ALPDM, (IV.1 Buena Conducta: Dominio de la mente)

Temperamento y dominio de las emociones. Voluntad y Poder de voluntad. Lo Real, lo ilusorio y la Voluntad Creadora. Voluntad y control de emociones. Voluntad, autonomía y libre albedrío. La Voluntad Creadora: entre el mundo físico y el mundo psíquico. Voluntad y visualización creadora. Voluntad y modelos vibratorios. Ritmo vibratorio consciente y ritmo vibratorio semiconsciente. La Voluntad como Creadora de ritmo consciente. Lidiando con líneas de fuerza ilusorias. La atención sobre el mundo físico. Pulsos de amor. Adaptación supervivencia y camino espiritual.

Dominio de la mente

Bueno, no nos esperábamos que en un capítulo dedicado a la «buena conducta» nos íbamos a encontrar con estos aspectos tan, digamos, mentales. Aunque, sí, en cierto modo, la «conducta mental» no deja de ser éso: conducta. Y el «dominio de la mente», o el dominio de las emociones, influirá indirectamente en la respuesta conductual del sujeto en cuestión.
La mente, lo mental, se define aquí, parece, como un espacio de actividad psíquica que excluye, por un lado, la percepción sensorial, y por otro la Voluntad controladora. Digo que, «parece» porque, igualmente podríamos considerar que la percepción sensorial es parte de la mente. De hecho la percepción se produce en el cerebro, no existe realmente ahí afuera.

En cuanto a la Voluntad controladora… y puesto que estamos hablando de dominar, o controlar la mente… parece que el elemento controlador deba existir fuera de la mente… 🤔🤔 a no ser que digamos que la mente se controla a si misma 🤔🤔…

El concepto de Yo va a ir muy ligado al de «voluntad», bien sea que identifiquemos la voluntad con el yo, o que separemos conceptos como cuando decimos «mi voluntad». De momento usaremos el Yo literalmente como un pronombre personal cuyo sentido depende del contexto y que apunta hacia la voluntad, hacia el sujeto controlador/decisor/hablador.

Pero mejor sigamos con el texto.

«Dominio de la mente implica dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera o impaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tranquilizar el pensamiento y, por medio de la mente, dominio del sistema nervioso, a fin de que se excite lo menos posible.»(«A los pies del Maestro», J. K)

«[Dominio de la mente] significa además firmeza para considerar serenamente cuanto os acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte del tiempo.»(A los pies del Maestro, K.)

Dominio de las emociones

«Dominio de la mente implica dominio del temperamento«, otra palabreja, «Temperamento», que se suele definir en función de la reacción a los estímulos ambientales, «de modo que no podáis sentir cólera o impaciencia«.

Así que el «dominio de la mente» implica el dominio de las reacciones ante los eventos ambientales. Reacciones como pudieran ser la impaciencia y la cólera. Supongo que se podrán añadir toda la cohorte de emociones y reacciones tales como el miedo, el odio, el asco y demás.

El texto lo que cita es éso: impaciencia y cólera. Más abajo habla de «sosegar» y «tranquilizar», que poniéndolas en negativo se convierten en «desasosiego» e «intranquilidad». Luego habla también, más abajo, de tedio e inquietud, tristeza, disgusto, depresión.

Entonces, parece ser, de lo que se trata es de dominar o controlar el movimiento de la vida psíquica.

En el capítulo previo ya hablamos de los «deseos», ahora metemos también las emociones, los sentimientos, los pensamientos… en fin todo lo que se mueve dentro del psiquismo, a excepción de, como señalamos más arriba, las percepciones directas de los sentidos, y a excepción de la Voluntad Creadora, del supuesto Sujeto espectador/actor 😉.

Como estamos hablando de «dominio», o de «control» de la mente, suponemos en principio que una cosa es el objeto controlado y otra cosa el sujeto controlador.

Podemos optar por un modelo no dual, y describir el sistema objeto-sujeto como un «campo vibratorio» o sistema de líneas de fuerza. Entonces, el «dominio de la mente» se corresponde con un determinado nivel vibratorio del campo de fuerza; y el «no-dominio de la mente» o «descontrol de la mente», si se prefiere, se corresponde con otro nivel vibratorio diferente, o con una diferente configuración del sistema de líneas de fuerza. Y, bueno, más exactamente, pensemos en un continuum desde el pleno dominio hasta el pleno descontrol.

