
Uno de los planteamientos más contradictorios de la Filosofía Rijckenborgiana es la cuestión de la reencarnación.
No debería extrañarnos, es un tema suficientemente complejo como para provocar más de un sesudo debate al respecto. Demos un repasico:
Reencarnación en la literatura védica
Desde los ancestrales inicios de la literatura espiritual ya aparece esta cuestión, como veíamos en la saga de los Upanishads. En el Katha-Upanishad Nachiketas pregunta a la Muerte por el misterio de los estados postmortem, pero la Muerte se hace de rogar:
“En este punto incluso los dioses han dudado. No es un tema fácil de comprender. Te ruego que escojas otro deseo, oh Nachiketa, no me obligues a responderte”.
”Pide cualquier deseo, por difícil que sea de obtener entre los mortales, pídelo según tu deseo: bellas doncellas con carros e instrumentos musicales… Tales deseos ciertamente no son alcanzados por los hombres, solamente por aquellos quienes yo permito obtenerlos. Pide lo que te plazca, pero no preguntes acerca de la muerte.”
De modo que, si ni la propia Muerte es capaz de darnos una explicación, es que nos encontramos ante un tema que va a requerir toda nuestra atención.
La reencarnación en los capítulos previos
Este tema ya lo hemos tocado varias veces en otros capítulos previos: Primero en «la expulsión del paraíso», comentando las leyendas bíblicas. Luego con Max Heindel y sus estados postmortem.
Luego con los Upanishads, «los misterios de la vida y de la muerte» y «reencarnación y Liberación».
Antes de nada, a ver qué ideas claras tenemos previamente sobre el asunto:
La hipótesis general es que el «hombre» como humanidad, o como individuo particular, vivía en un remoto pasado en un estado de perfección y armonía divinas. Por los motivos que fueren, el hombre cayó, perdió su perfección original (expresada en términos de Sabiduría, Poderes y Unión con «Dios») y se convirtió en un ser imperfecto.
Pero siempre con la opción de recorrer el Camino de retorno hacia su estado original. La reencarnación sería pues el hilo conductor que une al hombre imperfecto de hoy con el original de ayer y, si fuese el caso, con el retornado, o liberado, de mañana.
Hasta aquí la hipótesis general. Veamos entonces algunos detalles.
1. ¿El hombre original es exactamente igual de divino y perfecto que el retornado y liberado?
Sobre este punto hay diferentes interpretaciones, como vimos en el capítulo previo.
Se puede entender que el hombre caído y retornado gana algo en «experiencia», en «conocimiento del Bien y del Mal». De modo que sería algo más perfecto que el original. Algo así como una revolución más de la espiral, primero se aleja, da toda la revuelta para continuar colocándose un poquito más adelante de lo que estaba antes.
Y se puede entender también que la caída es una especie de catástrofe, que el hombre cae y a duras penas se recupera, se levanta para volver al mismo sitio de antes.
A éste respecto JvR se posiciona claramente. No hay tal evolución, se trata efectivamente de una catástrofe donde el hombre vuelve exactamente al punto de partida. Sobre esto ya comentaba en el capítulo previo.
2. Pero, lo más importante: ¿Qué relación tengo «yo» con el hombre original? ¿Yo mismo fui un «hombre divino» en el pasado?
¿Y qué relación tengo yo con el eventual hombre divino futuro?
Aquí de nuevo entramos en una cuestión que venimos dándole vueltas desde capítulos previos. Es el problema básico de la identidad y el cambio: Una cosa que cambia, ¿es la misma cosa que era antes del cambio y después del cambio?
Evidentemente, yo no soy una entidad perfecta. Entonces, si fui divino en el pasado, ¿era realmente yo, o era otro? Claro que la misma pregunta me la puedo plantear en relación con mi Yo de hace 20 o 30 años: ¿ Era yo el mismo yo, o era otro? Y, la misma pregunta me la puedo plantear en relación con mis supuestas encarnaciones anteriores.
Pero, en fin, la hipótesis de la caída implica, en principio, un hilo de continuidad entre una entidad divina «x» y yo. Una línea de continuidad que puede entenderse de diversas formas.
Reencarnación según la RosaCruz moderna
Veamos ahora el enfoque rosicruciano.
Vamos a seguir a Jan van Rijckenborgh, a ver si es que nos aclara algo o por el contrario termina por confundirnos del todo.
Reencarnación atómica,
Según Jan van Rijckenborgh, el hombre divino original era una entidad atómica conformada por tres núcleos.
