelo evolucionó y los átomos dejaron de ser considerados como indivisibles… pero mantuvieron el nombre.

Divisibles o indivisibles, en cualquier caso, los átomos son invisibles. O sea, como decíamos más arriba: no existen; en realidad no están «ahí afuera» 😉 . Se trata únicamente de un modelo matemático, útil para explicar los procesos de percepción y transformación de la materia. (O al menos algunos de ellos). Útil para explicar, predecir y actuar sobre la materia. Con el tiempo, los modelos matemáticos se van perfeccionando, ésto es: cada vez explican mejor el comportamiento de la materia, cada vez pueden utilizarse para construir ingenios técnicos más perfeccionados. Pongamos como ejemplo que el modelo de átomo-indivisible es adecuado para explicar los fenómenos químicos y eléctricos, con todos sus inventos asociados, desde la bombilla a la silla eléctrica; mientras que el modelo de átomo-divisible es el que explica y soporta la llamada energía nuclear, canalizada con fines industriales y militares.
Los modelos matemáticos, entonces, no es que sean verdaderos o falsos, más bien intermedios, digamos que pueden explicar un número mayor o menor de fenómenos, y que pueden promover la construcción de un número mayor o menor de ingenios técnicos. Sin llegar a ser perfectos encierran algo de Verdad; pero un «algo» lo suficientemente consistente como para obtener aplicaciones y resultados prácticos.
Modelo gráfico atómico

El átomo se representa gráficamente como un «núcleo» esférico , formado por dos tipos de partículas, a saber: protones y neutrones. Alrededor de este núcleo gira el tercer tipo de partículas: los electrones. En el modelo gráfico los electrones giran a unas distancias enormes, en proporción al núcleo, de modo que, según nuestra percepción espacial diríamos que entre el núcleo y los electrones se abre un inmenso «espacio vacío».
Son, por ejemplo, los modelos de Rutherford y Bhor, propuestos a principios de siglo pasado y que han sido actualizados por modelos cuánticos y relativistas, aún más abstractos y esotéricos (luego volveremos sobre ello).
Pero, de momento, para en lo que estamos, por hoy nos sirven.
Retengamos, sin embargo, algunos de los conceptos integrados en nuestro minúsculo átomo:
Peso: Átomos, protones, electrones, neutrones… Tienen un peso, o una masa, o sea, que supuestamente están sometidos a la gravedad.
Velocidad: los electrones se mueven, alrededor del núcleo, a velocidades cercanas a la de la luz, o sea, que les resulta relevante la einsteniana ecuación relativista, según la cual la masa varía con la velocidad.
Carga eléctrica: protones y electrones van cargados positiva y negativamente respectivamente. De ésto se deriva una fuerza de atracción mutua. (y también la generación de campos electromagnéticos asociados a su movimiento, aunque es tema de otro capítulo)
Otras Fuerzas: aparte de la gravitatoria y la atracción electrostática, tendríamos una fuerza nuclear que mantiene unidos a los protones (que por la sola electrostática tenderían a repelerse entre sí.)
Energía: tendríamos un intercambio de energía con el exterior. En principio consideraremos el intercambio de energía asociado a los electrones. El asociado al núcleo, ya pertenece al campo de la energía nuclear.
Fotones: los fotones son algo así como la unidad básica de energía autotransportada en formato electromagnético. O sea, que tiene la misma naturaleza que la luz, los rayos X, los gamma y los microondas. Se mueven a la velocidad de la luz y sin masa. A efectos prácticos, digamos que cuando un electrón de un átomo desprende energía lo hace en forma de fotones e, inversamente, un fotón al chocar con un electrón le transfiere su energía.
Ah! Y tienen dirección, o sea, van espacialmente orientados.
Espacio: me temo que es la noción más ilusoria de las asociadas al átomo. Pero, en fin, ayuda a pensar, y a agarrar el asunto por algún lado.
No es que sea un asunto que tenga muy claro, los propios expertos van cambiando de modelo periódicamente.
Algunos datos orientativos:
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Masa del Electrón: 9,11 · 10−31 kg
Masa del Protón: 1,67 · 10−27 kg, 1836 veces la del electrón,
Masa del neutron: 1,69 · 10−27 kg, 1839 veces la del electrón.
Sus tamaños son similares, con un radio del orden de 8 · 10−16 m o 0,8 femtómetros (fm).
(O sea, el femtómetro sería = 1×10-15m. El Amstrong= 105 fm)
el tamaño del átomo, cuyo radio es del orden de 105 fm o 1 ångström (Å)
O sea, el radio del átomo es 1,25 x 105 veces mayor que el radio del Protón 😀 😀
La verdad es que los esquemas que aparecen en la literatura no son muy escrupulosos con la escala métrica. Si dibujamos un núcleo escalando su diámetro a un milímetro, la órbita del electrón debería dibujarse a… 100 mts!
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En fin, volviendo a lo que nos interesa: lo que comúnmente llamamos «materia» estaría formada entonces, según estos modelos, por una aglomeración de átomos separados entre sí por inmensos espacios vacíos.
Átomos que pueden ser de diversos tipos en función del número de protones y electrones, actualmente se conocen ciento y pico.

Pongamos por ejemplo, el hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, carbono… componentes básicos del agua y materia orgánica. Y el hierro,cobre, oro… como ejemplos de metales.