En cualquier caso lo que importa, más que la estructura lingüística, es saber de lo que estamos hablando. Y estamos hablando de «lo que es«, una expresión muy sugerente que Krishnamurti utilizará posteriormente en su obra madura. Y lo que es… es lo que es.

Claro que también podemos conjugarlo en primera persona y decir «lo que soy es lo que soy», o «Yo soy lo que Soy» 😉
Dominio, control, poder

En cualquier caso, aquí, la palabra clave de este capítulo yo diría que es el «Dominio». Quizá podríamos hablar de «Control». O también de Poder.

Cotidianamente nos vemos asaltados por líneas de fuerza interconectadas con el mundo «exterior» como las citadas impaciencia, cólera, y todo lo demás.

Y de lo que se trataría es de controlarlas, o dominarlas.

«[Se trata de] evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida»,

Pero, ¿Cómo se hace eso? ¿Podemos controlar las emociones y reacciones de forma similar a como controlamos el movimiento del cuerpo? ¿Podemos ordenarle a una emoción que desaparezca y no vuelva, o se transforme en su contraria, de forma similar a como le ordenamos a una pierna que empiece a andar?

Bueno, vamos a suponer que sí. Que, aunque no sea completamente, que aunque sólo sea en una pequeña medida, supondremos que podemos empujar un poquito para que estas emociones, estás líneas de fuerza ilusorias vayan perdiendo intensidad.

Pero, ¿Cómo? ¿Aguantando la respiración y contando hasta diez?

Puede ser. La sabiduría popular siempre nos ofrece sugerentes recetas.

El deporte también puede ser una ayuda de cara al control de la intensidad de las emociones.

Y si hace falta también hay remedios farmacológicos de todo tipo. La moderna psiquiatría dispone de todo un arsenal para controlar las explosiones emocionales revoltosas.

O intervenciones quirúrgicas. Sabiendo los rincones cerebrales donde tienen lugar las diferentes emociones podemos extirpar, y medicar, y diseñar una mente libre de emociones, o con configuraciones emocionales a la carta, quizá con un par de microchips adecuadamente implantados e interconectados con los nodos cerebrales.

Claro que, quizá, no es eso exactamente a lo que se refiere el texto.

La Voluntad como controladora

Hasta aquí, no tenemos ninguna pista.

Supongamos que, simplemente, «queriéndolo» o «deseándolo» podemos ejercer un control sobre la emoción en cuestión.

Así que toca investigar la esencia profunda del «Poder de la Voluntad». Investigar las teclas concretas que puedan ser pulsadas de modo autónomo.

Así que supondremos que, con el Poder de nuestra mente, o el Poder de nuestra Voluntad, podemos modular, aunque sólo sea un poquito, todas estas actividades psíquicas, de modo similar al modo en que podemos modular, aunque igualmente sólo un poquito, el mundo físico, o mundo de percepción sensorial, con el Poder de la Voluntad aplicado al movimiento de nuestro cuerpo.

Digo que lo suponemos, como punto de partida. Luego ya veremos si llegamos a una contradicción sin salida y debemos replantear la premisa inicial.

La Voluntad ante los campos de fuerza, Real e ilusorio

Engarzando con los capítulos previos, el guión general quedaría como sigue:

Teníamos un campo de fuerza ilusorio, un campo de fuerza Real, y un subsistema autónomo, o microcosmos, que conformaría el Poder Creador, o la Voluntad creadora del buscador.

La Voluntad creadora se ve confrontada con estas líneas de fuerza (miedos, enfados etc) procedentes del campo ilusorio, y que intentará controlar o transmutar.

No es muy claro el texto en relación con si la Voluntad actúa, o si debe actuar, directamente sobre estas Líneas de Fuerza ilusorias. Es decir, que, en el momento en que aparecen, la Voluntad actua, dándoles la orden de que se vayan por donde han venido.

O quizá, el proceso sea más indirecto. Por ejemplo, que el trabajo de la Voluntad consista en reforzar día a día, gota a gota, pulso a pulso, la unión o la sintonía con el Campo de Fuerza Real, de modo que, en virtud de esa unión, las líneas de fuerza ilusorias van perdiendo su influencia y disipándose progresivamente.

Yo casi me inclino por esta segunda opción… aunque, quizá, el trabajo vaya por una doble vía: de un lado la conexión general con el Campo de Fuerza Real; pero, al mismo tiempo, un manejo efectivo de las líneas de fuerza ilusorias en el momento en que se presentan.

