ALPDM II. El Discernimiento. (comentarios a K.)

Vamos a ver ahora el planteamiento que hace K. del discernimiento. Hasta aquí lo hemos planteado en términos teóricos, energéticos y objetivos.

Vayamos citando y comentando algunos extractos.

Concepto

«Se denomina así, [discernimiento] generalmente, a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio»

Bueno, de entrada no tenemos una presentación muy clarificadora, pues, ¿Qué es lo real y qué lo ilusorio?

En lenguaje coloquial se utiliza el término «real» para referirse a los objetos «reales» que podemos ver y tocar y llegar a un acuerdo con nuestros interlocutores en el sentido de que tales objetos existen realmente ahí afuera. Se contrapone a las percepciones ilusorias como espejismos o alucinaciones. Un espejismo es una imagen de un objeto que no cumple con todos los requisitos necesarios para otorgarle el título de cosa real. Como el típico espejismo del desierto o la imagen reflejada en un espejo. Por ejemplo, te veo a tí reflejado en el espejo, pero la imagen no eres tú realmente. La puedo ver pero no la puedo tocar ni oír ni oler, por ejemplo.

Pero ¿se referirá K. a este tipo de realidad?

Me temo que no. Como ya estamos acostumbrados en filosofía gnóstica, deberemos saltar al nivel metafórico. Lo comento más adelante.

Otro uso del término, a nivel de pensamiento, se utiliza para señalar aquellos pensamientos, o discursos reales o realistas. O sea que describen correctamente la «realidad» tal cual es en el momento presente, o tal cual se materializará, se realizará en un futuro próximo. Tiene aquí un significado próximo a Verdad. O sea, un pensamiento o discurso que se corresponde con cosas que podemos ver y tocar y compartir. Como cuando decimos: «Esta historia está basada en hechos reales» o «este proyecto no es realista, o «no vives en la realidad»

De nuevo me temo que el enfoque de K. debe tomarse en términos metafóricos.

A ver si nos aclara algo más adelante.

«Los que no saben esto trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto dura a lo más una vida tan sólo y, por lo tanto, no es real. Hay bienes mayores, reales y perdurables, cuando los hayáis alcanzado, ya no desearéis jamás aquellos otros.»

Bien, aquí ya nos vamos acercando al meollo. K. identifica lo Real con lo Permanente. Lo ilusorio con lo transitorio. Entonces vemos que lo Real no es lo que comúnmente se entiende por real. Una mesa que podemos ver y tocar, por ejemplo, es real según el significado profano del término. Pero es ilusoria desde el punto de vista de que es un objeto transitorio. Tenemos una comparación metafórica: la mesa es a su imagen en el espejo, lo mismo que lo Real es a lo real.

Pero, ¿Qué es exactamente lo permanente? ¿Hay algo en este mundo que no sea transitorio?

Bueno, este asunto ya lo hemos tratado varias veces, me remito por ejemplo al capítulo de los Upanishads (VI, deseo sensorial y deseo Atmanico), o en «El nombre secreto de Yaveh».

Nos quedamos, de momento, con que el Discernimiento actúa sobre dos dimensiones. La mental, o racional, por la que sabemos, creemos saber, creemos reconocer y discernir entre lo Real y lo ilusorio, entre lo Permanente y lo transitorio. Y la dimensión astral, o aspiracional, por la cual nos unimos energéticamente a objetos irreales o transitorios, deseándolos, ambicionándolos o «trabajando para adquirirlos» como señala el párrafo previo.

En suma, el Discernimiento nos permite reconocer en cada momento en qué medida nos estamos uniendo a objetos transitorios, irreales, o en qué medida nos liberamos de ellos. La semejanza con el planteamiento rosicruciano es evidente.

Como señala Jan van Rijckenborgh:

«Usted deberá percibir en cada segundo, hasta qué punto su voluntad y deseos le encadenan al plano horizontal. Solamente el conocimiento del yo permite evitar las trampas de sus tendencias reprimidas y de sus intentos experimentales de dominio del yo» (Rijckenborgh, Introducción nº 5)

A continuación, K. añade unos comentarios sobre otros tipos de Discernimiento y que, me temo, no añaden mucha claridad al asunto.

