El sentido de la Vida (IV, grupos sociales)

Agregación y disgregación. Seres unicelulares y pluricelulares. Competencia entre organismos. Colonias de insectos y manadas de mamíferos. Líderes y familias. Homosapiens, animales guerreros. Cultura, subculturas y grupos sociales. Globalización.  Patrón cultural y superposición de subculturas. El buscador ante las líneas de fuerza culturales. El continuum y la espiritualidad humana. Vida y conciencia.

En este capítulo voy a intentar dar un repaso al papel de los grupos sociales en el camino de búsqueda del sentido de la vida.
Para ello voy a retomar el enfoque de que la Vida se desenvuelve según dos patrones de evolución un tanto contradictorios pero también complementarios. Llamémosles, en la línea del capítulo previo, sistemas de líneas de fuerza  centrípetas (cohesionadoras, atractoras) y centrífugas (disgregadoras, repulsoras).

Agregación y disgregación en el mundo físico

La noción de atracción y repulsión ya la tenemos en el mundo físico, o reino mineral. Tenemos la atracción de la gravedad, o más claramente, atracciones y repulsiones eléctricas y magnéticas. En el mundo atómico, los átomos se unen, se cohesionan, se agrupan, formando moléculas, y estructuras moleculares que, al mismo tiempo, se separan, se diferencian unas de otras.

Pongamos que, en principio, en el mundo físico,  cuando varios elementos se atraen tienden a juntarse, agregarse, espacialmente hablando. Y cuando se repelen, al contrario, tienden a alejarse, distanciarse en el espacio.

Células

Luego llega la vida, en forma de seres unicelulares, por ejemplo.  La célula muestra, según la biología, unas pocas funciones básicas: pongamos la nutrición, respiración, excreción y reproducción, en tanto que la ponen en contacto con el exterior.

Estructura de la Célula

De nuevo tenemos el doble juego, agregación-disgregacion, atracción-repulsion. Los nutrientes entran por la fuerza de atracción y los desechos son expulsados por la repulsión. Lo mismo ocurre con la inspiración-expiración. En la reproducción el juego es doble: por la fuerza de repulsión la célula se divide en dos. Por la atracción, cada una de las partes mantiene su unidad. Por la repulsión ya no tenemos una célula, sino dos. Por la atracción cada célula es Una, es un agregado de elementos.

En este punto podríamos profundizar los aspectos filosóficos de la relación entre la célula y el observador, y si el concepto de Unidad está realmente en la célula exterior observada o en la subjetividad interna del observador, o en el concepto abstracto que los interrelaciona. Pero, bueno, de momento no nos liaremos con este aspecto,  lo obviamos aunque sin perder de vista que la descripción que sigue es parcial.

Pluricelulares

Bien, entonces, luego llegan los organismos pluricelulares. Resulta que las células, los organismos unicelulares que andaban por ahí, cada uno por su lado, comienzan a unirse formando seres pluricelulares.

De nuevo el doble juego: el principio de atracción agrupa un conjunto de células en un organismo pluricelular. El principio de repulsión separa cada organismo pluricelular de los demás, y hace que, finalmente, entren en competencia entre sí.

Cómo decía antes, uno de los aspectos de la fuerza de atracción en el campo físico y químico es que los elementos implicados tienden a agruparse, a situarse en una relación de cercanía espacial.  Lo mismo ocurre con los organismos vivos: los elementos implicados, en este caso cada una de las células que componen el organismo, tienden a agregarse en una relación de cercanía espacial.

Pero aparecen nuevos aspectos. Por ejemplo: el intercambio de información y energía en una relación «simbiótica». O sea, la supervivencia de cada una de las células del organismo depende de las demás. Cada célula trabaja en pro de la supervivencia del organismo de nivel superior que, a su vez, garantiza la supervivencia de cada una de las células. Podríamos decir que las células de un organismo vivo están interrelacionadas entre sí por protocolos de intercambio de información y energías encaminadas a la supervivencia del superorganismo (que a su vez garantiza la supervivencia de cada célula)

Competencia entre organismos

Pero la supervivencia de cada organismo particular implica muchas veces la competencia con los organismos vecinos. En el campo vegetal, por ejemplo, se refiere a los nutrientes, energías, agua, luz.  Los animales comenzarán a alimentarse de plantas, y los carnívoros de los herbívoros.

