Dominio de la mente y dominio de la acción. Ayudando a la humanidad. Ayudadores y ayudados. La Ayuda como persuasión y represión. Ayudando a manifestar el campo Real. Haz lo que quieras que te hagan. Ayuda como quieras que te ayuden. El gurú ayudador. El deber del deber. «Ellos»
«Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción. En esta labor no caben tibiezas, sino una constante actividad. Pero debéis cumplir vuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin de ayudarlos. Dejad que cada cual cumpla su propio deber, a su modo peculiar; estad siempre dispuestos a ofrecer vuestro apoyo cuando sea necesario, pero nunca os entrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprender a cumplir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer.
Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios. No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables, no deberes imaginarios que otros traten de imponeros. Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo esto también Les servís.
Este corto capítulo resulta un tanto difícil de digerir.
Esperábamos ansiosamente unos consejos espirituales que nos ayudasen a comprender cómo orientar nuestra conducta en el fenoménico. Pero, la verdad, el planteamiento resulta un tanto mediocre. Vayamos párrafo a párrafo.
Dominio de la mente y dominio de la acción
» Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. «
No le veo mucho sentido a la frasecita. Quizá debería decir «si vuestra acción es tal como debe ser perturbará muy poco a vuestra mente«. Digo, por decir algo parecido que tenga sentido.
Una buena acción debe traer como resultado una buena sintonía mental. Al menos la podemos definir así. Y a la inversa: una mala acción traerá como resultado una perturbación mental.
También podríamos decir que el dominio de la mente implica dominio de la acción y a su vez el dominio de la acción realimenta al dominio de la mente.
Una realimentación que no sería absoluta, más bien intervenida por la influencia del fenoménico, de las líneas de fuerza ilusorias.
Quiero decir que el dominio de la acción empuja hacia un mayor equilibrio de la mente. Pero, tanto la influencia positiva de una buena conducta, como la influencia negativa de la conducta equivocada, pueden ser contrarrestadas por las influencias aleatorias de las líneas de fuerza externas, en un sentido o en otro.
Digo, por relacionar la frase con algo coherente, lo demás no le veo pies ni cabeza.
Ayudando a la humanidad
«Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción.»
Bueno, aquí se saca de la manga lo de la ayuda a la humanidad. Lo plantea como si, en algún lugar del texto, ya se habría decidido, o demostrado, que de lo que se trata es de «ayudar a la humanidad». Pero este tema aún no lo habíamos desarrollado.
Y, aunque decidamos que lo correcto es «ayudar a la humanidad», todavía nos queda decidir el cómo habría de llevarse a cabo tamaño propósito. Que no es en absoluto evidente.
Ayudadores y ayudados
Aún así, la idea de «ayudar», en algunos casos, resulta un tanto sospechosa de algo, de un cierto sentido de superioridad, o de un deseo de dominar, de ponerse por encima de los ayudados.
Es un tema que se repite con frecuencia en el texto, lo de la «ayuda», ayuda al prójimo, ayuda a la humanidad…
Cuando nos otorgamos el rol de «ayudadores» nos otorgamos un rol de superioridad, más o menos solapadamente. Se trata, en cierto modo, de una relación de dominación a través de la cual el ayudador-superior somete al inferior-ayudado.
¡ «Ayudar a la humanidad»!, ¡ni más ni menos!
Pero, ¿Ayudar? ¿ O dejarse ayudar? 🤔🤔
Problemas prácticos de las «ayudas»
¿Con qué criterios vamos a determinar a quién corresponde ser ayudado y de qué forma?
Cada cual tiene sus objetivos y deseos en el mundo. Y cada cual agradecería gustosamente cualquier ayuda encaminada a satisfacer dichos objetivos. Pero puede tratarse de objetivos insanos, o criminales, y en cualquier caso los objetivos y deseos de una persona actúan en contra de los de otra.
Ayudar a uno, la mayoría de los casos, en el contexto de una guerra de todos contra todos, tiene como resultado necesario, el perjudicar los objetivos de otro.
Pero ¿Se dejará ayudar la «humanidad»? ¿Se dejará ayudar el prójimo?
Bueno, todo depende, como decía, de lo que entendamos por «ayudar». Si se trata de facilitar a alguien la satisfacción de sus deseos (de riqueza y poder, por ejemplo) no creo que haya mayor problema.
