ALPDM (III, Carencia de deseos)

«Hay muchos individuos para quienes la cualidad «CARENCIA DE DESEOS» es verdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo.» («A los pies del maestro», K.)

Discernimiento y deseo

En el capítulo previo habíamos filosofado sobre el Discernimiento: la cualidad (y el acto) de distinguir lo Real de lo ilusorio, lo Permanente de lo transitorio, lo Bueno de lo Malo.

Hemos visto que, en principio, el Bien, lo Bueno, lo Real, no iría asociado al mundo fenoménico, a nuestra realidad cotidiana. Al menos tal conclusión parecía desprenderse de la noción de Permanencia, pues, por definición, el mundo fenoménico es transitorio.

Lo Real se trataría más bien de un campo de fuerza, un nivel vibratorio de diferente naturaleza que las energías y reflejos procedentes del citado mundo fenoménico.

De modo que el buscador se encontraría influido por estos dos campos de fuerza: el de lo Real y el de la ilusión. El de lo Permanente y el de lo transitorio.

El campo de fuerza ilusorio se manifiesta en forma de deseos. Las imágenes del mundo fenoménico y transitorio se introducen en la conciencia del buscador en forma de «deseos».

De modo que, al Discernimiento de cuáles tipos de objetos resultan ser transitorios o ilusorios, debemos añadir la cualidad del desapego, o carencia de deseos. Es decir: de un lado reconocemos racionalmente el carácter ilusorio de un objeto. De otro lado nos desapegamos de él. Y en la medida en que nos desapegamos del campo de fuerza del mundo ilusorio nos unimos al Campo de Fuerza de lo Real.

El texto se muestra muy optimista, afirmando que, una vez que se reconoce el carácter ilusorio de un objeto, automáticamente cesa todo deseo de él. Bueno, no digo que no ayude un poco, pero la verdad es que los deseos van por libre, y persisten y persisten, por mucho que reconozcamos el carácter ilusorio del objeto deseado.

Hasta aquí el modelo es bastante coherente. Pero acechan un par de contradicciones.

Lo primero es cómo conseguir ese desapego, o esa carencia de deseos. Porque, si deseamos desapegarnos, o deseamos no-desear, nos estamos contradiciendo.

Lo segundo es ver cómo nos desenvolvemos en la cotidiana vida fenoménica. Porque, parece, el deseo es un requerimiento previo a la acción. Si no deseamos nada, si todo nos da igual, entonces parece que no queda otra que quedarnos parados, de brazos cruzados.

Pero, ¿Cómo se comportará una persona «Realizada» en la cotidiana vida fenoménica?

La resolución a estas cuestiones no es evidente.

En relación con la primera cuestión parece que tenemos que postular dos tipos de deseo asociados a dos tipos de campos de fuerza. Un campo de líneas de fuerza procedente del mundo ilusorio y un Campo de Líneas de Fuerza procedente de lo Real.

En relación con la segunda cuestión, la estrategia de actuación cotidiana, podrá venir vivificada bien por un campo de fuerza o bien por otro, o quizá por la interacción entre ambos.

De modo que parece que, finalmente, de lo que se trata es de encontrar la clave para un cambio de nivel vibratorio, para una transmutación alquímica del deseo en, o bien otro tipo de deseo, o bien, otro tipo de energía a la que podríamos dar otro nombre diferente.

Deseo y objeto de deseo

En realidad, el deseo no es independiente del objeto de deseo. No es lo mismo desear una chocolatina que desear un cigarrillo, o desear sexo. Tampoco es lo mismo desear el bienestar de un vecino que desear su fracaso o incluso su muerte.

Estamos denominando con el mismo término «deseo» a modelos vibratorios muy diferentes pero que comparten la vocación, la predisposición, a actuar sobre el mundo fenoménico… o liberarse de él.

Digamos que hay un sistema de líneas de fuerza que enlazan cada deseo con su objeto y no clarifica hablar del «deseo» en sí como algo separado del objeto deseado. A no ser que seamos capaces de desear un Objeto sin reflejo en el fenoménico.