De modo que la supervivencia de cada organismo va a estar ligada a la muerte de sus convecinos. No siempre, desde luego. En ocasiones se desarrollan relaciones simbióticas y los principios de la atracción y la repulsión se entrecruzan a diferentes niveles.

Colonias de insectos

Pensemos por ejemplo en las colonias de insectos, como las hormigas o las abejas.

Un enjambre se asemeja a un organismo pluricelular donde las células se han convertido en abejas por la fuerza centrífuga de repulsión. Cada abeja está más individualizada que la célula del organismo. Está más separada en el espacio de sus convecinos, con un intercambio de información y energías más limitado. Pero la separacion no es total. El enjambre se desarrolla de una manera relativamente compacta. En el interior de la colmena se van reproduciendo las células, o sea las abejas. Pero, en un momento, dado es el enjambre el que se reproduce, se divide en dos o tres enjambres que se separan y se instalan en panales diferentes. De nuevo el juego de los principios de atracción y repulsión: una línea de repulsión separa los enjambres, mientras que otra línea de atracción mantiene unido a cada uno de ellos entre sí.

 Mamíferos y Manadas

Podemos seguir analizando la evolución de la vida conforme a estos principios con numeroso ejemplos y curiosidades. Detengámonos un momento, ya en los mamíferos superiores, fuertemente individualizados, pero agrupados en manadas: lobos, caballos, primates… Tenemos más de lo mismo, fuerza de atracción y repulsión, etc.

Familia

Un elemento importante que aparece entre mamíferos es la relación de familia. De la madre con las crías, especialmente.

La cría se desarrolla en el interior de la madre, se va individualizando por el principio centrífugo hasta que nace al mundo como ser independiente. ¿Independiente? Bueno, durante los primeros meses dependerá todavía de los cuidados de la madre, unidos por una importante fuerza de atracción. O sea: que físicamente permanecen juntos, protegidas la crías por el consabido instinto maternal y una intensa interacción de tipo energético e informacional.

Líder

Aquí emerge un nuevo elemento que es el líder de la manada, y ciertas relaciones de competencia, precisamente por ver quién haya de ser el líder, por ver quién se lleva la mejor tajada o quién fecunda a las hembras. En los organismos pluricelulares no hay, no creo, nada similar a una célula líder. En el mundo de las abejas sí que tenemos una abeja reina, aunque en este caso se trata de un individuo morfológicamente distinto, genéticamente determinado como líder. Y también tenemos una relación de competencia entre reinas. Pero, entre mamíferos, el líder no viene predefinido por genética sino que deberá ganárselo, peleárselo con sus próximos.


Pasemos a la figura del líder y su relación con los principios de atracción y repulsión. El líder da cohesión a la manada, en la medida en que cada miembro de la manada reconoce su «autoridad». Digamos que el intercambio de información no es igualitario sino que resulta una mayor intensidad de intercambio entre el líder y cada miembro que entre cada dos miembros cualesquiera.

Se desarrolla una cierta competencia entre miembros de la manada, como veíamos, aunque todavía en un formato un tanto light. No se extermina al adversario, al menos directamente, como no sea en épocas de escasez en que quedará sin alimentos. Pero nada que ver con la depredación, pura y dura, para alimentarse de otros organismos.

(Capitulos relacionados: roles informacionales, la leyenda evangelica V)

Homosapiens: animal guerrero

Y llegamos al homosapiens, que era de lo que se trataba.
En las sociedades humanas encontramos extrapoladas las líneas evolutivas generales; veamos cuales pueden ser las diferencias básicas.

En la línea de lo que venimos señalado, lo primero que llama la atención es la práctica de la guerra: guerra entre grupos organizados de la misma especie. Las líneas de fuerza de atracción-repulsión van tejiendo grupos enfrentados. Enfrentados por el principio de repulsión, pero agrupados internamente por la atracción.

