Jerarquías Astrales: Espíritus, Eones y Arcontes

Vida y conciencia. Conciencias colectivas. Cosmogonía esotérica: sustancias etéricas y astrales. Entidades que se nutren de la energía psíquica. El humano medio como médium. Tipos de entidades. Bien absoluto y bien mayávico. Eones y Arcontes. Utilidad del modelo. Rijckenborgh y el posterior conspiracionismo. David Icke y Salvador Freixedo. Rijckenborgh y el catolicismo. Nexos espirituales gnósticos en la historia del pensamiento espiritual-esotérico.

Cómo comenté en un capítulo anterior, y aunque me desvíe un poco del guión, me toca meter el dedo en algunos aspectos esotéricos de los grupos sociales. Lo dejaremos como un apéndice a la saga.

Vida y conciencia

Entonces, retomamos el hilo retrocediendo al cuarto capítulo de la saga de «el sentido de la vida». Al último epígrafe sobre «vida y conciencia».

Allí reflexionaba sobre tipos de conciencia asociados a cada ser vivo, desde el insecto al mamífero, desde el unicelular al humano…

«Se percibe un patrón evolutivo por el cual una célula (ser vivo independiente) con supuesta conciencia elemental, se junta con otras células dando lugar a otro ser vivo a otro nivel, con otra conciencia de otro nivel. Por ejemplo, pongamos un perro, formado por células agrupadas que desarrollan una conciencia a otro nivel «superior». O pensemos en la conciencia humana «montada» igualmente sobre un conjunto de células, formas de vida de otro nivel inferior».

Conciencia colectiva

De aquí se infiere que, así como las conciencias elementales de las células se fusionan, y alimentan a la conciencia del mamífero, así también, el conjunto de conciencias individuales de cada individuo de una especie podría alimentar algún tipo de conciencia de la especie. Y, muy especialmente, en el caso humano.

Citaba, a título de ejemplos de aproximación, la conciencia colectiva de Durkheim, o el inconsciente colectivo de Jung.

Estos tipos de conciencias, o similares, han sido planteados igualmente desde las ciencias ocultas y de la RosaCruz, como ya vimos en el capítulo de Max Heindel. Especialmente con el concepto del Espíritu-Grupo asociado a cada especie animal y desarrollado por Blavataski y Heindel.

No me suena el mismo concepto asociado a la especie humana como tal, pero sí, especialmente en la cosmogonía de la RosaCruz moderna, un concepto relacionado con la conciencia grupal asociada a un colectivo humano. O a las diferentes conciencias grupales asociadas a diferentes grupos humanos.

O sea, que en la línea de la evolución en espiral, los animales tendrían una única conciencia-grupo, o espíritu grupo. Pero para el caso humano lo que tenemos son diversas conciencias grupales emanadas de una peculiar interacción grupal. Esto es: cuando se forman grupos que comparten intereses, estrategias deseos, emociones… y muy especialmente de tonalidad religiosa. Grupos que, digamos, comparten una clave vibratoria similar.

Ya vimos que la forma de interrelación de los grupos es ciertamente compleja, que un mismo individuo puede pertenecer a varios grupos diferentes, aunque, finalmente, priman los religiosos, junto con los político-militares y los familiares.

Cosmogonía esotérica

En la cosmogonía esotérica los seres vivos no son sólo un conglomerado de átomos y moléculas físicas. Incorporan otras realidades no materiales o no exactamente materiales de tipo etérico, astral y mental. Cada uno de ellos viene subdividido a su vez en varios subtipos.

No voy a entrar de lleno en este tema, aparte de que no lo entiendo bien, yo no soy psíquico, ni clarividente, ni puedo asegurar que las cosas sean tal y como las cuentan los supuestos expertos. Sólo entro hasta el punto en que puedan intuirse y racionalizarse de algún modo, o interaccionen con el prerrecuerdo.

El éter, la circulación etérica, es lo que distingue al vegetal del mineral.

La circulación astral es lo que distingue al animal del vegetal.

El aspecto mental es lo que distingue al ser humano. El mental junto con el átomo chispa de Espíritu en la filosofía Rosicruciana.

Así como el ser vivo dispone de un cuerpo físico, insertado en un mundo físico, con una interacción, un intercambio de átomos con el mundo físico… así también dispone de un cuerpo etérico que interactúa con un mundo etérico.