Ahora bien, si por «ayudar» entendemos que el prójimo haga lo que nosotros queremos que haga, lo que nosotros entendemos que es «bueno»… O más exactamente, que cambie su forma de actuar o de pensar, o su sistema de creencias y valores… Como cuando queremos evangelizarle o convertirle a nuestra causa…
Entonces las cosas no van a ser tan fáciles.
La Ayuda como persuasión y represión
En tal caso, la ayuda debe entenderse, primero como «persuasión». Y si no fuera suficiente, aderezarla con un poco de coacción, u opresión, o represión, si se prefiere. Como un buen padre que intenta persuadir a su hijo para que haga ésto o lo otro por las buenas, y siempre por su bien. Si no lo consigue optará por medios más coactivos, castigándose sin paga, o sin postre, o, según los casos, con un par de cachetes.
Y si le sale demasiado rebelde puede solicitar ayuda psiquiátrica, un buen tratamiento neuroleptico por ejemplo, o de electroshock, que le ayude a ayudar a su querido hijo.
Todo ello por el bien del ayudado, por supuesto.
Las intenciones pueden parecer de lo más loable y desinteresado en estos casos. Pero, desde el punto de vista del «ayudado», por estos medios coercitivos, la ayuda no es diferente a la de cualquier otro tipo de represión, o explotación. «Todo para el pueblo pero sin el pueblo»
Ayudando a manifestar el campo Real
La ayuda, en la línea de lo comentado en capítulos previos, se puede enfocar en el sentido de ayudar al prójimo a manifestar la naturaleza Real de cada cual. Ayudar, o no estorbar, al menos.
En cualquier caso no es evidente cómo habría de hacerse, sobre todo considerando que tampoco es evidente cómo desarrollar nuestra propia naturaleza, y considerando que nuestro prójimo quizá no tenga ninguna gana de arrimarse al campo de fuerza Real o, en cualquier caso, tenga sus propias ideas sobre lo Real o la manera de manifestarlo.
De modo que, de entrada, podríamos entender la ayuda Real como un deseo de que nuestro prójimo manifieste en su ser la naturaleza de lo Real. Desearle las mismas cualidades vibratorias que deseamos para nosotros mismos.
Pero hemos visto también que esa manifestación de lo Real, esas cualidades vibratorias, van a depender de las líneas de fuerza ilusorias y fenómenicas. Y que, en parte, podemos modularlas con el poder de nuestra voluntad.
Por ejemplo, si asumimos que, para manifestar ciertas cualidades vibratorias, es necesario es necesario un cierto confort, una cierta tranquilidad, refugio, vestido, comida… Entonces podemos enfocar nuestro deseo de ayuda en el sentido de ayudar a satisfacer estás necesidades básicas.
Claro que, estas condiciones básicas, aunque pudieran ser necesarias no son suficientes. Podemos dar de comer y beber al hambriento y sediento, podemos darle cobijo y sanarle sus heridas…. que una vez recuperado quizá continúe dedicándose a hacer picias, y suerte si no se vuelve contra nosotros, nos ataca y nos roba lo que nos queda. «Cría cuervos que te sacarán los ojos», que se dice.
Así pues, podríamos seguir modulando la estrategia ayudadora limitándola a aquellas personas que, entendemos, harán buen uso de ella.
Lo cual es fácil decirlo pero, ¿cómo saber el uso que cada cual hará de nuestra ayuda? ¿Como saber el grado de sintonía con lo Real manifestado por nuestro vecino? Y, aún así, ¿Privaremos de nuestra ayuda a nuestros vecinos por el mero hecho de que les consideremos un menor grado de desenvolvimiento espiritual?
Haz lo que quieras que te hagan
Hay una regla de oro que viene a decir algo así como que «haz a tu prójimo lo mismo que quieras que haga contigo». O, poniéndola en negativo, «no hagas lo que no quieras que hagan contigo». Se atribuye a los evangelistas cristianos, (Mateo 7:12) aunque me suena debe venir de atrás, desde Confucio, quizá.
Bueno, no suena mal. Parece una buena linea de investigación para orientar la conducta.
Aunque quizá no siempre sea fácil llegar a su esencia profunda.