La cosa tiene su relevancia, pues se percibe un patrón evolutivo por el cual una célula (ser vivo independiente) con supuesta conciencia elemental, se junta con otras células dando lugar a otro ser vivo a otro nivel, con otra conciencia de otro nivel. Por ejemplo, pongamos un perro, formado por células agrupadas que desarrollan una conciencia a otro nivel «superior». O pensemos en la conciencia humana «montada» igualmente sobre un conjunto de células, formas de vida a otro nivel inferior.

En el reino animal no se da este aspecto, al menos no de un modo tan evidente. Una manada de caballos no pelea contra otra. Ni una manada de lobos contra otra… Cómo mucho una manada de lobos puede atacar organizadamente a una presa. Pero, entre sí, las peleas tienen lugar entre individuales, por el liderazgo o el cortejo de las hembras. Caso aparte puede ser los enjambres de abejas, que sí pueden luchar entre sí y robarse la miel de las colmenas. Pero, notemos, que el enjambre es como un eslabón intermedio entre el organismo pluricelular y la manada. Entre primates no estoy seguro de que haya luchas tribales, o grupales. En cualquier caso, en el reino animal la guerra es anecdótica, entre humanos una realidad cotidiana. Y ya no me refiero a la guerra literal, propiamente dicha, con violencia física directa, derramamiento de sangre y muertos sino la guerra cotidiana, guerra política, ideologica, psicosocial…

Cultura

Y la guerra, como peculiaridad humana, se explica a partir del concepto de cultura. Existe un acuerdo bastante general entre antropólogos que el principal elemento diferenciador entre comunidades humanas y animales es la cultura. Por supuesto, hay numerosos aspectos diferenciadores, pongamos el lenguaje, la inteligencia, la espiritualidad…

La propia búsqueda del sentido de la vida parece ser específicamente humana..

Pero, como precisamente la cultura está íntimamente relacionada con todos ellos, parece que pueda ser un buen punto de partida para investigar, tanto la diferencia entre animales y humanos, como el contexto en que surge la búsqueda del sentido de la Vida.

No existe unanimidad entre antropólogos sobre el alcance del significado de «cultura». Así que deberemos definir el nuestro propio. Pero antes un repaso a algunas definiciones antropológicas:

Tylor (1871): es un todo complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y todas las otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad.

Kroeber (1917): es lo superogánico

Malinowski (1931): es la herencia social (…) Es una realidad instrumental que ha aparecido para satisfacer las necesidades del hombre que sobrepasan su adaptación al medio ambiente. La cultura es un todo integrado.

 Linton (1940): cultura es la suma de conocimientos y modelos de comportamiento que tienen en común y que transmiten los miembros de una sociedad particular.

https://madametafetan.wordpress.com/2010/09/18/quince-definiciones-de-cultura/)

Yo lo plantearía en términos informacionales, como información que se transmite entre los miembros de una sociedad. También, quizá como el sistema lógico-linguistico compartido por una comunidad, o el conjunto de frases, discursos, creencias, hábitos, valores que se van transmitiendo entre los miembros de una comunidad. La cultura es el «software» de las sociedades humanas, por decirlo de alguna forma, contrapuesto al «hardware» orgánico-genético. En resumen, sería información (e inducción) transmitida entre los miembros de una sociedad especialmente de padres a hijos, de maestros a alumnos, de líderes a seguidores…

(Capitulos relacionados: el sistema lógico-linguistico, roles informacionales)

Subculturas y grupos sociales

Ahora bien, los antropólogos acostumbran a tratar sociedades relativamente simples y pequeñas, con no demasiada variación del flujo informacional entre diferentes individuos. Las sociedades modernas resultan algo más complicadas, de modo que nos presentan «subculturas» o subgrupos sociales. (Lo de «sub», por supuesto, no se refiere a que sean de inferior calidad, sino de que es una parte o sub-conjunto )

En cada subgrupo el intercambio informacional resulta más homogéneo. Pero también comparte unos elementos comunes básicos de la cultura matriz. De modo que en un mismo país podemos tener diferencias por criterios de regionalización, de profesión, política, religión, emigrantes, delincuentes, ecologistas, conspiranófilos, adolescentes y un largo etc.

(Relacionado: Hippies punkies y otras tribus urbanas)

Globalización

Con los procesos de mundialización o globalización la cultura humana adquiere cada vez más un aspecto de cultura global formada a su vez por numerosas subculturas a distintos niveles.