La energía psíquica como alimento de terceros

Así como las sustancias físicas, las moléculas, son transformadas dentro del ser vivo, así también ocurriría con los éteres y sustancias astrales. Primero se absorben, se procesan y se devuelven transformadas. Es de suponer que otros seres absorben la sustancia etérica expirada para volver a retransformarla según sus propios patrones bioenergéticos.

En cierto modo, podemos decir que unos seres comen o respiran los éteres de deshecho de otros, de modo similar al intercambio de CO2 y Oxígeno entre plantas y animales.

Caso peculiar es el de los humanos, con su poder mental, su voluntad, su libertad de actuación… pueden alterar la cualidad y calidad de las esferas etéricas y astrales originales.

«Así como el hombre ha contaminado el aire y los ríos, así también ha contaminado los éteres puros y originales con su desenfrenado pensamiento, ambiciones, codicias y bajos instintos» (JvR, Introducción n°5)

Estas sustancias etéricas de deshecho generadas por la actividad mental humana, por el «fuego de la conciencia humana» forman el input de otras entidades, siempre en consonancia con el tipo de alimento puesto en circulación.

Jerarquías Astrales

Las tentaciones de San Antonio

El fuego de la conciencia es una emanación energética, también de tendencia gregaria. Cuando muchos pequeños fuegos se juntan, guiados de ciertas semejanzas o afinidades, se generan «incendios», poderosas emanaciones de energía que son recicladas por entidades de otro nivel. Llamemosles espíritus, dioses o demonios, eones, o como se prefiera. La RosaCruz moderna, en su enfoque esotérico, las llama jerarquías reflectoras, asumiendo que son conciencias agregadas de diferentes niveles y cualidades. Y asumiendo que son un «reflejo» en la esfera astral de los grupos humanos que las mantienen. Cuando adquieren potencial suficiente les llama Eones, creo recordar. Los Arcontes serían los niveles superiores, y anteriores al ser humano. Independientes, por tanto.

Entonces, parece ser, tenemos en el más allá, en la esfera reflectora, unas jerarquías de entidades, cada vez más poderosas y refinadas, a medida que ascendemos hacia la cúspide. Los conceptos no sé si quedan muy claros, lo único quedarnos con la idea de que proliferan entidades con cierta conciencia, inteligencia y capacidad de influir en las personas, incluidas personas con, a su vez, capacidad de influencia en otras personas (léase líderes). Su objetivo: promover, y exacerbar, ciertos comportamientos y actitudes mentales y emocionales, que a su vez generan explosiones de los codiciados éteres.

Debemos ser cautos aquí ya que estamos tratando con hipótesis de marcado componente esotérico y que, aunque resulten realmente sugerentes, no tenemos un conocimiento directo de su naturaleza, ni podemos asegurar a ciencia cierta que sean verídicas, o hasta qué punto el planteamiento es metafórico. Habrá que meterlas, pues, en el cajón de «hipótesis sugerentes pendientes de investigación».

Siguiendo con el esoterismo rosicruciano:

«La palabra espiritismo tiene un significado mucho más amplio del que se le da normalmente. […] La totalidad de la humanidad se encuentra en comunicación directa con espíritus a través de un médium que no es otro que nuestro Yo superior. [… ] Todos los espíritus de luz del más allá pueden leer en él [en el yo superior] como en un libro abierto. Teniendo en cuenta que allí se encuentran grabados todos sus intereses es fácil conducirle por donde desean, orientarle, manipularle y explotarle. […] En consecuencia nos encontramos constantemente sentados en una sesión espiritista. […] en una iglesia, un ashram, en un ambiente científico, artístico, esotérico o político». (Jan van Rijckenborgh, Introducción nº 5)

La idea central planteada por Rijckenborgh es, en cierto modo, que cada grupo psicosociocultural humano posee una especie de «doble energetico» en el campo astral. Este doble energético acaba comportándose como una conciencia colectiva que desarrolla una voluntad, una inteligencia, una estrategia racional, también de medios con arreglos a fines. Unos fines que no pueden ser otros que la propia autoconservación de la citada conciencia colectiva, de la citada entidad. Una autoconservación que no puede realizarse de otro modo que realimentando y reforzando la actividad grupal que los nutre.

No sé hasta qué punto deberíamos entender esta conciencia colectiva al estilo romántico y mitológico, como dioses y demonios sumidos en interminables intrigas palaciegas. O quizá, algo más automático e impersonal. Rijckenborgh parece que se inclina hacia el primer punto de vista. O sea, entidades semihumanas, inteligentes, capaces de desarrollar estrategias a largo plazo con el fin de obtener su objetivo, los preciados éteres multicolor.

