Ser o no ser
En el capítulo previo comentaba la introducción a Bhagavad Gita, y de cómo el guerrero Arjuna al ver amigos, familiares y Maestros al otro lado de la barricada decide no pelear.
Entonces, interviene Krishna animándole a batallar y a matar a sus seres queridos.
No suena muy políticamente correcto que digamos… Pero, en fin, Krishna basa su argumentación alegando que, puesto que el espíritu es inmortal, la muerte de los contrincantes es ilusoria, o al menos irrelevante.
Algunos párrafos de la argumentación de Krishna, fuera ya del contexto, me resultaron especialmente impactantes. Me pusieron en órbita, vamos, ya desde el segundo capítulo. Y así permanecí, boquiabierto, hasta terminar el libro.
Los motivos, no sé. El análisis puramente racional del texto quizá no aporta nada nuevo y, en muchos casos, puede ser muy cuestionable. Pero la lectura de estos textos sagrados, de diferentes culturas, influye de manera peculiar en el psiquismo de la peña. Ya especulaba antes, capítulo previo, sobre la posibilidad de que millones y millones de personas, leyendo día tras día estos textos pudieran dejar su huella en el código genético, o inconsciente colectivo, campo astral o similar, quien sabe.
Pero, hipótesis aparte, los hechos son los que son. La lectura de estos textos, en ciertas circunstancias, remueve algo en nuestro interior y nos cambia la clave vibratoria. No para siempre, ni con la misma intensidad, pero dejando su onda expansiva.
Algo similar con la Biblia, y otros textos de temática espiritual, como ya relaté en capítulos previos. Ahora intentaré repasar los párrafos más relevantes de este librito y siempre desde mi peculiar punto de vista subjetivo.
Las puertas secretas de Shamballa no se abrirán por una mera lectura de los textos sagrados. Pero las llaves se hayan codificadas en su interior, de éso no me cabe duda.
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Has llorado por lo que no debe ser llorado y has dicho palabras de sabiduría[1]. Los sabios no lloran nunca ni por los muertos, ni por los vivos. Pues ni yo tuve no existencia jamás, ni tú ni estos reyes de los hombres; ni tampoco llegaremos al no ser de aquí en adelante.[2]
«Ni yo tuve no-existencia jamás … Ni tampoco llegaremos al no-ser de aquí en adelante»[2]
Este parrafito me hizo despertar de una lectura que empezaba a resultar un tanto sinsorga.
No se trataba de demostrar la inmortalidad del Espíritu. En los capítulos previos ya hemos analizado estás cuestiones desde un punto de vista más racional. Se trataba de que, al leer esta secuencia de conjugaciones sintácticas, una chispa prendió en mí y comencé a leer el texto con gran atención.
Pero más cargado de energía venía el siguiente párrafo:
Ni hay existencia de lo que no existe, ni no existencia de lo que existe.[3]
La verdad es que ya contacté con un párrafo similar con ocasión de mis estudios académicos de filosofía: Parménides también decía algo así como que «el Ser es y el no-ser no es». Pero, lo que en aquel primer momento era una simple curiosidad filosófica, ahora se mostraba mejor expresado y con toda su fuerza psicodélica.
Cabe señalar que la palabra «Existencia» fue cobrando una especial significación para mí ya desde mis meditaciones con Mescalina. Más claramente que «Ser», aunque en cierto modo son sinónimos. Como anoté ya en aquel momento: «No existe lo verdadero ni lo falso, solo existe la existencia».
Y en palabras de Paul Dukes:
«¿Quien es capaz de explicar la existencia? ¡Es un fenómeno absolutamente asombroso!
Un parrafito que también me hizo vibrar en su día.
Y a continuación aparece la meditación clásica sobre el Creador y la Creación:
«Has de saber que es indestructible el Ser por y de quien el universo ha emanado»[4]
Las dos meditaciones previas eran el trampolín para saltar a ésta última. Por un momento creí captar una chispa de la esencia del Ser supremo. Incluso el término «emanado» parecía más claro que el clásico «creado». «Crear» tiene la connotación de hacer una cosa partir de otra, a partir de una substancia base, como quien crea una figura de arcilla por ejemplo. «Emanar» sugiere que el Creador es al mismo tiempo la substancia a partir de la cual se forma la Creación.
A partir de aquí, siguiendo el capítulo, las alegaciones dialécticas de Krishna se hacen un tanto cuestionables.