Por ejemplo, a mí me gusta el chorizo, y me encanta que me inviten a comer y me sirvan las alubias bien aderezadas con unos buenos tropiezos.
Aplicando la citada fórmula, hago a los demás lo que quiero que hagan conmigo, les sirvo los garbanzos con unos buenos pedazos de chorizo, chorizo orgánico y artesano del bueno, y, mira, oye, que me topo con un vegano, o mejor con un musulmán que no puede catar el cerdo. 😈😈
Gentes de otras culturas y otras religiones, Suicidas, masoquistas, homosexuales… pueden tener gustos y disgustos diferentes a los nuestros, y complicarnos la aplicación directa de la sabia receta.
Podemos elevarnos algún peldaño en el nivel de abstracción. En lugar de hacer a los demás, exacta y concretamente, lo que queremos que nos hagan a nosotros, podemos decir: «a mí me gusta que me hagan, o me den, lo que me gusta, lo que deseo. Así que yo haré, o daré, a los demás lo que desean«. (Para lo cual no es menos cierto que primeramente debemos conocer los deseos y aspiraciones de nuestro prójimo)
Pero estamos en el mismo caso comentado más arriba. Mi prójimo puede tener deseos criminales y psicópatas, ¿Le ayudaré a satisfacerlos?
La receta sigue sin funcionar.
Ayuda como quieras que te ayuden
Como último recurso podemos decir: «quiero manifestar la naturaleza Real en mí, por tanto quiero y espero que mi prójimo me ayude, o al menos no me estorbe en mi Camino. Por tanto haré lo que pueda por ayudar a mi próximo a que recorra ese mismo Camino»
Bueno, puede ser. Pero un par de problemas. Primero con aquellos que no quieren recorrer el Camino. Segundo con aquellos que sí quieren recorrer el Camino, o uno parecido, pero tienen puntos de vista diferentes.
Aunque, pensándolo bien, no dejan de ser dos variantes de un mismo problema. En ambos casos se trata de «ayudar» al prójimo a ir por una senda que no es la que ha escogido libremente.
Entonces podemos plantearnos ayudar a los demás a recorrer el Camino en la misma manera en que nos gustaría que nos ayudasen a nosotros. Incluso respetando la senda que hemos elegido.
Con lo cual no sé si avanzamos mucho, porque, igualmente, tenemos diferentes perspectivas sobre el Camino, y diferentes perspectivas sobre el modo en que nos gustaría ser ayudados.
Por ejemplo uno esta muy en su derecho de recorrer el Camino practicando sacrificios rituales de animales y personas, y reivindicar su derecho a que nadie se entrometa en su camino, así como él tampoco se entromete en el nuestro (siempre que no nos otorgue el privilegio de servir como alimento a sus dioses, claro 😎😎)
Igualmente, y volviendo a lo comentado más arriba, tendríamos que valorar si realmente nos gusta que nos coloquen la etiqueta de «ayudados» cual si se tratase de un status de inferioridad, para valorar en qué medida nos corresponde hacer lo propio.
El gurú ayudador
Y ésto tampoco es una cuestión fácil, porque, generalmente, tenemos un doble baremo al respecto. Generalmente tendemos a reconocer y adorar a ciertos gurús en unas coordenadas un tanto asimétricas. No solo no nos importa que el gurú nos coloque en un estatus de inferioridad, sino que nos parece normal y deseable, como deseable nos parece también que el citado gurú nos acepte entre su séquito de ayudados.
Ni se nos pasa por la cabeza imaginar una relación simétrica con el gurú, en la cual invertiéramos la línea de fuerza y nos dispusiéramos a ayudar al Gurú así como él nos ayuda a nosotros. Dándole buenos consejos espirituales por ejemplo. 😉
Pero con los compañeros que también siguen al mismo gurú no toleramos tan fácilmente el mismo intercambio vibratorio. No toleraremos tan fácilmente que el compañero tome el rol de «discípulo avanzado» y tenga el atrevimiento de señalarnos nuestras faltas y «ayudarnos» desde una posición de superioridad. Con lo cual en tal caso nos tocaría hacer lo propio, guardársela y devolvérsela a la primera ocasión.
