ALPDM (IV.2, Buena Conducta: Dominio de la Acción)

Dominio de la mente y dominio de la acción. Ayudando a la humanidad. Ayudadores y ayudados. La Ayuda como persuasión y represión. Ayudando a manifestar el campo Real. Haz lo que quieras que te hagan. Ayuda como quieras que te ayuden. El gurú ayudador. El deber del deber. «Ellos»

«Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción. En esta labor no caben tibiezas, sino una constante actividad. Pero debéis cumplir vuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin de ayudarlos. Dejad que cada cual cumpla su propio deber, a su modo peculiar; estad siempre dispuestos a ofrecer vuestro apoyo cuando sea necesario, pero nunca os entrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprender a cumplir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer.

Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios. No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables, no deberes imaginarios que otros traten de imponeros. Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo esto también Les servís.

Este corto capítulo resulta un tanto difícil de digerir.

Esperábamos ansiosamente unos consejos espirituales que nos ayudasen a comprender cómo orientar nuestra conducta en el fenoménico. Pero, la verdad, el planteamiento resulta un tanto mediocre. Vayamos párrafo a párrafo.

Dominio de la mente y dominio de la acción

» Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. «

No le veo mucho sentido a la frasecita. Quizá debería decir «si vuestra acción es tal como debe ser perturbará muy poco a vuestra mente«. Digo, por decir algo parecido que tenga sentido.

Una buena acción debe traer como resultado una buena sintonía mental. Al menos la podemos definir así. Y a la inversa: una mala acción traerá como resultado una perturbación mental.

También podríamos decir que el dominio de la mente implica dominio de la acción y a su vez el dominio de la acción realimenta al dominio de la mente.

Una realimentación que no sería absoluta, más bien intervenida por la influencia del fenoménico, de las líneas de fuerza ilusorias.

Quiero decir que el dominio de la acción empuja hacia un mayor equilibrio de la mente. Pero, tanto la influencia positiva de una buena conducta, como la influencia negativa de la conducta equivocada, pueden ser contrarrestadas por las influencias aleatorias de las líneas de fuerza externas, en un sentido o en otro.

Digo, por relacionar la frase con algo coherente, lo demás no le veo pies ni cabeza.

Ayudando a la humanidad

«Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción.»
Bueno, aquí se saca de la manga lo de la ayuda a la humanidad. Lo plantea como si, en algún lugar del texto, ya se habría decidido, o demostrado, que de lo que se trata es de «ayudar a la humanidad». Pero este tema aún no lo habíamos desarrollado.
Y, aunque decidamos que lo correcto es «ayudar a la humanidad», todavía nos queda decidir el cómo habría de llevarse a cabo tamaño propósito. Que no es en absoluto evidente.
Ayudadores y ayudados
Aún así, la idea de «ayudar», en algunos casos, resulta un tanto sospechosa de algo, de un cierto sentido de superioridad, o de un deseo de dominar, de ponerse por encima de los ayudados.


Es un tema que se repite con frecuencia en el texto, lo de la «ayuda», ayuda al prójimo, ayuda a la humanidad…
Cuando nos otorgamos el rol de «ayudadores» nos otorgamos un rol de superioridad, más o menos solapadamente. Se trata, en cierto modo, de una relación de dominación a través de la cual el ayudador-superior somete al inferior-ayudado.
¡ «Ayudar a la humanidad»!, ¡ni más ni menos!
Pero, ¿Ayudar? ¿ O dejarse ayudar? 🤔🤔

Problemas prácticos de las «ayudas»
¿Con qué criterios vamos a determinar a quién corresponde ser ayudado y de qué forma?
Cada cual tiene sus objetivos y deseos en el mundo. Y cada cual agradecería gustosamente cualquier ayuda encaminada a satisfacer dichos objetivos. Pero puede tratarse de objetivos insanos, o criminales, y en cualquier caso los objetivos y deseos de una persona actúan en contra de los de otra.
Ayudar a uno, la mayoría de los casos, en el contexto de una guerra de todos contra todos, tiene como resultado necesario, el perjudicar los objetivos de otro.
Pero ¿Se dejará ayudar la «humanidad»? ¿Se dejará ayudar el prójimo?
Bueno, todo depende, como decía, de lo que entendamos por «ayudar». Si se trata de facilitar a alguien la satisfacción de sus deseos (de riqueza y poder, por ejemplo) no creo que haya mayor problema.
Ahora bien, si por «ayudar» entendemos que el prójimo haga lo que nosotros queremos que haga, lo que nosotros entendemos que es «bueno»… O más exactamente, que cambie su forma de actuar o de pensar, o su sistema de creencias y valores… Como cuando queremos evangelizarle o convertirle a nuestra causa…
Entonces las cosas no van a ser tan fáciles.
La Ayuda como persuasión y represión
En tal caso, la ayuda debe entenderse, primero como «persuasión». Y si no fuera suficiente, aderezarla con un poco de coacción, u opresión, o represión, si se prefiere. Como un buen padre que intenta persuadir a su hijo para que haga ésto o lo otro por las buenas, y siempre por su bien. Si no lo consigue optará por medios más coactivos, castigándose sin paga, o sin postre, o, según los casos, con un par de cachetes.


Y si le sale demasiado rebelde puede solicitar ayuda psiquiátrica, un buen tratamiento neuroleptico por ejemplo, o de electroshock, que le ayude a ayudar a su querido hijo.

Todo ello por el bien del ayudado, por supuesto.
Las intenciones pueden parecer de lo más loable y desinteresado en estos casos. Pero, desde el punto de vista del «ayudado», por estos medios coercitivos, la ayuda no es diferente a la de cualquier otro tipo de represión, o explotación. «Todo para el pueblo pero sin el pueblo»
Ayudando a manifestar el campo Real
La ayuda, en la línea de lo comentado en capítulos previos, se puede enfocar en el sentido de ayudar al prójimo a manifestar la naturaleza Real de cada cual. Ayudar, o no estorbar, al menos.
En cualquier caso no es evidente cómo habría de hacerse, sobre todo considerando que tampoco es evidente cómo desarrollar nuestra propia naturaleza, y considerando que nuestro prójimo quizá no tenga ninguna gana de arrimarse al campo de fuerza Real o, en cualquier caso, tenga sus propias ideas sobre lo Real o la manera de manifestarlo.
De modo que, de entrada, podríamos entender la ayuda Real como un deseo de que nuestro prójimo manifieste en su ser la naturaleza de lo Real. Desearle las mismas cualidades vibratorias que deseamos para nosotros mismos.
Pero hemos visto también que esa manifestación de lo Real, esas cualidades vibratorias, van a depender de las líneas de fuerza ilusorias y fenómenicas. Y que, en parte, podemos modularlas con el poder de nuestra voluntad.
Por ejemplo, si asumimos que, para manifestar ciertas cualidades vibratorias, es necesario es necesario un cierto confort, una cierta tranquilidad, refugio, vestido, comida… Entonces podemos enfocar nuestro deseo de ayuda en el sentido de ayudar a satisfacer estás necesidades básicas.

Claro que, estas condiciones básicas, aunque pudieran ser necesarias no son suficientes. Podemos dar de comer y beber al hambriento y sediento, podemos darle cobijo y sanarle sus heridas…. que una vez recuperado quizá continúe dedicándose a hacer picias, y suerte si no se vuelve contra nosotros, nos ataca y nos roba lo que nos queda. «Cría cuervos que te sacarán los ojos», que se dice.
Así pues, podríamos seguir modulando la estrategia ayudadora limitándola a aquellas personas que, entendemos, harán buen uso de ella.

Lo cual es fácil decirlo pero, ¿cómo saber el uso que cada cual hará de nuestra ayuda? ¿Como saber el grado de sintonía con lo Real manifestado por nuestro vecino? Y, aún así, ¿Privaremos de nuestra ayuda a nuestros vecinos por el mero hecho de que les consideremos un menor grado de desenvolvimiento espiritual?

Haz lo que quieras que te hagan

Hay una regla de oro que viene a decir algo así como que «haz a tu prójimo lo mismo que quieras que haga contigo». O, poniéndola en negativo, «no hagas lo que no quieras que hagan contigo». Se atribuye a los evangelistas cristianos, (Mateo 7:12) aunque me suena debe venir de atrás, desde Confucio, quizá.

Bueno, no suena mal. Parece una buena linea de investigación para orientar la conducta.

Aunque quizá no siempre sea fácil llegar a su esencia profunda.

Por ejemplo, a mí me gusta el chorizo, y me encanta que me inviten a comer y me sirvan las alubias bien aderezadas con unos buenos tropiezos.

Aplicando la citada fórmula, hago a los demás lo que quiero que hagan conmigo, les sirvo los garbanzos con unos buenos pedazos de chorizo, chorizo orgánico y artesano del bueno, y, mira, oye, que me topo con un vegano, o mejor con un musulmán que no puede catar el cerdo. 😈😈

Gentes de otras culturas y otras religiones, Suicidas, masoquistas, homosexuales… pueden tener gustos y disgustos diferentes a los nuestros, y complicarnos la aplicación directa de la sabia receta.

Podemos elevarnos algún peldaño en el nivel de abstracción. En lugar de hacer a los demás, exacta y concretamente, lo que queremos que nos hagan a nosotros, podemos decir: «a mí me gusta que me hagan, o me den, lo que me gusta, lo que deseo. Así que yo haré, o daré, a los demás lo que desean«. (Para lo cual no es menos cierto que primeramente debemos conocer los deseos y aspiraciones de nuestro prójimo)

Pero estamos en el mismo caso comentado más arriba. Mi prójimo puede tener deseos criminales y psicópatas, ¿Le ayudaré a satisfacerlos?

La receta sigue sin funcionar.

Ayuda como quieras que te ayuden

Como último recurso podemos decir: «quiero manifestar la naturaleza Real en mí, por tanto quiero y espero que mi prójimo me ayude, o al menos no me estorbe en mi Camino. Por tanto haré lo que pueda por ayudar a mi próximo a que recorra ese mismo Camino»

Bueno, puede ser. Pero un par de problemas. Primero con aquellos que no quieren recorrer el Camino. Segundo con aquellos que sí quieren recorrer el Camino, o uno parecido, pero tienen puntos de vista diferentes.

Aunque, pensándolo bien, no dejan de ser dos variantes de un mismo problema. En ambos casos se trata de «ayudar» al prójimo a ir por una senda que no es la que ha escogido libremente.

Entonces podemos plantearnos ayudar a los demás a recorrer el Camino en la misma manera en que nos gustaría que nos ayudasen a nosotros. Incluso respetando la senda que hemos elegido.

Con lo cual no sé si avanzamos mucho, porque, igualmente, tenemos diferentes perspectivas sobre el Camino, y diferentes perspectivas sobre el modo en que nos gustaría ser ayudados.

Por ejemplo uno esta muy en su derecho de recorrer el Camino practicando sacrificios rituales de animales y personas, y reivindicar su derecho a que nadie se entrometa en su camino, así como él tampoco se entromete en el nuestro (siempre que no nos otorgue el privilegio de servir como alimento a sus dioses, claro 😎😎)

Igualmente, y volviendo a lo comentado más arriba, tendríamos que valorar si realmente nos gusta que nos coloquen la etiqueta de «ayudados» cual si se tratase de un status de inferioridad, para valorar en qué medida nos corresponde hacer lo propio.

El gurú ayudador

Y ésto tampoco es una cuestión fácil, porque, generalmente, tenemos un doble baremo al respecto. Generalmente tendemos a reconocer y adorar a ciertos gurús en unas coordenadas un tanto asimétricas. No solo no nos importa que el gurú nos coloque en un estatus de inferioridad, sino que nos parece normal y deseable, como deseable nos parece también que el citado gurú nos acepte entre su séquito de ayudados.

Ni se nos pasa por la cabeza imaginar una relación simétrica con el gurú, en la cual invertiéramos la línea de fuerza y nos dispusiéramos a ayudar al Gurú así como él nos ayuda a nosotros. Dándole buenos consejos espirituales por ejemplo. 😉

Pero con los compañeros que también siguen al mismo gurú no toleramos tan fácilmente el mismo intercambio vibratorio. No toleraremos tan fácilmente que el compañero tome el rol de «discípulo avanzado» y tenga el atrevimiento de señalarnos nuestras faltas y «ayudarnos» desde una posición de superioridad. Con lo cual en tal caso nos tocaría hacer lo propio, guardársela y devolvérsela a la primera ocasión.

Bueno, total que nos quedamos un poco con las manos vacías. Parece que sí, que la máxima encierra una profunda Verdad, pero tan pronto como intentamos ponerla en práctica y analizar sus consecuencias prácticas se nos escurre de entre las manos.

El deber del deber


«No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables»

De nuevo nos plantea el texto cuestiones que da por evidentes cuando no lo son en absoluto. ¿Qué es el deber? ¿Cómo saber cuál es mi verdadero deber? ¿Cómo saber si lo que hago es realmente lo que debería de hacer?

Porque el hecho de que alguien considere un deber como «evidente y razonable» no prueba que ello sea así en absoluto.

Nuestro primer contacto con el «deber» suele ocurrir en la escuela, cuando el maestro nos manda los «deberes». O sea son las «órdenes» de la autoridad político militar. Al menos, una autoridad administrativa que actúa al amparo del poder político-militar citado que para el caso es lo mismo.

Así que en un primer momento podemos entender el «deber» como la obligación de obedecer a las autoridades establecidas.

Puede tener su lógica, pues desobedecer a las autoridades puede originarnos serios problemas que, a su vez, nos privarán de la calma necesaria para el Camino.

Además es una definición objetiva. En todo momento sabemos dónde está la autoridad que debemos obedecer, la autoridad capaz de poner en marcha los recursos represivos de persuasión.

Salvo en época de crisis y revoluciones, por supuesto.

Pero también se habla del «deber» en términos subjetivos, de «principios» de «honor», de «dignidad» y similares. Como cuando decimos que «es mi deber cuidar y defender a mi familia». O «es mi deber vengar la muerte de mi hermano» , o «defender al débil» o «decir siempre la verdad»… Y porqué no, «es mi deber rebelarme contra el tirano» o «es mi deber desobedecer las leyes injustas»,

Entonces, el asunto no queda muy claro. Cada cual puede enfocar el sentido del deber de formas muy diferentes.

Puestos a especular, podríamos hablar del deber de «luchar por la vida» y cuidar y defender a los hijos; esto es: por el sustento, comida, vivienda, vestido. Pero ésto es también: luchar por la vida contra otros que, igualmente, sienten el deber de luchar por la vida; defender a nuestros hijos de otros que también están defendiendo a los suyos.

Podríamos hablar de un sistema ético de principios y valores en el cual se enmarca la citada lucha por la vida, asumiendo el deber de respetarlos. Como unas reglas de juego con la cual enfrentarnos a nuestros contrincantes.

Luego se puede hablar del deber de procrear, formar una familia… Con lo que automáticamente uno se ve confrontado con el deber de educar y cuidar a los hijos.

Pero, cambiando un poco el enfoque: ¿A qué se opone el deber?

En principio al placer, a la diversión.

Pero también se opone, parece, a otras actividades vocacionales como estudiar o investigar, o leer la Biblia, o los Vedas… actividades que nos resultan sumamente placenteras y edificantes… pero que debemos aplazarlas para cumplir nuestro deber…

Pero.. ¿Cuál?

Por ejemplo estamos absortos en la lectura de las Upanishad, hemos comenzado a experimentar la sublime realidad del todo es uno, y hemos comenzado a levitar, elevándonos un palmo por encima del suelo…

De repente unos gritos nos interrumpen. Nuestro hijo se ha caído a la piscina, no sabe nadar se ahoga, grita pidiendo auxilio.

¿Qué hacer? ¿Interrumpir el profundo éxtasis espiritual? ¿O dejarme llevar por la mundana y mayávica corriente y salvar a mi hijo?

El Gita lo dice: «el espíritu ni muere ni puede ser matado», «ni hay no-existencia de lo que existe». ¿Qué sentido tiene pues que me preocupe por ello?

La Biblia también dice «todos los cabellos de vuestra cabeza están contados» y «mandaré a mis ángeles para que os protejan y no tropeceis con alguna piedra». Entonces ¿qué?. Dios cuida de mi hijo, Él le ayudará a salir de la piscina. Y si no lo hace ¿Quien soy yo para inmiscuirme en sus designios? Pues aunque muera en la piscina Dios le tiene reservada una morada a su diestra…

Bueno, posiblemente el animal y mayávico instinto maternal sea más fuerte que todo el éxtasis inducido por la literatura sagrada. Posiblemente nuestro nivel de conciencia pase automáticamente al estado de semiconciencia mayávica, y en un par de saltos, y con asombrosa agilidad, y sin saber muy bien cómo, nos plantamos en la piscina y rescatamos a nuestro hijo.
Quizá podamos entender aquí que «era nuestro deber».

Claro que la cuestión sienta precedente.

Porque hoy es nuestro hijo el que cae a la piscina. Mañana pude ser nuestro sobrino, o el hijo de nuestro vecino.

¿Interrumpiremos igualmente nuestro profundo éxtasis para salvar a un extraño?

Pero, espera, que en lugar de mirar por la ventana, miremos por la tele-visión. Miles de niños, cientos de miles de hijos de alguna madre, todos ahogándose, enfermando, muriendo, demandando auxilio.

¿Qué hacer entonces? ¿Abandonar definitivamente el plácido éxtasis espiritual para responder a tanta demanda de auxilio? Y, ¿Como? ¿Dónde empieza y termina mi deber para con el mundo?

Ellos

Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo esto también Les servís.

¿Ellos? ¿Quienes son ellos? Ellos, los Maestros, los Mahatmas, tan traídos y llevados en el seno de la ST.

En su día ya hablamos de Ellos, en la saga de la sociedad Teosófica.

Solo comentar que Krishnamurti, más adelante, termina pasando de Ellos. Especialmente después de darse cuenta de que le estaban tomando el pelo. Parece ser que le prometieron que sería el gran maestro del mundo, siempre en compañía de su querido hermano. Pero su hermano murió, en contra de las proféticas revelaciones de Ellos. A partir de aquí decide desechar este tipo de revelaciones y contactos y apostar por un método que incide directamente en el centro de nuestra conciencia.

Pero, en lo que respecta al comentario de este texto, y engarzando con lo comentado hasta ahora podemos considerar, siendo buenos, que los Maestros simbolizan el nexo con lo Real.

Y entonces, lo que vendría a decirnos es que cumplir con los deberes cotidianos es una forma de mejorar la sintonía con el campo Real.

Pero, claro, todavía no nos hemos aclarado con qué es eso del deber.

Hay una contradicción de fondo, en cualquier caso:

Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios.

Parece que por un lado nuestro deber ordinario es el mejor medio de sintonizar con lo Real. Por otro, parece que no nos deja realizar otro tipo de actividades o «servicios» más acordes con lo Real 🤔🤔

Conclusión

Entonces, bueno, algo hemos filosofado, pero seguimos con más interrogantes que respuestas sobre la mesa.

Después de todo, me quedo con las manos vacías, sin una referencia clara sobre cuál haya de ser la actuación correcta, la estrategia correcta en el campo ilusorio.

Podríamos postular, a modo de resumen que, «la acción correcta es la que ayuda a manifestar el campo de fuerza Real«.