La primera cuestión sobre el discernimiento, hemos visto, se trataba de discernir entre lo Real y lo ilusorio. Ahora, añade, se trata de discernir entre:

– Lo justo y lo injusto

– lo esencial y lo accesorio

– lo útil y lo inútil

– lo verdadero y lo falso.

– lo egoísta y lo altruista.

A ver cómo lo vamos desgranando.

Lo justo y lo injusto

La Justicia no es una noción precisamente objetiva, y el texto no intenta ni siquiera formular una definición.

Una cosa es justa en relación a otra, o dicho de otro modo, una cosa se ajusta a otra, como una tuerca a un tornillo, o a un molde. La justicia que nos ocupa se refiere a un comportamiento, un deseo o un pensamiento. De manera que un comportamiento justo es aquel que se ajusta a un sistema legislativo, como en la justicia ordinaria. Y una rueda de pensamientos y deseos tendrían que ajustarse igualmente a un patrón predefinido.

Nótese que en el texto, lo justo, se refiere al comportamiento. Y el comportamiento pertenece a la esfera de lo ilusorio, o lo transitorio, de modo que, a partir de la definición previa, no podemos deducir directamente cuál sea ese comportamiento «justo».

Podemos suponer, eso sí, que de la susodicha esfera ilusoria emergen ciertas fuerzas astrales, de corte ilusorio que tratan de controlar el movimiento del cuerpo, o sea, la conducta, a través del deseo y sus derivados. Pongamos por ejemplo, los típicos placeres: la fama, el poder, etc. Tenemos una discriminación en negativo, o sea, podemos discernir qué tipo de actuaciones son requeridas por la influencia astral ilusoria. Pero, a falta de ellas, nos falta elucidar cuál sería la justa conducta emanada de lo Real. Una conducta que deberá ir asociada a un deseo, a una fuerza astral dinámica.

Entramos de lleno en una contradicción: puesto que el mundo fenoménico es ilusorio, cualquier deseo de actuar en el mundo, o de hacer justicia en el mundo, nos ataría a la ilusión.

Para solventar la susodicha contradicción habrá que redefinir el concepto de deseo, o establecer dos tipos de deseo, redefinir el propio concepto de lo ilusorio y lo transitorio. Algo de eso ya comentamos también en la saga de los Upanishads.

Pero sigamos con el texto.

Yo superior y Yo inferior


«La voluntad del hombre no siempre coincide con el deseo del cuerpo. Cuando vuestro cuerpo desee algo, deteneos a pensar si vosotros realmente lo deseáis. Porque vosotros sois Dios, y queréis únicamente lo que Dios quiere;»
Cuando se ha de hacer un trabajo, el cuerpo físico quiere descansar, pasear, comer y beber; y el ignorante se dice a sí mismo: «Yo quiero hacer estas cosas y debo hacerlas.» Pero el sabio dice: «Lo que en mí desea no soy yo, y puede esperar.»


Bien, aquí tenemos lo que decíamos antes. El cuerpo, elemento ilusorio y transitorio, intenta hacer valer sus propios deseos. Pero, ¿frente a quien? ¿Frente a la voluntad del «hombre»? ¿Y esa voluntad es una expresión de lo Real?
Porque el «hombre» puede ser un santo o un demonio, como señalábamos más arriba. La idea de que «vosotros sois Dios» me parece un tanto aventurada. El clásico mantram calvinista, la despiadada lucha por la riqueza y el poder que nos acerca a Dios.
El «hombre» busca dinero y poder, elementos ilusorios y transitorios. Y en su lucha por adquirir dinero y poder se encuentra precisamente con que su cuerpo no siempre comparte la estrategia satánica. No por bondad sino por ejercer su propia naturaleza.
Cuando el «hombre» pretende salir a trabajar, a explotar y robar a su prójimo. O quizá cuando va a tomar parte en una batalla, quizá pilotando un bombardero para masacrar poblaciones indefensas… Entonces el cuerpo se rebela: le apetece dormir, pasear, comer, beber unos vinos hacer el amor… No necesariamente por oponerse al Mal. Son simples automatismos naturales.
Y nuestro hombre entonces dice: «lo que en mí desea no soy yo y puede esperar» y entonces se levanta, deja el sexo, los vinos y placeres mundanos, monta en el bombardero y se dirige a su objetivo a cumplir su deber de buen cruzado cristiano.