Bueno, total que nos quedamos un poco con las manos vacías. Parece que sí, que la máxima encierra una profunda Verdad, pero tan pronto como intentamos ponerla en práctica y analizar sus consecuencias prácticas se nos escurre de entre las manos.
El deber del deber
«No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables»
De nuevo nos plantea el texto cuestiones que da por evidentes cuando no lo son en absoluto. ¿Qué es el deber? ¿Cómo saber cuál es mi verdadero deber? ¿Cómo saber si lo que hago es realmente lo que debería de hacer?
Porque el hecho de que alguien considere un deber como «evidente y razonable» no prueba que ello sea así en absoluto.
Nuestro primer contacto con el «deber» suele ocurrir en la escuela, cuando el maestro nos manda los «deberes». O sea son las «órdenes» de la autoridad político militar. Al menos, una autoridad administrativa que actúa al amparo del poder político-militar citado que para el caso es lo mismo.
Así que en un primer momento podemos entender el «deber» como la obligación de obedecer a las autoridades establecidas.
Puede tener su lógica, pues desobedecer a las autoridades puede originarnos serios problemas que, a su vez, nos privarán de la calma necesaria para el Camino.
Además es una definición objetiva. En todo momento sabemos dónde está la autoridad que debemos obedecer, la autoridad capaz de poner en marcha los recursos represivos de persuasión.
Salvo en época de crisis y revoluciones, por supuesto.
Pero también se habla del «deber» en términos subjetivos, de «principios» de «honor», de «dignidad» y similares. Como cuando decimos que «es mi deber cuidar y defender a mi familia». O «es mi deber vengar la muerte de mi hermano» , o «defender al débil» o «decir siempre la verdad»… Y porqué no, «es mi deber rebelarme contra el tirano» o «es mi deber desobedecer las leyes injustas»,
Entonces, el asunto no queda muy claro. Cada cual puede enfocar el sentido del deber de formas muy diferentes.
Puestos a especular, podríamos hablar del deber de «luchar por la vida» y cuidar y defender a los hijos; esto es: por el sustento, comida, vivienda, vestido. Pero ésto es también: luchar por la vida contra otros que, igualmente, sienten el deber de luchar por la vida; defender a nuestros hijos de otros que también están defendiendo a los suyos.
Podríamos hablar de un sistema ético de principios y valores en el cual se enmarca la citada lucha por la vida, asumiendo el deber de respetarlos. Como unas reglas de juego con la cual enfrentarnos a nuestros contrincantes.
Luego se puede hablar del deber de procrear, formar una familia… Con lo que automáticamente uno se ve confrontado con el deber de educar y cuidar a los hijos.
Pero, cambiando un poco el enfoque: ¿A qué se opone el deber?
En principio al placer, a la diversión.
Pero también se opone, parece, a otras actividades vocacionales como estudiar o investigar, o leer la Biblia, o los Vedas… actividades que nos resultan sumamente placenteras y edificantes… pero que debemos aplazarlas para cumplir nuestro deber…
Pero.. ¿Cuál?
Por ejemplo estamos absortos en la lectura de las Upanishad, hemos comenzado a experimentar la sublime realidad del todo es uno, y hemos comenzado a levitar, elevándonos un palmo por encima del suelo…
De repente unos gritos nos interrumpen. Nuestro hijo se ha caído a la piscina, no sabe nadar se ahoga, grita pidiendo auxilio.
¿Qué hacer? ¿Interrumpir el profundo éxtasis espiritual? ¿O dejarme llevar por la mundana y mayávica corriente y salvar a mi hijo?
El Gita lo dice: «el espíritu ni muere ni puede ser matado», «ni hay no-existencia de lo que existe». ¿Qué sentido tiene pues que me preocupe por ello?
La Biblia también dice «todos los cabellos de vuestra cabeza están contados» y «mandaré a mis ángeles para que os protejan y no tropeceis con alguna piedra». Entonces ¿qué?. Dios cuida de mi hijo, Él le ayudará a salir de la piscina. Y si no lo hace ¿Quien soy yo para inmiscuirme en sus designios? Pues aunque muera en la piscina Dios le tiene reservada una morada a su diestra…
Bueno, posiblemente el animal y mayávico instinto maternal sea más fuerte que todo el éxtasis inducido por la literatura sagrada. Posiblemente nuestro nivel de conciencia pase automáticamente al estado de semiconciencia mayávica, y en un par de saltos, y con asombrosa agilidad, y sin saber muy bien cómo, nos plantamos en la piscina y rescatamos a nuestro hijo.