Tipos de entidades astrales

Así como los pulsos electromagnéticos emitidos por los humanos pueden ser de diferentes tipos, así también las criaturas formadas en el astral son también de diferentes tendencias y con diferentes apetitos. Tendríamos por un lado las criaturas alimentadas por pulsos electromagnéticos asociados a los llamados «bajos instintos», pasiones, pánicos, odios, celos, envidias. Por otro lado tendríamos las criaturas alimentadas por los llamados pensamientos superiores, la bondad, el altruismo, la ciencia, el arte… y la religión.

El origen de estos ecosistemas astrales, son, según Jan van Rijckenborgh, las almas de los muertos que se niegan a seguir el proceso de desintegración postmortem. Estas almas, o espíritus ligados a la tierra, a falta de sus cuerpos físicos se arriman a los sistemas psíquicos de los pobres mortales con quienes pueden establecer nexos de afinidad magnética. Digamos que se alimentan de los pulsos electromagnéticos de cierta cualidad vibratoria emitidos por los humanos vivos. Pero, especialmente, cuando estos pulsos son emitidos y sincronizados en grupo, en el contexto de agrupaciones humanas, de frecuencia y orientación magnética similar. Similar entre sí, y similar a la demandada por el espíritu desencarnado. Espíritu o espíritus, pues es de suponer que, cuando un grupo numeroso de personas sincronizan sus pulsos electromagnéticos con una potencia suficiente, resultan igualmente atraídos, y vivificados, un gran número de espíritus desencarnados de orientación magnética similar. Posiblemente, el proceso se dé igualmente a la inversa: donde hay una concentración de espíritus desencarnados se genera un campo de fuerza electromagnético que impulsa a los vivos a emitir pulsos en consonancia con el mismo, satisfaciendo el apetito de los comensales. Es de suponer, igualmente, que el campo de fuerza se introduce en el ecosistema terrestre a través del médium, o líder, elegido por el grupo astral. Como dice JvR, todos somos médiums. Pero quizá haya que matizar que unos lo son con mayor intensidad que otros.

Entonces, tendríamos así, desde agrupaciones de fumadores y bebedores hasta agrupaciones de devotos religiosos o revolucionarios.

JvR utiliza el término ‘Fraternidad» para referirse a estas agrupaciones de espíritus desencarnados, dando a entender que se trata de organismos agregados y que actúan como una entidad autoconsciente con su propia agenda intervencionista en el plano material humano.

El ecosistema astral (o esfera reflectora en la filosofía rosicruciana) se divide, como decía antes, en dos zonas, la inferior y la superior, aunque con sus subdivisiones pertinentes. La inferior se refiere a las bajas pasiones, bajos instintos, odios, envidias, etc. como decía antes. O sea, habitada por entidades que se nutren del «output» etérico resultante de las citadas actividades psíquicas.

La zona superior se refiere a los nobles ideales: altruismo, humanitarismo, etc. y a la actividad religiosa natural. O sea, que cuando una persona, un grupo de personas, trabaja en clave humanitaria, o entra en éxtasis religioso, emitiría igualmente un output etérico que serviría de alimento a otro tipo de entidades. En este caso más refinadas y elegantes que las anteriores, pero también más poderosas.

Volviendo a lo comentado en capítulos previos podríamos engarzar con las líneas centrípetas (integradoras) y centrífugas (disgregadoras) de la actividad humana. Las primeras se correlacionan con el altruismo y humanitarismo. Las segundas con odios envidias y bajas pasiones. Ambas van de la mano, como veíamos. Así, el integrador amor por nuestros hijos nos vuelve desintegradoramente hostiles y crueles contra los hijos de los demás. El integrador amor por nuestra patria nos vuelve desintegradoramente hostiles, xenófobos, beligerantes contra las naciones vecinas.

Cada zona reflectora, en suma, acoge diferentes tipos de entidades, según su tendencia hacia el «bien» o el «mal» , hacia la integración o la disgregación.

En común, lo que tienen, es su unión con el campo gravitatorio terrestre, su unión con Maia, y un instinto de supervivencia, de autoconservación, que se traduce en una constante demanda del citado alimento etérico.

«Estas dos clases de espíritus [superiores e inferiores] [..] tienen interés en prolongar su estancia en la esfera reflectora. Lo consiguen sustrayendo a los vivos unas sustancias sutiles que los vivos producen y que se llaman éteres; con estos materiales forman su apariencia.» [..]» se aferran a su existencia en la esfera de paso. ¡por lo tanto deben frenar y compensar la pérdida de éteres superiores sustrayéndolos sin más a los vivos! Para lograrlo no se detienen ante nada.»