Puesto que en cada momento nos sentimos unidos al campo de fuerza Real de un modo más o menos intenso, podemos calibrar, aunque sea muy rudimentariamente, si la acción, si la estrategia de actuación que venimos desarrollando, se acopla al campo de fuerza Real.

Igualmente puedo postular que «la acción incorrecta es aquélla que nos desconecta del campo de fuerza Real»

Y estos dos postulados básicos, se basan en la premisa fundamental de que nosotros, nosotros solitos, y sin intermediarios, somos capaces de calibrar en qué medida estamos sintonizados con uno u otro de estos campos de fuerza. Con humildad, naturalmente, con la humildad de quién va dando palos de ciego, con la conciencia de que el calibraje puede ir equivocado. Pero con la seguridad de que no hay otra salida, y que nadie puede decidir por nosotros la medida en que vamos discerniendo, cada vez con mayor acierto, la naturaleza de lo Real y sus interacciones con lo ilusorio.

Resumiendo, que, de nuevo, siguiendo a Perogrullo: la acción correcta es la que nos acerca a nuestra idea de Bien. La incorrecta nos aleja de nuestra idea de Bien. Una percepción subjetiva, por supuesto.

Anuncio publicitario
Publicado en educación, filosofia, jnana, psicologia, Psikismo, religion, yoga | Etiquetado , , | 6 comentarios

ALPDM, (IV.1 Buena Conducta: Dominio de la mente)

Temperamento y dominio de las emociones. Voluntad y Poder de voluntad. Lo Real, lo ilusorio y la Voluntad Creadora. Voluntad y control de emociones. Voluntad, autonomía y libre albedrío. La Voluntad Creadora: entre el mundo físico y el mundo psíquico. Voluntad y visualización creadora. Voluntad y modelos vibratorios. Ritmo vibratorio consciente y ritmo vibratorio semiconsciente. La Voluntad como Creadora de ritmo consciente. Lidiando con líneas de fuerza ilusorias. La atención sobre el mundo físico. Pulsos de amor. Adaptación supervivencia y camino espiritual.

Dominio de la mente

Bueno, no nos esperábamos que en un capítulo dedicado a la «buena conducta» nos íbamos a encontrar con estos aspectos tan, digamos, mentales. Aunque, sí, en cierto modo, la «conducta mental» no deja de ser éso: conducta. Y el «dominio de la mente», o el dominio de las emociones, influirá indirectamente en la respuesta conductual del sujeto en cuestión.
La mente, lo mental, se define aquí, parece, como un espacio de actividad psíquica que excluye, por un lado, la percepción sensorial, y por otro la Voluntad controladora. Digo que, «parece» porque, igualmente podríamos considerar que la percepción sensorial es parte de la mente. De hecho la percepción se produce en el cerebro, no existe realmente ahí afuera.

En cuanto a la Voluntad controladora… y puesto que estamos hablando de dominar, o controlar la mente… parece que el elemento controlador deba existir fuera de la mente… 🤔🤔 a no ser que digamos que la mente se controla a si misma 🤔🤔…

El concepto de Yo va a ir muy ligado al de «voluntad», bien sea que identifiquemos la voluntad con el yo, o que separemos conceptos como cuando decimos «mi voluntad». De momento usaremos el Yo literalmente como un pronombre personal cuyo sentido depende del contexto y que apunta hacia la voluntad, hacia el sujeto controlador/decisor/hablador.

Pero mejor sigamos con el texto.

«Dominio de la mente implica dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera o impaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tranquilizar el pensamiento y, por medio de la mente, dominio del sistema nervioso, a fin de que se excite lo menos posible.»(«A los pies del Maestro», J. K)

«[Dominio de la mente] significa además firmeza para considerar serenamente cuanto os acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte del tiempo.»(A los pies del Maestro, K.)

Dominio de las emociones

«Dominio de la mente implica dominio del temperamento«, otra palabreja, «Temperamento», que se suele definir en función de la reacción a los estímulos ambientales, «de modo que no podáis sentir cólera o impaciencia«.

Así que el «dominio de la mente» implica el dominio de las reacciones ante los eventos ambientales. Reacciones como pudieran ser la impaciencia y la cólera. Supongo que se podrán añadir toda la cohorte de emociones y reacciones tales como el miedo, el odio, el asco y demás.

El texto lo que cita es éso: impaciencia y cólera. Más abajo habla de «sosegar» y «tranquilizar», que poniéndolas en negativo se convierten en «desasosiego» e «intranquilidad». Luego habla también, más abajo, de tedio e inquietud, tristeza, disgusto, depresión.

Entonces, parece ser, de lo que se trata es de dominar o controlar el movimiento de la vida psíquica.

En el capítulo previo ya hablamos de los «deseos», ahora metemos también las emociones, los sentimientos, los pensamientos… en fin todo lo que se mueve dentro del psiquismo, a excepción de, como señalamos más arriba, las percepciones directas de los sentidos, y a excepción de la Voluntad Creadora, del supuesto Sujeto espectador/actor 😉.

Como estamos hablando de «dominio», o de «control» de la mente, suponemos en principio que una cosa es el objeto controlado y otra cosa el sujeto controlador.

Podemos optar por un modelo no dual, y describir el sistema objeto-sujeto como un «campo vibratorio» o sistema de líneas de fuerza. Entonces, el «dominio de la mente» se corresponde con un determinado nivel vibratorio del campo de fuerza; y el «no-dominio de la mente» o «descontrol de la mente», si se prefiere, se corresponde con otro nivel vibratorio diferente, o con una diferente configuración del sistema de líneas de fuerza. Y, bueno, más exactamente, pensemos en un continuum desde el pleno dominio hasta el pleno descontrol.

En cualquier caso lo que importa, más que la estructura lingüística, es saber de lo que estamos hablando. Y estamos hablando de «lo que es«, una expresión muy sugerente que Krishnamurti utilizará posteriormente en su obra madura. Y lo que es… es lo que es.

Claro que también podemos conjugarlo en primera persona y decir «lo que soy es lo que soy», o «Yo soy lo que Soy» 😉
Dominio, control, poder

En cualquier caso, aquí, la palabra clave de este capítulo yo diría que es el «Dominio». Quizá podríamos hablar de «Control». O también de Poder.

Cotidianamente nos vemos asaltados por líneas de fuerza interconectadas con el mundo «exterior» como las citadas impaciencia, cólera, y todo lo demás.

Y de lo que se trataría es de controlarlas, o dominarlas.

«[Se trata de] evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida»,

Pero, ¿Cómo se hace eso? ¿Podemos controlar las emociones y reacciones de forma similar a como controlamos el movimiento del cuerpo? ¿Podemos ordenarle a una emoción que desaparezca y no vuelva, o se transforme en su contraria, de forma similar a como le ordenamos a una pierna que empiece a andar?

Bueno, vamos a suponer que sí. Que, aunque no sea completamente, que aunque sólo sea en una pequeña medida, supondremos que podemos empujar un poquito para que estas emociones, estás líneas de fuerza ilusorias vayan perdiendo intensidad.

Pero, ¿Cómo? ¿Aguantando la respiración y contando hasta diez?

Puede ser. La sabiduría popular siempre nos ofrece sugerentes recetas.

El deporte también puede ser una ayuda de cara al control de la intensidad de las emociones.

Y si hace falta también hay remedios farmacológicos de todo tipo. La moderna psiquiatría dispone de todo un arsenal para controlar las explosiones emocionales revoltosas.

O intervenciones quirúrgicas. Sabiendo los rincones cerebrales donde tienen lugar las diferentes emociones podemos extirpar, y medicar, y diseñar una mente libre de emociones, o con configuraciones emocionales a la carta, quizá con un par de microchips adecuadamente implantados e interconectados con los nodos cerebrales.

Claro que, quizá, no es eso exactamente a lo que se refiere el texto.

La Voluntad como controladora

Hasta aquí, no tenemos ninguna pista.

Supongamos que, simplemente, «queriéndolo» o «deseándolo» podemos ejercer un control sobre la emoción en cuestión.

Así que toca investigar la esencia profunda del «Poder de la Voluntad». Investigar las teclas concretas que puedan ser pulsadas de modo autónomo.

Así que supondremos que, con el Poder de nuestra mente, o el Poder de nuestra Voluntad, podemos modular, aunque sólo sea un poquito, todas estas actividades psíquicas, de modo similar al modo en que podemos modular, aunque igualmente sólo un poquito, el mundo físico, o mundo de percepción sensorial, con el Poder de la Voluntad aplicado al movimiento de nuestro cuerpo.

Digo que lo suponemos, como punto de partida. Luego ya veremos si llegamos a una contradicción sin salida y debemos replantear la premisa inicial.

La Voluntad ante los campos de fuerza, Real e ilusorio

Engarzando con los capítulos previos, el guión general quedaría como sigue:

Teníamos un campo de fuerza ilusorio, un campo de fuerza Real, y un subsistema autónomo, o microcosmos, que conformaría el Poder Creador, o la Voluntad creadora del buscador.

La Voluntad creadora se ve confrontada con estas líneas de fuerza (miedos, enfados etc) procedentes del campo ilusorio, y que intentará controlar o transmutar.

No es muy claro el texto en relación con si la Voluntad actúa, o si debe actuar, directamente sobre estas Líneas de Fuerza ilusorias. Es decir, que, en el momento en que aparecen, la Voluntad actua, dándoles la orden de que se vayan por donde han venido.

O quizá, el proceso sea más indirecto. Por ejemplo, que el trabajo de la Voluntad consista en reforzar día a día, gota a gota, pulso a pulso, la unión o la sintonía con el Campo de Fuerza Real, de modo que, en virtud de esa unión, las líneas de fuerza ilusorias van perdiendo su influencia y disipándose progresivamente.

Yo casi me inclino por esta segunda opción… aunque, quizá, el trabajo vaya por una doble vía: de un lado la conexión general con el Campo de Fuerza Real; pero, al mismo tiempo, un manejo efectivo de las líneas de fuerza ilusorias en el momento en que se presentan.

Y sin olvidar el enfoque más práctico, que consiste en evitar aquellas situaciones, aquellos escenarios, de nuestra vida cotidiana que favorezcan la aparición de estas tormentas emocionales.

En cualquier caso, la cuestión es que ahora estamos dando nombre a estas abstractas líneas de fuerza comentadas en capítulos previos. Les estamos dando «forma y color». O sea, como decíamos, cólera, impaciencia, miedo, desasosiego, tristeza, depresión, etc.

Voluntad, autonomía y libre albedrío

Aquí nos topamos con una importante objeción, y es la cuestión de si, realmente, como decíamos, la Voluntad es capaz de modular autónomamente las líneas de fuerza o si obedece todo a un mecanismo programado y determinado de antemano.

En realidad son dos cuestiones diferentes aunque íntimamente relacionadas.

– una es la eterna cuestión del libre albedrío, si existe realmente o no. Si todo está mecánicamente predeterminado. Si, realmente, cuando pienso o decido algo, cuando creo que he decidido algo, tal pensamiento, ocurrencia o decisión, no habrá sido puesto en mi mente por un sistema externo generador de ocurrencias, deseos y decisiones.

– otra es la cuestión del ámbito de competencia de la Voluntad autónoma. Es decir: de entre el conjunto de ocurrencias que surgen en mi mente, de entre el conjunto de pulsos vibratorios, la cuestión es discernir cuáles portan un parámetro diferenciador que les otorga el derecho de pertenecer a una categoría conceptual específica y diferenciada del resto: a la categoría de pulsos creadores emanados de la Voluntad autónoma.

Quiero decir que, del conjunto de ocurrencias, imágenes, pensamientos y demás líneas de fuerza que surgen en mi mente, tengo que investigar primero si puedo clasificarlas en tipos. En dos grandes tipos o categorías. Pero con unas características diferenciales evidentes que me permitan decir que éstas son una creación de mi voluntad y ésas otras van por libre.

La Voluntad Creadora en el mundo físico y en el mundo psíquico

Campo físico

En el campo físico, o corporal, las citadas categorías parecen bien diferenciadas. Yo quiero mover un dedo, y muevo un dedo. Quiero mover el brazo y muevo el brazo. Decimos entonces que están bajo el control de la Voluntad. O dicho de otro modo el movimiento del dedo, o del brazo es un evento creado por la Voluntad. O al menos así podemos definirlo, aunque sea de modo provisional.

No ocurre lo mismo con el movimiento de los dedos de mi vecino: quedan fuera del control de mi Voluntad. No es una creación de mi voluntad. Mi relación con el movimiento de mi dedo es esencialmente diferente que mi relación con el movimiento del dedo de mi vecino. Y esencialmente diferente también del movimiento de las nubes, o del movimiento de los astros, que parecen creados o dirigidos por una Voluntad exterior, no importa cual, no importa como, pero no es la mía y autónoma que estamos considerando.

Algo parecido cuando comparamos el movimiento voluntario de un dedo, o de un brazo, con el involuntario resultante de, por ejemplo, un pinchazo o una descarga eléctrica.

Campo mental

En el campo mental y emocional las cosas no son tan claras. Cuando experimentamos rabia o miedo o asco… ¿Hasta qué punto somos capaces de «mover», o actuar (y actuar creativamente) sobre la emoción de modo similar a lo que hacíamos con el dedo?

Una cosa es que, desde el punto de vista corporal, seamos capaces de controlar, o reprimir, el impulso de salir corriendo, por miedo; o de propinarle un puñetazo a nuestro jefe, por rabia, o asesinar al amante de nuestra esposa por celos.

Pero, desde el punto de vista puramente mental y psíquico… ¿Qué ámbito de actuación puede tener nuestra Voluntad? ¿Podemos fabricar a voluntad una emoción para experimentar a la carta rabia o alegría o miedo? O, inversamente, ¿podemos hacer desaparecer a voluntad las emociones o convertirlas en su contraria?

¿O quizá obedecen a una suerte de Voluntad exterior, así como los movimientos reflejos, los movimientos de los dedos del vecino, de las nubes o de los astros?

¿Quizá, sólo estará en nuestra mano darles o quitarles un poquito de su fuerza?

La cuestión tiene su importancia. Y es que en el nivel físico habíamos clasificado ciertos movimientos como «voluntarios» y como creaciones de nuestra Voluntad. Pero ahora pasamos al plano mental donde se crea el deseo, o la decisión de mover el dedo o el brazo.

Y entonces nos preguntamos, ¿Fue realmente esa decisión una creación de nuestra Voluntad?

Porque si el deseo de mover el dedo no ha sido una creación de la Voluntad, ni tampoco la decisión final de moverlo, difícilmente podremos decir, con total propiedad, que hemos movido el dedo «voluntariamente».

Aún así se mantiene la diferencia entre un tipo de movimiento y el otro. El voluntario y el involuntario o reflejo. Y, por supuesto, el movimiento propio y el ajeno.

Vamos a examinarlo más detenidamente.

Visualización creativa

Pensemos en los pensamientos, si se me permite la redundancia. Pensemos en nuestro poder de recordar o visualizar.

Por ejemplo, visualizo una manzana. Una hermosa manzana rojiza, colgando de la rama del árbol…

¿es realmente una creación de mi Voluntad?

Bueno, en realidad, lo que importa, como decía antes, es si esta imagen de la manzana que he creado, que he creído crear, es esencialmente diferente de algún otro tipo de imagen mental que pudiera aparecer en mi espacio mental. Si así fuera… podría suponer (o definir) que la manzana es creación propia y la otra imagen fruto de algún tipo de voluntad exterior. Exterior o inconsciente, o subsconsciente, de momento me da igual.

Pero, realmente… ¿hay alguna otra imagen? ¿Alguna otra imagen de algún otro tipo? ¿Algún otro modelo de vibración psíquica?

Sigamos con la manzana.

Sigamos creando eventos a su alrededor.

El viento, por ejemplo, que menea la rama. Una mariposa revoloteando… Un pájaro se posa sobre la rama y se pone a cantar…

Pero, oye, ¿Realmente he creado yo al pájaro? ¿O quizá alguna línea de fuerza externa lo creó por mí, o a través de mí ? ¿Y cómo fue éso de que se me haya ocurrido crear al pájaro? ¿O alguien lo creó por mí? ¿Alguien puso en mi mente la ocurrencia de la imagen del pájaro? 🤔🤔

Claro que esa misma reflexión se la puedo aplicar a la mariposa, al viento a la rama… y a la propia manzana.

Sigo visualizando la manzana, el árbol el pájaro… intentando llegar a la comprensión de cómo se produce la visualización, de cómo ocurren las imágenes, qué misteriosos procesos tienen lugar para que, de la nada, de repente, en mi mente haya aparecido una manzana, una mariposa, un pájaro…

De repente, una nueva imagen aparece de nuevo. Es mi Jefe. Me recuerda los montones de trabajo atrasado que tengo en la oficina.

¡Ostras! Esa imagen sí que no la he creado yo! Eso ha venido inesperadamente de otro lado, eso ha venido de fuera.

O quizá sí, en cierto modo también es una creación mía. O quizá realmente no sea yo el verdadero creador de ninguna… 🤔🤔🤔…

Pero lo que sí que está claro es que se trata de dos tipos de imágenes (o de videoclips, si se prefiere) diferentes. Asociados a modelos vibratorios diferentes, y por ende categorizables en categorías lingüístico-conceptuales diferentes. Incluso se aprecia una perdida de la calidad de la conciencia cuando me asalta la imagen del jefe, o del amante.

Hay una cierta lucha, una cierta interacción entre ambos modelos vibratorios.

Lo más parecido a un pensamiento propio, o un pensamiento consciente es, parece, el guión de la manzana. Las otras imágenes parecen venir de «fuera», o ser creadas desde fuera. Incluso aunque parezca que también son mías. Incluso aunque parezca que la ocurrencia de visualizar una manzana también ha llegado del exterior.

En cualquier caso, mientras mantengo la atención sobre la manzana, aparentemente por una decisión voluntaria, constantemente me veo asaltado por otro tipo de imágenes intrusas, recuerdos del pasado, pecupaciones por el futuro… Son como digo, modelos vibratorios diferentes, que delimitan ámbitos del psiquismo diferentes.

Veíamos antes que el movimiento voluntario del brazo está asociado a una línea de fuerza esencialmente diferente a la asociada con el movimiento reflejo, o involuntario, y diferente a la asociada al movimiento del brazo de un tercero…

Y así también, ahora, la aparición de la manzana en el espacio psíquico, va asociada a una línea de fuerza diferente que la asociada a la aparición del jefe.

¿Cuál de los dos modelos vibratorios queda más cercano al Yo, al Yo-soy?

¿y cuál queda más cercano al Campo de Fuerza Real?

En principio parece que al de la manzana… Pero solo en principio…, seamos cautos…

Digamos que mientras mantenemos la atención sobre la manzana nos encontramos en un nivel de consciencia superior. Pero cuando nos dejamos llevar por la rueda de los demás videoclips intrusos pasamos a un modelo de semiconsciencia. Y como siempre tendremos diferentes niveles de consciencia, o semiconsciencia, en función de la intensidad de la línea de fuerza intrusa.

Y esto es así por percepción subjetiva directa.

Lidiando con líneas de fuerza ilusorias

» El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuanto provenga del exterior: tristezas, disgustos, enfermedades, pérdidas; todo esto nada debe significar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estas cosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, debéis soportarlas con calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecer siempre contentos y serenos.»(A los pies del maestro)

«No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión. La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a lo cual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlas para siempre.» (A los pies del maestro)

Hay dos vías principales a través de las cuales el buscador puede protegerse de las tormentas emocionales.