Se habla mucho de uniformidad cultural y, realmente, ciertos patrones culturales llegan a todos los rincones del mundo globalizado, pensemos en los móviles, y sus sistemas operativos que van ocupando nuestros espacios mentales. Sin embargo, ésto no es más que un aspecto; la disgregación y la diferencia continúa manifestándose a otros niveles generando numerosos grupos enfrentados en el terreno económico, político, religioso, filosófico, etc… Incluso a través del móvil, de compartir un mismo sistema operativo, millones de personas con el mismo programa, (línea uniformadora) pero manejando grandes cantidades de información y contactos diversos que permiten una diversificación de la vivencia (línea disgregadora)

Seguimos con las dobles líneas de fuerza: grupos de individuos que comparten los mismos patrones culturales, unidos entre sí (los individuos) por el susodicho patrón de interacción. Pero desunidos del resto de los grupos.

Patrón cultural

El patrón cultural que define a una subcultura puede entenderse como un similar cuerpo de creencias, o conocimientos; valores compartidos, intercambio de información y, en suma, una comprensión o un sentido similar del Bien y del Mal… O del sentido de la Vida, de la manera de defenderse de un enemigo o una amenaza común.

No sabría decir hasta que punto es apropiado el concepto de subcultura para cada grupo social (o sea, plantear que cada grupo social porta su propia subcultura)  lo cierto es que las variables implicadas sólo varían en grado. Pero, en fin, digamos que el término subcultura resulta más apropiado cuanto más arraigada esté en el psiquismo de los individuos la dinámica informacional implicada. Por ejemplo el grupo formado por los viajeros de un autobús no tiene apenas consistencia subcultural. Solo a medida que van compartiendo líneas de fuerza psíquicas puede ir tomando consistencia orgánica, pongamos el caso de un viaje organizado, de tipo turístico, de hinchas que van a animar a su equipo, o militantes políticos que van a una manifestación.

En cualquier caso, siempre puede usarse de un modo metafórico para referirnos a los flujos de software que interrelacionan a un grupo culquiera de individuos.
De modo que, quedamos, un grupo social se caracteriza por compartir un sistema de creencias. Creencias que en buena medida son técnicas, son «mapas de la realidad». Luego, como decía, está la creencia en lo Bueno y lo Malo, la creencia en cuál sea el sentido de la Vida, y la creencia en la existencia de un enemigo común, una amenaza común, ante la cual el grupo reacciona solidariamente… con los consabidos roces y enfrentamientos ante otros grupos que perciben la «amenaza» o el «enemigo» de una manera diferente, incluso opuesta, incluso cuando un grupo se convierte en la amenaza a combatir por otro.

Superposición de subculturas

Las fuerzas de atracción y repulsión, de agregación/disgregación, unión/separación, van tejiendo los grupos sociales de un modo un tanto caprichoso. Cada individuo no pertenece a un único grupo, ni a una única subcultura, sino que puede beber de subculturas diversas superpuestas. Pongamos que uno puede ser europeo, y como tal comparte una subcultura esencialmente diferente del árabe, o del asiático, o africano. Pero aparte de ser europeo o asiático, puede ser de izquierdas o de derechas, socialdemócrata o democratacristiano, anarquista o comunista. Puede ser nacionalista o independentista, puede ser musulmán, católico o protestante, o masón, o miembro de alguna de los cientos de sectas disponibles. Puede ser rico o pobre, en lo profesional abogado, médico, mecánico o funcionario, o parado de larga duración. Y, finalmente, los domingos,  cada cual va a animar a  su equipo favorito.

En el contexto de su vida cotidiana, dos individuos pueden ser aliados en un contexto y adversarios en otro, de modo que los diversos grupos sociales se interpenetran y superponen de maneras diversas.

Patrón cultural dominante

Normalmente, para cada individuo, siempre hay algún grupo cultural predominante, según los contextos:  la Familia o clan familiar, la Raza, la Nación, el Partido (político), la Iglesia o culto particular quizá sean las más importantes. Las primeras vienen determinadas genéticamente, las segundas son constructos propiamente culturales.