Y sin olvidar el enfoque más práctico, que consiste en evitar aquellas situaciones, aquellos escenarios, de nuestra vida cotidiana que favorezcan la aparición de estas tormentas emocionales.

En cualquier caso, la cuestión es que ahora estamos dando nombre a estas abstractas líneas de fuerza comentadas en capítulos previos. Les estamos dando «forma y color». O sea, como decíamos, cólera, impaciencia, miedo, desasosiego, tristeza, depresión, etc.

Voluntad, autonomía y libre albedrío

Aquí nos topamos con una importante objeción, y es la cuestión de si, realmente, como decíamos, la Voluntad es capaz de modular autónomamente las líneas de fuerza o si obedece todo a un mecanismo programado y determinado de antemano.

En realidad son dos cuestiones diferentes aunque íntimamente relacionadas.

– una es la eterna cuestión del libre albedrío, si existe realmente o no. Si todo está mecánicamente predeterminado. Si, realmente, cuando pienso o decido algo, cuando creo que he decidido algo, tal pensamiento, ocurrencia o decisión, no habrá sido puesto en mi mente por un sistema externo generador de ocurrencias, deseos y decisiones.

– otra es la cuestión del ámbito de competencia de la Voluntad autónoma. Es decir: de entre el conjunto de ocurrencias que surgen en mi mente, de entre el conjunto de pulsos vibratorios, la cuestión es discernir cuáles portan un parámetro diferenciador que les otorga el derecho de pertenecer a una categoría conceptual específica y diferenciada del resto: a la categoría de pulsos creadores emanados de la Voluntad autónoma.

Quiero decir que, del conjunto de ocurrencias, imágenes, pensamientos y demás líneas de fuerza que surgen en mi mente, tengo que investigar primero si puedo clasificarlas en tipos. En dos grandes tipos o categorías. Pero con unas características diferenciales evidentes que me permitan decir que éstas son una creación de mi voluntad y ésas otras van por libre.

La Voluntad Creadora en el mundo físico y en el mundo psíquico

Campo físico

En el campo físico, o corporal, las citadas categorías parecen bien diferenciadas. Yo quiero mover un dedo, y muevo un dedo. Quiero mover el brazo y muevo el brazo. Decimos entonces que están bajo el control de la Voluntad. O dicho de otro modo el movimiento del dedo, o del brazo es un evento creado por la Voluntad. O al menos así podemos definirlo, aunque sea de modo provisional.

No ocurre lo mismo con el movimiento de los dedos de mi vecino: quedan fuera del control de mi Voluntad. No es una creación de mi voluntad. Mi relación con el movimiento de mi dedo es esencialmente diferente que mi relación con el movimiento del dedo de mi vecino. Y esencialmente diferente también del movimiento de las nubes, o del movimiento de los astros, que parecen creados o dirigidos por una Voluntad exterior, no importa cual, no importa como, pero no es la mía y autónoma que estamos considerando.

Algo parecido cuando comparamos el movimiento voluntario de un dedo, o de un brazo, con el involuntario resultante de, por ejemplo, un pinchazo o una descarga eléctrica.

Campo mental

En el campo mental y emocional las cosas no son tan claras. Cuando experimentamos rabia o miedo o asco… ¿Hasta qué punto somos capaces de «mover», o actuar (y actuar creativamente) sobre la emoción de modo similar a lo que hacíamos con el dedo?

Una cosa es que, desde el punto de vista corporal, seamos capaces de controlar, o reprimir, el impulso de salir corriendo, por miedo; o de propinarle un puñetazo a nuestro jefe, por rabia, o asesinar al amante de nuestra esposa por celos.

Pero, desde el punto de vista puramente mental y psíquico… ¿Qué ámbito de actuación puede tener nuestra Voluntad? ¿Podemos fabricar a voluntad una emoción para experimentar a la carta rabia o alegría o miedo? O, inversamente, ¿podemos hacer desaparecer a voluntad las emociones o convertirlas en su contraria?

¿O quizá obedecen a una suerte de Voluntad exterior, así como los movimientos reflejos, los movimientos de los dedos del vecino, de las nubes o de los astros?

¿Quizá, sólo estará en nuestra mano darles o quitarles un poquito de su fuerza?

La cuestión tiene su importancia. Y es que en el nivel físico habíamos clasificado ciertos movimientos como «voluntarios» y como creaciones de nuestra Voluntad. Pero ahora pasamos al plano mental donde se crea el deseo, o la decisión de mover el dedo o el brazo.