Protección física

Una, lo más práctico, evitando las situaciones potencialmente perturbadoras. Retirándonos del mundo, a una cueva o a un monasterio, por ejemplo. Aún así, necesitaremos unos recursos mínimos para subsistir, y si nos retiramos a una comunidad con otros buscadores nos veremos envueltos igualmente en medio de perturbaciones emocionales, luchas de poder, odios, antipatías celos y similares. En cualquier caso, suponemos que hay escenarios más apropiados que otros para el recogimiento mental, y que con una simple decisión en este sentido, aleatoria o voluntaria, quedamos protegidos. Nótese que aquí la voluntad trabaja en el espectro físico, más fácil de controlar, y de definir, en principio.

Coraza protectora

La otra forma es desarrollando internamente, en el espectro psíquico, una imperturbabilidad emocional, una coraza protectora, que nos permita andar por el mundo ajenos a este tipo de tormentas electromagnéticas. El cómo hacerlo, el cómo «desecharlas para siempre» no es asunto evidente.

Podemos suponer que, en el día a día, nos vamos arrimando a lo Real, de modo que espontáneamente vamos creando la citada coraza protectora.

Tiene su sentido. Puesto que sufrimos la influencia de un mundo ilusorio, en la medida en que nos sumergimos en el Campo de Fuerza Real, los diferentes vaivenes de la vida cotidiana no deberían afectarnos.

El dominio de la mente como causa o como efecto del Campo Real

Lo que no queda muy claro es si el «dominio de la mente» es una condición previa y necesaria para arrimarse al campo Real o, inversamente, se trata de una consecuencia directa de la onda expansiva del Campo de Fuerza Real.

El texto no dice nada al respecto, pero casi parece que sugiere que debemos decantarnos por la primera opción. O sea que, deberíamos usar el poder de nuestra Voluntad para controlar las líneas de fuerza ilusorias. Y en la medida en que limpiamos nuestro subsistema de malas hierbas la semilla de lo Real crecerá espontáneamente.

Pero es de suponer, por un lado que, para que exista una disposición previa, la Voluntad debe tener una cierta sintonía con el campo Real. Porque la noción de Voluntad no va asociada necesariamente al campo Real. Podemos hablar de una férrea voluntad de lucha y de control de debilidades y bajos instintos… enfocados hacia el poder y riqueza en clave ilusoria, en clave de apego al mundo fenoménico.

De modo que ya parece se perfilan dos tipos o modos de «Voluntad». Por si no fuese bastante con uno: La voluntad que controla el fenoménico y refuerza el campo de fuerza ilusorio y la voluntad que refuerza el campo Real.

Luego ya podemos suponer que, a medida que el campo de fuerza Real se manifiesta, las líneas de fuerza ilusorias se van debilitando.

De modo que tendriamos una suerte de realimentación.

La atención sobre el mundo físico

«Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a la ventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lo hagáis con toda la perfección posible.«

Si en el epígrafe previo hablábamos de fijar la atención en una manzana y de cómo la atención era interrumpida por ruedas de pensamientos, con ritmo de semiconsciencia, ajenos a la Voluntad, ahora el texto nos sugiere enfocar la atención a nuestras actividades de la cotidiana vida. Describe las interrupciones con la expresión «errar a la ventura».

Tenemos más de lo mismo: interrelacionarse con el mundo fenoménico manteniendo la atención despierta, o si se prefiere, manteniendo un elevado nivel de autoconsciencia.

Puede parecer un poco contradictorio que, si consideramos el mundo fenoménico como ilusorio, pongamos todo nuestro empeño en fijar la atención en lo que se hace y, encima, en hacerlo con la mayor perfección posible. Sin embargo, ya comentamos que, quizá, de lo que se trataba no era exactamente de renunciar al mundo fenoménico, sino de transmutar las líneas de fuerza relacionadas. Habíamos propuesto no identificar necesariamente el concepto de «ilusorio» con el de «fenoménico», sino de elevar el mundo fenoménico, (en tanto que es percepción sensorial) a un nivel vibratorio diferente. O, más exactamente, elevar a un nivel vibratorio diferente las líneas de fuerza que nos ponen en contacto con el mundo fenoménico.
Lo de hacer las cosas «lo mejor posible» también resulta un tanto cuestionable. ¿Perfección respecto a qué? ¿ Respecto a la riqueza y poder que nos pueden reportar nuestras actividades cotidianas? 🤔🤔
Pero, de alguna manera, debemos canalizar nuestro quehacer cotidiano hacia el objetivo propuesto, que era elevar la calidad vibratoria del sistema de líneas de fuerza que nos unen al fenoménico. Y de alguna manera, en absoluto evidente, debemos hacer lo propio con la riqueza y el poder. Las cuales, por otra parte, aunque sea en grado mínimo, se vuelven necesarias en el proceso.

Pulsos de amor

Pensad cada día en alguno de quien sepáis que está triste, que sufre o que necesita ayuda, y enviadle pensamientos de amor.

El prójimo, el próximo, el semejante, es uno de los aspectos más importantes del mundo fenoménico. Siguiendo el mismo principio que hasta ahora, diremos que no se trata de considerar al prójimo como un «elemento ilusorio» a descartar, ni de cortar toda relación refugiándonos en una cueva del Himalaya. Se trata de elevar el nivel vibratorio del sistema de líneas de fuerza que nos ponen en contacto con nuestros semejantes. Pensemos, de momento, que las relaciones psicosociales son fuente de numerosas líneas de fuerza perturbadoras. Pongamos por ejemplo, el odio, la envidia, celos, miedos, venganzas, etc.

La transmutación de este sistema de líneas de fuerza psicosociales, posiblemente sea la investigación más importante a considerar en el Camino. Y con cuidado de no caer en clichés facilongos. Habrá que volver a ello más adelante así que de momento vale con dejar caer la idea.

Todas las tradiciones espirituales hacen hincapié en este asunto, y en la necesidad de modular el sistema psicosocial, lo cual, desde luego, no puede realizarse en el interior de una cueva, a no ser que entendamos el retiro como un eslabón preparatorio, un desarrollo de la Voluntad Consciente, con carácter previo al trabajo en el laboratorio psicosocial.

Vamos a señalar un par de detalles.

Primero en la cuestión de «enviar pensamientos«. O quizá enviar algún tipo de energía psíquica. Se puede entender lo del «envío» en clave poética, como que su fundamento último sea el de mantener nuestro espacio psíquico ocupado en estos amorosos pensamientos.

Pero se puede entender también literalmente, que nuestros pensamientos llegan realmente a su destinatario, influyendo en su estado psíquico. De modo que con el poder de nuestra Voluntad no solo modulamos nuestro ritmo psíquico sino también el de los demás. Para bien o quizá para mal.

Lo dejamos caer aquí, nada más. Supongo que en los próximos capítulos tendremos ocasión de ir desarrollando estas cuestiones.

Adaptación, supervivencia y camino espiritual

Hay que tener en cuenta, en relación con el manejo de las líneas de fuerza ilusorias, que pueden ser, adaptativas. O sea, que tienen su función en la conservación del individuo en su ecosistema natural. Pongamos el miedo, que predispone al individuo hacia la huida o el ataque. O la cólera, claramente agresiva. No estoy muy seguro de la función adaptativa de la tristeza o la depresión, pero seguramente que la tienen en ciertos contextos. Por ejemplo, pueden tener su función en las relaciones psicosociales, el llanto de los niños para conseguir atención, «el que no llora no mama» que se dice. La ira, o la rabia también pueden transmitir eficazmente la información de que alguien está muy disgustado y que conviene tener en cuenta sus puntos de vista. Quien no exprese eficazmente esas emociones corre el riesgo de no ser tenido en cuenta, dando la impresión que, sea lo que sea el conflicto en cuestión, no le importa demasiado.

Claro que en unas sociedades cada vez más democráticas y burocratizadas éstas emociones van perdiendo, y no sin razón, su función. Ante una solicitud administrativa, de cualquier tipo, por ejemplo, es poco probable que sea mejor atendida por el mero hecho de que el solicitante vaya triste o colérico, llorando o amenazando.

En general, en las sociedades modernas, estas reacciones emocionales han perdido buena parte de su función adaptativa y al contrario, pueden resultar más bien nefastas para su adaptación al medio.

Entonces, cabe preguntarse si, cuando el texto habla del control de las emociones, o de los deseos, se refiere únicamente a los contextos en que estas reacciones han perdido su función adaptativa o se refiere a una aniquilación indiscriminada de la vida emocional.

Idealmente, debería referise al primer caso pero me temo que lo que da a entender el texto es que se trata más bien del segundo caso. O sea, se trataría de apaciguar o reducir al mínimo estas reacciones, en cualquier caso. Todo lo cual tendría como consecuencia un menoscabo de los recursos adaptativos del buscador.

Esto no es nada nuevo, ya hemos visto que, con demasiada frecuencia, las aspiraciones y vocaciones espirituales van a estar reñidas con las aptitudes adaptativas del interesado. La propia carencia de deseos comentada en el capítulo previo, la renuncia al deseo de riqueza y poder, parece que no puedan conllevar otra cosa que problemas de adaptación social, o problemas de supervivencia.

Claro que también tenemos deseos, en ciertos contextos, cuyo control sí puede resultar adaptativo.

Pensemos por ejemplo, en los llamados vicios, fumar, beber, drogas, y sus efectos sobre la salud. La lucha por el poder y la riqueza, por otra parte, pueden resultar nefastos para la supervivencia, en determinados contextos, cuando uno se ve envuelto en todo tipo de reyertas, guerrillas, atentados, o guerras en toda regla. La cólera puede provocar una agresión en contexto inadecuado, pongamos que reaccionamos agresivamente en un control de la Guardia Nacional.
De modo que, el camino espiritual va a tener una relación un tanto complicada con las necesidades adaptativas del buscador.

En cualquier caso, este problema no es exclusivo de los caminos espirituales. Aparece siempre que hay consideraciones éticas o humanitarias, o de tipo ecológico o político. El que reparte su riqueza con los pobres, o arriesga su vida implicándose en actividades revolucionarias también sufre una merma de sus posibilidades de supervivencia.

Entonces, o bien nuestra apertura al campo de fuerza Real nos otorga unos poderes , o unos recursos adaptativos extraordinarios, o bien vamos a tener serios problemas para recorrer el Camino. Primero por, la supervivencia propiamente dicha. Pero también por las tormentas emocionales que van asociadas a la lucha por la vida: miedos, inseguridades, preocupaciones etc.

Si existe realmente un camino liberador, para recorrerlo con eficacia, se necesitan recursos, se necesita riqueza y poder, aunque sea en grado mínimo, y el buscador serio debe, de alguna manera, encontrar respuesta a sus necesidades en el laberinto del mundo fenoménico.
Puede ser que el buscador, el colectivo de buscadores, este protegido por una «casta» de orden económico y militar que vele por su supervivencia. Es un modelo típico, la casta sacerdotal, la casta brahamanica, protegida por el poder militar y otorgándole el bienestar y la tranquilidad necesaria para su proceso espiritual.

¿ Claro que, porqué habrían de querer hacerlo? Y con qué criterio iban a distinguir la «verdadera» espiritualidad de la mediocre? No queda muy claro.

Vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas

Creo que al hilo de todo esto toca citar el texto evangélico. Muy sugerente, aunque no creo que sea conveniente tomárselo al pie de la letra. Si nos despreocupamos de nuestra lucha por la vida, lo más probable es que… bueno… ya se sabe… A no ser que tengamos buen enchufe ahí arriba 😉

(Lc. 12.22-31)

22 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

23 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

24 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

25 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;

26 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria nunca se vistió así como uno de ellos.

27 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

28 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

29 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

30 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

31 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Resumen y conclusiones

Bueno, no hemos avanzado mucho en este capítulo, estamos dando vueltas y vueltas a lo mismo.

Hemos profundizado, sí, sobre todo en la cuestión del concepto de la Voluntad, pero todavía está verde y le faltan un par de vueltas de tuerca. Hacen falta un par de buenas sesiones más para elucidar los conceptos y líneas de fuerza que se esconden tras este término.

Y los asociados, como el libre albedrío. El dominio de la mente. El Yo. El deseo…

La relación entre Voluntad y deseo tampoco se aclaró mucho. Parece que el deseo surge en una región más periférica, mientras que la Voluntad iría más unida al Yo, al nivel consciente y al control de los propios deseos. Aún así, el asunto dista mucho de quedar claro.

Es cierto que es el propio texto el que no es muy claro, ni presenta los conceptos muy ordenadamente. Pero tampoco se trata de que el texto nos ordene las ideas, al contrario, se trata de que nosotros ordenemos las ideas del texto, adaptándolas a nuestro contexto personal, si fuese posible.

Ya intuíamos que estos conceptos relacionados con la Voluntad, el deseo y el libre albedrío no estaban muy claros… pero hemos comprobado que están aún menos claros de lo que imaginábamos. Nos consolaremos con ello, que después de todo, no deja de ser un avance.
Supongo que volverán a aparecer desde diferentes ángulos durante los siguientes capítulos, de modo que lo dejaremos así por el momento, a ver si se va aclarando.

Publicado en antropologia, filosofia, gnostico, jnana, neurologia, psicologia, Psikismo, yoga | Etiquetado , , , | 5 comentarios

ALPDM (IV, buena conducta)

Discernimiento y carencia de deseos

El problema de la conducta, de «la buena conducta», ya venía planteado en los capítulos previos del texto.

Por el Discernimiento nos encontrábamos con que el mundo fenoménico es ilusorio, y por tanto cualquier conducta en este mundo debería pertenecer igualmente al campo de fuerza ilusorio. De modo que, en principio, no procedería hablar de «buena conducta». Al menos no resulta evidente en absoluto como debe de entenderse.

Por la Carencia de Deseos nos encontrábamos con que, si seguimos el citado camino de extirpar todos los deseos, si llegamos a un punto en que no deseamos nada… pues tampoco podemos desear ningún tipo de conducta, ni buena ni mala. No podemos desear hacer algo, ni hacerlo ni no-hacerlo.

Aclarando conceptos: lo Real, lo fenoménico y lo ilusorio

Esto nos llevaba a un callejón sin salida, al menos intuimos que no puede ser exactamente así.

El propio texto se saca de la manga algunos modelos de «buena conducta» lo cual entra en contradicción con el planteamiento que el mismo texto hace en relación con el carácter ilusorio del mundo y la «carencia de deseos».
Hay algunas ideas que no están muy claras y conviene darle un par de vueltas antes de seguir adelante.

Vamos a ver: estamos identificando lo ilusorio con lo fenoménico, tal como sugería el texto desde el principio.

Y estamos entendiendo lo ilusorio-fenoménico como opuesto a lo Real. Opuesto e independiente, como si lo Real y lo fenoménico estuviesen separados en departamentos estancos.

Hay ciertas tradiciones, o interpretaciones espirituales, que refuerzan este punto de vista. Que, por ejemplo, sitúan lo Real en el «interior» del buscador. Es así que se habla del «Dios interno», o la «Voz interior» o de «dirigir la mirada hacia el interior». Se plantea el mundo sensorial, fenoménico, como algo pecaminoso en sí mismo, como si tuviésemos que cerrar los ojos al mundo o retirarnos a meditar a una cueva cuanto más oscura y profunda mejor. Pues si tu ojo te hiciere pecar… (Mateo: 18:9 y 5:29)

El modelo de interpenetración

Sin embargo, la relación de lo fenoménico con lo Real, quizá no deba entenderse en este sentido de separación estricta. Podríamos describir esta relación como de interpenetración. Como que ambos campos vibratorios se interpenetran.

Así, una conciencia humana sumida en la ilusión fenoménica, supongamos por ejemplo, que va despertando a lo Real. Pero no por ello el mundo fenoménico desaparece, ni se obscurece. Al contrario brilla con una nueva luz. Vibra con una nueva frecuencia, con un nuevo patrón vibratorio si se me permite la redundancia. Las líneas de fuerza que interconectan lo «interior» con lo «exterior» se van transmutando según un nuevo patrón vibratorio. Digamos que se manifiesta el principio Real que se oculta en el interior de la manifestación exterior, si se me permite el juego de palabras.

Pensemos que el primer concepto ilusorio a considerar es el Espacio euclídeo, que no existe nada realmente «ahí afuera», sino sólo como reflexión de nuestros sentidos.

Ahora bien, si no existe el Espacio entonces tampoco existe realmente lo exterior ni por tanto tampoco lo interior. De modo que ni lo Real ni lo ilusorio se encuentran ni «dentro» ni «fuera», ni pueden encontrarse en «lugares» distintos. Quizá podríamos describirlos mejor, como decíamos, como campos vibratorios que se interpenetran ante la conciencia del buscador. O, si se prefiere, podríamos decir que la conciencia del buscador está formada esencialmente por estos dos campos vibratorios interpenetrados.

La interpenetración en la tradición filosófica y espiritual

Tenemos también interpretaciones y tradiciones que apuntan en este sentido. Por ejemplo, cuando se dice que «Dios está en todas partes». O «más cerca que los pies y las manos» . O que «Dios está en Todo y Todo está en Dios».

Pensemos ahora en el buscador que experimenta un atisbo de lo Real mientras contempla una puesta de sol, o el cielo estrellado, o el movimiento de las olas del mar… de modo que pareciera, como decía, que el principio Real se oculta igualmente tras la trama fenómenica.

En cualquier caso, tenemos que la manifestación de lo Real se relaciona directamente con una conducta en el plano ilusorio, que es a donde queremos llegar.

Las cosas no serán tan fáciles para el pobre buscador que, al día siguiente, volverá al mismo lugar y a la misma hora, a experimentar la misma puesta de sol, y con ello la misma iluminación… pero, nada, algo falla, alguna pieza falta en el puzzle…

Aquí, lo importante es que, con este modelo, el buscador no se queda de brazos cruzados. Sabe que los ansiados atisbos de lo Real se encuentran escondidos en cualquier rincón del sistema vibratorio en que se desenvuelve y que pueden ser desvelados a través de una acertada conducta.

Y, por supuesto, tenemos al discípulo que experimenta su iluminación escuchando al Maestro, un Maestro que no es otra cosa que un «elemento exterior», según el lenguaje clásico newtoniano. Un maestro al cual se accede, entre otros, desplazándose a lo largo del espacio-tiempo, desplazándose el día D, a la hora H, al número tal de la calle cual, donde el maestro K. impartirá su charla.

Tres cuartos de lo mismo para el buscador que encuentra la luz en la lectura de los textos sagrados.

También tenemos el enfoque inverso: si constatamos que una determinada línea de fuerza fenómenica bloquea nuestro contacto con el campo Real, entonces nos veremos obligados a protegernos de ella… a través de una adecuada conducta en el mismo plano fenoménico. No sé, pensemos en cualquier tipo de adversidad que nos interrumpe cuando estamos meditando plácidamente sobre los misterios de lo divino y lo humano: temperaturas extremas, frío o calor, un ataque de una fiera, un disgusto, las notas de nuestro hijo o una caída en picado de la bolsa.

Lo sensorial: entre lo ilusorio y lo real

De modo que, en resumidas cuentas, lo que tendríamos serían dos campos vibratorios que se interpenetran entre sí.