«Este átomo posee tres núcleos. En su centro, dos núcleos giran uno alrededor del otro a gran velocidad, mientras que el tercer núcleo gira alrededor de los otros dos describiendo una amplia órbita. A estos tres núcleos podemos describirlos como tres almas. Por ello se puede decir que el microcosmos tiene tres almas»(Rijckenborgh, el misterio de la vida y la muerte)

La catástrofe, la caída, se refiere, en principio, a que uno de los núcleos fue expulsado debido a una actividad excesivamente «centrípeta». Lo de átomico, supongo que debe entenderse, significa que para funcionar adecuadamente no puede dividirse.
«Cuando dicha entidad atómica tri-unitaria vuelve su mirada hacia el interior, cuando se contempla y en consecuencia origina una actividad centrípeta, la ley divina, que yace en el fundamento de este tipo de átomos, es transgredida. Las relaciones magnéticas se desequilibran y nace un intenso calor, un fuego poderoso. Cuando se produjo esta catástrofe, este calor fue el que dividió el átomo e hizo que uno de los dos núcleos de alma que giraban uno alrededor del otro en el centro del microcosmos fuera arrojado al exterior del sistema y desapareciese en el espacio. «
Tiene toda la pinta de un modelo adaptado a la época moderna, hablando de átomos, núcleos, fuerzas centrífugas y centrípetas… pero es igual, sigamos, no estoy muy seguro de que tenga sentido interpretarlo literalmente, no mucho más que la leyenda de Adán y Eva…
Contradicciones en lenguaje cientifico
El núcleo expulsado, según Rijckenborgh, según leemos: ¡»es arrojado al exterior y desaparece en el espacio»!
No parece una explicación muy elegante, que digamos. Me recuerda eso de ser arrojado al fuego del infierno 😁.
Pero, sigamos, que el meollo no está en el núcleo expulsado, sino en los que quedan, en el microcosmos mutilado, que queda con solo dos núcleos.
» estas entidades se hundieron en el espacio-tiempo, donde se suceden la luz y las tinieblas, el día y la noche, como consecuencia de las rotaciones. Así comienza la travesía de la dialéctica.»
«El microcosmos, vacío, erró por la
noche del mundo, arrastrado por las corrientes magnéticas de un orden
espacio-temporal.
¿Quién salvará a este sistema expulsado del Nirvana, del Paraíso?
Muerto viviente, el microcosmos yerra sin fin, padeciendo infinitos e
insoportables sufrimientos. ¿Cómo puede volver a un nuevo comienzo? ¿A un regreso?»
Vamos a quedarnos aquí con lo que dice del microcosmos «expulsado del paraíso». Digo porque, creo, que más adelante dice otra cosa.
Entonces a lo que íbamos: el microcosmos perdió uno de sus núcleos y perdió sus cualidades divinas. La salvación, la recuperación de la gloria original pasa entonces por recomponer el núcleo perdido, y reintegrarlo en el microcosmos:
«¿No podría ser enviada una nueva chispa desde la resplandeciente
eternidad al apagado universo de la noche, para completar el sistema bi-unitario hasta formar un sistema tri-unitario, haciéndole recobrar así su majestad perdida?
«No dudamos que ésta sería la verdadera solución. Pero comprendemos demasiado bien que una chispa divina, por su fuerza y su carga inconmensurables, por su diferencia de frecuencia vibratoria con la de la naturaleza de la muerte, ocasionaría nuevamente una catástrofe. Todo el microcosmos estallaría, regresando
a la energía neutra.»
Uff, demasiado rebuscado. Una explicación en términos muy modernos y científicos, pero no por eso deja de ser un tanto mitológica. Y éso de que el microcosmos que estallaría «regresando a la energía neutra» … 🤔🤔
«deben ser tomadas una serie de medidas preparatorias, antes de que
Dios pueda enviar a su Hijo, a su chispa, al sistema caído.»
Subrayemos ésto también: Dios va a enviar su Hijo, su chispa, al sistema caído.
El homo-injertus
Y ahora viene lo bueno. Y es que nosotros, pobres mortales, somos «la chispa», somos el tercer núcleo. (o mejor dicho, su suplente) somos… ¿el Hijo?
«…fue creado un orden cósmico de emergencia, cuyo conjunto tiene como objetivo la creación de un ser, de un ser vivo, que pudiera ocupar el lugar temporalmente del alma y de la personalidad original desaparecidas.»
Pero, primero, vamos a ver: el «orden cósmico de emergencia», ¿No había sido ya creado antes? Nótese la aparente contradicción: primero, JvR había dicho que:
«estas entidades [o sea, los microcosmos mutilados] se hundieron en el espacio-tiempo, donde se suceden la luz y las tinieblas, el día y la noche, como consecuencia de las rotaciones. Así comienza la travesía de la dialéctica.»
