Día a día

Los primeros meses de mi nueva vida no fueron especialmente fáciles. Aparte de lo intensivo del temario, que no terminaba de entusiasmarme, tampoco me sentí muy integrado en el nuevo ecosistema.

Para los más formales resultaba un poco rarito:

– «parece un pato en un garaje», -murmuraban algunos.

Para los más rebeldes y modernillos resultaba demasiado formal, que si no bebía, no fumaba, no salía de potes, no salía de fiestas… A ésto había que añadir mi firme propósito de no criticar, ni hablar mal de los demás, cualquiera que fuese el contexto…

Los vínculos sociales se establecen desde muy diversos ángulos, y yo los fallaba todos, o casi.

Uno de ellos puede ser, por ejemplo, la pertenencia común a un grupo político o religioso, como importantes factores de cohesión social. Pero, vaya, yo no me sentía firmemente identificado con ninguno. Sí que me sentía más cercano a, por ejemplo, la izquierda y al materialismo, pero evidentemente no era un fervoroso militante.
Aunque yo me había convertido en persona esencialmente religiosa, consideraba que el ateísmo estaba más cercano a la verdadera espiritualidad que las religiones convencionales. En ese aspecto me movía en unas coordenadas un tanto ambiguas.

Psicosociología política 🙂

Me sentía más cercano al rebelde inconformista, o al marginado, que al conservador adaptado. Aunque mi inconformismo era de naturaleza más radical y se refería a nuestra conciencia espacio-temporal más que a un sistema político concreto.

La derecha clásica y opusdeísta no me atraía demasiado. Era lo opuesto a mi socialización previa, y a pesar de mis propósitos de enviar buenos pensamientos a mi alrededor y mantener buenas relaciones con cualquiera, no me apetecía mucho aproximarme a ese mundillo.

La democracia cristiana, en general, se tomaba demasiado en serio todo ese mundo universitario y profesional, casi diría yo que estaban dispuestos a vender a su madre por «un puesto en las oficinas» 🙂

La socialdemocracia me resultaba un tanto fría, vacía y bribona, aunque casi la prefería antes que el esforzado puntillismo y perfeccionismo de los demócrata-cristianos. Unos cuantos de mis antiguos colegas, con abultado curriculo de trafico y consumo de drogas, y otros delitos comunes terminaron acomodándose, gracias a un buen enchufe, en nuestra socialdemocracia.

El militante clásico de izquierda, por su parte, me caía bien, aunque casi mejor el de extrema izquierda. Pero este último resultaba ser demasiado crítico con personajes como yo, que no se mojaban, y que se mantenían discreta y burguesamente al margen de la actividad militante.

Quizá fue el sector indigenista con el que mantuve mayor conexión, dentro de la distancia general. A pesar de que el nacionalismo y el patriotismo, de cualquier signo, no iba para nada conmigo, pero, surgían vibraciones.

En lo religioso se mantuvo, incluso se fue acrecentado un anticlericalismo, o anticatolicismo más bien, pero, como decía, me sentía más cercano al materialismo. Me estoy refiriendo, por supuesto, a los movimientos político-religiosos más relevantes de la época y lugar. Otra cosa es mi cercanía al rosicrucianismo, la Teosofía y el hinduismo, pero mi relación con estos movimientos era principalmente literaria (o sea, relativa a la literatura) y no tanto como perteneciente a un grupo psicosocial concreto.

El enemigo común

Otro factor importante de cohesión es la maledicencia y la crítica.

No era muy consciente de ello en un primer momento pero,  una forma corriente de «hacer amigos» es apiñarse frente al «enemigo común», «cerrar filas» ante el diferente, ante el extraño. Y cuando el «otro» era más débil se convertía en víctima.

Yo no quería entrar en estas dinámicas. Quizá porque me veía reflejado, o porque sufría en mis carnes los efectos de la crítica y la marginación. Quizá porque lo consideraba moralmente incompatible con mi ética neocristiana.

Pero, evidentemente, quien te vea platicando amistosamente con su enemigo, desconfiará de tí. Y, como todo el mundo tiene sus buenos enemigos todo el mundo desconfiará de tí, al menos te pondrán a comer aparte.