– el campo de fuerza Real

– el campo de fuerza ilusorio

Pero ahora vamos a dejar de identificar biunívocamente lo fenómenico, o lo sensorial, con lo ilusorio.

Lo ilusorio lo vamos a asociar a un campo vibratorio, un ritmo vibratorio peculiar que a su vez puede ir asociado a lo sensorial.

Pero, igualmente, lo Real, lo asociamos a un campo vibratorio peculiar, que también puede ir asociado a lo sensorial.

O dicho de otra manera, que lo sensorial puede manifestar ambas claves vibratorias.

Pensemos, como decía antes, que la onda expansiva del campo de fuerza Real alcanza a los órganos sensoriales, a través de los cuales tiene lugar la experiencia sensorial fenoménica. De modo que la cualidad «sensorial» en sí no nos dice nada acerca del carácter ilusorio de un evento.

Toda una lástima, porque a todos nos gustan las recetas fáciles. Y nada más fácil que identificar lo sensorial con lo ilusorio, y lo desechable. Pero, con este otro modelo, lo que toca es discernir cuáles de las experiencias sensoriales vienen vivificadas por el campo Real, o cuáles por lo ilusorio, o en qué proporción, para lo cual no disponemos de recetas fáciles.

Pero, al menos, disponemos de un marco conceptual básico a través del cual investigar la cuestión de «la buena conducta».

La Voluntad Creadora como subsistema autónomo

Nos vemos obligados a postular un principio autónomo coexistente con los dos campos de fuerza: una «voluntad creadora», local, o parcial, que es capaz de actuar sobre el fenoménico y modular el ritmo vibratorio de ambos campos de fuerza.

Digamos que sea capaz de emitir «pulsos vibratorios» que, según su cualidad o calidad, influirán en el ritmo vibratorio global, acercándola, o sintonizándola, bien al campo Real, bien al campo ilusorio.

Pero, ¿Porqué hablar de «Voluntad» y no de «Deseo»? ¿Cuál es la diferencia? ¿No podemos hablar de un «Deseo Creador»? ¿Merece la pena introducir un nuevo término?

La verdad es que no sé porqué me ha venido a la cabeza esta nueva palabreja. Parece que suena más elegante, como que la voluntad se encarga de cosas más «serias». Pero, de momento, creo que podemos considerarlas como sinónimos. O quizá la voluntad como un subtipo de deseo.

Sí, es cierto, se dice que la voluntad se opone al deseo. Pero también podríamos decir que un Deseo se opone a otro deseo. El deseo se conjuga con el verbo «desear», la voluntad con el «querer». Pero, a fin de cuentas, es casi lo mismo. «Yo quiero un coche nuevo» o «yo deseo un coche nuevo». La voluntad parece ir revestida de una mayor autoridad: «yo deseo un coche nuevo, pero quiero ahorrar». También podría decir: «deseo un coche pero deseo ahorrar» o «quiero un coche nuevo pero quiero ahorrar». «Quiero dejar de fumar» o «quiero vencer el deseo de fumar», pero también, «deseo dejar de fumar», o «deseo vencer el deseo de fumar» 🤔🤔

La voluntad parece que tiene una vocación más a largo plazo, como implicada en una estrategia de medios con arreglo a fines. En el ejemplo del tabaco, el objetivo a largo plazo es la salud, el deseo a corto plazo es el fumar…

Se habla también de la «fuerza de voluntad», como quien quiere dejar de fumar pero no tiene voluntad suficiente. También se puede decir que el deseo de fumar pone constantemente en jaque al deseo de no fumar.

En fin, que la diferencia no la veo muy clara. De momento los plantearé casi como sinónimos, o subtipos de un mismo concepto, ya le daremos una vuelta en otro momento.

No es cuestión baladí, a mis años, ¡Cofff Cofff Cofff! y todavía sin tener claros estos conceptos básicos.

El Yo como «Todo»

Y, bueno, ¿dónde situamos al «buscador», o al Yo del buscador?

Por un lado, podemos decir que el Yo lo es Todo, o sea, el conjunto de los dos campos de fuerza interpenetrándose, o el conjunto de toda la experiencia existencial del buscador.

Pero con el mismo criterio podemos afirmar que, puesto que el Yo lo es Todo, nos sobra el concepto, y lo mismo nos da decir que el Yo no es Nada.

Me aclaro un poco con éso de que el Yo lo es Todo. Con «Todo» me refiero a la experiencia existencial del sujeto, incluida la percepción sensorial directa. Por supuesto, podemos suponer que tras la percepción fenoménica se oculta una realidad que existe independientemente de dicha percepción. Esa realidad desconocida no formaría parte de ese Todo, ni de ese Yo (aunque sí las imágenes o suposiciones que podamos hacernos al respecto). Por tanto se trata de un Todo subjetivo y relativo al «sistema de coordenadas» del sujeto alrededor del cual gira este Todo.

El Yo como «Parte»

Otra opción que tenemos es la de considerar al Yo como una Parte, un microcosmos o un subsistema vibratorio autónomo, interpenetrándose igualmente de los citados campos de fuerza, Real e ilusorio. Entonces tendríamos tres conceptos principales:

– el campo de fuerza Real, o campo vibratorio Real

– el campo de fuerza ilusorio

– el Yo, como un subsistema autónomo e interrelacionado con los campos de fuerza citados.

Pero para considerar la existencia de un subsistema autónomo debemos definir sus características diferenciales; o sea, aquellos parámetros que le son propios y que le distinguen del resto de los sistemas con los que se relaciona.

El Yo y la Voluntad creadora

En nuestro caso, el parámetro clave iba a ser la «Voluntad creadora», el principio autónomo citado más arriba. La capacidad de modular autónomamente la cualidad vibratoria de los campos de fuerza puestos en juego.
Entonces, digamos que, en general, el mundo fenoménico aparece sin la intervención del buscador, como si fuese fruto de un mecanismo, o una «Voluntad» ajena, o externa, y que en su mayor parte escapa al control del yo.

Igualmente, las caricias que podemos recibir del Campo de Fuerza Real resultan caprichosas y, en cualquier caso, vienen y van, igualmente como movidos por una Voluntad o mecanismos externos.

Pero también atribuimos al buscador una voluntad propia, una capacidad de decidir y de actuar sobre el mundo fenoménico, de modo limitado, por supuesto. Una capacidad de pensar, de sentir y, en suma, de generar patrones vibratorios propios, o generar pulsos vibratorios autónomos que, uno tras otro, generan un campo de fuerza propio con todo el derecho a recibir un status de autonomía en toda regla.

Libre albedrío

Todo ello viene relacionado con lo que comúnmente se denomina como libre albedrío. A partir de este libre albedrío el buscador tomaría decisiones propias, emitiría pulsos vibratorios propios y conformaría un campo de fuerza propio. Un campo de fuerza particular que, en general, presentará una estructura vibratoria intermedia entre el campo Real y el ilusorio. Digamos que recibe una influencia, o una inducción de cada uno de los campos y por el Poder de su voluntad se arrima a uno o a otro.

O, dicho en terminología clásica: el Buscador tiene un ángel en el hombro derecho y un diablo en el izquierdo. Ambos le susurran al oído para que se arrime hacia el Bien o hacia el Mal, pero finalmente, el buscador, con el poder de su voluntad y de su libre albedrío, decide autónomamente el camino a seguir.

Es el planteamiento clásico de que el ser humano, o la humanidad en su conjunto, es el campo de batalla donde se enfrentan el Bien y el Mal

En fin, que seguimos dando largos rodeos para volver a los planteamientos espirituales más elementales.

Determinismo, libre albedrío y subsistema autónomo

Se puede cuestionar si realmente existe el controvertido libre albedrío, la libre voluntad para inclinarse hacia el Bien o hacia el Mal, o si quizá, realmente, todos nuestros deseos, todas nuestras inclinaciones, todas nuestras decisiones, en suma, nos vienen condicionadas, determinadas, o predestinadas, por energías externas, inconscientes, o por una Voluntad divina, y que, finalmente, todo éso del libre albedrío no sea más que una ilusión.

Es un debate interesante sobre el que habrá que volver de nuevo.

En cualquier caso, aquí lo que nos interesa es carácter autónomo de la voluntad creadora, más que el hecho de si es realmente libre o no.

Quiero decir que, por ejemplo, la expresión «yo muevo un dedo» se refiere a un evento esencialmente diferente al referenciado por la expresión «tu mueves un dedo«, o «él mueve un dedo«. La línea de fuerza que actúa para realizar el «yo muevo un dedo» es esencialmente diferente a la que actúa en el resto de los casos (desde el punto de vista del origen de coordenadas del subjetivo Sujeto, me refiero).

Entonces es perfectamente legítimo suponer la existencia de un Yo, de una voluntad local, de un subsistema autónomo que produce estas actuaciones. Incluso aunque luego se demuestre que, en el transfondo de todo, finalmente, la decisión no es libre, ni aleatoria, sino que está dirigida en última instancia por fuerzas externas, por una Voluntad externa.

Mis decisiones son «mías» y son esencialmente diferentes a las decisiones que toma Otro. Digo que son esencialmente diferentes, precisamente por eso, porque parten de un subsistema de «coordenadas» diferente. Igualmente, mis pulsos vibratorios son «míos» y son esencialmente diferentes de los pulsos emitidos por un tercero, o por cualquier otra entidad del cosmos. Incluso aunque se demuestre, como decía, que en última instancia, el pulso viene generado, determinado o predestinado por una fuente exterior.

Si mi voluntad creadora parcial es, a su vez, la creación de otra Voluntad Creadora de orden superior entonces la parcial creación final, en cierto sentido, no es mía sino de la Voluntad Creadora de rango superior. Pero, en cualquier caso, la creación ha tenido lugar en un subsistema particular y diferenciado.

O, dicho de otra manera, la creación (léase también actividad o conducta) que la Voluntad de nivel superior crea a través de mi voluntad, de nivel inferior, es esencialmente diferente que la creación creada, por esa misma Voluntad superior, a través de la voluntad de otras entidades decisorias, a través de otros subsistemas decisorios. Las líneas de fuerza son esencialmente diferentes y por tanto resulta apropiado, y necesario, describirlas a partir de estructuras conceptuales diferentes. Y resulta apropiado, por tanto, postular la existencia de un Yo, de una voluntad parcial, como subsistema diferenciado.

Filosofía conductual

Entonces, resumiendo, que el buscador, a través de su actividad física, mental y emocional va modelando la calidad del sistema vibratorio en el cual se desenvuelve y del cual forma parte.

Lo importante ahora es que hemos salvado la contradicción que nos impedía filosofar sobre una «buena conducta», una buena actuación (actuación creativa, por cierto) sobre el mundo fenoménico.

Suponemos entonces que, a través de nuestra conducta, podemos influir sobre la calidad del sistema vibratorio, vivificando bien sea el principio Real o bien sea el principio ilusorio.

Podemos suponer, que para que la semilla de lo Real pueda germinar, para que el campo de fuerza Real pueda vivificarse en el subsistema subjetivo, quizá sean necesarias ciertas condiciones, cierto recogimiento, cierta tranquilidad que la vorágine cotidiana no favorece demasiado. Pongamos por ejemplo que nos encontremos en mitad de una batalla, de una reyerta. O en condiciones extremas de mucho frío, o mucho calor, o tumbado sobre una cama de clavos. O quizá perdidos, de noche en la selva sintiéndonos acechados por las fieras.

Todo esto es igualmente tenido en cuenta por numerosas escuelas espirituales que predican ciertas normas de conducta, ciertas prohibiciones planteadas sobre la fenómenica vida cotidiana. Pongamos por ejemplo normas sobre cómo y cuánto hay que comer, o beber, o a que sitios de energía espiritual acudir, templos, iglesias o puntos geográficos animados por energías telúricas, y un sinfín de recomendaciones conductuales.

El retiro ascético

Si del campo fenómenico surgen numerosas líneas de fuerza que inciden en la conciencia del buscador e interfieren con la manifestación del campo Real, entonces no es de extrañar que algunas escuelas planteen el retiro a un monasterio, o a una cueva del Himalaya.

Pensemos, por ejemplo, en las cuevas iniciáticas de los albigenses.

Se trata de un retiro coyuntural, o provisional, hasta que el principio Real esté lo suficientemente desarrollado como para no dejarse perturbar por ciertas líneas de fuerza ilusorias.

En cierta manera podemos compararlo al fumador que intenta librarse de la adicción. En un principio deberá retirarse a lugares tranquilos, lejos de otros fumadores y lejos de lugares donde se fuma y deberá evitar situaciones que le predispongan la recaída. Con el tiempo, y a medida que va venciendo al vicio puede ir volviendo a la vida normal, incluso dejarse invitar a una comilona festiva o trabajar en una discoteca o en un estanco.
Igualmente, el buscador, zarandeado por las líneas de fuerza ilusorias, activas en su cotidiana vida fenoménica, puede necesitar un retiro, a una cueva, a un monasterio, una iglesia, o simplemente apañarse en su propio dormitorio, o en los lugares tranquilos que le ofrece su vida cotidiana.

Una vez fortalecido, o según se va fortaleciendo, se vuelve más impermeable frente a las líneas de fuerza ilusorias, y puede comenzar a vislumbrar y transmutar sin peligros el principio Real que se oculta tras la experiencia fenoménica.

Pero estas consideraciones nos llevan a una nueva contradicción.

Riqueza y Poder

Y es que habíamos catalogado la riqueza y el poder como altamente tóxicas. Parecía una verdad indudable… La pobreza, la mansedumbre, el pacifismo…

Pero ahora hemos visto que las líneas de fuerza ilusorias pueden bloquear o interferir nuestra conexión con lo Real. Y estas líneas de fuerza se manejan desde su propio campo ilusorio, desde el propio mundo fenoménico. Se necesita riqueza y poder para poder vivir, para poder vivir con la suficiente tranquilidad y seguridad, que nos permita refugiarnos en un lugar tranquilo, sin pasar hambre ni sed, ni frío ni calor, con buenos guardaespaldas que nos protejan del ataque de nuestros enemigos, con buenos policías que protejan nuestra propiedad privada, ejércitos que protejan nuestras fronteras y expolien lejanas tierras para nuestra propia comodidad y bienestar… y meditación y recogimiento y estudio de ciencia y filosofía espiritual.
Pero en esas lejanas tierras expoliadas, posiblemente habiten también buenos buscadores que también necesitan riqueza y poder para procurarse escenarios de tranquilidad y recogimiento espiritual. Y también necesitan buenos ejércitos para defender sus fronteras y expoliar otras tierras.

Entonces, ¿veremos a los buenos buscadores luchando entre sí? ¿ Luchando por la defensa de sus propiedades, de sus fronteras, por la riqueza y el poder que les permita recorrer plácidamente el camino liberador?

La nueva contradicción está servida y no parece de fácil resolución.

Por otra parte nos lleva al primer capítulo del Bhagavad Gita, donde Arjuna, situado en pleno campo de batalla, se da cuenta de que sus queridos parientes también están situados al otro lado de la barricada. Habrá que volver aquí, de nuevo, más adelante.

Tal contradicción no es ajena a todo tipo de escuelas, sectas e iglesias que, por un lado, predican la pobreza y el desapego de los bienes mundanos y transitorios. Pero por otro lado se ven obligadas a una constante lucha por la riqueza y el poder, precisamente para mantenerse en este mundo ilusorio, y poder seguir predicando, y manteniendo sus costosos templos, centros de conferencias y editoriales.

El tradicional sistema de castas de nuestra querida India se basaba igualmente en este principio. Y que no es exclusivo de la antigua India, de una forma u otra lo vemos reflejado a nivel mundial. O sea, que para que una privilegiada casta de brahamanes pueda dedicarse plácidamente a la ciencia y camino espiritual, es necesaria también una casta productora y trabajadora, esclava si se prefiere, que les alimente y les provea de los bienes necesarios. Y es necesaria una casta político-militar que mantenga el orden y otorgue protección a los brahmanes, por si acaso a alguien se le ocurre cuestionar el reparto de funciones.

Para salir de la contradicción nos vemos obligados a postular que la riqueza y poder no son ilusorios ni tóxicos en sí mismos sino que deben existir modelos de riqueza y poder armónicos con el campo de fuerza Real. Digamos que debe ser posible establecer con la riqueza y el poder un tipo de relación liberadora.

Este planteamiento es congruente con el de más arriba. Habíamos dicho que lo Real y lo ilusorio no habitan en departamentos estancos sino que se interpenetran. Lo propio ocurrirá también con la riqueza y el poder, como expresiones fenómenicas. Ahora nos toca decir que las líneas de fuerza que unen al buscador con la riqueza y el poder no deben romperse definitivamente sino que deben ser transmutadas hacia un tono vibratorio diferente.

Volviendo al texto

Bueno, después de estas reflexiones previas sobre la «conducta» vamos mejor pertrechados para enfocar el siguiente capítulo del texto.

Tenemos varios apartados:

– Dominio de la mente

– Dominio de la acción

– Tolerancia

– Alegría

– Aspiración única

– Confianza

La verdad es que a primera vista no parece que tengan mucho que ver con la conducta, propiamente dicha, excepto la segunda, sobre la acción. Pero en fin, veamos que sale de todo ello.

Publicado en filosofia, gnostico, jnana, psicologia, Psikismo, yoga | Etiquetado , , | Deja un comentario

ALPDM (III, Carencia de deseos)

«Hay muchos individuos para quienes la cualidad «CARENCIA DE DESEOS» es verdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo.» («A los pies del maestro», K.)

Discernimiento y deseo

En el capítulo previo habíamos filosofado sobre el Discernimiento: la cualidad (y el acto) de distinguir lo Real de lo ilusorio, lo Permanente de lo transitorio, lo Bueno de lo Malo.

Hemos visto que, en principio, el Bien, lo Bueno, lo Real, no iría asociado al mundo fenoménico, a nuestra realidad cotidiana. Al menos tal conclusión parecía desprenderse de la noción de Permanencia, pues, por definición, el mundo fenoménico es transitorio.

Lo Real se trataría más bien de un campo de fuerza, un nivel vibratorio de diferente naturaleza que las energías y reflejos procedentes del citado mundo fenoménico.

De modo que el buscador se encontraría influido por estos dos campos de fuerza: el de lo Real y el de la ilusión. El de lo Permanente y el de lo transitorio.

El campo de fuerza ilusorio se manifiesta en forma de deseos. Las imágenes del mundo fenoménico y transitorio se introducen en la conciencia del buscador en forma de «deseos».

De modo que, al Discernimiento de cuáles tipos de objetos resultan ser transitorios o ilusorios, debemos añadir la cualidad del desapego, o carencia de deseos. Es decir: de un lado reconocemos racionalmente el carácter ilusorio de un objeto. De otro lado nos desapegamos de él. Y en la medida en que nos desapegamos del campo de fuerza del mundo ilusorio nos unimos al Campo de Fuerza de lo Real.

El texto se muestra muy optimista, afirmando que, una vez que se reconoce el carácter ilusorio de un objeto, automáticamente cesa todo deseo de él. Bueno, no digo que no ayude un poco, pero la verdad es que los deseos van por libre, y persisten y persisten, por mucho que reconozcamos el carácter ilusorio del objeto deseado.

Hasta aquí el modelo es bastante coherente. Pero acechan un par de contradicciones.

Lo primero es cómo conseguir ese desapego, o esa carencia de deseos. Porque, si deseamos desapegarnos, o deseamos no-desear, nos estamos contradiciendo.