Y entonces nos preguntamos, ¿Fue realmente esa decisión una creación de nuestra Voluntad?

Porque si el deseo de mover el dedo no ha sido una creación de la Voluntad, ni tampoco la decisión final de moverlo, difícilmente podremos decir, con total propiedad, que hemos movido el dedo «voluntariamente».

Aún así se mantiene la diferencia entre un tipo de movimiento y el otro. El voluntario y el involuntario o reflejo. Y, por supuesto, el movimiento propio y el ajeno.

Vamos a examinarlo más detenidamente.

Visualización creativa

Pensemos en los pensamientos, si se me permite la redundancia. Pensemos en nuestro poder de recordar o visualizar.

Por ejemplo, visualizo una manzana. Una hermosa manzana rojiza, colgando de la rama del árbol…

¿es realmente una creación de mi Voluntad?

Bueno, en realidad, lo que importa, como decía antes, es si esta imagen de la manzana que he creado, que he creído crear, es esencialmente diferente de algún otro tipo de imagen mental que pudiera aparecer en mi espacio mental. Si así fuera… podría suponer (o definir) que la manzana es creación propia y la otra imagen fruto de algún tipo de voluntad exterior. Exterior o inconsciente, o subsconsciente, de momento me da igual.

Pero, realmente… ¿hay alguna otra imagen? ¿Alguna otra imagen de algún otro tipo? ¿Algún otro modelo de vibración psíquica?

Sigamos con la manzana.

Sigamos creando eventos a su alrededor.

El viento, por ejemplo, que menea la rama. Una mariposa revoloteando… Un pájaro se posa sobre la rama y se pone a cantar…

Pero, oye, ¿Realmente he creado yo al pájaro? ¿O quizá alguna línea de fuerza externa lo creó por mí, o a través de mí ? ¿Y cómo fue éso de que se me haya ocurrido crear al pájaro? ¿O alguien lo creó por mí? ¿Alguien puso en mi mente la ocurrencia de la imagen del pájaro? 🤔🤔

Claro que esa misma reflexión se la puedo aplicar a la mariposa, al viento a la rama… y a la propia manzana.

Sigo visualizando la manzana, el árbol el pájaro… intentando llegar a la comprensión de cómo se produce la visualización, de cómo ocurren las imágenes, qué misteriosos procesos tienen lugar para que, de la nada, de repente, en mi mente haya aparecido una manzana, una mariposa, un pájaro…

De repente, una nueva imagen aparece de nuevo. Es mi Jefe. Me recuerda los montones de trabajo atrasado que tengo en la oficina.

¡Ostras! Esa imagen sí que no la he creado yo! Eso ha venido inesperadamente de otro lado, eso ha venido de fuera.

O quizá sí, en cierto modo también es una creación mía. O quizá realmente no sea yo el verdadero creador de ninguna… 🤔🤔🤔…

Pero lo que sí que está claro es que se trata de dos tipos de imágenes (o de videoclips, si se prefiere) diferentes. Asociados a modelos vibratorios diferentes, y por ende categorizables en categorías lingüístico-conceptuales diferentes. Incluso se aprecia una perdida de la calidad de la conciencia cuando me asalta la imagen del jefe, o del amante.

Hay una cierta lucha, una cierta interacción entre ambos modelos vibratorios.

Lo más parecido a un pensamiento propio, o un pensamiento consciente es, parece, el guión de la manzana. Las otras imágenes parecen venir de «fuera», o ser creadas desde fuera. Incluso aunque parezca que también son mías. Incluso aunque parezca que la ocurrencia de visualizar una manzana también ha llegado del exterior.

En cualquier caso, mientras mantengo la atención sobre la manzana, aparentemente por una decisión voluntaria, constantemente me veo asaltado por otro tipo de imágenes intrusas, recuerdos del pasado, pecupaciones por el futuro… Son como digo, modelos vibratorios diferentes, que delimitan ámbitos del psiquismo diferentes.

Veíamos antes que el movimiento voluntario del brazo está asociado a una línea de fuerza esencialmente diferente a la asociada con el movimiento reflejo, o involuntario, y diferente a la asociada al movimiento del brazo de un tercero…

Y así también, ahora, la aparición de la manzana en el espacio psíquico, va asociada a una línea de fuerza diferente que la asociada a la aparición del jefe.

¿Cuál de los dos modelos vibratorios queda más cercano al Yo, al Yo-soy?