Sí bueno, el razonamiento se entiende. El espíritu es indestructible, y el espíritu es lo único real y válido. Ergo, por lo tanto, podemos matar a quien nos de la gana, que no pasa nada… Siempre y cuando matemos en conciencia de nuestro deber y sin motivaciones egoístas…
Visto desde el punto de vista de que Krishna nos esté dando licencia para matar, como decía, no parece muy políticamente correcto.
Sin embargo, si consideramos a la sociedad como un organismo homicida, si consideramos al «hombre» como «animal militar», homicida y genocida, por activa o por pasiva, porque se engarza directamente en interminables guerras, o porque vive cómodamente gracias a que sus padres y sus gobiernos mataron por él a los menos aptos para la guerra…
Considerando estás circunstancias, los alegatos de Krishna pueden ayudarnos mejor a comprender y perdonar la criminal naturaleza humana.
Las subsiguientes alegaciones en favor de participar activamente en la batalla no hay por donde cogerlas. Tras los profundos argumentos en favor de la inmortalidad del espíritu y tal y cual, Krishna salta a una argumentación más mundana.
«no hay cosa mejor para un Kshatriya (guerrero) que el deber de pelear.»[5]
O sea, que por pertenecer a la casta de los guerreros tiene el deber de pelear. Sí, pero ¿Y contra quién? Quien decide quién debe pelear contra quién, ¿quien decide el sistema de castas y los deberes asociados? ¿Hablamos de filosofía o de política?
Pero el párrafo que sigue resulta todavía más sorprendentemente contradictorio con las propias enseñanzas de Krishna:
Si tú no combates en esta batalla como debes, menospreciarás tu deber y tu gloria, y cometerás un gran pecado. Infamia eterna de ti contarán todos los seres, y la infamia, para un hombre de buen sentido, es peor que la muerte. Por miedo, creerán los de los grandes carros que te has retirado de la batalla, y tú, tenido en gran estima por ellos, por ellos serás despreciado. Ignominias que te infamen hablarán siempre de ti, baldonando tu valor. ¿Más terrible que esto, qué?[6]
Pues resulta que toda la filosofía yoga, toda la filosofía Krishniana se basa en la renuncia al placer de la riqueza, la renuncia a la gloria y la fama, y a mantenerse ecuánime entre la alabanza y el desprecio… Etc …
Y de repente nos viene Krishna a decirnos que debemos pelear para evitar el desprecio, la infamia, y para conseguir el reconocimiento, la gloria y pompa mundana. Y si fuera posible asegurarnos estos terrenales placeres en el más allá…
Más adelante Krishna nos repetirá aquello de que debe actuarse sin la espectativa puesta en una recompensa.
Pero aquí, de momento, nos deja a cuadros.
«Si mueres, ganarás el cielo; si vences, disfrutarás la tierra«[7]
El cielo, en este contexto, se entiende, no es la contemplación directa del Ser Supremo, sino el reflejo astral de la tierra, de una tierra configurada antropocéntricamente y donde se han destruido todos los males y se conservan todos los placeres.
Una doctrina, por cierto, bastante común en todas las religiones del mundo: el buen guerrero que muere matando, en guerra santa, accede al paraíso, al Walhalla, donde le esperan todos los placeres de la tierra multiplicados por 100. Curioso.
¿Porqué aparece mezclada la más sublime filosofía yógica con la mundana religión natural? ¿Será que se están mezclando, cortando y pegando textos de distintas fuentes? ¿O quizá se nos quiere presentar a un Krishna tramposo, juguetón y ambiguo? (No lo digo por decir, que en otras escenas del Mahabarhata parece comportarse así…)
Todo es posible, pero no es relevante. Lo relevante son los textos en sí, los textos con contenido que nos haga vibrar. El resto son adornos donde va enmarcado el hilo filosófico.
Podemos pensar también que vienen entremezclados dos tipos de religiosidad. Por una parte la profunda reflexión filosófica, reservada a los inquietos espíritus buscadores… Y por otra parte, la tradicional reservada a las masas y con el objetivo de mantener un mínimo orden y coherencia social.
Todo este lío de que los buenos guerreros que mueren en combate van derechos al paraíso… Siempre y cuando peleen a favor del bando adecuado, por supuesto…
De las traducciones
La traducción principal que sigo aquí es la de José Alemany Bolufer, de 1896.
Fue un filólogo y académico clásico, su interés en la obra era puramente lingüístico y filosófico, sin, aparentemente, sesgos religiosos.
He contrastado con alguna otra, sin variaciones esenciales, como la de Besant, o Gandhi, o Vijoyananda, pero a mí siempre me ha gustado más ésta, quizá porque fue la primera que leí y que me impresionó. Quizá porque es una traducción directa al español y quizá otras traducciones vengan matizadas y comentadas por los puntos de vista espiritualistas de los traductores.