Por otra parte, y en virtud de la ley de que «lo semejante atrae a lo semejante» debemos suponer que las almas de los difuntos, en el momento de fallecer, son atraídas en consonancia con su cualidad magnética, con el tono vibratorio desarrollado durante su vida en la tierra, con su orientación psicosocial, sea ésa de tipo religioso, humanista, ocultista, materialista o satánica. A partir de aquí JvR no es muy claro.

En ocasiones parece que éstas mismas fraternidades organizarían su próxima encarnación terrena, y en un contexto donde continuar su militancia para la causa, del Eon al que pertenece. En este sentido comenta que los católicos tienden a encarnarse en familias católicas, mientras judíos y musulmanes harían lo propio.

En otros momentos, JvR parece que se remite a la cosmogonía Heindeliana, donde el alma es sometida a la dirección de unas entidades «sublimes» que le muestran los errores cometidos en vida y le preparan una nueva encarnación objetiva donde seguir evolucionando.

Los dos tipos de «bien«

En principio no es mucho problema «entender» estos rijkenborgianos planteamientos, aunque solo sea a título filosófico, en lo relativo a las regiones inferiores de la esfera reflectora. Se puede entender el principio de que los «malos» rehusen afrontar el «juicio» y consiguiente castigo posmortem. Los malos estarían tan apegados a la vida terrestre, a sus vicios y maldades terrestres que se arrimarían a los pobres vivos, les robarían parte de su energía psíquica para continuar existiendo y disfrutando de sus terrenales aficiones.

Pero, ¿qué pasa con los «buenos»? ¿Cómo es éso de que los buenos también se dedican a robar la energía psíquica de los buenos y altruistas devotos? ¿el buen rosacruz, también hará lo propio, dedicándose a robar los éteres de sus antiguos compañeros reunidos, quizá, en un templo rosicruciano?

Evidentemente Rijckenborgh nos va a decir que no. El buen rosacruz saltaría por encima de la esfera reflectora, tanto de las regiones inferiores como de las superiores.

Y ésto ya no es tan fácil de digerir. De entrada topamos con una contradicción conceptual, dos conceptos de «bien», que o bien la resolvemos, o bien llegamos a la conclusión de que la filosofía rosicruciana cojea por algún lado.

Rijckenborgh nos presenta, por un lado, que los malos habitan las zonas inferiores de la esfera reflectora, y los buenos las superiores. Pero luego resulta que estos buenos no son tan buenos como parecía, y que el verdadero Bueno es el rosicruciano que salta por encima de la dialéctica entre el bien y el mal. Buenos y Malos comparten el apego a la tierra, el apego a la Matrix-maia, como centro de gravedad de la existencia.

En cualquier caso, esta contradicción no es nueva. Ya la veíamos desde el taoísmo. Tao que emerge de la superación de los contrarios. De la superación, de la oposición entre el Bien y el Mal… pero al mismo tiempo creamos otra oposición entre el conocimiento y no-conocimiento de Tao.

De modo que tenemos pendiente elucidar la diferencia entre el verdadero «Bien» Rosicruciano y el falso bien dialéctico. Queda pendiente elucidar cual es la diferencia entre el psiquismo del buen rosicruciano Gnóstico y el psiquismo de cualquier otro buscador, o militante de otra iglesia, partido político o humanitario. Queda pendiente elucidar cuál sea la diferencia entre las «regiones superiores» del mundo astral y la pura Gnosis. Si es que la hubiera, y si es que fuese algo más que una cuestión de grado.

Eones y arcontes

En la cúspide tendríamos a los eones:

«Los eones son fuerzas astrales, actividades astrales, que se han formado en el curso de larguísimos períodos y se han vuelto poderosas. Son , por ejemplo, proyecciones de pensamientos y de deseos humanos que han sido tan alimentadas durante mucho tiempo que han terminado por volverse vivientes en la esfera astral.» (JvR, comentarios a la Pistis Sophia)

Luego están los Arcontes. Parece ser que por encima de los Eones, aunque de distinta naturaleza. Los Eones se alimentan de la actividad psíquica humana, en cierto modo son creaciones humanas. En cierto modo se relacionan con el karma humano colectivo.

Los Arcontes serían anteriores a los humanos.