¿y cuál queda más cercano al Campo de Fuerza Real?

En principio parece que al de la manzana… Pero solo en principio…, seamos cautos…

Digamos que mientras mantenemos la atención sobre la manzana nos encontramos en un nivel de consciencia superior. Pero cuando nos dejamos llevar por la rueda de los demás videoclips intrusos pasamos a un modelo de semiconsciencia. Y como siempre tendremos diferentes niveles de consciencia, o semiconsciencia, en función de la intensidad de la línea de fuerza intrusa.

Y esto es así por percepción subjetiva directa.

Lidiando con líneas de fuerza ilusorias

» El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuanto provenga del exterior: tristezas, disgustos, enfermedades, pérdidas; todo esto nada debe significar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estas cosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, debéis soportarlas con calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecer siempre contentos y serenos.»(A los pies del maestro)

«No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión. La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a lo cual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlas para siempre.» (A los pies del maestro)

Hay dos vías principales a través de las cuales el buscador puede protegerse de las tormentas emocionales.

Protección física

Una, lo más práctico, evitando las situaciones potencialmente perturbadoras. Retirándonos del mundo, a una cueva o a un monasterio, por ejemplo. Aún así, necesitaremos unos recursos mínimos para subsistir, y si nos retiramos a una comunidad con otros buscadores nos veremos envueltos igualmente en medio de perturbaciones emocionales, luchas de poder, odios, antipatías celos y similares. En cualquier caso, suponemos que hay escenarios más apropiados que otros para el recogimiento mental, y que con una simple decisión en este sentido, aleatoria o voluntaria, quedamos protegidos. Nótese que aquí la voluntad trabaja en el espectro físico, más fácil de controlar, y de definir, en principio.

Coraza protectora

La otra forma es desarrollando internamente, en el espectro psíquico, una imperturbabilidad emocional, una coraza protectora, que nos permita andar por el mundo ajenos a este tipo de tormentas electromagnéticas. El cómo hacerlo, el cómo «desecharlas para siempre» no es asunto evidente.

Podemos suponer que, en el día a día, nos vamos arrimando a lo Real, de modo que espontáneamente vamos creando la citada coraza protectora.

Tiene su sentido. Puesto que sufrimos la influencia de un mundo ilusorio, en la medida en que nos sumergimos en el Campo de Fuerza Real, los diferentes vaivenes de la vida cotidiana no deberían afectarnos.

El dominio de la mente como causa o como efecto del Campo Real

Lo que no queda muy claro es si el «dominio de la mente» es una condición previa y necesaria para arrimarse al campo Real o, inversamente, se trata de una consecuencia directa de la onda expansiva del Campo de Fuerza Real.

El texto no dice nada al respecto, pero casi parece que sugiere que debemos decantarnos por la primera opción. O sea que, deberíamos usar el poder de nuestra Voluntad para controlar las líneas de fuerza ilusorias. Y en la medida en que limpiamos nuestro subsistema de malas hierbas la semilla de lo Real crecerá espontáneamente.

Pero es de suponer, por un lado que, para que exista una disposición previa, la Voluntad debe tener una cierta sintonía con el campo Real. Porque la noción de Voluntad no va asociada necesariamente al campo Real. Podemos hablar de una férrea voluntad de lucha y de control de debilidades y bajos instintos… enfocados hacia el poder y riqueza en clave ilusoria, en clave de apego al mundo fenoménico.

De modo que ya parece se perfilan dos tipos o modos de «Voluntad». Por si no fuese bastante con uno: La voluntad que controla el fenoménico y refuerza el campo de fuerza ilusorio y la voluntad que refuerza el campo Real.

Luego ya podemos suponer que, a medida que el campo de fuerza Real se manifiesta, las líneas de fuerza ilusorias se van debilitando.

De modo que tendriamos una suerte de realimentación.

La atención sobre el mundo físico

«Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a la ventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lo hagáis con toda la perfección posible.«

Si en el epígrafe previo hablábamos de fijar la atención en una manzana y de cómo la atención era interrumpida por ruedas de pensamientos, con ritmo de semiconsciencia, ajenos a la Voluntad, ahora el texto nos sugiere enfocar la atención a nuestras actividades de la cotidiana vida. Describe las interrupciones con la expresión «errar a la ventura».

Tenemos más de lo mismo: interrelacionarse con el mundo fenoménico manteniendo la atención despierta, o si se prefiere, manteniendo un elevado nivel de autoconsciencia.