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Notas
[1] La traducción de Besant varía un poco: «Aun son tus palabras de falaz sabiduría» que en cierto modo resulta más lógica. Si Krishna recrimina a Arjuna, por llorar por lo que no debe ser llorado… no tiene sentido que luego le diga que son «palabras de sabiduría». Parece más acertado que se trate de una «falsa sabiduría», o de una sabiduría convencional, o tradicional, pero sin llegar a la categoría de una sabiduría «suprema».
Vijoyananda traduce: «hablas como un sabio». Mientras que Gandhi: «Vanas palabras de sabiduría»
Julio Pardilla igualmente resalta la connotación negativa: «tus palabras no son palabras de sabiduría«
Roviralta Borrell traduce: «si bien sensatas son tus palabras». O sea, lo que venía a decir al principio, una sensatez, propia de una sabiduría humana pero impropia de una sabiduría divina.
[2] En diferentes formas, cada traducción expresa la misma idea. Aunque una coma arriba o abajo, un sinónimo u otro, quien sabe, puede ser la clave para ponernos en órbita.
Besant utiliza el verbo Ser, en lugar de existir: «Ni Yo ni tu, en tiempo alguno hemos dejado de ser ni
dejaremos de ser en adelante».
Roviralta utiliza los dos verbos: «Ni yo ni tú, en tiempo alguno hemos dejado de existir, ni dejaremos de ser en adelante.»
Vijoyananda: «Nunca hubo un tiempo en que Yo no existiera, ni tú, ni esos reyes, ni dejaremos de existir en el futuro.»
Gandhi: . «Porque Yo nunca dejé de existir, ni ninguno de nosotros dejará de existir en el futuro.»
Pardilla: «Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre.»
A mi me gusta más la de Alemany, «yo no tuve no-existencia» parece que el concepto no-ser, o no-existencia, a un nivel más profundo queda más explícito.
[3] Aquí seguimos profundizando en el no-ser y el no-existir. ¿Existe la no-existencia? Porque si existe deja de ser no-existencia. Y si no existe… pues igualmente deja de ser no-existencia. 😉
Pardilla: «Lo irreal nunca ha existido; lo Real nunca ha dejado de existir.»
Vijoyananda: «Lo irreal jamás existe, lo real nunca es inexistente»
Gandhi: «El No Ser jamás ha existido, y el Ser jamás ha dejado de existir.«
Roviralta: «Lo ilusorio nunca es; lo real nunca puede dejar de ser»
Besant: «Lo que no existe no tiene ser y lo que existe jamás cesará de ser»
Bueno, aquí algunos autores introducen los conceptos, posibles sinónimos de lo real/ilusorio, lo real/irreal junto al ser/no-ser existir/no-existir
La dialéctica real/ilusorio ya la desarrollamos ampliamente en la saga previa, ALPDM. En cierto modo, algo que no es real es algo que no existe. Pero hay algo más. Lo irreal es una ideación subjetiva que no se corresponde con un patrón objetivo absoluto, o supuestamente objetivo o absoluto. Una alucinación pongamos por caso. O una creencia errónea, o confundimos una cuerda con una serpiente…
En un sentido más amplio nuestra ideación subjetiva, que nos induce los sentidos, el espacio-tiempo… no es «real»; es una ideación irreal o ilusoria, o Maya… Claro que, siempre en relación con un patrón objetivo, o al menos diferente, desde las coordenadas de persona iluminada, o que simplemente ha rasgado el velo.
Pero, en cualquier caso, la ilusión existe, aunque solo sea en la mente de la persona alucinada. Aunque solo sea en la mente de los habitantes de la caverna. De modo que, en principio, la no-existencia no parece un sinónimo exacto de lo ilusorio, de lo irreal.. la ilusión existe en la mente de la persona ilusionada. La no-existencia, en términos absolutos no parece exactamente un sinónimo de lo irreal o ilusorio.
[5] [6] y [7] estos párrafos, más o menos se corresponden con las otras traducciones, no aportan nada especial. Es simple sabiduría convencional, posiblemente más fácil de traducir.
Literatura
Bhagavad Gita de acuerdo a Gandhi:
http://yogaconciencia.blogspot.com/2012/07/el-bhagavad-guita-de-acuerdo-gandhi-cap.html?m=1
Roviralta Borrell
Besant:
Vijoyananda:
De Alemany (solo biografía, no encontré versión digital del texto)