Quizá podamos entender aquí que «era nuestro deber».
Claro que la cuestión sienta precedente.
Porque hoy es nuestro hijo el que cae a la piscina. Mañana pude ser nuestro sobrino, o el hijo de nuestro vecino.
¿Interrumpiremos igualmente nuestro profundo éxtasis para salvar a un extraño?
Pero, espera, que en lugar de mirar por la ventana, miremos por la tele-visión. Miles de niños, cientos de miles de hijos de alguna madre, todos ahogándose, enfermando, muriendo, demandando auxilio.
¿Qué hacer entonces? ¿Abandonar definitivamente el plácido éxtasis espiritual para responder a tanta demanda de auxilio? Y, ¿Como? ¿Dónde empieza y termina mi deber para con el mundo?
Ellos
Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo esto también Les servís.
¿Ellos? ¿Quienes son ellos? Ellos, los Maestros, los Mahatmas, tan traídos y llevados en el seno de la ST.
En su día ya hablamos de Ellos, en la saga de la sociedad Teosófica.
Solo comentar que Krishnamurti, más adelante, termina pasando de Ellos. Especialmente después de darse cuenta de que le estaban tomando el pelo. Parece ser que le prometieron que sería el gran maestro del mundo, siempre en compañía de su querido hermano. Pero su hermano murió, en contra de las proféticas revelaciones de Ellos. A partir de aquí decide desechar este tipo de revelaciones y contactos y apostar por un método que incide directamente en el centro de nuestra conciencia.
Pero, en lo que respecta al comentario de este texto, y engarzando con lo comentado hasta ahora podemos considerar, siendo buenos, que los Maestros simbolizan el nexo con lo Real.
Y entonces, lo que vendría a decirnos es que cumplir con los deberes cotidianos es una forma de mejorar la sintonía con el campo Real.
Pero, claro, todavía no nos hemos aclarado con qué es eso del deber.
Hay una contradicción de fondo, en cualquier caso:
Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios.
Parece que por un lado nuestro deber ordinario es el mejor medio de sintonizar con lo Real. Por otro, parece que no nos deja realizar otro tipo de actividades o «servicios» más acordes con lo Real 🤔🤔
Conclusión
Entonces, bueno, algo hemos filosofado, pero seguimos con más interrogantes que respuestas sobre la mesa.
Después de todo, me quedo con las manos vacías, sin una referencia clara sobre cuál haya de ser la actuación correcta, la estrategia correcta en el campo ilusorio.
Podríamos postular, a modo de resumen que, «la acción correcta es la que ayuda a manifestar el campo de fuerza Real«.
Puesto que en cada momento nos sentimos unidos al campo de fuerza Real de un modo más o menos intenso, podemos calibrar, aunque sea muy rudimentariamente, si la acción, si la estrategia de actuación que venimos desarrollando, se acopla al campo de fuerza Real.
Igualmente puedo postular que «la acción incorrecta es aquélla que nos desconecta del campo de fuerza Real»
Y estos dos postulados básicos, se basan en la premisa fundamental de que nosotros, nosotros solitos, y sin intermediarios, somos capaces de calibrar en qué medida estamos sintonizados con uno u otro de estos campos de fuerza. Con humildad, naturalmente, con la humildad de quién va dando palos de ciego, con la conciencia de que el calibraje puede ir equivocado. Pero con la seguridad de que no hay otra salida, y que nadie puede decidir por nosotros la medida en que vamos discerniendo, cada vez con mayor acierto, la naturaleza de lo Real y sus interacciones con lo ilusorio.
Resumiendo, que, de nuevo, siguiendo a Perogrullo: la acción correcta es la que nos acerca a nuestra idea de Bien. La incorrecta nos aleja de nuestra idea de Bien. Una percepción subjetiva, por supuesto.
Buenos días, Isar. Al empezar a leer encuentro una dualidad mente/acción. Estamos acostumbrados a considerar que, antes de actuar, debe estar en la mente la idea que prescribe la acción y, por tanto, una distancia-tiempo, que constituye esta dualidad, primero lo pienso, luego lo hago. Krishnamurti habla muchas veces que el ver mismo, si es visión de verdad, ya es en sí acción, el ver es obrante, por así decir. Saludos.