Puede parecer un poco contradictorio que, si consideramos el mundo fenoménico como ilusorio, pongamos todo nuestro empeño en fijar la atención en lo que se hace y, encima, en hacerlo con la mayor perfección posible. Sin embargo, ya comentamos que, quizá, de lo que se trataba no era exactamente de renunciar al mundo fenoménico, sino de transmutar las líneas de fuerza relacionadas. Habíamos propuesto no identificar necesariamente el concepto de «ilusorio» con el de «fenoménico», sino de elevar el mundo fenoménico, (en tanto que es percepción sensorial) a un nivel vibratorio diferente. O, más exactamente, elevar a un nivel vibratorio diferente las líneas de fuerza que nos ponen en contacto con el mundo fenoménico.
Lo de hacer las cosas «lo mejor posible» también resulta un tanto cuestionable. ¿Perfección respecto a qué? ¿ Respecto a la riqueza y poder que nos pueden reportar nuestras actividades cotidianas? 🤔🤔
Pero, de alguna manera, debemos canalizar nuestro quehacer cotidiano hacia el objetivo propuesto, que era elevar la calidad vibratoria del sistema de líneas de fuerza que nos unen al fenoménico. Y de alguna manera, en absoluto evidente, debemos hacer lo propio con la riqueza y el poder. Las cuales, por otra parte, aunque sea en grado mínimo, se vuelven necesarias en el proceso.

Pulsos de amor

Pensad cada día en alguno de quien sepáis que está triste, que sufre o que necesita ayuda, y enviadle pensamientos de amor.

El prójimo, el próximo, el semejante, es uno de los aspectos más importantes del mundo fenoménico. Siguiendo el mismo principio que hasta ahora, diremos que no se trata de considerar al prójimo como un «elemento ilusorio» a descartar, ni de cortar toda relación refugiándonos en una cueva del Himalaya. Se trata de elevar el nivel vibratorio del sistema de líneas de fuerza que nos ponen en contacto con nuestros semejantes. Pensemos, de momento, que las relaciones psicosociales son fuente de numerosas líneas de fuerza perturbadoras. Pongamos por ejemplo, el odio, la envidia, celos, miedos, venganzas, etc.

La transmutación de este sistema de líneas de fuerza psicosociales, posiblemente sea la investigación más importante a considerar en el Camino. Y con cuidado de no caer en clichés facilongos. Habrá que volver a ello más adelante así que de momento vale con dejar caer la idea.

Todas las tradiciones espirituales hacen hincapié en este asunto, y en la necesidad de modular el sistema psicosocial, lo cual, desde luego, no puede realizarse en el interior de una cueva, a no ser que entendamos el retiro como un eslabón preparatorio, un desarrollo de la Voluntad Consciente, con carácter previo al trabajo en el laboratorio psicosocial.

Vamos a señalar un par de detalles.

Primero en la cuestión de «enviar pensamientos«. O quizá enviar algún tipo de energía psíquica. Se puede entender lo del «envío» en clave poética, como que su fundamento último sea el de mantener nuestro espacio psíquico ocupado en estos amorosos pensamientos.

Pero se puede entender también literalmente, que nuestros pensamientos llegan realmente a su destinatario, influyendo en su estado psíquico. De modo que con el poder de nuestra Voluntad no solo modulamos nuestro ritmo psíquico sino también el de los demás. Para bien o quizá para mal.

Lo dejamos caer aquí, nada más. Supongo que en los próximos capítulos tendremos ocasión de ir desarrollando estas cuestiones.

Adaptación, supervivencia y camino espiritual

Hay que tener en cuenta, en relación con el manejo de las líneas de fuerza ilusorias, que pueden ser, adaptativas. O sea, que tienen su función en la conservación del individuo en su ecosistema natural. Pongamos el miedo, que predispone al individuo hacia la huida o el ataque. O la cólera, claramente agresiva. No estoy muy seguro de la función adaptativa de la tristeza o la depresión, pero seguramente que la tienen en ciertos contextos. Por ejemplo, pueden tener su función en las relaciones psicosociales, el llanto de los niños para conseguir atención, «el que no llora no mama» que se dice. La ira, o la rabia también pueden transmitir eficazmente la información de que alguien está muy disgustado y que conviene tener en cuenta sus puntos de vista. Quien no exprese eficazmente esas emociones corre el riesgo de no ser tenido en cuenta, dando la impresión que, sea lo que sea el conflicto en cuestión, no le importa demasiado.