El Camino a través del mundo fenoménico

Entonces, el Camino que conduce de lo ilusorio a lo Real no trataría de romper definitivamente el contacto con el mundo fenoménico. De lo que se trata es de cambiar el tono vibratorio de cada línea de fuerza que une a cada deseo con su objeto.

Deseo del Bien o del Objeto Real

Entonces, quizá, la expresión «carencia de deseos» no sea del todo clara o del todo exacta, ya que pretendía referirse únicamente a los deseos vivificados por el campo de fuerza ilusorio, pero no a los vivificados desde el Campo de Fuerza Real.

A la luz de su Santa Presencia [la del maestro] se extinguen todos los deseos, menos el de igualarse a Él.”(«A los pies del Maestro», K.)

Bien, aquí tenemos claramente expuesta la contradicción señalada: «el Deseo de igualarse al maestro» que también es un deseo, como bien se reconoce. El propio K. utiliza el mismo término «deseo» para referirse tanto al plano Real como al ilusorio.

Entonces lo que tenemos es un continuum desde el más bajo deseo del campo ilusorio hasta el más puro deseo, pongámoslo con mayúsculas, Deseo del Bien, Deseo del Objeto Real.

Las Upanishads hacen un planteamiento parecido:

«En cuanto a los que se han liberado del yugo del deseo, aquéllos cuyo único deseo es el Atman, se libran de este suplicio de las múltiples encarnaciones, pues los soplos vitales no les empujan después de la muerte. Cuando todos los deseos del Corazón están destruidos, entonces el mortal se hace inmortal.»

También etiqueta como deseo al Deseo de Atman.

Al final de lo que se trata es simplemente de «no-desear el Mal» pero sí-Desear el Bien.

Después de un largo rodeo volvemos a un postulado de Perogrullo.

Volvemos a la cuestión del Discernimiento, a distinguir el Bien y el Mal para pasar así a no-desear el uno y sí-desear lo otro. O, mejor dicho, quizá vaya todo en uno: y desde el momento en que Discernimos el carácter irreal de algo, ya cesa todo deseo relacionado. O mejor dicho, el deseo se transmuta de ser una línea de fuerza ilusoria hacia una Línea de Fuerza Real.

En el acto del Discernimiento se activa una línea de fuerza que nos coloca en un nivel de conciencia que trasciende la contingencia del objeto deseado.

Entonces, ¿Como distinguir, como describir la diferencia, entre las líneas de fuerza ilusorias de las Reales?

En algunos casos puede ser evidente, especialmente cuando se trata de bajos deseos y bajas pasiones.

El deseo de autoliberación y autorealización

«Pero hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá(K. A los pies del maestro)

En otros casos la naturaleza ilusoria puede tendernos trampas muy sutiles. Por ejemplo, cuando deseamos la liberación, tal y como señala el texto. Cuando deseamos ser una persona sabia y liberada y sentarnos a la derecha del Maestro [marcos 10:32]. De lo cual se deriva implícitamente el deseo de ser más sabio que los demás. No solo de serlo sino de demostrarlo y que nos lo reconozcan.

El texto muestra algunas sugerencias para calibrar las trampas de la naturaleza ilusoria:

«…puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver en cuánto lo habéis ayudado; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado, también lo vea y os lo agradezca.» («A los pies del Maestro», K.)

«debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver el resultado»; («A los pies del Maestro», K.)

Lo de actuar sin vistas a una recompensa es una referencia al Bahgavad Gita. Claro que para amar lo recto, primero debemos saber qué es lo recto, y que precisamente es lo que estamos investigando.

«No deseéis jamás brillar o parecer superior en ningún sentido; no habléis mucho. Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo que vais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS«. (» A los pies del Maestro», K.)

Lo del verdadero y bueno y tal, es una referencia a las tres cribas socráticas, que nunca he llegado a entender bien.
Lo de verdadero, vale, de acuerdo. Lo de bueno… ¿Que es lo bueno? Y, ayudar… ¿Cómo?

¿El Bien en el campo ilusorio?