Hola José Luis, gracias de nuevo por tus comentarios.
No sé qué quiso decir K. con eso de que ver es actuar. ¿Quizá se refiere a que se trata de una visión, una escucha, activa?
Yo utilizo aquí el término «acción» en el sentido físico, o corporal. O sea, como que conlleva un movimiento del cuerpo. Creo que en esa misma linea se mueve el texto comentado.
Bueno sí, también pensar, o amar, pueden considerarse acciones. Incluso no-actuar puede ser considerado como un tipo de acción.
Las palabras a veces resultan como comodines que pueden adoptar diferentes significados según el contexto.
En cualquier caso, siempre vamos a tener un subtipo de acción, llámesele como se quiera, que va a ser precisamente el acto corporal o con el movimiento del cuerpo. O con la conducta, que era lo que estábamos investigando. Entonces excluiriamos expresamente de este subtipo el ver, el pensar, etc. que no va asociado al movimiento del cuerpo.
Una vez definido este tipo de acción, creo que en parte es correcto el protocolo «primero pienso luego actúo» como el arquitecto que diseña una casa antes de pasar a la acción. O como cuando nos planificamos o hacemos la lista de la compra.
Al menos se contrapone al actuar «sin pensar», como cuando tocamos algo ardiente y retiramos el dedo.
También en nuestra cotidiana vida hacemos las cosas sin pensar con mayor o menor acierto. Si vemos a nuestro hijo ahogándose nos podemos tirar a la piscina sin pensar, de forma refleja, (sin pensar incluso, por ejemplo, que nosotros mismos no sabemos nadar).
Pero no es menos cierto que en nuestra mente ya habíamos «pensando» previamente el patrón general de que «si mi hijo se ahoga mi deber es salvarlo».
Luego tendríamos acciones como hablar o escribir, en las cuales, al mismo tiempo que pensamos actuamos, actuamos en esa forma escrita, o expresamos el pensamiento con la palabra. Escritura creativa, me refiero, no la repetición de un texto memorizado previamente.
Pero, incluso en ese caso, el discurso escrito o hablado, tampoco sale de la nada, se basa en la configuración previa de la mente, en los conocimientos, creencias, pensamientos previos.
En fin, no está muy claro, habrá que seguir dándole un par de vueltas.
Saludos
Gracias por tu reflexión. Creo que JK se refiere a veces a esa acción instantánea, como la del hijo que se ahoga, que pones como ejemplo. El se refiere a que si vemos nuestra casa arder no nos ponemos a debatir inútilmente. La acción parte de una percepción instantánea, una visión directa del problema, que no necesita del pensamiento discursivo. Pero también implica, dicha acción, la visión con alta inteligencia de la situación, ahogo o incendio. Es decir, algo nos dice que el pánico, reacción instantánea emocional o irracional no es respuesta correcta por sí misma. Yo sólo soy un lector más o menos asiduo de este escritor, entre otros, y no puedo decir que lo he entendido del todo, ni mucho menos, ni que me entienda a mí mismo siquiera. Intento ayudarme con todo lo que leo, como con tus artículos. Mis respuestas no son resultado de visión directa inteligente (insight), sólo rumio lo dicho y sigo perdido, creo. Pero..a veces creo entender algo y por eso sigo buscando o reflexionando, aunque muy modestamente. Creo que la enseñanza de JK no contradice las de otros que también parecen haber descubierto las mismas cosas, aunque lo expresen cada uno a su manera. Esta posible unidad de las enseñanzas, que me parece entrever a veces, es una de las cosas que me hace persistir en la búsqueda, aunque me quede sólo en lo intelectual. Esto es justamente lo que señala JK como insuficiente, porque la comprensión intelectual no es la visión directa e inteligente que puede resolver el problema. En ella creo que también interviene lo emocional pero sería unánime con lo mental, una respuesta ordenada o unitaria. Disculpa por extenderme tanto para nada.
Lo peculiar con el incendio, o el hijo que se ahoga, es que exigen una respuesta urgente, y más o menos evidente.
Y son reacciones loablemente correctas. Pero cualquier animal haría lo mismo en defensa de sus crías, por ejemplo.