Siguiendo a JvR:

«¿Quiénes son los Arcontes de los Eones? Son los poderes que reinan sobre el universo de la muerte y lo conducen. No penséis en este caso únicamente en todo lo que reside en la esfera reflectora, sino sobre todo en las potencias formidables que gobiernan los sistemas solares, los sistemas zodiacales así como las formaciones más grandes aún que rigen la naturaleza de la muerte.

Esta humanidad fue dividida en un número infinito de grupos y de formaciones y unida a un número, igualmente infinito, de estrellas. Cada grupo recibió un guía, un Dios racial, un Señor. Estos son los dioses, los dominadores, que la PISTIS SOPHIA llama los Arcontes de los Eones.»

En cierto modo se asemeja al concepto de «guardianes» que venía desarrollando en capítulos previos. Quizá también con el de jardineros, de las semillas gnósticas plantadas en el vivero terrestre. Su función, únicamente, salvaguardar los nichos de desarrollo para la semilla gnóstica, ofreciendo a cada cual el nivel de conciencia más apropiado. Pero no acompañan a las entidades caídas en su regreso a la patria original.

«Estos dioses raciales no tienen ni la misión, ni el poder de hacer regresar a la vida original a las entidades que están bajo su dependencia. Ellos experimentan la necesidad de cultivar los sistemas que dirigen, de alzarlos hasta el objetivo que ellos tienen asignado en la manifestación universal.

No supongáis, cuando hablamos de los Arcontes de los Eones, que estas fuerzas sean modelos de negrura y de maldad o que sus vicios sean los de las heces de la civilización. ¡No!, ellas representan, más bien las virtudes más elevadas que pueda alcanzar el mundo dialéctico, ellos exteriorizan los más bellos aspectos imaginables de un orden de naturaleza, en el fondo, antidivino. Desde cierto punto de vista se les podría llamar súper efesios, los habitantes del extremo límite del mundo.

Ellos son los Cosmocrátores, los creadores del complicado sistema del universo de la muerte. Ellos continuarán sus actividades, serán forzados a obedecer a su naturaleza hasta el momento en que (cuando la última entidad caída haya escapado, por decisión personal, a su influencia) su universo pueda ser abolido.

Pueden llegar a una cultura muy elevada; que, visto lo que ellos sugieren, se puede
hablar, bajo su punto de vista, de fraternidad y de amor de los hombres, de bondad, de verdad y de justicia. Sabed además que ellos mantienen un Devachán, un cielo supremo, de una belleza y de una felicidad inimaginables… absolutamente extranjero por lo tanto a la verdadera libertad.»

Conciencia colectiva Gnóstica

Sí, bueno, y, pero… ¿qué pasa cuando el grupo humano en cuestión está formado por personas de orientación Gnóstica? ¿No se creará una conciencia colectiva Gnóstica?

Efectivamente, y como señala el evangelista, «cuando haya dos o más personas reunidas en mi nombre allí estoy yo en medio de ellas», (Mateo 18:15).

La reunión de un grupo de personas de orientación Gnóstica genera una conciencia colectiva Gnóstica, o un campo de fuerza Gnóstico. ¿O quizá el parrafito evangélico se refiere a más de lo mismo, un espíritu hambriento de éteres que acude a la reunión? Pues también los espíritus desencarnados pueden decir lo propio.

De momento no voy a desarrollar ésto. Tendríamos que tener claro lo que es la orientación Gnóstica, y los parámetros objetivos que la separan de otras orientaciones. En caso contrario no avanzamos mucho, si cada quien puede afirmar que su orientación es la auténticamente Gnóstica y no tenemos un criterio de validación objetiva.

Lo que sí podemos suponer es que la orientación Gnóstica, en general, nunca es perfecta, convive con otros elementos de tipo dialéctico o mayávico, lo que va a tener como resultado dos campos de fuerza superpuestos. En general, la tendencia es de que predomine el gnóstico, pues los diferentes enfoques mayávicos tenderán a anularse. A no ser… que los intervinientes… militen en similares campos mayávicos. Pongamos por caso que, aparte de su orientación Gnóstica todos sean rockeros, o informáticos, o adictos al tabaco. O, mas normalmente, procedentes de otro grupo espiritual previo. Entonces el campo de fuerza mayávico puede resultar relevante incluso en menoscabo del propiamente gnóstico.

Pero, lo que decía, que no voy a meterme en profundidad con este tema, queda aparcado para más adelante. Me remito al capítulo de «La leyenda Evangélica IV, la comunidad gnóstica», donde aparecían algunos bosquejos introductorios.

¿Pero, sirve para algo el modelo?