Las sociedades humanas se desarrollan sobre la base de grupos enfrentados entre sí. Bien sea un enfrentamiento bélico, armado o violento, bien sea un enfrentamiento «pacífico», solapado, con reglas de juego definidas. Y el individuo se desarrolla en esta lucha integrado en su grupo fraterno de amigos, familia, grupo político o religioso.
Yo tenía en mente la idea de una «fraternidad universal» y me negaba a entrar en el juego de la lucha y de la competencia. Una idea que mantuve durante muchos años hasta que finalmente la descarté como inadecuada. Pero, en cualquier caso, en aquella época marcaba el rumbo a seguir.

La idea de ser «amigo de todo el mundo» tiene sus consecuencias a corto plazo, y es que nadie va a querer ser amigo tuyo. ¿quien quiere tener por amigo al amigo de sus enemigos? ¡Qué ocurrencia! ¡Y máxime en una sociedad vertebrada sobre la interminable guerra de guerrillas!

El individuo se desarrolla así,  dentro de esa tensión, entre el amigo y el enemigo. Entre el grupo de amigos y el grupo de enemigos. Y tan necesario pareciera ser lo uno como lo otro.
Lo Blanco solo se reconoce si existe también un fondo Negro donde resalte. Si todo fuese blanco no existiría el concepto de negro, pero tampoco el de blanco. Lo Interior solo se reconoce en contraste con lo Exterior. El conjunto de amigos solo se reconoce bajo el contraste del conjunto de enemigos.

Los enemigos, los adversarios, las adversidades en general, devienen así ingredientes necesarios para el adecuado desarrollo de la personalidad.

La «fraternidad» existe, pero es relativa. Se refiere al grupo de amigos, aliados, familares… Pero siempre en lucha contra el enemigo común.

Cuando el enemigo desaparece se hace preciso reinventarlo.
No en vano se ha descrito al homosapiens como el único animal que practica la guerra de un modo organizado.

Como arriba, así abajo 😉 … Nuestras células y nuestros órganos vitales también trabajan en clave «fraterna». Cooperando y auxiliandose unos a otros… pero, frente al exterior, el fraterno organismo animal deviene depredador frente al «otro». De igual manera, en el campo de batalla, vemos florecer patrones heroicos y fraternos, soldados que arriesgan su vida por sus compañeros… (al menos en las películas 🙂 )  Pero feroces y sanguinarios contra el «otro», contra el enemigo del otro lado de la trinchera.

Psicosociologia lúdica

Así las cosas, tambien me veía privado de otras cualidades endógenas más sutiles… éso que comúnmente llamamos «conversar», platicar sobre intrascendencias, incluso cuando nos encontramos junto a adversarios.

– «No das confianza», me recriminaron en un par de ocasiones.

Sí, era cierto. Algo fallaba. El vínculo psicosocial. Aquél que misteriosamente se establece, a nivel subsconsciente, principalmente, cuando los sapiens interactúan y platican sobre ésto y lo otro, ríen, bromean,…

Yo, en cierto modo, tenía asumido el rol de investigador que, preocupado por descubrir los profundos misterios de la humana existencia no podía concentrarme en nimiedades cotidianas de la vida. Justo me dignaba cumplir con mis deberes de estudiante, los cuales, igualmente, a otro nivel, tambien requerían una buena dosis de concentración y pensamiento abstracto, saltando así de la literatura rosicruciana al cálculo diferencial e integral.

De modo que, con frecuencia, pasaba por alto pequeños detalles, tales como peinarme o afeitarme adecuadamente, llegar puntual a clase, o abrocharme ordenadamente la camisa.

Me justificaba a mí mismo diciendo que yo pasaba de la imagen y el marketing de las apariencias, pero no era exacto. También tenía mis límites, no se me ocurría salir a la calle sin pantalones, o con zapatos de diferente color, o utilizando una ensaladera a modo de sombrero.

Por otra parte, mi resistencia al traje y a la corbata no era de tipo indiferente, era también un estilo militante de cuidar la imagen.

Pero también me surgían serias dudas sobre mi salud mental: «¿acabaré con mis huesos en algún psiquiatrico?» ¿Cómo terminará esta búsqueda espiritual, filosófica, o como quiera llamarse?

¿Porqué estaba sólo con todo ello?

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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