Y luego tenemos una gran cantidad de pequeños grupos, más o menos efímeros, normalmente subordinados a los anteriores: asociaciones de interés cultural, hinchas de fútbol, fans de cantantes, cuadrillas de amigos… cada uno de ellos unido por un patrón cultural, unos protocolos de intercambio de información, unos objetivos comunes, unas estrategias comunes y unos adversarios y amenazas también comunes. Todo en clave parcial, como decía antes, pues cada individuo canaliza objetivos diversos a través de grupos también diferentes y surgen alianzas y rivalidades de lo más dispar.

Los miembros de un mismo grupo se reconocen entre sí por una serie de indicadores que manifiestan de modo más o menos consciente.

Así como en una guerra clásica los soldados van uniformados, bajo una misma bandera, cantando un mismo himno, y profiriendo los mismos gritos de guerra, algo similar tienden a hacer los miembros del grupo social. La forma de vestir, de hablar, el propio idioma, hábitos de vida, de consumo, libros que lee, periódico que compra etc. pueden ir dando pistas sobre sus grupos de referencia.

Pero, finalmente, serán sus propios discursos, opiniones sobre lo divino y lo humano, quienes proyecten al exterior, si hubiera alguna duda, sus relaciones grupales de pertenencia. Y recibiendo a cambio la respuesta del entorno en forma de, igualmente, opiniones, en el mejor de los casos, gritos de guerra, cuando no agresiones directas, una vez que la opinión expresada, el «grito de guerra» ha sido calibrado como perteneciente al bando enemigo.

El Buscador  y las líneas de fuerza culturales

Bueno, ya tenemos, más o menos, un mapa básico del ecosistema cultural en el que debe desenvolverse el buscador. Señalar, de momento, que el pobre buscador, se ve sumergido en un sistema de líneas de fuerza que ya van a orientar, socioculturalmente, el sentido de su vida:

primero, en el sentido de promover su autoconservación;

segundo en el sentido de promover y mantener su adscripción a grupos sociales de referencia.

tercero, en el sentido de competir por ascender en la escala jerárquica del grupo de referencia.

Cuarto, en el sentido de defender al grupo de referencia de otros grupos vecinos, practicando, si hiciera falta, la guerra organizada, más o menos solapada.


¿Es «diferente» el homosapiens?

Ahora toca resolver la pregunta del millón. Y se refiere a si, la aparición de los humanos en la evolución aporta algo esencialmente nuevo o se trata de más de lo mismo aderezado con una mayor inteligencia, un sofisticado lenguaje y una sofisticada cultura. «Más de lo mismo»: o sea: lucha por la propia supervivencia y lucha por la supervivencia del grupo de referencia (léase familia, patria, iglesia)

¿O quizá, algún principio espiritual fue insertado en algún punto de la evolución humana?  ¿Quizá nuestros antepasados fueron intervenidos por una raza alienígena manipulando el código genético, como afirman algunos ufólogos? ¿Fue dotado de un «alma» en el transcurso de la evolución? ¿Quizá el homosapiens recibió un átomo-chispa de espíritu, como afirma la RosaCruz?

¿O quizá se nos escapan los sutiles aspectos espirituales de la vida animal y la diferencia es de simple grado?

Uno de los principales escollos con que nos encontramos es que no podemos ponernos en la piel de nuestros vecinos animales, mamíferos, por ejemplo. Hasta qué punto tienen una conciencia de sí, o se preguntan por el sentido de la vida, o por el bien y el mal. De modo que debemos basar nuestra investigación en el estudio de nuestra propia conciencia, en las líneas de fuerza que nos dirigen o influyen, y extraer así las conclusiones pertinentes.

La verdad, a simple vista instintiva, sí que parece que el homosapiens sea un extraño en este planeta, que hubiese sido traído d’ailleurs, que hubiese sido insertado, aprisionado o sembrado en la Biosfera terrestre.

Pero siempre sometido a unas líneas de fuerza evolutivas en sentido diferente, con un destino, con una misión, con un sentido vital esencialmente diferente que el resto de especies terrestres. O mejor dicho, superponiendo las líneas de fuerza puramente terrestres con las propiamente solares.