Pues la verdad, no sé… Si asumimos que ciertas actividades psíquicas son perjudiciales, pongamos el odio o la envidia o el miedo… pues lo mismo nos da si tenemos detrás un comensal hambriento de éteres o no; nos basta con continuar haciendo lo correcto y evitando lo incorrecto. Pensar constantemente que vivimos envueltos por vampiros etéricos, o que nuestros compañeros sufren lo propio, o incluso evitamos la compañía de nuestros vecinos por considerar que pueden contagiarnos sus parasitarias entidades… No parece que termine resultando demasiado saludable.

Quizá pueda servir para disociar el comportamiento agresivo de un amigo o vecino. Por ejemplo, alguien nos agrede, o maltrata… y le perdonamos auténticamente… porque realmente no fue él el autor del mal sino obra de las malas compañías astrales.

Pero, en fin, es una cuestión para cogerla con pinzas. Un modelo cuya exactitud aún dista de quedar demostrada, al menos para los que no disfrutamos de visión etérica. Y que puede favorecer ciertas formas de psicosis o de pensamiento obsesivo.

En mi opinión resulta bastante creíble. Pero con cuidado de meterlo en la carpeta de «hipótesis sin demostrar» y no mezclarlo con axiomas de intuición directa… 😉

A mí casi me gusta más hablar de «reciclaje» de eteres que de parasitismo.

Rijckenborgh y el actual movimento conspiranófilo

La filosofía Rijckenborgiana ha tenido una cierta continuidad, cuando no influencia, en el movimiento conspiranófilo posterior. Digo, porque la obra de Rijckenborgh es previa a, por ejemplo, los trabajos del jesuita Salvador Freixedo y de David Icke. Es posible que cada autor haya llegado a sus conclusiones de modo independiente, pero, en general, las ideas puestas en circulación en un momento dado, por un recoveco o por otro, siempre acaban llegando, más o menos transformadas, a las subsiguientes generaciones de investigadores.

Rijckenborgh falleció a finales de los sesenta, mientras que la obra propiamente conspiranófila de Freixedo data de los 80. La de Icke a finales de los 90. Hablo de Freixedo e Icke porque son de los más conocidos, y de quienes conozco algo de su literatura.

Freixedo

«Defendamonos de los dioses» aparece en el 84, y desarrolla, a su manera, la hipótesis de que ciertas entidades demoníacas que se hacen pasar por dioses, maestros, cristos o vírgenes, manipulan a los humanos a fin de extraerles su energía psíquica. El modus operandi de estas entidades es muy similar al planteado por Rijckenborgh, pero con ciertas diferencias.

El libro en cuestión viene subtitulado «hacia una nueva teología». Y uno se preguntaba qué nueva teología podía ser ésa, o cuáles serían sus profetas, sus apóstoles y sus estructuras burocráticas. Al menos en este libro no lo deja muy claro. Más adelante, Freixedo nos dirá que, al final, de lo que se trata es de volver al catolicismo (!), Pero, con una mayor fe y una mayor conciencia de la verdadera existencia del «maligno».

Freixedo hace suyo el planteamiento rijckenborgiano de las entidades diabólicas que manipulan a los grupos humanos, especialmente a los grupos religiosos, y a las nuevas sectas. ¡Pero el catolicismo parece quedar exento!, Y su recomendación es de volver al redil del catolicismo para protegerse de semejantes influencias.

No sé hasta qué punto Freixedo conocía la literatura Rosicruciana. Yo cuando leí «Defendamonos de los dioses» no pude evitar la sensación de que Freixedo se había apropiado de algunos planteamientos rosicrucianos para sus propios intereses. Lo cual, por otra parte es un modus operandi muy propio de los jesuitas. Pero, en fin, no sé, también podría haberse basado en otras fuentes, yo la verdad, no conozco otras muchas, y Freixedo no cita a ninguna, quizá llegó por su propia investigación a las mismas, o similares conclusiones.

Catolicismo Rijckenborgiano

El pensamiento rijckenborgiano es claro, al menos en lo que se refiere al catolicismo: la iglesia católica sería el propio Mal institucionalizado 😉 . La mayor «granja humana», productora de éteres al servicio de las diabólicas entidades de la esfera reflectora. Otras sectas y movimientos espirituales también; pero serían menos poderosos, y menos sofisticados, y por tanto, también, menos peligrosos. Desde el éxtasis místico hasta las terroríficas torturas inquisitoriales, pasando por el cotidiano miedo al infierno, la intervención en defunciones y funerales, las redes de pederastia clerical, guerras de religión, la incluida la cruzada contra la comunidad cátara, (antecesora espiritual de la RosaCruz, según Rijckenborgh).. Toda una enorme variedad de éteres, de diversos tipos y colores emitidos en el seno de la iglesia, o como consecuencia de su actividad, y a disposición de tan peculiares comensales. Y todo ello reforzado por los veinte siglos de historia de estas incesantes prácticas.