Los átomos se combinan entre sí, formando moléculas. Por ejemplo, la molécula de agua se forma con dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno.

En los libros de química podemos encontrar sorprendentes representaciones gráficas, en formato espacial-tridimensional, de la estructura interna de la materia, de los diferentes materiales que manoseamos en nuestra vida cotidiana.

La vida y la percepción
Nuestros propios cuerpos, también van formados por átomos y moléculas. Átomos con su núcleo y sus electrones, girando y danzando a grandes distancias alrededor de los núcleos familiares.
Y, sí, también nuestros cerebros, van compuestos por átomos y moléculas danzantes.
El ojo que ve también está formado por átomos, así como los objetos vistos. De modo que el evento de «ver», la conciencia de la percepción, esta asociado, sin duda, a una peculiar configuración atómica. Pero la ecuación que la describa dista mucho de ser evidente.
En principio los átomos que forman la materia viva y la «muerta» son los mismos. Mineral, vegetal, animal, humano… van compuestos por el mismo tipo de átomos y moléculas. Bueno, en realidad, los organismos vivos se constituyen preferentemente de nitrógeno, carbono, oxígeno e hidrógeno. Pero estos átomos, en sí, son los mismos que aparecen en los diferentes reinos, mineral, vegetal o animal. Nos falta investigar la «ecuación», el modelo que interaccione el mundo atómico «visto desde fuera» con la conciencia, «vista desde adentro)
De modo que, en principio, la teoría atómica no explica claramente el misterio de la «vida», del «deseo», del pensamiento, la percepción, la conciencia. Habrá que volver sobre ello más adelante.
Implicaciones filosóficas
Este panorama de un mundo formado por átomos, moléculas y electrones danzando entre sí, me hizo pensar que nuestra percepción del mundo resulta un tanto ilusoria. Pensaba que las cosas tal cual las vemos serían ilusorias mientras que lo «real» serían los ocultos enlaces moleculares, las representaciones gráficas que dibujan nuestros libros de química.
Craso error, entiendo ahora, desde la distancia. Pues lo que estaba haciendo era sustituir una comprensión ilusoria del mundo por otra aún más ilusoria.
Me estaba dejando influir, quizá, inconscientemente, por el paradigma materialista según el cual lo realmente real es la materia, o sea, la configuración atómico-molecular. Como resultado «colateral» de la actividad atómica aparece la conciencia, la percepción, la vida, etc. Entonces, éso, según el paradigma materialista, lo real sería la configuración atómica, lo ilusorio la percepción de la conciencia humana.
Pero podemos darle la vuelta. Según el modelo creacionista tendríamos un Dios, Un Logos, un Gran Arquitecto creador del universo… Pero ¿qué universo? ¿el universo atómico de enlaces moleculares y reacciones atómicas? ¿o el de nuestros guiones de vida cotidianos, de nuestras preocupaciones, nuestros gustos y disgustos, amores y desamores, proyectos, planes y frustraciones?
Pues en este último caso el mundo seria una creación «desde dentro», lo que tendríamos es una creación de nuestros guiones de vida, de nuestra conciencia, vista «desde dentro», y el resultado colateral sería el mundo atómico de «afuera».
Pero, naturalmente, el mundo de nuestra conciencia cotidiana tiene su punto de contacto con el mundo atómico… A través del estudio de la física cuántica… que no deja indiferente a nadie, o casi.
En cualquier caso, y como decía antes, las ecuaciones que interrelacionan el mundo de la física, cuántica, atómica, subatómica… con la conciencia distan mucho de ser evidentes.
El modelo creacionista tiene a su vez dos variantes, según se entienda que todo está predeterminado o que exista una suerte de azar o libre albedrío. Un libre albedrío que, a su vez, nos coloca frente a la eterna cuestión del Bien y del Mal, de la moral, de las decisiones correctas… y, ya que en ello estamos, su relación con la Ciencia, la física y la química…
¿Rechazaremos nuestra conciencia newtoniana por ilusoria y engañosa?
¿Serán los nuevos paradigmas cuánticos y relativistas quienes nos desviarán del buen sendero?
Nuestra conciencia ética «newtoniana» nos lleva a repudiar eventos inmorales como asesinatos, torturas, violaciones, etc… pero desde la microcosmogonía atómica todo queda reducido a un baile de moléculas emitiendo quantos de energía en direcciones variadas. ¿Donde quedan pues las consideraciones morales de la existencia?
Pero, igualmente, nuestras ambiciones, pasiones, deseos, fantasías… enfocadas hacia objetos newtonianos… y que a fin de cuentas son quienes promueven eventos inmorales… ¿Qué queda de ellas cuándo nos sumergimos en el mundo del caos quántico?
Como siempre, nos vemos colocados frente al modelo de una evolución en espiral. Quizá haya que integrar y armonizar ambos niveles de conciencia, tomando lo más adecuado de cada uno… Y siempre cuidándonos el riesgo de no quedarnos con lo inadecuado de cada enfoque 😉
Uff!
Literatura:
En la Wikipedia hay bastante material sobre los modelos atómicos:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Átomo
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Electrón
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Fotón
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Molécula
De Einsten «la evolución de la física»
De Fritjot Capra «El Tao de la física»
Creo que están en la biblioteca
Hay toneladas de literatura, por supuesto, son sólo algunas de las referencias que voy tomando.