Lo segundo es ver cómo nos desenvolvemos en la cotidiana vida fenoménica. Porque, parece, el deseo es un requerimiento previo a la acción. Si no deseamos nada, si todo nos da igual, entonces parece que no queda otra que quedarnos parados, de brazos cruzados.

Pero, ¿Cómo se comportará una persona «Realizada» en la cotidiana vida fenoménica?

La resolución a estas cuestiones no es evidente.

En relación con la primera cuestión parece que tenemos que postular dos tipos de deseo asociados a dos tipos de campos de fuerza. Un campo de líneas de fuerza procedente del mundo ilusorio y un Campo de Líneas de Fuerza procedente de lo Real.

En relación con la segunda cuestión, la estrategia de actuación cotidiana, podrá venir vivificada bien por un campo de fuerza o bien por otro, o quizá por la interacción entre ambos.

De modo que parece que, finalmente, de lo que se trata es de encontrar la clave para un cambio de nivel vibratorio, para una transmutación alquímica del deseo en, o bien otro tipo de deseo, o bien, otro tipo de energía a la que podríamos dar otro nombre diferente.

Deseo y objeto de deseo

En realidad, el deseo no es independiente del objeto de deseo. No es lo mismo desear una chocolatina que desear un cigarrillo, o desear sexo. Tampoco es lo mismo desear el bienestar de un vecino que desear su fracaso o incluso su muerte.

Estamos denominando con el mismo término «deseo» a modelos vibratorios muy diferentes pero que comparten la vocación, la predisposición, a actuar sobre el mundo fenoménico… o liberarse de él.

Digamos que hay un sistema de líneas de fuerza que enlazan cada deseo con su objeto y no clarifica hablar del «deseo» en sí como algo separado del objeto deseado. A no ser que seamos capaces de desear un Objeto sin reflejo en el fenoménico.

El Camino a través del mundo fenoménico

Entonces, el Camino que conduce de lo ilusorio a lo Real no trataría de romper definitivamente el contacto con el mundo fenoménico. De lo que se trata es de cambiar el tono vibratorio de cada línea de fuerza que une a cada deseo con su objeto.

Deseo del Bien o del Objeto Real

Entonces, quizá, la expresión «carencia de deseos» no sea del todo clara o del todo exacta, ya que pretendía referirse únicamente a los deseos vivificados por el campo de fuerza ilusorio, pero no a los vivificados desde el Campo de Fuerza Real.

A la luz de su Santa Presencia [la del maestro] se extinguen todos los deseos, menos el de igualarse a Él.”(«A los pies del Maestro», K.)

Bien, aquí tenemos claramente expuesta la contradicción señalada: «el Deseo de igualarse al maestro» que también es un deseo, como bien se reconoce. El propio K. utiliza el mismo término «deseo» para referirse tanto al plano Real como al ilusorio.

Entonces lo que tenemos es un continuum desde el más bajo deseo del campo ilusorio hasta el más puro deseo, pongámoslo con mayúsculas, Deseo del Bien, Deseo del Objeto Real.

Las Upanishads hacen un planteamiento parecido:

«En cuanto a los que se han liberado del yugo del deseo, aquéllos cuyo único deseo es el Atman, se libran de este suplicio de las múltiples encarnaciones, pues los soplos vitales no les empujan después de la muerte. Cuando todos los deseos del Corazón están destruidos, entonces el mortal se hace inmortal.»

También etiqueta como deseo al Deseo de Atman.

Al final de lo que se trata es simplemente de «no-desear el Mal» pero sí-Desear el Bien.

Después de un largo rodeo volvemos a un postulado de Perogrullo.

Volvemos a la cuestión del Discernimiento, a distinguir el Bien y el Mal para pasar así a no-desear el uno y sí-desear lo otro. O, mejor dicho, quizá vaya todo en uno: y desde el momento en que Discernimos el carácter irreal de algo, ya cesa todo deseo relacionado. O mejor dicho, el deseo se transmuta de ser una línea de fuerza ilusoria hacia una Línea de Fuerza Real.

En el acto del Discernimiento se activa una línea de fuerza que nos coloca en un nivel de conciencia que trasciende la contingencia del objeto deseado.

Entonces, ¿Como distinguir, como describir la diferencia, entre las líneas de fuerza ilusorias de las Reales?

En algunos casos puede ser evidente, especialmente cuando se trata de bajos deseos y bajas pasiones.

El deseo de autoliberación y autorealización

«Pero hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá(K. A los pies del maestro)

En otros casos la naturaleza ilusoria puede tendernos trampas muy sutiles. Por ejemplo, cuando deseamos la liberación, tal y como señala el texto. Cuando deseamos ser una persona sabia y liberada y sentarnos a la derecha del Maestro [marcos 10:32]. De lo cual se deriva implícitamente el deseo de ser más sabio que los demás. No solo de serlo sino de demostrarlo y que nos lo reconozcan.

El texto muestra algunas sugerencias para calibrar las trampas de la naturaleza ilusoria:

«…puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver en cuánto lo habéis ayudado; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado, también lo vea y os lo agradezca.» («A los pies del Maestro», K.)

«debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver el resultado»; («A los pies del Maestro», K.)

Lo de actuar sin vistas a una recompensa es una referencia al Bahgavad Gita. Claro que para amar lo recto, primero debemos saber qué es lo recto, y que precisamente es lo que estamos investigando.

«No deseéis jamás brillar o parecer superior en ningún sentido; no habléis mucho. Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo que vais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS«. (» A los pies del Maestro», K.)

Lo del verdadero y bueno y tal, es una referencia a las tres cribas socráticas, que nunca he llegado a entender bien.
Lo de verdadero, vale, de acuerdo. Lo de bueno… ¿Que es lo bueno? Y, ayudar… ¿Cómo?

¿El Bien en el campo ilusorio?

Se trataba de investigar cuál pueda ser nuestra estrategia en el mundo fenoménico, libres de todo prejuicio y concepción previa. Y el texto se salta el rigor metódico apelando, como digo, a ciertos clichés predefinidos sobre lo Bueno y lo Malo.

De momento lo que tenemos es la comprensión de una naturaleza ilusoria que se manifiesta en la conciencia en forma de deseos, en forma de un campo de fuerza. Podemos desenmascarar ciertas trampas del campo de fuerza ilusorio, y la medida en que pretenden orientar nuestra estrategia de actuación en el mundo.
Pero hasta ahora las referencias que tenemos son en clave negativa, lo que no debe hacerse, lo que no debe buscarse, lo que no debe desearse. Casi parece que cualquier tipo de actuación mundana es ilusoria. De hecho, hasta ahora estamos considerando el mundo ilusorio fenoménico como algo malo en sí mismo, por tanto sería contradictorio pretender que existan configuraciones o «videoclips» ilusorios que pertenezcan al campo del Bien.
Pero al mismo tiempo, parece que algunos videoclips sean menos buenos que otros.
Nos faltan referencias positivas, a través de las cuales podamos comprender adecuadamente cuál deba ser nuestra conducta, nuestra estrategia de actuación en el mundo, o, si se prefiere, «el plan de Dios para el mundo y la humanidad»

Todavía no procede apelar a «lo bueno» o a «lo recto», pues todavía no hemos descifrado qué puedan ser en el plano fenoménico.

En resumen, nos falta comprender lo que debe desearse y perseguirse, en la esfera ilusoria, al servicio de lo Real, si fuese posible salvar la contradicción.
En cuanto al «ayudar a otros» que se repite igualmente a lo largo del texto, y que se invoca como un cliché de indudable bondad… tampoco resulta tan evidente, como señalábamos más arriba. Pues,

¿Qué es exactamente ayudar? ¿Ayudar a qué? ¿A satisfacer los ilusorios deseos de nuestros prójimos? ¿Ayudar a que se equivoquen? ¿Ayudar a que cometan indecibles fechorías?
No parece que vayan por ahí los tiros.

Una salida fácil es hablar de «ayudar a otros a manifestar el campo de fuerza Real». Pero, aún así, no se trata más que de inducir en los demás nuestra propia percepción del «Bien». Y si no somos más que pobres buscadores es de esperar que nuestra percepción de lo Real sea una percepción un tanto cuestionable.

Conclusión

Finalmente de lo que se va a tratar, en la línea de lo comentado mas arriba, es de una transmutación alquímica de las líneas de fuerza que nos ponen en relación con los objetos fenoménicos (transitorios) pero sin renunciar a los objetos en sí, y sin renunciar a trabajar sobre ellos. Cómo describir esa transmutación no es tarea fácil aunque no faltan algunas sutiles indicaciones en los párrafos previos.

Jan van Rijckenborgh nos da una sugerente explicación muy en su línea mágico-esotérica:

«... es necesario primeramente, lo repetimos, hacer subir el principio central de nuestro ser yo, del sistema hígado bazo hasta el corazón» (JvR, «Gnosis Original Egipcia»)

Todas las indicaciones son sutiles, y escurridizas, porque rápidamente les podemos dar la vuelta y se nos van de las manos.

Por ejemplo lo comentado hasta ahora: «Carencia de deseos». Sí es un indicador del proceso de transmutación, pero con las contradicciones señaladas.

Se trata de resolver la contradicción inherente al no-desear sin que ello implique el deseo de no desear.

O la contradicción inherente al no-deseo de avanzar en el Camino pero al mismo tiempo desearlo.

Y la contradicción inherente al no desear objetos, o configuraciones fenoménico-transitorias sin que ello suponga plantarnos de brazos cruzados en medio de la vorágine cotidiana.

Una contradicción que, quizá no se resuelva de un modo racional-lingüístico, sino sólo con una intuitiva transmutación de nuestro nivel vibratorio.

En éso estamos.

***

El siguiente capítulo viene titulado «buena conducta», a ver si arroja algo de luz al respecto.

Publicado en filosofia, gnostico, jnana, lenguaje, rosacruz, yoga | Etiquetado , , | Deja un comentario

ALPDM II. El Discernimiento. (comentarios a K.)

Vamos a ver ahora el planteamiento que hace K. del discernimiento. Hasta aquí lo hemos planteado en términos teóricos, energéticos y objetivos.

Vayamos citando y comentando algunos extractos.

Concepto

«Se denomina así, [discernimiento] generalmente, a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio»

Bueno, de entrada no tenemos una presentación muy clarificadora, pues, ¿Qué es lo real y qué lo ilusorio?

En lenguaje coloquial se utiliza el término «real» para referirse a los objetos «reales» que podemos ver y tocar y llegar a un acuerdo con nuestros interlocutores en el sentido de que tales objetos existen realmente ahí afuera. Se contrapone a las percepciones ilusorias como espejismos o alucinaciones. Un espejismo es una imagen de un objeto que no cumple con todos los requisitos necesarios para otorgarle el título de cosa real. Como el típico espejismo del desierto o la imagen reflejada en un espejo. Por ejemplo, te veo a tí reflejado en el espejo, pero la imagen no eres tú realmente. La puedo ver pero no la puedo tocar ni oír ni oler, por ejemplo.

Pero ¿se referirá K. a este tipo de realidad?

Me temo que no. Como ya estamos acostumbrados en filosofía gnóstica, deberemos saltar al nivel metafórico. Lo comento más adelante.

Otro uso del término, a nivel de pensamiento, se utiliza para señalar aquellos pensamientos, o discursos reales o realistas. O sea que describen correctamente la «realidad» tal cual es en el momento presente, o tal cual se materializará, se realizará en un futuro próximo. Tiene aquí un significado próximo a Verdad. O sea, un pensamiento o discurso que se corresponde con cosas que podemos ver y tocar y compartir. Como cuando decimos: «Esta historia está basada en hechos reales» o «este proyecto no es realista, o «no vives en la realidad»

De nuevo me temo que el enfoque de K. debe tomarse en términos metafóricos.

A ver si nos aclara algo más adelante.

«Los que no saben esto trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto dura a lo más una vida tan sólo y, por lo tanto, no es real. Hay bienes mayores, reales y perdurables, cuando los hayáis alcanzado, ya no desearéis jamás aquellos otros.»

Bien, aquí ya nos vamos acercando al meollo. K. identifica lo Real con lo Permanente. Lo ilusorio con lo transitorio. Entonces vemos que lo Real no es lo que comúnmente se entiende por real. Una mesa que podemos ver y tocar, por ejemplo, es real según el significado profano del término. Pero es ilusoria desde el punto de vista de que es un objeto transitorio. Tenemos una comparación metafórica: la mesa es a su imagen en el espejo, lo mismo que lo Real es a lo real.

Pero, ¿Qué es exactamente lo permanente? ¿Hay algo en este mundo que no sea transitorio?

Bueno, este asunto ya lo hemos tratado varias veces, me remito por ejemplo al capítulo de los Upanishads (VI, deseo sensorial y deseo Atmanico), o en «El nombre secreto de Yaveh».

Nos quedamos, de momento, con que el Discernimiento actúa sobre dos dimensiones. La mental, o racional, por la que sabemos, creemos saber, creemos reconocer y discernir entre lo Real y lo ilusorio, entre lo Permanente y lo transitorio. Y la dimensión astral, o aspiracional, por la cual nos unimos energéticamente a objetos irreales o transitorios, deseándolos, ambicionándolos o «trabajando para adquirirlos» como señala el párrafo previo.

En suma, el Discernimiento nos permite reconocer en cada momento en qué medida nos estamos uniendo a objetos transitorios, irreales, o en qué medida nos liberamos de ellos. La semejanza con el planteamiento rosicruciano es evidente.

Como señala Jan van Rijckenborgh:

«Usted deberá percibir en cada segundo, hasta qué punto su voluntad y deseos le encadenan al plano horizontal. Solamente el conocimiento del yo permite evitar las trampas de sus tendencias reprimidas y de sus intentos experimentales de dominio del yo» (Rijckenborgh, Introducción nº 5)

A continuación, K. añade unos comentarios sobre otros tipos de Discernimiento y que, me temo, no añaden mucha claridad al asunto.

La primera cuestión sobre el discernimiento, hemos visto, se trataba de discernir entre lo Real y lo ilusorio. Ahora, añade, se trata de discernir entre:

– Lo justo y lo injusto

– lo esencial y lo accesorio

– lo útil y lo inútil

– lo verdadero y lo falso.

– lo egoísta y lo altruista.

A ver cómo lo vamos desgranando.

Lo justo y lo injusto

La Justicia no es una noción precisamente objetiva, y el texto no intenta ni siquiera formular una definición.

Una cosa es justa en relación a otra, o dicho de otro modo, una cosa se ajusta a otra, como una tuerca a un tornillo, o a un molde. La justicia que nos ocupa se refiere a un comportamiento, un deseo o un pensamiento. De manera que un comportamiento justo es aquel que se ajusta a un sistema legislativo, como en la justicia ordinaria. Y una rueda de pensamientos y deseos tendrían que ajustarse igualmente a un patrón predefinido.

Nótese que en el texto, lo justo, se refiere al comportamiento. Y el comportamiento pertenece a la esfera de lo ilusorio, o lo transitorio, de modo que, a partir de la definición previa, no podemos deducir directamente cuál sea ese comportamiento «justo».

Podemos suponer, eso sí, que de la susodicha esfera ilusoria emergen ciertas fuerzas astrales, de corte ilusorio que tratan de controlar el movimiento del cuerpo, o sea, la conducta, a través del deseo y sus derivados. Pongamos por ejemplo, los típicos placeres: la fama, el poder, etc. Tenemos una discriminación en negativo, o sea, podemos discernir qué tipo de actuaciones son requeridas por la influencia astral ilusoria. Pero, a falta de ellas, nos falta elucidar cuál sería la justa conducta emanada de lo Real. Una conducta que deberá ir asociada a un deseo, a una fuerza astral dinámica.

Entramos de lleno en una contradicción: puesto que el mundo fenoménico es ilusorio, cualquier deseo de actuar en el mundo, o de hacer justicia en el mundo, nos ataría a la ilusión.

Para solventar la susodicha contradicción habrá que redefinir el concepto de deseo, o establecer dos tipos de deseo, redefinir el propio concepto de lo ilusorio y lo transitorio. Algo de eso ya comentamos también en la saga de los Upanishads.

Pero sigamos con el texto.

Yo superior y Yo inferior


«La voluntad del hombre no siempre coincide con el deseo del cuerpo. Cuando vuestro cuerpo desee algo, deteneos a pensar si vosotros realmente lo deseáis. Porque vosotros sois Dios, y queréis únicamente lo que Dios quiere;»
Cuando se ha de hacer un trabajo, el cuerpo físico quiere descansar, pasear, comer y beber; y el ignorante se dice a sí mismo: «Yo quiero hacer estas cosas y debo hacerlas.» Pero el sabio dice: «Lo que en mí desea no soy yo, y puede esperar.»


Bien, aquí tenemos lo que decíamos antes. El cuerpo, elemento ilusorio y transitorio, intenta hacer valer sus propios deseos. Pero, ¿frente a quien? ¿Frente a la voluntad del «hombre»? ¿Y esa voluntad es una expresión de lo Real?
Porque el «hombre» puede ser un santo o un demonio, como señalábamos más arriba. La idea de que «vosotros sois Dios» me parece un tanto aventurada. El clásico mantram calvinista, la despiadada lucha por la riqueza y el poder que nos acerca a Dios.
El «hombre» busca dinero y poder, elementos ilusorios y transitorios. Y en su lucha por adquirir dinero y poder se encuentra precisamente con que su cuerpo no siempre comparte la estrategia satánica. No por bondad sino por ejercer su propia naturaleza.
Cuando el «hombre» pretende salir a trabajar, a explotar y robar a su prójimo. O quizá cuando va a tomar parte en una batalla, quizá pilotando un bombardero para masacrar poblaciones indefensas… Entonces el cuerpo se rebela: le apetece dormir, pasear, comer, beber unos vinos hacer el amor… No necesariamente por oponerse al Mal. Son simples automatismos naturales.
Y nuestro hombre entonces dice: «lo que en mí desea no soy yo y puede esperar» y entonces se levanta, deja el sexo, los vinos y placeres mundanos, monta en el bombardero y se dirige a su objetivo a cumplir su deber de buen cruzado cristiano.

Claro que lo mismo ocurre cuando nuestro hombre decide «hacer el bien»: los mismos automatismos corporales ejercen cierta resistencia.
«A menudo, cuando se presenta alguna oportunidad para ayudar a alguien, el cuerpo incita a pensar: «¡Qué molestia me causa esto! Dejemos que otro lo haga.» Pero el hombre le replica a su cuerpo: «Tú no me estorbarás para practicar el bien.»
Lo de ayudar a alguien queda muy bien. Intuimos que hay mucho de cierto en ello. Pero ¿qué es ayudar a alguien? ¿Cómo sabemos cómo ayudar a alguien? El asunto no está nada claro.

¿Que es ayudar? ¿Ayudarle a conseguir lo que desea? Un alcohólico quizá desee un vaso de vino, un ladrón necesitará ayuda para robar, un criminal quizá necesite de nuestra ayuda para asesinar a sus víctimas…
Pero si Ayudar no es ayudar a conseguir lo que otro desea… ¿Qué es ayudar? ¿será obligarle o manipularle para que haga lo que nosotros queremos, lo que nosotros pensamos que está bien?


¿Dar de comer al hambriento?

¿Socorrer al moribundo?