Claro que en unas sociedades cada vez más democráticas y burocratizadas éstas emociones van perdiendo, y no sin razón, su función. Ante una solicitud administrativa, de cualquier tipo, por ejemplo, es poco probable que sea mejor atendida por el mero hecho de que el solicitante vaya triste o colérico, llorando o amenazando.

En general, en las sociedades modernas, estas reacciones emocionales han perdido buena parte de su función adaptativa y al contrario, pueden resultar más bien nefastas para su adaptación al medio.

Entonces, cabe preguntarse si, cuando el texto habla del control de las emociones, o de los deseos, se refiere únicamente a los contextos en que estas reacciones han perdido su función adaptativa o se refiere a una aniquilación indiscriminada de la vida emocional.

Idealmente, debería referise al primer caso pero me temo que lo que da a entender el texto es que se trata más bien del segundo caso. O sea, se trataría de apaciguar o reducir al mínimo estas reacciones, en cualquier caso. Todo lo cual tendría como consecuencia un menoscabo de los recursos adaptativos del buscador.

Esto no es nada nuevo, ya hemos visto que, con demasiada frecuencia, las aspiraciones y vocaciones espirituales van a estar reñidas con las aptitudes adaptativas del interesado. La propia carencia de deseos comentada en el capítulo previo, la renuncia al deseo de riqueza y poder, parece que no puedan conllevar otra cosa que problemas de adaptación social, o problemas de supervivencia.

Claro que también tenemos deseos, en ciertos contextos, cuyo control sí puede resultar adaptativo.

Pensemos por ejemplo, en los llamados vicios, fumar, beber, drogas, y sus efectos sobre la salud. La lucha por el poder y la riqueza, por otra parte, pueden resultar nefastos para la supervivencia, en determinados contextos, cuando uno se ve envuelto en todo tipo de reyertas, guerrillas, atentados, o guerras en toda regla. La cólera puede provocar una agresión en contexto inadecuado, pongamos que reaccionamos agresivamente en un control de la Guardia Nacional.
De modo que, el camino espiritual va a tener una relación un tanto complicada con las necesidades adaptativas del buscador.

En cualquier caso, este problema no es exclusivo de los caminos espirituales. Aparece siempre que hay consideraciones éticas o humanitarias, o de tipo ecológico o político. El que reparte su riqueza con los pobres, o arriesga su vida implicándose en actividades revolucionarias también sufre una merma de sus posibilidades de supervivencia.

Entonces, o bien nuestra apertura al campo de fuerza Real nos otorga unos poderes , o unos recursos adaptativos extraordinarios, o bien vamos a tener serios problemas para recorrer el Camino. Primero por, la supervivencia propiamente dicha. Pero también por las tormentas emocionales que van asociadas a la lucha por la vida: miedos, inseguridades, preocupaciones etc.

Si existe realmente un camino liberador, para recorrerlo con eficacia, se necesitan recursos, se necesita riqueza y poder, aunque sea en grado mínimo, y el buscador serio debe, de alguna manera, encontrar respuesta a sus necesidades en el laberinto del mundo fenoménico.
Puede ser que el buscador, el colectivo de buscadores, este protegido por una «casta» de orden económico y militar que vele por su supervivencia. Es un modelo típico, la casta sacerdotal, la casta brahamanica, protegida por el poder militar y otorgándole el bienestar y la tranquilidad necesaria para su proceso espiritual.

¿ Claro que, porqué habrían de querer hacerlo? Y con qué criterio iban a distinguir la «verdadera» espiritualidad de la mediocre? No queda muy claro.

Vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas

Creo que al hilo de todo esto toca citar el texto evangélico. Muy sugerente, aunque no creo que sea conveniente tomárselo al pie de la letra. Si nos despreocupamos de nuestra lucha por la vida, lo más probable es que… bueno… ya se sabe… A no ser que tengamos buen enchufe ahí arriba 😉

(Lc. 12.22-31)

22 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

23 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

24 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

25 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;

26 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria nunca se vistió así como uno de ellos.

27 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

28 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

29 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

30 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

31 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Resumen y conclusiones

Bueno, no hemos avanzado mucho en este capítulo, estamos dando vueltas y vueltas a lo mismo.

Hemos profundizado, sí, sobre todo en la cuestión del concepto de la Voluntad, pero todavía está verde y le faltan un par de vueltas de tuerca. Hacen falta un par de buenas sesiones más para elucidar los conceptos y líneas de fuerza que se esconden tras este término.