Y ahora dice que, más tarde, se creó un » orden cósmico de emergencia» a fin de fabricar la nueva personalidad.
O quizá debamos entender que primero se crea el espacio-tiempo, se crea la dialéctica a fin de albergar los microcosmos caídos. Y luego se crea el cósmico orden de emergencia a fin de crear la nueva personalidad 🤔🤔🤔 me temo que ésto no está muy claro.
Entonces, ¿cuál es nuestro papel como entidades dialécticas? ¿Cuánto de importantes somos?
«Quizás le sea difícil tener que admitir que actualmente usted es el producto
final de un orden de emergencia planificado. Al nacer, usted sustituye al tercer núcleo de alma desaparecido, y su joven cuerpo, al de la personalidad gloriosa de antaño. Este núcleo de alma y este joven cuerpo son introducidos en el interior de un microcosmos vaciado. En realidad, ésto es como una operación, un transplante: un órgano procedente de un orden de emergencia es injertado en una entidad de otro orden. Ahora hay que ver si ese órgano transplantado podrá y querrá asumir su tarea y si, haciéndolo, podrá llevarse a cabo el plan de regreso, pues éste es el objetivo de esta operación.»
«Si esta ascensión, este segundo nacimiento no se lleva a cabo, usted sabe tan bien como nosotros lo que sucederá. Usted sufrirá la muerte de su estado terrestre:
«Eres polvo y en polvo te convertirás», y su microcosmos cargado con una nueva desilusión, y con frecuencia profundamente herido, deberá esperar una nueva oportunidad.»
El bueno, el feo y el malo
Bien, de acuerdo, a través de esta cosmogonía JvR quiere hacernos llegar la idea de que nosotros, pobres mortales, somos realmente eso: mortales. Nosotros, pobres mortales no nos reencarnamos. Los que se reencarnan son los microcosmos.
Pero, entonces, ¿Quién es aquí el Bueno y el Malo de la película?
Hasta ahora habíamos trabajado sobre la hipótesis de que los «malos» éramos nosotros, pobres mortales, personalidades dialécticas. Habíamos entendido que éramos entidades caídas, egoístas… culpables, en una palabra, del cataclismo original, originado por nosotros mismos.
Como el propio JvR dice por otra esquina: «Podemos hablar así de un plan divino al servicio de nuestro estado caído, y sería una locura confundir este plan divino de salvación con el orden del reino original de Dios». (Cap.II)
Subrayo lo de «nuestro», porque, ¿Somos nosotros los caídos? ¿O son los microcosmos que cayeron antes de que nosotros fuésemos creados para ser injertados?
La Rosa del corazón, el átomo chispa de Espíritu, se presentaba como el principio del Bien. 🤔🤔 Yo, personalidad dialéctica, debo menguar para que el Otro, la rosa crezca… Etc.
¡Pero, ahora, resulta que no! ¡ El malo es el microcosmos caído!. Él fue quien pecó y cayó. El es el culpable de todo 😈😈.
Nosotros, personalidades dialécticas somos los buenos de la película. Somos los salvadores del microcosmos caído. JvR ya señalaba, unos párrafos más arriba: «que
Dios pueda enviar a su Hijo, a su chispa, al sistema caído.»
No sé porqué 😋 me da la impresión de que JvR no quería dar a entender nada de esto, sobre todo a la vista de su literatura. Y da la impresión de que el libro citado es una colección de borradores inacabados que no acabaron de tomar forma. Pero lo que dice es lo que dice. Y una de dos:
O bien «nosotros» somos el hombre original caído, responsable y culpable de su propia caída, y que retornará a su morada original en el futuro…
O bien somos el remedio, (el injerto, como dice JvR), creado expresamente para salvar al microcosmos caído y entonces no tenemos culpa alguna del pecado original.
Y es que a veces parece que el objetivo principal de JvR es tocarle los güevos al buscador 😁. Me imagino, casi como si lo viera, a Rijckenborgh pillando infraganti a un grupo de alumnos fumándose unos chirris y recreándose con la idea de que «vamos a disfrutar de la vida y ya recorreremos el arduo Camino liberador la próxima reencarnación.» A lo cual, JvR les reprende señalando éso de que «¡no!, ¡si no recorreis el camino en esta vida otro lo hará en la siguiente, pero no serés vos«.
Otras veces, el alumno revoltoso, lo que dice es, al contrario: «¡qué me importa una próxima vida!,¡ yo hago lo que me da la gana!, total del polvo vengo y al polvo volveré». Y entonces se apela a la implacable ley del karma que le preparará indecibles sufrimientos en la próxima encarnación en justo castigo a su indolencia.