Sí, pero, ¿a cual de ellos? Porque hay muchos, si decidimos socorrer a uno entonces dejamos morir al otro. ¿Y si aquel a quien socorremos se vuelve un demonio, o un tirano, de modo que por haberle salvado la vida hemos contribuido a generar más crímenes, más hambre y más moribundos a quienes socorrer?
De nuevo, las piezas del puzzle se niegan a encajar con facilidad.
Entonces, lo dicho. No está nada claro cuál sea la conducta «justa», ni son evidentes criterios genéricos de comportamiento ético desde el punto de vista de lo Real. Cada cual debe valorar qué tipo de conductas o actuaciones le ayudan a mantenerse en el nivel vibratorio adecuado.


Claro que también podríamos dar otro enfoque a lo justo o lo injusto. Podemos entender lo justo como «el justo nivel vibratorio» de la conciencia. Y que es justo porque se ajusta al campo vibratorio del «Bien»


Lo importante y lo secundario
«Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario.»


Bueno, seguimos en las mismas. Desde un punto de vista práctico, o sea: de lucha por la vida, es evidente. Sin embargo, desde el punto de vista de manifestación de lo Real, deviene todo muy subjetivo. Diría yo que se están mezclando las cuestiones espirituales con las mundanales. En cualquier caso, a lo dicho: «prueba y error». Ir viendo para cada actuación en qué medida nos ayuda a sintonizar con el campo vibratorio que nos interesa.


Lo útil y lo inútil, lo más útil y lo menos útil
«Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría».


Tampoco avanzamos mucho con ésto. Alimentar un pobre será bueno, útil y noble. Más aún será alimentar a dos pobres, o a tres, o mejor aún luchar por un cambio social que erradique la pobreza. Pero claro, una lucha que deviene en lucha literal: revolución, guerra. También deviene en lucha por el Poder: el Poder necesario para implementar los buenos y útiles cambios sociales.

Si somos sabios, no sé… quien sea sabio ya sabe qué hacer, no necesita consejos espirituales. Y si no lo somos, nos toca seguir buscando la sabiduría, mientras tanto a seguir dando palos de ciego.


Lo verdadero y lo falso


«En el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. así pues, no debéis sostener una idea precisamente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable»

Bien, de acuerdo no debemos creernos nada de lo que otros digan. Ni siquiera lo que nos dice el texto que estamos comentando. Pues no sabemos en realidad quien lo ha escrito, ni si fue corregido.

Yo diría que hay diferentes niveles de creencias, y que para evolucionar debemos aceptar ciertos modelos, ciertas creencias, siempre de modo provisional y hasta que las vayamos sustituyendo por otras. El Camino, de hecho es eso, ir sustituyendo unas creencias por otras. En cada momento nos quedamos con las que más nos gusten.

Publicado en filosofia, gnostico, jnana, yoga | Etiquetado , , | Deja un comentario

ALPMD I. El Discernimiento. (consideraciones previas)

Del comentario de textos

Vamos a dar un repaso al libro citado de Krishnamurti (o quién fuera el autor), «A los pies del Maestro», abreviando «ALPDM».
Como vengo haciendo hasta ahora, afrontaré los textos en cuatro fases principales:

1.- La lectura rápida del texto seleccionado las palabras y temas más importantes o sugerentes.

2.- Una redacción sobre mis ideas previas sobre los temas seleccionados.

3.- Una lectura más detallada del texto contrastando mis ideas previas con el contenido.

4.- un comentario del texto, considerando las posibles diferencias entre mis ideas previas y las transmitidas por el texto.

Luego el proceso se podría ir refinando cuántas veces se desee.

Bueno, el esquema es muy teórico, pero solo es el enfoque general. En ocasiones la reflexión previa irá entremezclada con el comentario, en otras en epígrafe separado. Pero que nadie se despiste si en algún momento me pongo a desvariar sobre un tema que parezca no tener nada que ver con el texto en cuestión.

Si alguno se anima a seguir el modelo… Para mí es la mejor forma de afrontar textos filosóficos: haciendo un inventario previo de nuestros puntos de vista, nuestra mente se condiciona, se orienta como una antena y se vuelve más receptiva y crítica para afrontar textos de terceros, o intercambio de puntos de vista.

Hay varios enlaces de descarga del texto en internet, algunos puse en el post previo.

Y ahora sí, empezamos con el Discernimiento.

Discernimiento: el Bien y el Mal y el «yo superior», consideraciones previas.

Noción básica

El Discernimiento, después de todo, no es más que la aptitud, la capacidad, la disposición, para distinguir lo Bueno de lo Malo.

Asumida la existencia del Bien y del Mal, la base del Camino va a residir precisamente en distinguir lo Bueno de lo Malo. De Perogrullo.
Nos encontramos, pues, frente a un problema parte racional, parte intuitivo, finalmente decisorio. Primero debemos conocer qué sea lo Bueno, segundo ejecutarlo.

Entonces, la «buena acción», a nivel conductual, debe ir precedida de un conocimiento de cuáles acciones deban ser consideradas como «buenas»

O quizá conocimiento y ejecución van de la mano. Si, por ejemplo, consideramos el Bien como una cualidad vibratoria de la conciencia, entonces el reconocimiento y la ejecución se resumen en un único pulso vibratorio.

Proselitismo

Digamos también que cada cual se ve impulsado a vender, o defender, su propia noción de lo Bueno y lo Malo. Expandir nuestros sistemas de creencias hacia los demás, convencerles de nuestro punto de vista con estrategias más o menos eficaces y diplomáticas, o, incluso, por la fuerza o llegando al exterminio físico. Buenos o Malos, con razón o sin ella, da igual, pretenden ganar adeptos para su causa.

El texto comentado puede encuadrarse en este principio básico. K. o quien sea, pretende expandir un conocimiento, un discernimiento previo del Bien.

Y, siguiendo el modelo vibratorio, lo mismo. Nos vemos impulsados a mantener, y expandir, la cualidad vibratoria que hemos reconocido como buena. Y a unirnos con aquellas personas que promueven un campo de fuerza similar al nuestro.

Carácter subjetivo del concepto

En cualquier caso, estamos tratando de unas consideraciones muy subjetivas:

Cada cual tiene su propia noción de lo Bueno y lo Malo, tanto a nivel conductual como a nivel vibratorio.

En coordenadas objetivas todavía no nos podemos referir a un «Bien absoluto». Pero podemos referirnos, eso sí, a dos tipos de relación interna con el conocimiento de lo Bueno y lo Malo. O dos polos de un continuum, más bien:

1. Cuando creemos y defendemos firmemente una noción de lo Bueno y lo Malo («yo impongo«)

2. Cuando nos sentimos confusos o inseguros respecto a lo que pueda ser Bueno o Malo, y por consiguiente a las decisiones a tomar en la vida. («Oh Señor! ¿ qué quieres que yo haga?»)

Polos que, igualmente, llevan asociados su respectiva tonalidad vibratoria.

Yo-superior versus Yo-inferior

A ciertos niveles se da una lucha interior, una contradicción entre conocimiento y praxis (del Bien y del Mal), cuando creemos firmemente en la bondad de una conducta pero luego hacemos lo contrario. Por ejemplo creemos que es bueno dejar de fumar pero seguimos fumando.

Aquí se habla entonces de la lucha entre el «yo superior» y el «yo inferior» y similares. K. habla también de lucha entre el verdadero Yo y los cuerpos mental, astral y/o físico.

Pero nótese que nuestra firme creencia en la bondad de algo no implica necesariamente que sea cierto. Podemos estar equivocados. Quizá aquella firme creencia sobre algo que entendemos como Bueno esté equivocada. De hecho, muchas personas creen firmemente en cosas que se oponen entre sí. Uno cree firmemente en algo, otro cree firmemente lo contrario…

El puzzle no se resuelve de una manera sencilla: nuestro yo-superior puede tomar malas decisiones. Y nuestro yo-inferior puede oponérsele. No por la mala acción en sí sino porque va por libre.

Todos los buenos tiranos han tenido un «yo superior» muy desarrollado, gracias al cual han conseguido abrirse paso con éxito en la vida. O dicho de otro modo, han conseguido alcanzar altas cotas de Poder. Un poder, gracias al cual pueden ejercer su tiranía. Los tiranos también son tentados por su naturaleza inferior. Los tiranos también son tentados por los placeres, el sexo, el vino, la pereza, la ira…. que se oponen a sus pretensiones de dominio del mundo.

De modo que, cuidado con el desarrollo de ese yo superior. A dosis bajas puede ser terapéutico. A dosis altas puede resultar satánico.

Entonces, el Discernimiento, en el plano material, debe abrirse paso en varias dimensiones:

– una: el Discernimiento del objetivo a materializar, la estrategia a seguir y

– otra: el Discernimiento de las trampas de naturaleza inferior a superar.

El Discernimiento en clave vibratoria

En general, podemos considerar nuestra vida, nuestra existencia, como un complejo sistema vibratorio. Y podemos suponer cierta capacidad para influir en la calidad del sistema vibratorio. En cada momento, nuestro Poder Creador aporta un pulso magnético peculiar, resultando una secuencia de pulsos, a través de los cuales se va modelando, de instante en instante, la configuración vibratoria de nuestro sistema vital.

Entonces, el Discernimiento espiritual se refiere a éso: discernir en cada momento hasta qué punto, los pulsos electromagnéticos que vamos emitiendo son los más apropiados. Los más buenos en suma.

También podemos considerar la mente, o la conciencia, según otro modelo similar, como un sintonizador, que puede sintonizarse con energías más o menos «buenas». Entonces el Discernimiento sería éso, discernir en cada momento la calidad de las energías sintonizadas.

En cierto modo podemos describirlo como una «respiración vibracional» o «respiración energética». La inspiración es una especie de «escucha» o recepción. La expiración sería la emisión, el «habla». Por la inspiración somos creados, por la expiración nos volvemos creadores.

Conducta y nivel vibratorio

Las decisiones prácticas y materiales son, en principio, efectos colaterales de la estructura vibratoria interna. Y, en general, puede haber una correlación entre una decisión, un comportamiento, y una sintonía hacia unas vibraciones de una calidad determinada: Tal nivel vibratorio tiene como consecuencia tal comportamiento.

Pero también se da un efecto de retroalimentación, por el cual las actuaciones materiales van a influir en el posterior status vibratorio. O sea, que tal comportamiento tiene como consecuencia tal cambio en el nivel vibratorio.

Así, todas las corrientes espirituales establecen normas de conducta que, supuestamente, irían asociadas a campos vibratorios de calidad. E, inversamente, pecadillos que irían asociados, a campos de fuerza negativos. Pongamos por ejemplo el beber y el comer y fumar. Una buena sintonía vibracional tenderá a rechazar el hábito del tabaco, por ejemplo. Pero, y al mismo tiempo, eliminar el tabaco de nuestras vidas mejorará la calidad de nuestro nivel vibratorio, (o de nuestro sintonizador, si se prefiere).

En principio, una buena conducta, una buena toma de decisiones, debería surgir como consecuencia de una correcta orientación interior.

Pero también puede darse la ecuación inversa:

El libre albedrío para discernir

Si, por casualidad, nuestra conducta es correcta, entonces ¿Tiene como resultado un cambio a mejor del nivel vibratorio?

Si, por casualidad, el gobierno prohíbe el alcohol y el tabaco, y me veo obligado a dejar de beber y fumar, ¿Mejorará mi nivel vibratorio?

Por una parte es cuestionable, porque el abandono del tabaco no procede de un esfuerzo personal, sino que viene impuesto por casualidad.

Una casualidad por imposición, pero podría haber dicho por obediencia ciega, por tradición, o por costumbre. Quiero decir que yo no hago ningún esfuerzo ni ningún mérito para merecerme un avance espiritual. Simplemente dejo de beber porque lo prohíbe el gobierno, o porque así me lo impusieron mis padres o la tradición.

Por una parte parece cuestionable, como digo, y que no tiene ningún mérito, una conducta «buena» cuando dicha conducta es impuesta, o surge aleatoriamente. ¿Mi evolución personal va a depender de las decisiones del ministro de sanidad?

Pero, por otra parte, resulta comprensible que el buscador sea «obligado», de vez en cuando, a sintonizar con el campo de fuerza del Bien, aunque sea por un periodo limitado. Primero para que compruebe que dicho campo de fuerza existe, y cuáles sean sus cualidades. Y, segundo, para que conozca las llaves que pueden acercarle, o alejarle, del susodicho campo de fuerza. Que el buscador tenga a su disposición las llaves o la teclas a través de las cuales pueda modular la calidad de su sistema vibratorio. Y elegir libremente el tipo de vibraciones con las cuales quiere sintonizarse.

Entonces, y resumiendo, tenemos el Discernimiento, como la cualidad de emitir aquellos pulsos vibratorios, de sintonizar con la adecuada vibración interior, que nos conduce por el Camino.

Publicado en filosofia, gnostico, jnana, yoga | Etiquetado , | Deja un comentario

A los pies del Maestro

Mi primer contacto con la obra de Krishnamurti fue a través de su libro, citado en el post previo, «A los pies del Maestro». Un libro que, muy a pesar del título, me gustó, lo tuve entre mis favoritos de cabecera durante algún tiempo.

El estilo del libro es completamente distinto a su obra madura, la cual también me gustó y espero comentar más adelante. Pero de momento quedémonos con este librito.

Controversia sobre la autoría

Y es que, resulta, parece ser… según dicen… el citado libro no fue escrito exactamente por Krishnamurti sino más bien… ¡Por el pederasta Leadbeater!

Pero, entonces…

¿Cómo es posible?

¿Cómo es posible que yo me haya dejado seducir por la literatura de un jodido pederasta?

¡No, no puede ser!… quizá haya otra explicación.

Quizá no fue tan cierto aquello de la pederastia.

Quizá no fue tan cierto aquello de que el libro fue obra de Leadbeater…

O quizá se limitó a transcribir un libro escrito por un tercero?

🤔🤔

Así que centrémonos en los hechos, que no son otra cosa… que el propio texto escrito.

El propio Krishnaji ya comentaba en la introducción que «estas palabras no son mías, son del maestro que me enseñó«. De lo cual podría inferirse que el maestro citado fuese Leadbeater.

Pero, y también, más probablemente, podría referirse a otro tipo de Maestro etéreo, o Maestro interior tal y como acostumbraba a llevarse en el seno de la Sociedad Teosófica.

En cualquier caso, lo que decía antes, habrá que meterse en el texto y aclararse si, lo que dice, es bueno y sensato, y recomendable, independiente de quien lo haya escrito, o transcrito, o traducido, o copypasteado de otra fuente previa.

Krishnamurti con Besant y Leadbeater

Leadbeater cuenta en su libro «Los Maestros y el Sendero» que cada noche llevaba a Krishnamurti en su cuerpo astral a la casa de su Maestro (el Mahatma Kuthumi) para que le diera instrucción.«Todas las mañanas hacía un resumen de lo que había escuchado en la noche, y lo escribía de manera laboriosa en inglés, que en ese entonces no dominaba mucho.
Un poco después Krishnamurti se fue a la ciudad de Benarés [en la India] con nuestra Presidente de la Sociedad Teosófica [Annie Besant], y estando allí me escribió a Adyar pidiéndome que juntara todas sus notas y se las enviara. Yo arreglé sus notas lo mejor que pude, y las escribí a máquina. Luego, astralmente le llevé la copia mecanografiada al Maestro, y le pedí que fuera tan amable de leer lo que había escrito.
Él la leyó cambiando una u otra palabra aquí y allá, agregando notas explicativas y conectando algunos pasajes, y unas cuantas frases que yo había oído que él había dicho. Luego dijo esto basta, sin embargo mostrémoslo al Señor Maitreya, así que fuimos juntos. [Astralmente por supuesto] El mismísimo Instructor del Mundo lo leyó y lo aprobó. Y fue él mismo el que dijo:
– “Deberías hacer con esto un bonito librito, para introducir a Alcyone [Krishnamurti] al mundo”.
Cuando la señora Besant recibió el manuscrito del libro contestó entusiastamente diciendo:
– “Estamos tan deleitados por la aprobación del Maestro y del señor Maitreya del primer esfuerzo literario de Alcyone, que debemos imprimirlo con una pasta muy bonita. Este será su regalo al mundo”.
La primera edición de este libro, cuyo título fue sugerido por la señora Besant como A los Pies del Maestro, fue publicada por primera vez en diciembre de 1910. »
(Citado en «The Elder Brother», Gregory Toller, pp. 135-136). [1]

Con semejante presentación dan ganas de salir corriendo 😁😁, pero, en fin, aparcando el tema de los viajes astrales de Leadbeater, podemos quedarnos con lo básico. O sea, que quizá Krishnamurti tendría hechos unos resúmenes de las enseñanzas del etérico maestro y que fueron corregidos y mecanografiados por Leadbeater. No voy a entrar a valorar el significado de esos Maestros, si es que eran reales, imaginarios fantasmas, si eran demonios disfrazados de Maestros o simplemente descaradas mentiras.

Y el título aportación de Besant.

Pero también hay otras interpretaciones. De que, por ejemplo, como decía más arriba, el libro habría sido escrito en su totalidad por Leadbeater.

Se alega que en aquella época Krishnamurti no sabía casi nada de inglés y no podría haberlo escrito. Se alega igualmente que el estilo sería típico de Leadbeater, con algunas coletillas típicamente suyas.

Ahora bien, si es cierto que los gurús de la S.T. canalizaban comunicaciones con los Mahatmas, tampoco sería de extrañar que K. hubiera canalizado el libro en inglés, más o menos chapurriau. Puestos a creer en canalizaciones, el idioma del texto canalizado ya sería lo de menos, y no lo más increíble.

El propio K. afirmó haber tenido comunicación con el maestro Kuthumi, sea lo que sea lo que queramos entender por ello.

La Relevancia del autor en los textos espirituales

Kuthumi_1.jpg
El Maestro Kuthumi, tal y como lo pintan algunos teósofos…

En cualquier caso tenemos sobre la mesa una buena moraleja.

Pues, ¿Tiene realmente importancia quién sea el verdadero autor de un discurso espiritual? O, planteado de otra forma, ¿Cual es el verdadero sentido de estudiar textos espirituales?

¿Si el autor es A. nos creemos todo lo que pone, sin análisis crítico, pero si el autor es B. entonces no nos creemos nada? ¿Si el autor es A. dejamos que el discurso modele nuestra estructura de creencias, pero si es B. entonces ponemos en alerta toda nuestra capacidad crítica?

Sobre este tema ya filosofé hace tiempo en el capítulo de «Análisis del discurso espiritual»

Pero, entonces, ¿quién es el verdadero buen gurú? ¿El que provoca una actitud sumisa manipulando sin resistencia nuestro sistema de creencias? ¿O el que induce una actitud crítica? ¿Con cuál de ellos se produce un auténtico aprendizaje?

De nuevo, el mundo parece presentarse al revés.

También podríamos plantear la moraleja cambiando los términos:

¿Quién es el verdadero investigador?

¿El que acepta sumisamente las creencias inducidas por una fuente X. ? ¿O el que cuestiona críticamente las inducciones procedentes de todas las fuentes?

Claro que también tenemos otro parámetro a valorar, trascendiendo un poco el plano estrictamente filosófico. Se trata de la Energía sutil que emana de cada discurso. Energía, nivel vibratorio, campo de fuerza o como queramos llamarlo, que trasciende al aspecto puramente racional, intelectual o literal, que puede quedar en un plano muy secundario.