Se trataba de investigar cuál pueda ser nuestra estrategia en el mundo fenoménico, libres de todo prejuicio y concepción previa. Y el texto se salta el rigor metódico apelando, como digo, a ciertos clichés predefinidos sobre lo Bueno y lo Malo.

De momento lo que tenemos es la comprensión de una naturaleza ilusoria que se manifiesta en la conciencia en forma de deseos, en forma de un campo de fuerza. Podemos desenmascarar ciertas trampas del campo de fuerza ilusorio, y la medida en que pretenden orientar nuestra estrategia de actuación en el mundo.
Pero hasta ahora las referencias que tenemos son en clave negativa, lo que no debe hacerse, lo que no debe buscarse, lo que no debe desearse. Casi parece que cualquier tipo de actuación mundana es ilusoria. De hecho, hasta ahora estamos considerando el mundo ilusorio fenoménico como algo malo en sí mismo, por tanto sería contradictorio pretender que existan configuraciones o «videoclips» ilusorios que pertenezcan al campo del Bien.
Pero al mismo tiempo, parece que algunos videoclips sean menos buenos que otros.
Nos faltan referencias positivas, a través de las cuales podamos comprender adecuadamente cuál deba ser nuestra conducta, nuestra estrategia de actuación en el mundo, o, si se prefiere, «el plan de Dios para el mundo y la humanidad»

Todavía no procede apelar a «lo bueno» o a «lo recto», pues todavía no hemos descifrado qué puedan ser en el plano fenoménico.

En resumen, nos falta comprender lo que debe desearse y perseguirse, en la esfera ilusoria, al servicio de lo Real, si fuese posible salvar la contradicción.
En cuanto al «ayudar a otros» que se repite igualmente a lo largo del texto, y que se invoca como un cliché de indudable bondad… tampoco resulta tan evidente, como señalábamos más arriba. Pues,

¿Qué es exactamente ayudar? ¿Ayudar a qué? ¿A satisfacer los ilusorios deseos de nuestros prójimos? ¿Ayudar a que se equivoquen? ¿Ayudar a que cometan indecibles fechorías?
No parece que vayan por ahí los tiros.

Una salida fácil es hablar de «ayudar a otros a manifestar el campo de fuerza Real». Pero, aún así, no se trata más que de inducir en los demás nuestra propia percepción del «Bien». Y si no somos más que pobres buscadores es de esperar que nuestra percepción de lo Real sea una percepción un tanto cuestionable.

Conclusión

Finalmente de lo que se va a tratar, en la línea de lo comentado mas arriba, es de una transmutación alquímica de las líneas de fuerza que nos ponen en relación con los objetos fenoménicos (transitorios) pero sin renunciar a los objetos en sí, y sin renunciar a trabajar sobre ellos. Cómo describir esa transmutación no es tarea fácil aunque no faltan algunas sutiles indicaciones en los párrafos previos.

Jan van Rijckenborgh nos da una sugerente explicación muy en su línea mágico-esotérica:

«... es necesario primeramente, lo repetimos, hacer subir el principio central de nuestro ser yo, del sistema hígado bazo hasta el corazón» (JvR, «Gnosis Original Egipcia»)

Todas las indicaciones son sutiles, y escurridizas, porque rápidamente les podemos dar la vuelta y se nos van de las manos.

Por ejemplo lo comentado hasta ahora: «Carencia de deseos». Sí es un indicador del proceso de transmutación, pero con las contradicciones señaladas.

Se trata de resolver la contradicción inherente al no-desear sin que ello implique el deseo de no desear.

O la contradicción inherente al no-deseo de avanzar en el Camino pero al mismo tiempo desearlo.

Y la contradicción inherente al no desear objetos, o configuraciones fenoménico-transitorias sin que ello suponga plantarnos de brazos cruzados en medio de la vorágine cotidiana.

Una contradicción que, quizá no se resuelva de un modo racional-lingüístico, sino sólo con una intuitiva transmutación de nuestro nivel vibratorio.

En éso estamos.

***

El siguiente capítulo viene titulado «buena conducta», a ver si arroja algo de luz al respecto.

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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