David Icke

Otro autor que me transmitió la sensación de que se estaba basando en ciertas ideas rijckenborgianas es el conspiranófilo David Icke. También, entre otros, a cuenta de lo mismo: la existencia de ciertas entidades, procedentes de otra dimensión, o al menos no-humanas que se alimentan de la actividad psíquica humana.

Desde luego es una percepción subjetiva por mi parte. Y, en el fondo, morbo aparte, tampoco resulta de mucha importancia si Icke, al igual que Freixedo, conocían la literatura Rosicruciana o no. Ninguno de los dos la cita, no recuerdo, al menos, ni aunque solo sea para descalificarla. Pero lo importante es que, en la historia de las ideas y pensamiento espiritual-esotérico, aparecen estos planteamientos con sus aspectos comunes y sus diferencias.

Antecesores espirituales de Icke

Si Freixedo finalmente se decantó por plantear el catolicismo como el camino ideal, en el caso de Icke no recuerdo que haya soltado muchos piropos en el entorno espiritual-religioso-esotérico. En principio, de su literatura se desprende que todas y cada una de las intervenciones religiosas y esotéricas a lo largo de la historia, todas ellas estarían al servicio de la hermandad babilónico-reptiliana con el objeto de parasitar el energético fluido de la conciencia humana. Incluida la iglesia católica, con sus sangrientas prácticas, y especialmente la secta jesuita. Ni siquiera el propio Jesucristo de quien, apunta, quizá no tuviese existencia real.

Uno pensaria, por tanto, que el único apóstol de la liberación, a lo largo y ancho del tiempo y del espacio, es el propio Icke, lo cual resulta no demasiado tragable. Me daré un repaso a su literatura a ver si he pasado algún detalle por alto, o quizá nos esté reservando alguna sorpresa.

Afinidades espirituales de Rijckenborgh

Rijckenborgh, por su parte, nos presenta una larga cadena de predecesores intelectuales, y espirituales. Lanza buenos piropos a Blavataski, Steiner y Krishnamurti, por citar contemporáneos, así como la RosaCruz clásica de Valentín Andreade, los cátaros, maniqueos, esenios, y las escuelas platónicas y Pitágoricas, llegando así a los orígenes de la civilizacion occidental. Por supuesto, y mirando a oriente: Buda, Krishna, Lao tse, Zoroastro… formarían parte igualmente de la amplia cadena de los antecesores filosófico-espirituales de la RosaCruz Gnóstica. (Claro que, me refiero al impulso original que dio luz a los citados antecesores. Un impulso que con el tiempo se difumina, pierde la energía original y se convierte en letra muerta. De modo que, el reconocimiento, se refiere al impulso original y no a los subsiguientes grupos y seguidores que reivindiquen su nexo con la fuente original.  De hecho, Rijckenborgh no reconoce, entre sus contemporáneos, algún tipo de hermanamiento con la gran mayoría de grupos o maestros o investigadores,  que reivindiquen a Buda o Cristo, por ejemplo. Excepción sea dicha a favor de, Gadal, Krishnamurti, Mikhayl Naimy, Gustav Meynrik y algunos otros casos puntuales.)

La iglesia católica, y la secta jesuita, no formarían parte de esta cadena ni de lejos, al contrario, como decía antes, sería una de las instituciones más tenebrosas de la historia mundial. No obstante, algún piropo se le escapa hacia algún miembro de esta jerarquía como pudiera ser por ejemplo, el místico español San Juan de la Cruz.

El juego de las revelaciones parciales

Recuerdo que, Salvador Freixedo, hablando de Icke, comentaba en una ocasión que Icke decía muchas verdades, por lo que recomendaba sus textos, llenos de mucha y detallada información… pero dando a entender que estaba siendo dirigido, o monitorizado… que como a otros «contactados», se les suministraba mucha y buena información… ¡pero no toda! Una parte siempre quedaba oculta y tergiversada.

Me hizo gracia, pues ésa misma era la percepción que tenía yo de Freixedo 😀 😀 que dice muchas verdades, y verdades que no se dicen en otros lados… pero no todas, y manipulando abruptamente algunos puntos, especialmente los concernientes a la católica iglesia.