O, afinando un poco más, yo diría que el Campo de Fuerza Espiritual no emana exactamente del discurso sino de la correcta interacción entre el buscador y el discurso. De modo que un mismo discurso puede ser inductor de un intenso campo de fuerza espiritual en un buscador, pero resultar irrelevante en otro, o incluso, claramente nefasto en un tercero. Por otra parte la interacción entre un mismo buscador y un mismo discurso también puede ser completamente diferente en fechas y épocas distintas.

En fin, a lo dicho, que el librillo tuvo su lugar en mi biografía y ahora lo que toca es darle un repasico. Más tarde tocará meterse con la obra madura, y aspectos biográficos de Krishnamurti. Ahora, de momento, sigamos con ello, a ver qué conclusiones vamos sacando.

Título y prólogo

Antes de nada comentar, que el título de este libro se me atravesó desde el principio. Suena a dependencia servil, demasiado indigesto para un pobre anarko. Pero, ahí quedó. Según comentaba más arriba, sería una aportación de Besant.

El prólogo también se me atravesó, creo recordar, lo corté con unas tijeras 😁

La introducción que hace K. dice que «éstas palabras no son mías, son del Maestro que me enseñó». Supongo que debe entenderse que no se trata de un maestro de carne y hueso, sino de un maestro etéreo, o un Mahatma, tal y como se llevaba en el entorno de la ST. No digo que sea necesariamente cierto, solo que es lo que pretende transmitir el autor.

Real o imaginario, lo relevante aquí es que no se trata de un maestro de carne y hueso. En algún lugar del texto se dice algo de que «el maestro» nos acompaña de una encarnación a otra por lo que se entiende que no se trata de un maestro al estilo convencional.

Claro que también se dice que el libro fue 100% obra de Leadbeater, como señalé más arriba, incluida la frase citada. No sé, yo me inclino por la hipótesis de que, como decía Leadbeater, el núcleo del texto se basa en unos apuntes de Krishnamurti que luego fueron completados y reelaborados por L.

En cualquier caso, como decía, vamos a intentar un comentario del texto en sí, independientemente de la controversia sobre su autor a quien designaremos como K.

[1] http://esoterismo-guia.blogspot.com/2012/12/a-los-pies-del-maestro-krishnamurti.html

Literatura y fuentes:

Aparte de las referencias del capítulo anterior:

El texto está en la biblioteca del blog y en numerosos enlaces en la web, por ejemplo

O si se prefiere en formato audio-youtube:

Publicado en educación, filosofia, gnostico, jnana, memorias, Psikismo, yoga | Etiquetado | Deja un comentario

Krishnaji

Los Antecedentes de la Sociedad Teosófica

Hace ya unos cuantos capítulos que comencé a investigar la historia de la Sociedad Teosófica, en el contexto de la presentación de Max Heindel: Blavatski, Olcott, Besant, Judge, Leadbeater, Chakravarti…

Faltaba, casi, el capítulo más importante, y es el relacionado con la aparición de Juddit Krishnamurti, alias Krishnaji.

El contexto donde emerge Krishnamurti no podía ser más turbio. Por un lado estaban las interminables intrigas palaciegas y luchas por el poder entre los gurús de la Dirección Espiritual de la Sociedad Teosófica.

266px-At_the_feet_of_the_master_pg_2.jpg
Krishnamurti jovencito

Recordemos que todo el juego de la Sociedad Teosófica giraba en torno a las supuestas revelaciones, o apariciones, o canalizaciones de los incorpóreos Mahatmas a los corpóreos gurús.

Pero, claro, cada Mahatma decía a cada interesado lo que quería oír, o al menos, les ponían a unos contra los otros en su lucha por el liderazgo, por el poder y el protagonismo en la Dirección Espiritual del mundo.

Del mundo o de la Sociedad Teosófica, aunque sólo sea.

Cada cual se sentía llamado a la misión de liderar la Sociedad Teosófica; un liderazgo que sólo podía realizarse contra el llamado de sus compañeros, que también aspiraban al mismo liderazgo.

Y finalmente estaba el escándalo por las acusaciones de pederastia contra Leadbeater.

No voy a dar más vueltas a este tema, pues ya comenté algo en su día, por ejemplo en el capítulo:

https://isaspi.wordpress.com/2016/01/02/carl-louis-grasshoff-ii-la-teosofia-de-besant-y-leadbeater/


Krishnamurti y la Sociedad Teosófica

Este capítulo sobre Krishnamurti, en cierto modo es una continuación o una bifurcación del citado más arriba sobre Besant y Leadbeater.

Una rama tira a través de Max Heindel, continuando hacia Jan Van Rijckenborgh.

Otra rama tira hacia Krishnamurti, que dejé aparcada en su día, y toca retomarla ahora.

Pues bien, parece ser que el Sr. Leadbeater se fijó en Krishnamurti en una playa, cuando era un niño y proclamó que sus auras eran altamente puras y que posiblemente fuese la encarnación de Buda o de Cristo y que, en cualquier caso, estaría llamado a un liderazgo espiritual del mundo.

Los argumentos de Leadbeater convencieron a Besant, presidenta de la Sociedad Teosófica, de modo que «adoptaron» al muchacho y le ofrecieron toda la educación necesaria para poder llevar a cabo su misión de líder espiritual mundial.

Incluso crearon una sección especial dentro de la Sociedad Teosófica, la Estrella de Oriente, dedicada a envolver y proteger al niño.

Krishnamurti y Leadbeater.jpg
Leadbeater con Krishnamurti

El leitmotiv de la sociedad Teosófica se configuró, pues, en la adoración de este supuesto Mesías, su educación, y la paciente espera de que comenzase a manifestar los primeros indicios de su apostolado.

Los buenos críticos no pueden evitar ciertos chascarrillos, y no sin razón, de que fuese un pederasta quien se fijase en el niño mesías, encima en una playa, no sabemos si ligerito de ropa.

Pero, los que de un modo u otro hemos sido admiradores o seguidores, o simples lectores interesados en Krishnamurti, todas estas historias nos dan que pensar sobre las maneras en que se configura la historia del pensamiento espiritual.

¿Cómo es posible que uno de los mejores gurús y filósofos espirituales haya sido detectado, educado y socializado en tales circunstancias?

Suele decirse, es cierto, que los buenos mesías nacen en establos. Y, quizá, tomando lo del establo en clave metafórica (pues nada realmente malo hay en un establo literalmente entendido) podríamos también entender las historias de buenos gurús surgidos en medio de cuestionables fuerzas psicosociales.

En cualquier caso los hechos son los que son. Krishnaji fue aupado, mantenido y educado por Annie Besant y Leadbeater. Si no hubiera sido por ellos el fenómeno Krishnamurti, tal como lo conocemos, nunca habría tenido lugar.

Es cierto que, finalmente, Krishnamurti rompe con sus protectores, rompe con la Estrella de Oriente, y rompe con la carrera mesiánica que le habían propuesto.

Pero, ¿de verdad que rompe definitivamente? Hummm, bueno, me temo que la ruptura fue más bien parcial.

Precisamente, la ruptura con la Sociedad Teosófica, la ruptura con sus mentores, fue lo que añadió un poco de morbo a la historia, dándole una publicidad que le permitió ir llegando a un público más extenso.

Quizá pensó que la estructura, la Dirección Espiritual de la Sociedad Teosófica, tenían más bien el efecto de ahuyentar a los buenos buscadores y que era necesario derribar estos muros, para poder acceder a un público más extenso.

Pero Krishnamurti no renunció a su vocación de gurú, por mucho que hablase en contra de los gurús. Krishnamurti se dedicó toda su vida a dar charlas y conferencias con el propósito más o menos explícito de guiar espiritualmente a sus seguidores. Si éso no es un Guru, se le parece mucho.

Cuando criticaba a los gurús debía de entenderse que criticaba a los «otros» gurús, o a los «malos» gurús, pero, en cualquier caso, él seguía comportándose como un gurú.

Y, si bien criticaba los textos sagrados, por otra parte publicaba libros que, de algún modo, no podían tener otro papel que el de sustituir a los textos clásicos.

Entonces, realmente, en el fondo, no puede decirse que Krishnamurti renunciase completamente al rol de «instructor del mundo» que le propusieron sus protectores de la ST. Simplemente, que lo ejercitó a su manera. Como no podía ser de otro modo; si es que era el gran instructor del mundo, entonces le tocaba organizar él mismo su propio modus operandi, y no seguirles el rollo a sus educadores.

Puesto que, según su punto de vista, las religiones, los textos sagrados, los gurús… etc… no ayudaban a la realización espiritual del ser humano, decidió entonces predicar en su contra. Pero con el objetivo implícito de guiar a los seguidores por otros medios.

Krishnamurti podría haberse dedicado a cualquier otra cosa después de romper con la Estrella de Oriente.

Si, realmente, como decía, no quería ser un gurú, podría haber organizado su vida de otra forma. Podría haberse dedicado a la horticultura, o al pastoreo, o quizá a la mecánica o a pilotar coches de carreras. Podría haberse casado, educar hijos, o escribir novelas de ciencia ficción, o de aventuras.

Pero no.

Se dedicó a dar innumerables charlas sobre cuestiones filosófico-espirituales, con una implícita intención de guiar, educar o convencer de algo a sus auditorios.

También fundó algunas escuelas.

Puede leerse, es relevante en este sentido, su discurso en el contexto de su renuncia a la E. O.

http://legacy.jkrishnamurti.org/es/about-krishnamurti/dissolution-speech.php

Que luego despotricase de gurús, de religiones, de iglesias… da igual. Quizá pensó que no ayudaban a la auténtica realización del ser humano. Quizá pensó que se habían quedado obsoletas y era necesario darles una nueva forma.

Pero, aún cambiando la forma, la energía que animaba a Krishnamurti era la misma energía que había impulsado a otros gurús y líderes espirituales y promotores de religiones en general.


*****

Más adelante tocará meterse de nuevo con Krishnamurti y su obra madura. De momento, y siguiendo con el guión, ahora toca unos comentarios sobre un librillo, el primero atribuido a Krishnamurti, y no exento de polémica: «A los pies del maestro» .

Literatura

En la web hay abundante material de críticos y seguidores, y un montón de vídeos en YouTube.

En la biblioteca del blog hay también varios títulos.

Y una biografía, por PUPUL JAYAKAR

Un par de enlaces:

http://legacy.jkrishnamurti.org/es/index.php
http://esoterismo-guia.blogspot.com/2012/12/krishnamurti-mesias-mundo-orden-estrella.html

Publicado en filosofia, gnostico, jnana, yoga | Etiquetado | Deja un comentario

Argi

Pagitzlan me habló en una ocasión de Argi.

Era un viejo gurú, famoso en el Pirineo Oriental que había pasado el centenar de años. Anarquista, naturista y vegetariano como él mismo se definía. Según me comentó Pagi, vivía en una especie de comunidad rural donde se rodeaba de seguidores y buscadores que acudían en busca de consejos espirituales.

– No es necesario que le digas nada. Antes de que hables ya sabe lo que te ocurre. Tiene el don de ver las auras y los más recónditos pensamientos de cada uno.

La idea de conocer a un gurú de este tipo me resultaba tentadora. Me sentía identificado con el tema del anarquismo y el naturismo. Vegetariano yo no era al 100% ni lo consideraba un aspecto demasiado relevante. Pero que hubiese vivido más de 100 años era otro aspecto que me otorgaba bastante confianza.

Y éso de que pudiera leer las auras… pues éso era precisamente lo que yo necesitaba, y es que no me resultaba fácil explicar lo que me ocurría, si es que me ocurría algo…

Así que, terminado el curso académico, decidí cruzar el occéano para hacerle una visita.

– Yo no te voy a decir que no vayas – me dijo Pagi cuando estaba a punto de partir. No entendí lo que quiso decir con éso… sólo más adelante.

El viaje

Y así, cogí la mochila y aterricé a orillas del Mar Mediterráneo.

No dormí nada aquella noche, tenía la mala costumbre de tomar café, que me aceleraba más de la cuenta, y con el stress del viaje, pasé toda la noche despierto.

Pagi me había facilitado unas indicaciones para llegar hasta la residencia de Argi.

Me junté con un mozo que regresaba a su casa, disfrutando de un permiso del servicio militar. Íbamos andando por una carretera mientras hacíamos auto stop.

No recuerdo mucho del viaje, ni de lo que hablamos. Al cabo del tiempo paró un coche y recogió al militroncho.

Dijo que no había sitio para mí.

Continué el camino sólo.

No sé cuánto tiempo estuve andando, horas y horas al ritmo del ardiente sol mediterráneo que, recién llegado el verano, apretaba con fuerza sobre el maltrecho cuerpito que me quedaba después de una noche sin dormir.

No paraba nadie, no me extraña la fama de tacaños de los occitanos 😈

Bueno, sí, alguien paró y me acercó algunos kilómetros a mi destino.

-Nunca suelo parar a nadie, con la gente tan rara que anda por aquí… – dijo sonriéndome de reojo – pero es que te vi antes. Hace un par de horas que pasé por aquí, en sentido contrario.

Después de caminar durante todo el día por fin llegué a un poblado, próximo a la casa de Argi. Los vecinos me miraban como si de alguna aparición extraterrestre se tratara.

– sí allí es, a unos 800 mts

Me caía de sueño.

Me senté a descansar debajo de una higuera.

Me sentí un Buda, meditando bajo el árbol sagrado y preguntándome a ver para qué hostias había ido hasta allí, con lo bien que podría estar en mi casa viendo una buena peli de terror y fumándome unos chirris.

– ¿Qué es lo que realmente buscas? – creí oír que me decía una voz interior.

– ¡Todas las respuestas están en tí!

Me planteé seriamente el darme la vuelta por donde había venido, ya casi se ponía el sol… ¿Qué pensaba yo pues que me iba a decir de nuevo el buen anciano?

Pero, no, una vez llegado hasta allí, casi alcanzado el objetivo, tenía que completar el viaje.

Retomé la mochila y me acerqué hasta la casa donde vivía Argi.

Con Argi y Compañia

Me recibió sonriente, en la calle, un mozo de buen ver.

Llamaba la atención la pureza de su aura, posiblemente trabajada a base de una alimentación crudívora y, quizá, alguna otra práctica ascética.

– ¿Argi? ¿Vive por aquí?

– Sí sí, aquí es. Qué tal, qué te trae por aquí!

– No, nada, me estaba volviendo loco en mi pueblo y me animé a dar una vuelta.

– ¿Y qué querías?, ¿ver al Abuelo? Vaya, pues está en la cama… se suele acostar pronto, con el sol al atardecer…

Me resigné.

Después de todo, me tocaría volver sin verle. Por unos pocos minutos se me había ido a la cama.

El mozo entró en el interior de la casa. A los pocos minutos volvió donde mí.

– ¡Adelante! ¡Pasa! El Abuelo se va a levantar para recibirte.

Pasé a un estancia de la cual no recuerdo detalle. Esperé un rato sentado y allá apareció Argi. Me resultó una persona menuda, que andaba con dificultad. Me llamó la atención la ropa, que me sonó un tanto exótica, no sabría decir porqué.

Comenzó a hablarme en catalán, no entendía nada, y me caía de sueño.

Recordé las palabras de Pagi, de que «no es necesario decirle nada…»

– El Abuelo está un poco sordo, háblale un poco más alto – comentó el mozo.

Lo que me faltaba, hablar a gritos, si no podía yo con mi alma…

No sé cómo iniciamos la conversación. Pero giró alrededor de mi preocupación porla esquizofrenia.

– pero, ¿Quién te dijo que estás loco?

-pues mucha gente me dice, lo insinúa, o lo da a la entender sin decirlo.

Pagi, por ejemplo, un psicólogo amigo tuyo, incluso, me llevó a un psiquiatra para un tratamiento…

– no le recuerdo a Pagi. Pero ¿vas tú donde él, o él va a tu casa?

No supe que contestar. Conocí a Pagi por qué se presentó en mi casa, pero normalmente le llamaba yo.

– Los locos gritan y rompen las cosas, insultan y molestan a la gente. -señaló-

Sí, bueno, evidentemente no era ése el tipo de locura que me preocupaba.

– Los que fuman y los que comen carne son los que están locos – añadió.

-Bueno, yo he sido fumador, y a veces como carne… – le contesté – Pero no es el tipo de locura que me preocupa.

Se hizo un rato de silencio.

– No comas carne que es pecado

Silencio, de nuevo.

– Los que gobiernan están locos. -añadió- Porque quieren gobernarme a mí, y yo no quiero que nadie me gobierne.

– Pero, ¿puedes volverte loco leyendo la Biblia?-acerté a preguntar-

– ¿Y qué tiene que ver la Biblia? -pareció extrañarse de la pregunta.

Se quedó un rato como pensativo. Luego comenzó a hablar en catalán con el otro compañero con un tono como de sorpresa o extrañeza.

– ¡ Le dicen que está loco y se lo cree! -Continuó saltando al español de nuevo-

Me sentí un poco incómodo. Pensaba que mi problema era más serio que todo éso.

– Pero… ¡Cómo! – intervino el compañero que había permanecido en silencio hasta el momento- ¡Cómo que te crees lo que te dicen! ¡Tú no hagas caso a la gente! ¡Tienes que ser tú mismo!

Me sonó un poco a cliché facilongo lo de «ser tú mismo»

– A nosotros también nos llaman locos – continuó Argi.

– ¿Vosotros? ¿Quiénes «vosotros»?

– nosotros, naturistas, – pareció extrañado de nuevo por mi pregunta- Nos toman por locos.

Me ofreció un folleto de una escuela de yoga, animándome a ir.

Creo que intenté exponer mis miedos hacia el yoga, el hatha yoga y las energías kudalíneas.

– ¿Y dónde piensas dormir esta noche? -continuó volviendo a la práctica realidad cotidiana-.

– Pues… Pensaba dormir aquí… Si es posible…

– Oh, no! No es posible, aquí no tenemos sitio.

Se dirigió a su compañero como para confirmarlo.

– comprendo… Entonces ya me voy.

Me levanté y salí a la calle. El sol ya se había puesto hace un rato y no quedaba luz para mucho tiempo. Y no tenía ni idea de dónde estaba, en mitad del campo.

El compañero de Argi salió detrás de mí.

– ¡Recuerdos a Jalisco! Ya me gustó cuando estuve por allí. Mucha gente muy despierta y mucho verde. Mejor ambiente que por aquí, ésto está muerto.

Yo me empezaba a preocupar por la vuelta. Estaba anocheciendo.


El mozo continuaba hablando.

– y qué haces por allá, a qué te dedicas?

– estudio ingeniería industrial

– ¿ingeniería? Hummm… Ya veo… Tú debes ser el clásico que han hecho de tí lo que han querido, y no lo que tú hubieras querido ser.

Me sonó de nuevo a cliché facilongo. Las circunstancias que me habían impulsado hacia la ingeniería no habían sido fáciles. Todos vivimos insertados en ecosistemas coercitivos que nos limitan las opciones vitales.

– ¿porqué no coges la azada, trabajas la tierra… y así la tierra te trabaja a tí… ?

De nuevo, más clichés… Qué más quisiera yo que disponer de un trozo de tierra para trabajarlo… Pero la tierra cuesta dinero… Hay que trabajar en la industria primero… y guardar los ahorros en el banco…

-Sí, sí, ya veré…

– ¿ y hacer una dieta de crudos? Igual será difícil ¿No?