Claro que lo mismo ocurre cuando nuestro hombre decide «hacer el bien»: los mismos automatismos corporales ejercen cierta resistencia.
«A menudo, cuando se presenta alguna oportunidad para ayudar a alguien, el cuerpo incita a pensar: «¡Qué molestia me causa esto! Dejemos que otro lo haga.» Pero el hombre le replica a su cuerpo: «Tú no me estorbarás para practicar el bien.»
Lo de ayudar a alguien queda muy bien. Intuimos que hay mucho de cierto en ello. Pero ¿qué es ayudar a alguien? ¿Cómo sabemos cómo ayudar a alguien? El asunto no está nada claro.

¿Que es ayudar? ¿Ayudarle a conseguir lo que desea? Un alcohólico quizá desee un vaso de vino, un ladrón necesitará ayuda para robar, un criminal quizá necesite de nuestra ayuda para asesinar a sus víctimas…
Pero si Ayudar no es ayudar a conseguir lo que otro desea… ¿Qué es ayudar? ¿será obligarle o manipularle para que haga lo que nosotros queremos, lo que nosotros pensamos que está bien?


¿Dar de comer al hambriento?

¿Socorrer al moribundo?

Sí, pero, ¿a cual de ellos? Porque hay muchos, si decidimos socorrer a uno entonces dejamos morir al otro. ¿Y si aquel a quien socorremos se vuelve un demonio, o un tirano, de modo que por haberle salvado la vida hemos contribuido a generar más crímenes, más hambre y más moribundos a quienes socorrer?
De nuevo, las piezas del puzzle se niegan a encajar con facilidad.
Entonces, lo dicho. No está nada claro cuál sea la conducta «justa», ni son evidentes criterios genéricos de comportamiento ético desde el punto de vista de lo Real. Cada cual debe valorar qué tipo de conductas o actuaciones le ayudan a mantenerse en el nivel vibratorio adecuado.


Claro que también podríamos dar otro enfoque a lo justo o lo injusto. Podemos entender lo justo como «el justo nivel vibratorio» de la conciencia. Y que es justo porque se ajusta al campo vibratorio del «Bien»


Lo importante y lo secundario
«Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario.»


Bueno, seguimos en las mismas. Desde un punto de vista práctico, o sea: de lucha por la vida, es evidente. Sin embargo, desde el punto de vista de manifestación de lo Real, deviene todo muy subjetivo. Diría yo que se están mezclando las cuestiones espirituales con las mundanales. En cualquier caso, a lo dicho: «prueba y error». Ir viendo para cada actuación en qué medida nos ayuda a sintonizar con el campo vibratorio que nos interesa.


Lo útil y lo inútil, lo más útil y lo menos útil
«Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría».


Tampoco avanzamos mucho con ésto. Alimentar un pobre será bueno, útil y noble. Más aún será alimentar a dos pobres, o a tres, o mejor aún luchar por un cambio social que erradique la pobreza. Pero claro, una lucha que deviene en lucha literal: revolución, guerra. También deviene en lucha por el Poder: el Poder necesario para implementar los buenos y útiles cambios sociales.

Si somos sabios, no sé… quien sea sabio ya sabe qué hacer, no necesita consejos espirituales. Y si no lo somos, nos toca seguir buscando la sabiduría, mientras tanto a seguir dando palos de ciego.


Lo verdadero y lo falso


«En el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. así pues, no debéis sostener una idea precisamente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable»

Bien, de acuerdo no debemos creernos nada de lo que otros digan. Ni siquiera lo que nos dice el texto que estamos comentando. Pues no sabemos en realidad quien lo ha escrito, ni si fue corregido.

Yo diría que hay diferentes niveles de creencias, y que para evolucionar debemos aceptar ciertos modelos, ciertas creencias, siempre de modo provisional y hasta que las vayamos sustituyendo por otras. El Camino, de hecho es eso, ir sustituyendo unas creencias por otras. En cada momento nos quedamos con las que más nos gusten.

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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