De todas formas, tengo la impresión de que la cosmogonía freixediana, pega un giro en algún momento de su avanzada vida. Pues inicialmente era mayormente muy crítico con la iglesia, llegando incluso a proponer su disolución… ¿Lo tendrían todo planeado desde el principio? Sería típico del modus operandi jesuita. ¿O llegó a un acuerdo de última hora con la jerarquía católica?

En fin, será cuestión de darle igualmente un repaso a su obra a ver si sonsacamos algo.

Me estoy acordando de cómo Freixedo cita a San Juan de la Cruz, (en Defendamonos de los dioses, capitulo 6) precisamente para señalar la manipulación de que son objeto los místicos por parte de los «dioses». ¿Será casualidad que se meta precisamente con un místico católico de afinidad Gnóstica? Supongo que sí… pero ahí queda la anécdota.

Bueno, da igual, ya volveremos sobre el jesuitismo más adelante, ahora nos estamos desviando demasiado del temario.

En cualquier caso hay que valorar la labor, tanto de Freixedo como de Icke, divulgando estos aspectos tan rosicrucianos, aunque sea parcialmente, de un modo tan claro y ameno. La verdad es que la obra de Freixedo se lee como un novela de ciencia ficción, y la de Icke aporta un montón de interesante información, especialmente sobre la masonería y otras organizaciones secretas.

Rijckenborgh, la verdad, es un poco impenetrable a veces, y sus disertaciones aparecen mezcladas con frecuencia con motivos esotéricos y cabalísticos, y difíciles de digerir. Sin embargo, en la sustancia, y pese a ser anterior en el tiempo, resulta más serio y coherente, en mi opinión.

La iglesia católica queda un tanto descalificada como modelo de nada. Su terrible historial de guerras de religión, inquisiciones, quema de «brujas» y herejes, y más contemporáneamente, su apoyo a las buenas dictaduras de fin de siglo pasado, son como para ponerla a comer aparte. Sin embargo, la iglesia, a pesar de todo, está bien establecida en la sociedad. En su seno se puede encontrar una cierta seguridad psicológica y desarrollar un currículum políticamente correcto. No puede decirse lo mismo de muchas sectas modernas, en el seno de las cuales es fácil perder el equilibrio psicosociológico. No sé si es en este sentido que Freixedo recomienda al catolicismo.

Digamos, en la línea de Rijckenborgh, que las entidades astrales que vivifican la iglesia católica, con muchos siglos de experiencia, están muy bien organizadas para guiar el rebaño humano, de la cuna a la tumba, sin demasiados accidentes. Pero también reporta un problema, para estas mismas entidades, y es que la iglesia católica es una religión muy materialista, rutinaria, anclada en lo cotidiano. Y hay una serie de éteres, los que se activan en el éxtasis espiritual, muy demandadas desde la esfera astral, que escasean cada vez más en el ámbito católico. De ahí que se ensayen nuevos movimientos, nuevas iglesias, con un contenido más mágico, mas exático, más vivo, pero también más peligroso para el equilibrio psíquico del interesado.

Por la parte rijckenborgiana, los antecesores espirituales citados, Lao tse, Buda, Krishna, Platón, cátaros, etc. ofrecen un guión coherente, una línea de historia de las ideas espirituales bien definida. Igualmente el modus operandi del «enemigo»: la imitación y tergiversación, de modo que cada nueva manifestación gnóstica va seguida de una cristalización, de un movimiento formal que imita la manifestación inicial pero vacío de Espíritu, centrada en la Tierra, y al servicio de los recicladores astrales.

Sin embargo, como decía, la obra de Freixedo es clara y amena y con muchos ejemplos que elucidan el modus operandi de estas entidades sobre el psiquismo humano. Uno duda tambien, si Freixedo ha puesto el suficiente empeño en separar el grano de la paja, las historias reales de los fraudes, pues algunas, la verdad, no resultan demasiado creíbles. Tampoco le estorban, pues su objetivo es demostrar la existencia del Maligno, y cualquier historia, incluso la más retorcida, sirve para ello.

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Literatura

Icke, el mayor secreto jamás contado

Freixedo, Defendamonos de los dioses, la amenaza extraterrestre, la granja humana

En Youtube hay varios vídeos de Freixedo y de Icke.

Rijckenborgh, «Comentarios a la Pistis Sophia»

Rijckenborgh, «Enseñanza elemental de la RC moderna»

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Acerca de Isar

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