– Ya veré, ya veré…

Se veía que el buen hombre tenía ganas de hablar. Pero yo estaba en un nivel más práctico, pensando en dónde iba a dormir esa noche. Agotado, dos días sin dormir, un día entero caminando por el asfalto, no sabía ni dónde estaba, en medio del campo… ¡Qué les habría costado hacerme un rincón para dormir…!

Pero qué les vas a hacer, eran catalanes 😜😜

– Bueno, tendré que dormir en la calle -le dije.

– No hombre, tienes un pueblico ahí mismo. Sí mira, bajas por aquí, y luego por allá, luego das la vuelta a la izquierda y subes por la derecha… y llegas a un camino que conduce a P. Primer cruce a la derecha y segundo a la izquierda… Allí ya encontrarás algo.

Me marché de allí.

El regreso

Me metí en un campo, creo que eran vides. Un buen rato caminando, la noche era cada vez más negra, me sentía perdido, pensaba hacerme un agujero en el suelo y echarme a dormir.

Entonces oí pasar un coche a lo lejos.

Había una carretera.

Me dirigí hacia allí.

Gracias al tenue resplandor de las estrellas algo se distinguía la línea del asfalto, aunque a veces se desdibujaba y las sombras parecían moverse. Poco a poco seguí adelante, no sin miedo de salirme de la carretera y caer en alguna acequia.

Pronto pasó otro coche. Le saqué el dedo, sin mucha esperanza, y, como suponía, sin éxito. Pasó a toda velocidad; a través de sus ventanas abiertas sonaba a todo volumen un estridente ritmo bacaladero que iba atenuándose a medida que sus luces se alejaban en el horizonte… Pude comprobar así el largo camino que aún quedaba.

Y así pasó otro coche, y otro, todos con similar ritmo discotequero.

Finalmente, no sé cómo fue que aparecí en S.

Recuerdo, al menos, tres videoclips de mi paso por el pueblo.

Primero recuerdo una cuadrilla de jóvenes haciendo corro en la calle bebiendo unas cervezas. Me miraban riéndose.

-¿Qué os pasa? – inquirí.

Aquél no era yo. Yo nunca respondía a burlas e insultos, reales o supuestos, pero estaba un poco alterado del viaje y la falta de sueño.

-Tranquilo amigo, no pasa nada.

Pensé que probablemente era alguna de esas cuadrillas que me adelantaron en coche por la carretera

Entonces me acordé de las palabras de Argi

«¡Le dicen que está loco y se lo cree!«

Y reconocí que había mucho de cierto en ello. Las críticas ajenas me afectaban de una manera especial, casi como «creyendo» lo que trasmitían. El pensamiento de «estar loco» procedía de los demás.

Yo me levantaba de la cama, feliz y lleno de energía, me asomaba por la ventana y disfrutaba de un hermoso día de primavera. Salía a pasear recreándome plácidamente en mis pensamientos… Hasta que me cruzaba con algún conocido, nos saludamos, hablábamos de esto y lo otro… Y, ¡Zas! La idea de «estar loco» se instalaba en mi mente hasta que poco a poco me iba zafando de ella.

Bueno, no exactamente así pero casi.

El segundo videoclip va ambientado en una pensión que encontré en el pueblito. Se me abrió el cielo pensando que podría dormir plácidamente en una cama, aunque tuviese que invertir los pocos dólares que me sobraban.

– Hola buenas noches ¿ alguna habitación para dormir hoy?

– sí creo que sí, – me atendió una simpática moza- preguntaré a ver

Se dirigió a un hombre con cara de pocos amigos que sería el dueño del local.

No hacía falta mucho conocimiento del occitano para traducir la respuesta del jefe:

– Ese tipo de gente en mi casa yo no quiero.

La moza volvió donde mí

– Lo siento no tenemos habitaciones libres

– Estoy muy cansado, llevo dos días sin dormir, no sé dónde ir. ¿No podría aunque sólo sea dormir en el suelo en cualquier rincón? .

– No, no! ¡No puede ser! ¡Imposible!

– Que os pago por adelantado
– Que no!

Se puso un poco nerviosa.

El tercer videoclip se desarrolla en una estación de tren o de autobuses no recuerdo bien.

Me metí dentro, me tumbé encima de un banco y me eché a dormir tapado con la manta.

Al poco rato oí como entre sueños una voz en catalán. Supuse que era el responsable de la estación, que iba a cerrar y me apremiaba a levantarme y largarme a otro sitio.

Me hice el dormido. El buen hombre no insistió

A la mañana comprobé que no había cerrado la puerta de la estación con llave. A lo que se ve le había dado pena y me dejó estar. Qué no se diga, que algunos catalanes tienen su corazoncito 😜😜

Un poco más animado, después de dormidas algunas horas, que no muchas, deposité mis huesos en un autobús dirección Tortosia.

Me acomodé entre los asientos y según me dormía, no sé bien si más dormido que despierto, divisé un enorme OVNI que acompañaba la trayectoria del autobús.

A partir de ahí no recuerdo nada más, solo sé que aparecí en Guadalajara. De nuevo, pensé, se trataría de algún tipo de teletransportación cuántica, o quizá algún tipo de amnesia temporal, no le dí mayor importancia. Lo verdaderamente importante es que había dormido profundamente, y me encontraba totalmente recuperado. Hacía un día espléndido y disponía de todo el día para pasear por la ciudad.

A la tarde cogería un tren para llegar a casa.

Recordé que en Guadalajara había un centro de la Escuela Gnóstica. Por un momento pensé que, si había sido teletransportado hasta esta ciudad, no habría sido por casualidad y que algo o alguien quería dirigir mis pasos hacia esta Escuela. Además tenía pendiente una entrevista con el director del centro.

Así que me entretuve buscado la Avenida del Levante donde, recordé, se hallaba situada la vivienda particular del director del centro y que hacía las veces de local público.

No me costó mucho encontrarlo, preguntando aquí y allí. Me acerqué al portal… Pero no me decidí a llamar. Lo dejé correr. Pensé que ya era suficiente con haber explorado el terreno. Tampoco eran maneras presentarse ahí sin avisar con estas pintas… que estos gnósticos son un poco raritos… En otra ocasión quizá.

Y, así, seguí deambulando por la ciudad.

Me metí en una librería, en una sección de temática espiritual y esotérica y allí pase largas horas absorto, hojeando libros.

Finalmente, de entre toda la oferta, y cuando el librero ya me echaba del establecimiento elegí un par de ellos.

-¡Venga, ya está bien! que esto no es una biblioteca pública, llevas toda la mañana! ¡Tengo que cerrar para irme a comer!

Elegí un librillo que se convirtió en libro de cabecera durante un tiempo: «A los pies del maestro» de Jiddu Krishnamurti. El otro, no recuerdo cuál.

No sé qué fue lo que me llamó la atención del librillo en cuestión, supongo que el carácter escueto y resumido del texto, y alguna frase que leí en su interior.

El título no resultaba nada atractivo, menos aún para un pobre anarco como yo, trasmitía la imagen de una sumisión negativa e incondicional hacia los Gurús.

El autor tampoco me resultaba muy atractivo, al menos las cosas que había oído de él. De que si era la encarnación de Jesucristo y cosas similares que no invitaban a hacerle mucho caso.

Yo también me fui a comer.

Me metí en un restaurante y, hojeando la carta, sentí una cierta repulsión ante los platos carnívoros. Me di cuenta de que había llegado el momento de dar una nueva vuelta de tuerca hacia el vegetarianismo.
A la tarde cogí el tren de vuelta a casa. Casi ni me acordaba ya de Argi, pero me sentía envuelto en un campo de fuerza de tipo naturista, ecologista vegetariano, anarco, hippie….

Conclusión

Bueno, la organización un desastre. Pagi me trasmitió la idea de que podría dormir allí, en los dominios de Argi, pero no fue así, lo cual me dejó un poco resentido.

Mea culpa, si ya sabía yo que Pagi era un poco fantasma, tenía que haberlo confirmado. En realidad, Argi había tenido que abandonar recientemente sus dominios, y las cosas no eran como las había conocido Pagi. Pero en cualquier caso, aunque hubiese sido un centro público de acogida, siempre hay que confirmar las plazas.

Mea culpa, mis resentimientitos no estaban en absoluto justificados, bastante había hecho el Abuelo en levantarse para recibirme con sus ciento y pico de años.

En cuanto al auto stop, cada región tiene sus costumbres y no se puede culpar a nadie de que yo hubiese caído en una zona poco dada a estas formas de desplazamiento.

Y lo del hostal, sí, casi seguro que no me dejaron habitación porque no les dió la gana, pero en fin, suele pasar.

Por lo que se refiere a la filosofía naturista y pacifista alrededor de la cual se movía el entorno de Argi, no era perfecta ni me cautivaba en absoluto, hacía agua por todas las esquinas.

La Madre Naturaleza no es en absoluto pacífica ni vegetariana. Es carnívora, cruel y despiadada. Y en un mundo cruel y despiadado, el pacifista que se queda de brazos cruzados ante la violenta maldad y crueldad de sus convecinos se vuelve cómplice violento del evento. O exterminamos violentamente al violento criminal, o permitimos violentamente que continúe ejerciendo sus violentos crímenes, con lo cual, en un mundo interconectado, realmente, es como si los cometieramos nosotros mismos.

En fin, sobre estas contradicciones de los pacifismos, humanismos y naturismos ya he disertando ampliamente en otras partes del blog. La filosofía gnóstica me resultaba más completa, y más consecuente.

También me resultaba atractiva la idea de una estructura burocrática, de una «persona jurídica». En ocasiones, y cuando las personas fallan, las estructuras impersonales pueden resultar útiles.

Sin embargo, con todas sus imperfecciones y contradicciones, el «naturismo» resulta un campo de fuerza aceptable, que ofrece igualmente una identidad aceptable para desenvolverse en sociedad. Una identidad más aceptable y fácil de llevar y compartir que la propiamente gnóstica.

Amor por la naturaleza, rechazo de la civilización y el progreso, vida sana, comida vegetariana, vuelta a sociedades primigenias, la India, el Amazonas, los antepasados, ecología, antimilitarismo, antinuclear, Etc. Etc. Etc.

Así pues, a pesar de que yo me sentía gnóstico, de cabeza y de corazón, me refugié en una identidad, en un discurso, en una apariencia de corte natural, ecologista, naturista, anarquista y vegetariana. Con unos vaqueros, unas sandalias, unas melenas y un periódico de izquierdas.

Los gnósticos, la verdad, me resultaban un poco distantes, psicosocialmente hablando, con sus trajes y sus corbatas y sus coches impecables.

Parecían traficantes de armas 😁😁

Aparte de que, bueno, ellos mismos se empeñaban en ponerme a comer aparte con su negativa a admitirme como un compañero más.

Hay que decir que mi naturismo resultaba un tanto atípico, mis estudios de ingeniería industrial no casaban mucho con el perfil medio. También era un tanto burgués, en el sentido de que yo no renunciaba a ninguno de los placeres de la civilización, o casi (aunque éso es algo que hoy día cada vez se lleva más). Era una especie de identidad social. De máscara, más bien. Y por otra parte engarzaba bastante bien con lo que había sido mi vida previa, mis compañeros previos. En el fondo, podría seguir presentándome como un hippie. Un hippie que se alejaba de las drogas y del pasotismo, arrimándose a la dimensión más naturista, espiritualista, intelectualista…. manteniendo una buena dosis de romanticismo rebelde.

Publicado en memorias, Psikismo | 2 comentarios

La Dirección Espiritual IV

Estimado amigo:

Ya le dijimos en una de nuestras anteriores cartas que el acercamiento a los temas espirituales en general y la Escuela gnóstica en particular, denotan cierta actividad del átomo original.

El tono de la respuesta volvía a sonar cercano, y cargado del magnetismo peculiar del Sr. Echeverria.

Este hecho, unido a cierta predisposición kármika le han acercado a la Escuela Espiritual, y la Escuela intenta ayudarle. En primer lugar, le hicimos ver que lo importante, o lo más importante, es la ayuda impersonal que la Escuela irradia sobre los buscadores en forma de Fuerza. Se trata de una Fuerza que ayuda al buscador a vencer su propia debilidad sin forzar nada.

Nosotros no hemos excluido una ayuda personal ya que, precisamente, desde el momento en que contestamos a la mayoría de sus cartas, personalmente le decimos algo. Es decir la Escuela intenta ayudarle a usted concretamente a salir de sus apuros.

Bueno, ya nos vamos entendiendo. Pero el término «Escuela» viene usado en términos un tanto ambiguos, como también suele ser frecuente en la literatura de JvR. Tenemos la Escuela/campo-de-fuerza y la Escuela/organización-burocrática. A la primera correspondería la ayuda impersonal y a la segunda la personal.

Cuando le hablamos de impersonal queremos recalcar que usted debe orientarse principalmente a esa Fuerza que irradia de la Escuela. Esta Fuerza está al servicio de todos por igual a condición de ser aceptada.

Seguimos con la confusión de términos. Y se contradice con la carta anterior en la que decía que la Fuerza sólo estaba disponible para alumnos que se habían preparado cuidadosamente.

Piense que toda ayuda personal es limitada, parcial y a veces muy subjetiva mientras que la ayuda de la Gnosis es siempre objetiva.

Y, bueno, entonces, la decisión de prohibirme la entrada en la Escuela… ¿también resulta limitada, parcial y subjetiva? Porque, resulta que, si como dicen, la Fuerza irradia de la estructura burocrática, y a uno se le prohíbe la entrada en la estructura, entonces se le está impidiendo igualmente el contacto con la Fuerza, y se le está impidiendo la ayuda objetiva.

Un auténtico sinsentido argumental

Hemos pensado que colocarle ante la realidad desnuda era la mejor ayuda que podíamos ofrecerle ya que como si según nos dice usted no tiene un dominio pleno sobre si mismo el hecho de colocarse ante la realidad es la mejor manera de recuperar ese control.

Aquí me pierdo. ¿»colocarle ante la realidad»? No acabo de pillar el sentido de la frase. ¿Negarme la entrada en la Escuela es confrontarme con la realidad? 🤔🤔

Por supuesto, yo no tenía un dominio pleno sobre mi mismo, ni antes ni ahora, ni creo que lo tiene ningún alumno de la Escuela.

¿Quién es dueño de aumentar un par de centímetros su estatura? ¿De qué grados de autocontrol y autodominio estamos hablando? )

Usted necesita un punto de apoyo para esclarecer su confundida mente, y ese punto de apoyo debe ser la realidad.

Mientras usted no haya conquistado una zona de seguridad interior su entrada en la Escuela iría unida a una serie de tensiones difícilmente soportables por usted. Por esta razón le indicamos que por ahora no podría hacerse alumno, siempre que su deseo fuese ser alumno.

Por supuesto, mi mente estaba confundida, pero, ¿no están igualmente confundidas las mentes todos los pobres buscadores? De nuevo vuelvo a la pregunta: ¿de qué grados de confusión estamos hablando? ¿De qué tipos de seguridad o inseguridad?

¿La seguridad del ignorante que cree saber no sabiendo?

¿La inseguridad de quien descubre que su supuesta sabiduría y autocomplaciencia se desmoronan a la luz de la investigación gnóstica?

Y de nuevo se contradice con la carta anterior, en lo que se refiere a los motivos para negarme el ingreso en la estructura burocrática. Antes se decía que yo no era libre para decidir. Ahora se señalan las posibles tensiones a soportar.

Bueno, decir que son numerosos los alumnos que ingresan a la estructura y al poco tiempo abandonan, y más tarde vuelven a ingresar… y no pasa nada. ¿Porque yo tenía que ser diferente?

Veamos cómo plantea JvR el problema:

«Usted se ve a sí mismo en el Atrio, en harapos. Y como uno siempre se ve reflejado en el otro, aparecen las tensiones, y la explosión no tarda

«Imaginemos a cien alumnos en el Atrio que no hacen nada por hacerse aptos para entrar en el Santuario. ¿Qué ocurriría? Sin lugar a dudas se eliminarían mutuamente. El Atrio de la Escuela es saneado constantemente por esta auto-destrucción, y sólo en escasas ocasiones es necesaria la intervención directa de la Dirección. De este modo se hace sitio para un nuevo grupo que penetrará en el Santuario o se eliminará a sí mismo».(JvR, la Fraternidad de Shambalah)

***

Esta postura no es ni mucho menos absoluta está sometida al tiempo: si usted persevera y no se abandona seguro que triunfará sobre sus dificultades.

Aquí estamos igual que antes, una prohibición de ingresar en la Escuela sobre la base de unos motivos demasiado genéricos e indefinidos. ¿Quién decide si mi entrada en la Escuela provocará tensiones insoportables? Pero, ¿No quedamos que la orientación personal era limitada, parcial y subjetiva? 🤔🤔

Y unido al hecho de que yo tampoco tenía claro lo del alumnado y las estructuras burocráticas jerárquicas.)

No obstante le recomendamos un contacto personal con el Director del grupo de Guadalajara a quien puede solicitar una entrevista, y posiblemente tenga la ocasión de asistir a alguna actividad pública este otoño.

Bueno, un contacto personal es lo menos que se puede pedir antes de negarle a alguien la entrada en la Escuela.

Deseándole que los próximos meses sean especialmente provechosos se despide bla bla bla…

********

Bueno, la nueva carta me dejó un mejor sabor que la anterior, y una mejor sintonía con el campo de fuerza. Aunque con las objeciones citadas.

Pero, la cuestión esencial persiste, y es la negativa a admitirme como alumno. Con muy buenas palabras, sí, casi como que me hacían un favor marginándome del grupo de alumnos.

Podrían haberlo planteado como un consejo, pero no. Era una prohibición ejecutiva que bloqueaba indefinidamente mi relación con la Escuela.

Y todavía se empeñan en proclamar que «en la Escuela no hay autoridades«, o que «todos somos maestros y todos somos alumnos» 😄😄, suena bien, si, pero no sé corresponde con la realidad.

Y lo que es peor, se trasmite un mensaje engañoso.

En fin, que esta negativa, unida a mi desconfianza de las estructuras burocráticas espirituales, y que, por otra parte, yo tampoco veía claro ingresar en la estructura burocrática, es lo que ha marcado mi relación con la Escuela Gnóstica, tal y como ya describí en el capítulo anterior. Una situación un tanto kafkiana, ya que, de un lado me sentía atraído por el campo de fuerza, y de otro lado repelido de la estructura burocrática.

Resumiendo, que me quedaba con:

-una buena sintonía con la filosofía gnóstica, con la excepción de algunas contradicciones.

– una buena sintonía con el campo de fuerza

– desconfianza de los sistemas burocráticos espirituales

– Prohibición de las autoridades burocráticas, la dirección espiritual, respecto a mi ingreso en la estructura

– y «permiso» para estudiar la literatura, el cual fui aprovechando para profundizar en la obra de JvR, de la cual, en algún momento, tendré que hacer un buen comentario.

En cualquier caso, como decía en el capítulo previo, acepté humildemente los planteamientos de la dirección en la perspectiva de que, quizá, en un próximo futuro comprendería los motivos por los cuales la dirección de la escuela se empeñaba en prohibirme el ingreso, incluso antes de solicitarlo.

Publicado en filosofia, gnostico, memorias, Psikismo, RZK | Deja un comentario