Y los asociados, como el libre albedrío. El dominio de la mente. El Yo. El deseo…

La relación entre Voluntad y deseo tampoco se aclaró mucho. Parece que el deseo surge en una región más periférica, mientras que la Voluntad iría más unida al Yo, al nivel consciente y al control de los propios deseos. Aún así, el asunto dista mucho de quedar claro.

Es cierto que es el propio texto el que no es muy claro, ni presenta los conceptos muy ordenadamente. Pero tampoco se trata de que el texto nos ordene las ideas, al contrario, se trata de que nosotros ordenemos las ideas del texto, adaptándolas a nuestro contexto personal, si fuese posible.

Ya intuíamos que estos conceptos relacionados con la Voluntad, el deseo y el libre albedrío no estaban muy claros… pero hemos comprobado que están aún menos claros de lo que imaginábamos. Nos consolaremos con ello, que después de todo, no deja de ser un avance.
Supongo que volverán a aparecer desde diferentes ángulos durante los siguientes capítulos, de modo que lo dejaremos así por el momento, a ver si se va aclarando.

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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5 respuestas a ALPDM, (IV.1 Buena Conducta: Dominio de la mente)

  1. J. Krishnamurti negó, al parecer, más tarde que él hubiera escrito «A los pies del Maestro» y sugirió que quizá lo hubiese escrito el teósofo que lo «descubrió» , un tal no se qué Leedbeater
    Acabo de terminar de releer «La síntesis del Yoga» de Sri Aurobindo. Quizá, en el marco de lo dicho en esta obra, lo dicho por usted en este artículo cobre otros matices contextuales algo diferentes.

    Saludos.

    • Isar dijo:

      Hola, gracias por la visita.
      Sí, ya había leído acerca de la controversia sobre la verdadera autoría de este librito.
      Comenté sobre ello en la presentación del comentario:

      https://isaspi.wordpress.com/2018/12/08/a-los-pies-del-maestro/

      En mi opinión el núcleo del libro si que debe ser de Krishnamurti. Unos apuntes manuscritos en inglés chapurriau quizá. Luego Leadbeater corregiría un par de cosillas aquí allí y pondría un par de parches por alla, y le cambiaría la redacción de esto y aquello, y luego Besant haría lo propio, y bueno, posiblemente a Krishnamurti no le haría mucha gracia. Ni a ningún escritor, o pintor, supongo que le gustaría que le hicieran éso con un borrador inacabado de su obra.

      Por eso diría que no lo consideraba suyo.
      Pero oficialmente el libro es de Krishnamurti, y supongo que los derechos de autor (derechos y responsabilidades de autor) son, o fueron suyos, y no me consta que Krishnamurti haya renunciado a ellos. Entonces, creo que debemos citarlo como si fuese suyo, no sé…

      De todas formas, como comentaba en la introducción, el autor es lo de menos. No lo comento porque sea de Krishnamurti, lo comento porque fue un libro que me releí varias veces de joven y me deje influir por alguno de sus párrafos.

      Gracias por la referencia de Aurobindo, no conozco mucho su obra, intentare echarle un vistazo.

      Saludos

      • Muchas gracias por tu respuesta. Estoy leyendo el artículo sobre «A los pies…» que publicaste y al que haces referencia. Me gusta mucho. Así que comprendo que mi comentario no era necesario. Al pasar, te digo que la juventud se sigue notando en tu estilo o forma de escribir, que también me gusta. Sobre Sri Aurobindo, creo que es interesante conocer su obra, así como la de Madre y Satprem. El yoga de las células es mosqueante, si tiene algo de verdad. Sri Aurobindo tiene al parecer una visión de la enseñanza y el aprendizaje espiritual distinta a la Krishnamurti. En fin, te agradezco de nuevo por tus publicaciones, así como por tus «news».
        Saludos.

        • Isar dijo:

          Me he mirado por encima la síntesis del yoga. Duro de roer, me ha parecido, he empezado a leer y a las dos páginas me he dado cuenta de que no había entendido ni retenido nada de lo leído 😉. Ya dice la introducción que la traducción era un poco literal, pero… En fin será para tomárselo con paciencia hasta coger el truco a los matices conceptuales.
          Todo un tocho, doscientas y pico páginas y son al menos tres tomos.

          Menos mal que era una síntesis 😀😀

          A su lado a los pies del Maestro tiene 10 páginas.

  2. Turca del Conurbano dijo:

    Sinestesia.

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