Nótese tambien que, en otros párrafos, JvR da una gran importancia a la experiencia, a la acumulación de experiencias negativas que finalmente empujan a la personalidad, o al microcosmos, no se sabe muy bien, a emprender el camino liberador después de innumerables encarnaciones, lo cual desde luego, no se entiende. ¡Qué culpa tengo yo de las maldades cometidas por mi antecesor en el microcosmos si no era yo!, ¡y que culpa tendrá la personalidad futura por mis actos!.
En fin, que la presentación Rijckenborgiana del misterio de la vida y la muerte es contradictoria y dista mucho de aclararnos las ideas sobre el particular. Aunque la hipótesis del injerto y los átomos trinucleicos es ciertamente original…
La verdad como sistema de líneas de fuerza
JvR decía también algo así como que la «Verdad» es una fuerza que nos empuja a la verdadera vida. Quizá en este sentido podríamos entender, y siendo buenos, el discurso Rijckenborgiano. De lo que se trata no es de dibujar un exacto mapa filosófico sino de sembrar las fuerzas que nos empujen a la verdadera vida. Así, pensar que no existe la reencarnación personal puede empujarnos por mejor camino que pensar que tenemos por delante un largo camino de evolución o de oportunidades.
Pero, porqué no, también puede actuar a la contra. Pensando que, total, para qué esforzarse, en un camino poco menos que imposible, a realizar en una corta vida, máxime si el buscador ya tiene encima unos cuantos añitos. También puede estimular el miedo, miedo a no tener éxito en el camino, a la muerte eterna… Conceptos que parecen sacados de los clásicos catecismos de la Religión natural.
Lo mismo puede decirse en relación con los problemas de continuidad del Ego. Si admitimos que somos la encarnación de una entidad divina (dioses somos) entonces el Ego puede recrearse y engordarse liberando fuerzas contrarias al camino liberador. Pero, por otra parte, tambien la creencia, o la intuición de que «dioses somos», (Juan 10:34), el sentido sobrenatural de nuestras propias vidas libera igualmente dentro de nuestro interior la fuerza necesaria para recorrer el Camino.
La segunda caída
Más adelante, JvR, intenta aclarar un poco las cosas presentando lo que parece ser una «segunda caída». Digo «parece» porque tampoco es que lo diga muy expresamente.
Como hemos visto, Rijckenborgh nos presenta un universo original, poblado por microcosmos atómicos de tres núcleos. Luego por los motivos que fueren, relacionados con el libre albedrío y la actividad centrípeta, uno de los núcleos se separa y se desencadena una catástrofe.
Rijckenborgh habla claramente de «microcosmos caídos». Por si hubiera alguna duda, a lo largo del librillo citado hay numerosas expresiones donde se habla de «caída» para referirse a la pérdida del tercer núcleo microcósmico.
Recordemos por ejemplo:
«estas entidades se hundieron en el espacio-tiempo»
«¿Quién salvará a este sistema expulsado del Nirvana, del Paraíso?»
«Podemos hablar así de un plan divino al servicio de nuestro estado caído, y sería una locura confundir este plan divino de salvación con el orden
del reino original de Dios». (Cap.II)
«deben ser tomadas una serie de medidas preparatorias, antes de que
Dios pueda enviar a su Hijo, a su chispa, al sistema caído.»
«Este proceso representa el único camino para hacer del alma mortal y de su personalidad un ser eterno, y para llevar de nuevo al microcosmos caído a la Casa del Padre»
«[Usted] Ha sido creado como medio para conducir a la gran jerarquía de microcosmos caídos al restablecimiento de la manifestación universal divina».
Y para solucionar el problema de esta caída es que se crea al «hombre». Al hombre-injerto.
(Nótese que JvR utiliza la expresión «hombre» tanto para referirse al microcosmos original (hombre original) como al microcosmos caído, como a la personalidad injertable)
«…fue creado un orden cósmico de emergencia, cuyo conjunto tiene como objetivo la creación de un ser, de un ser vivo, que pudiera ocupar el lugar temporalmente del alma y de la personalidad original desaparecidas.»
Y es entonces cuando se crean minerales, vegetales animales y, finalmente al hombre-injerto. Todo este proceso es dirigido por los Elohim, tal y como se describe en el Génesis:
«Los Elohim crearon los campos de vida y los campos de desarrollo. Los Elohim mantuvieron y vivificaron hasta nuestros días todos estos innumerables campos. A partir de los eones naturales crearon, muy progresivamente, a todos los seres vivientes, hasta que al fin se despertó, en el transcurso de los tiempos, la criatura que coronó la obra: el portador de imagen, el Hombre. Y los Elohim vieron que estaba bien». (Cap. 9).