Vida y conciencia

Sobre la cuestión de la conciencia, como decía, nos encontramos con el problema de criterios objetivos para calibrar el tipo de conciencia correspondiente a otros animales. Pongamos mamíferos, reptiles, insectos… O vegetales.

Por percepción directa solo podemos conocer nuestra propia conciencia. Por extrapolación podemos suponer que nuestros vecinos tienen una conciencia, más o menos parecida a la nuestra. Podemos hablar y comunicarnos y parece fuera de toda duda que nuestros vecinos tienen una conciencia, unas vivencias interiores similares a las nuestras.

Pero, ¿Qué pasa con nuestros vecinos animales? Perros, gatos, caballos… ¿Tendrán algún tipo de conciencia? Y si la tienen ¿En qué se diferencia de la nuestra?¿Hasta qué punto son conscientes de que existen? Tenemos una diferencia radical o una simple cuestión de grado?

Intuitivamente parece que sí, que algún tipo de actividad consciente debe de haber, pero ya entramos en un terreno muy subjetivo. Intuimos igualmente que la conciencia animal es más próxima a la nuestra cuanto más cercano esté en la escala evolutiva. Primates, mamíferos, vertebrados, reptiles, insectos…

Finalmente llegamos a los seres unicelulares, o sea, las células. ¿Tendrán algún tipo de conciencia elemental? Conciencia o, si se prefiere, algún tipo de doble o reflejo energético, o emanación energética…

Esta configuración de la vida, de los diferentes niveles de vida y conciencia nos da pie a inferir otros tipos de conciencia, por ejemplo:

– A nivel de tejidos orgánicos: ¿Habrá algún tipo de conciencia o «doble energético» peculiar asociado a cada órgano corporal? Por ejemplo, al estómago, al hígado, al corazón, al cerebro…

– A nivel de especies: ¿Habrá algún tipo de conciencia global asociado a cada especie? Al perro, al caballo, al elefante, al humano… pero entendidos como especie, no como individuales.

– Y a nivel psicosocial, que es lo que más nos interesa aquí: ¿existirá algún tipo de conciencia, de nivel superior, asociada a cada grupo humano?

Estos diferentes niveles de conciencia pueden intuirse, mejor o peor, a título subjetivo, y han sido planteados desde diversos enfoques, en la historia del pensamiento. Me viene a la cabeza la hipótesis del inconsciente colectivo de Jung, y la conciencia social colectiva de Durkheim. Hegel, creo recordar, nunca llegué a entenderle bien, también ponía el dedo en la noción de la evolución histórica de la humanidad como un organismo vivo…

Durkheim: la conciencia colectiva es: «El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común. Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.»

La sabiduría popular, por su parte, siempre ha atribuido algún tipo de conciencia independiente a diferentes órganos,  a la cabeza, el corazón o los intestinos.

Pensemos también en el papel atribuido a la sangre y a la herencia, y al «espíritu de los antepasados» como señalando la existencia de cierta conciencia familiar que se impone a los miembros, o al menos lo intenta.

La Biosfera, en su conjunto, la Madre Naturaleza, también ha sido contemplada como un ser vivo, dotada de conciencia propia, pensemos en la hipótesis Gaia de Lovelock que se puso de moda a finales del siglo pasado.

Pero toda esta variedad de «dobles energéticos» asociados a los seres vivos han sido enfocados especialmente desde las ciencias ocultas, y desde la RosaCruz, que era a lo que finalmente quería llegar. La idea, por ejemplo, de un espíritu-grupo que dirige a cada especie animal es típicamente ocultista, así como la existencia de un doble energético de diferente calidad asociado a las formas de vida y conciencia animal y vegetal, (cuerpos etérico y astral).

Intentaré darle un repaso el próximo capítulo.

(Relacionado: Carl Louis Grashoof, la ciencia oculta)

LITERATURA

Robert Adrey, African Genesis

Ralph Linton, Cultura y Sociedad

Conrad Phillip Kottak, Antropología cultural,

J.F. Tezanos, La explicación sociologica

Max Heindel, Concepto Rosacruz del cosmos

Rudolf Steiner, La Ciencia Oculta, un bosquejo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Consciencia_colectiva#cite_note-2

https://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%B3tesis_Gaia

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