Si el problema es una enfermedad grave, y tenemos varias opciones terapéuticas, oficiales, naturistas, homeopáticas, chamánicas… lo más prudente será investigarlas un poco, pensarlas, debatirlas…, una opción terapéutica mal elegida puede resultar nefasta, tan mortal como la caída en la piscina.
Otro tipo de reacciones similares, «sin pensar», pueden ser la ira o los celos, aderezados con un poco de alcohol por ejemplo: podemos cometer un crimen, matar a nuestra esposa, o a su amante, o ambos, hijos incluidos. Terminado el múltiple crimen nos echamos las manos a la cabeza diciendo: «no era yo», «no pensé lo que hacía», etc. Una circunstancia que tendrá en cuenta el juez como atenuante. Al contrario que el crimen con premeditación o «prepensado», que se considera más grave por la plena conciencia de los hechos delictivos.
Y, bueno, entre medio tenemos multitud de situaciones cotidianas en las que perdemos nivel de conciencia y pasamos a ejecutar una acción, una tarea o rutina.
Perder nivel del conciencia no quiere decir que se hagan mejor o peor, casi diría que se hacen mejor, más rápido, con más fuerza y eficiencia, sin el estorbo de la mente pensante.
No creo que tenga mucho que ver con el camino espiritual, del cual suponemos que implica una mayor claridad de la conciencia. A no ser que haya una rutina, una función vital peculiar cuya activación conlleve la citada claridad de conciencia y el salto directo al campo de fuerza Real. Pero mientras tanto, y mientras no se active, nos toca seguir filosofando y caminando con lo que tenemos.
Hace tiempo que no leo a Krishnamurti, pero era uno de los filósofos espirituales que más me han gustado y tocado. Tenía intenciones de meterme con su obra madura pero todavía tendrá que esperar algunos capítulos.
Creo recordar que este actuar «sin pensar» se refería a la toma de conciencia de «lo Real». Evidente, si lo Real está más allá del pensamiento, no vamos a acercarnos pensando, ni recordando o repitiendo lo que han pensado otros. Pero tampoco sumergiéndonos en rutinas automáticas e inconscientes instaladas en el cerebro animal (como la defensa de las crías o la lucha por la pareja citadas)
Y en lo que se refiere a cuestiones prácticas, y técnicas, propiamente humanas, no queda otra que pensar, investigar, y aprender de lo que otros han hecho antes.
Creo recordar que K. Ponía el ejemplo del ingeniero que construye un puente. En este caso el constructor si que debe pensar y razonar y calcular afecuadamente la estructura a fin de que no se caiga. Y deberá basarse en la «tradición», deberá basarse en los «libros sagrados» de ingeniería, dónde se describe como debe diseñarse el puente, con la comprobada sabiduría de los puentes que se construyeron en el pasado y siguen aguantando.
Claro que, si no nos acercamos a lo Real pensando, ni siguiendo a las autoridades… ¿Como lo hacemos? ¿Y para qué leer los propios libros del propio K.?
Ninguna receta parece válida, ni siquiera la receta de que las recetas no son válidas. El camino parece esconderse por entre medio de las formulaciones y de entre los extremos y los a opuestos.
Saludos
Pero si cada reto es nuevo, incluso en un problema técnico-científico es necesario para resolverlo la creación, abandonar lo ya conocido por momentos para descubrir la nueva solución al nuevo reto, aunque luego uno use lo ya conocido, si es necesario en la implementación de la solución del problema científico-técnico. Pero, en el mundo no objetivo, de los problemas humanos, la aplicación de fórmulas parece no dar resultado. En este ámbito, puede que la creación deba ser más «radical». A los retos humanos, no técnicos, hay que responder con todo, lo corporal, lo emocional y lo mental. Por eso, por la exigencia de respuesta radicalmente original a cada reto, siempre nuevo, no puede establecerse una receta o un camino ya trillado. Uno tiene que descubrirlo y, en mi caso, un ser humano tan limitado, sospecho que cometiendo muchos errores. Pero no hay otra. No puedo dimitir de mí mismo. Será cuestión de ver qué funciona o no y por qué no funciona o no es correcto. Quizá ésta sea la función del dolor y del sufrimiento, indicadores de que algo no va bien. Comprendo lo que dices. Es imposible convertir a ninguna enseñanza o a ningún instructor en la solución per se de nuestros retos. Si los queremos resolver hay que enfrentarse directa y creativamente a ellos y aprender.