«El hombre había alcanzado una conciencia del yo, se había vuelto un portador de la imagen de una idea, una idea cósmica, con cuya ayuda podía actuar de manera auto-realizadora. A partir de este momento, la creación humana en sentido terrestre era perfecta. Y la Pistis podía, con todo fundamento, decir: «Y Dios, los Elohim, vio que era bueno.»
Desde ese momento, teniendo como fundamento la conciencia del yo, el
hombre hubiera debido elevarse hacia un bien superior, hacia un desarrollo que hubiera permitido a las mónadas festejar su retorno definitivo a su estado original.
Pero en esos tiempos remotos hubo una gran parte de la humanidad que no lo hizo. Es todavía la tragedia de la humanidad actual: se ha desligado de la idea original, de la fuerza de ideación original del orden de emergencia» (capítulo 10).
» [..] Y esto es lo que llamamos «la Caída«.
Pero, ¿No habíamos quedado en que «la caída» se refería a la pérdida del tercer núcleo microcósmico? De nuevo se nos contradice.
Bien, de acuerdo, entonces tenemos dos caídas. Primero en el Reino Original, cuando los microcosmos pierden su tercer núcleo. Luego se crea la dialéctica, el orden de emergencia, fábrica de injertos para los microcosmos. Pero los injertos una vez fabricados… vuelven a caer. Se niegan a cumplir con su misión.
Un poco rebuscado, pero tal es la filosofía Rijckenborgiana.
«Nuestros antepasados, nuestros antiguos ancestros, que se
habían vuelto «hombres» en el pleno sentido de la palabra, hombres tales que «los Elohim vieron que estaba bien», abusaron del poder que les daba su estado y perturbaron el proceso de devenir biológico del santo orden de emergencia. Esto tuvo como consecuencia la desnaturalización de sus descendientes, que yerran desde
entonces aquí abajo provistos de una conciencia del yo y cargados con una pesada herencia kármica monádica. «
Y ahora nos pone sobre la mesa algo parecido al «pecado original»: la «desnaturalizacion de sus descendientes. «Descendientes» que no sé si deben entenderse en sentido biológico-hereditario. Parece que no, porque después dice lo de la herencia kármica, parece referirse a ¿Futuras encarnaciones? Pero, ¿no quedamos en que el hombre-injerto no se reencarna?🤔🤔
Conclusión
Bueno, la verdad es que estas disertaciones Rijckenborgianas me dejan un sabor un tanto agridulce.
El misterio de la vida y de la muerte continua siendo tan misterioso como antes, a pesar de toda la terminología científica empleada. Y es que la Ciencia no son sólo términos, implica una cierta lógica expositiva y deductiva, y definición clara de conceptos. Todo lo cual, no siempre es fácil con estos temas.
El meollo del asunto está, como decía antes, en la sutil relación entre el cambio y la permanencia y el hilo de continuidad.
Luego está el asunto de la Verdad como sistema de líneas de fuerza que empujan hacia la liberación. Pero, ¿Entrará en contradicción la verdad científica, lógica y racional, con las líneas de fuerza que tratan de empujarnos a la liberación?
Hasta ahora vengo suponiendo que no, sin embargo algunos autores, me da la impresión de que no lo ven así, e intentan adaptar la verdad científica al impulso liberador.
Hace tiempo lei en un libro de Hermes trismegisto algo que apuntaba expresamente en esa dirección, y que me llamó la atención. Decía algo así como que hay verdades que deben ser ocultadas a los buscadores para evitar que se vuelvan indolentes. Entre ellas el carácter «perfecto» del universo, el Destino, y similares. Habría que añadir quizá la creencia en la reencarnación. El Buscador se recrearía con estos pensamientos, filosóficamente verídicos, y bloquearía su desarrollo. Como, por ejemplo, decía antes, nos entregamos a una vida de fiesta y placer posponiendo el camino liberador para otra encarnación. O por pensar que todo está destinado nos paralizamos. O cuando pensamos que Dios, siendo bueno, no puede crear nada malo, como la hipótesis del «mejor de los mundos posibles» del capítulo de Leibnitz.
Por otra parte es una idea bastante extendida aquella de que ciertas verdades son reservadas a los iniciados, porque pudieran ser perjudiciales para los neófitos…
Otra pieza del puzzle, y un tanto paradójica, a tener en cuenta.