Gracias por tu comentario. Saludos.
Sí, bueno, yo diría que en el campo técnico la creación artístico-tecnica se lleva a cabo sobre la base de los conocimientos técnicos aprendidos. De la misma manera que la creación literaria se realiza sobre la base de un lenguaje aprendido, de un vocabulario y sistema gramatical aprendido, y un escenario preparado con elementos conocidos.
De todas formas no creo que es muy frecuente el quehacer artístico-tecnico. En los buenos departamentos de I+D, quizá.
Pongamos que haya:
una inteligencia, o capacidad de entender, muy demandada, y necesaria para obedecer órdenes.
Un ingenio, o capacidad de resolver problemas nuevos. Nuevos o seminuevos, que normalmente los buenos problemas llevarán asociados elementos conocidos con desconocidos. Una cualidad no tan demandada como la anterior, puede resultar peligrosa.
Y una imaginación, capacidad de plantear nuevos problemas.
Así, a grosso modo, aunque quizá sean cualidades que vienen entrelazadas, y me estoy alejando de la definición oficial.
Por ejemplo, entender la resolución de un problema implica ser capaz de resolver un problema similar, pero un poquito diferente. (Como entender que dos manzanas , juntadas con tres manzanas hacen 5 manzanas, implica poder resolver el mismo planteamiento pero con plátanos)
Estas cualidades pueden aplicarse tanto al campo físico, como al psicosocial como al espiritual. Campos que también van entrelazados, o con áreas comunes. Así tenemos una Física, una psicología, una filosofía… Y finalmente la espiritualidad Krishnamurtiana.
La espiritualidad engarza con la psicología a través de la fílosofia.
Y la psicología engarza con la física, se me ocurre, a través de la biología, y la medicina.
En fin, bueno, más o menos.
Cuando decía que las recetas no sirven, o que son difíciles de aplicar me refería más bien al Camino espiritual, más concretamente al Krishnamurtiano, o a sus aspectos más sutiles..
Las ciencias humanas, como la psicología y sociología, también pueden tener problemas a la hora de elaborar y aplicar recetas. Pero por hacer se hace, aunque sean recetas basadas en estadísticas y probabilidades. Por eso hablamos de que son ciencias.
Pero en el auténtico camino espiritual las recetas no sirven, o deben ser usadas con mucha cautela. Al igual que el lenguaje, que se nos queda corto, y debe de ser interpretado, las más de las veces, en clave metafórica. Porque, ¿Como hablar de lo que está más allá del lenguaje? ¿Como formular acerca de lo que está más allá del tiempo y el espacio?
Digo «auténtico» camino porque hay otro tipo de espiritualidades que van más de la mano de la psicología (el campo de la autoayuda, por ejemplo) o de la política (la religión Natural o clásica, para el gobierno de los pueblos) o incluso de la física (pongamos las ciencias ocultas, el fakirismo, el desarrollo de habilidades extraordinarias, clarividencia, Telepatía, levitación, etc ) o también la Historia, cuando nos centramos en el estudio histórico de personajes que supuestamente vivieron hace dos o tres mil años.
No quiero decir que sean «falsas» solo que pertenecen a campos diferentes, aunque siempre interrelacionados.
Pero, entonces, ¿Como alcanzar aquello que no sabemos lo que es y que nadie nos puede describir?
Parece ser que internamente vamos dotados de algún tipo de energía interna que nos empuja hacia Ello. Pero también parece que esa energía interna debe interactuar con otro tipo de energías externas (llamense maestros, o lecturas o experiencias vitales). Algo así como una semilla que se desarrolla en virtud de sus propias energías internas, pero también necesita interactuar con el sol, el agua, la tierra etc. O como la adquisición del lenguaje. Aprendemos a hablar porque nacemos con la predisposición y los recursos internos necesarios. Pero necesitamos el contacto y la interacción con otros hablantes.
Lo peculiar de la semilla humana es que cada humano es diferente, lleva un programa diferente y tiene necesidades diferentes.
Gracias por seguir ahí
Saludos