El sentido de la vida (II)

«El ser humano está situado por su nacimiento en un entorno determinado que le acompañará y le mantendrá durante su juventud y le enseñará la lucha por la vida. Es empujado hacia una pareja, una profesión, una posición, una carrera que pueda satisfacerle. Busca el aplomo y seguridad en sí mismo, a ser posible en un campo en el que se pueda afirmar y donde sea respetado y admirado. Esta es la respuesta a su deseo de vida desenfrenado.»
(Anonimo, «El camino de la RosaCruz en nuestra época»)

Recapitulando

El pasado capítulo estuve dando vueltas a algunos conceptos relacionados con la búsqueda del sentido de la vida. Primero el concepto de buscador, buscador del sentido de la vida, se entiende. El buscador asume que su vida es imperfecta, al menos como mínimo le falta conocer su sentido y una vez descubierto le faltaría realizarlo. De modo que, de aquí surgen las nociones de Perfección e Imperfección. Nociones que se correlacionan con las de Bien y Mal. Y a su vez con el poder de Decisión. Pues, a través de decisiones, el decisor intenta mejorar el nivel de perfección o de bondad de su vida.

La correlación de los conceptos bueno/malo perfecto/imperfecto no quedó muy clara, pero en principio quizá no sea muy relevante. En lenguaje natural una cosa «buena» no es necesariamente perfecta. Lo perfecto no se puede mejorar, lo bueno sí. Lo perfecto implica ausencia total de imperfección. Lo bueno puede ir aderezado con algunos defectos. Un examen perfecto se lleva la nota más alta, un 10 sobre 10, pongamos por caso. Pero un «buen» examen puede llevarse un 8. En mis tiempos de estudiante la calificación de «bien» se asociaba con el 6 😀.

La perfección, el bien, como vimos, es relativa. De un objeto parcial decimos que es perfecto cuando se corresponde exactamente con un modelo, material o mental. Cuando alguien dice que algo es perfecto, es una opinión subjetiva: dice que algo es perfecto en relación con el modelo de perfección existente en la mente del opinador. «has hecho un examen perfecto» dice el profesor al alumno. O sea, es perfecto en relación con la Idea o Modelo de perfección que habita en la mente (o en la guía de respuestas) del profesor. Pero no es una opinión absoluta, otro profesor puede tener otro modelo de perfección con el cual comparar el examen y cargarle un suspenso.

Luego tenemos modelos de perfección a diferentes niveles. El nivel más bajo se refiere a la perfección del objeto creado, que a su vez puede consistir de partes integradas en «todos» de mayor nivel. Por ejemplo, el examen comentado en el párrafo anterior. Pero un examen se compone de varias preguntas, algunas de las cuales pueden ser perfectamente contestadas, y otras no tanto, y suspender el examen. Y el curso se compone de varias asignaturas, varios exámenes, no basta un examen perfecto, hay que demostrar la perfección en todos para recibir el título de «alumno perfecto». Una cosa es el examen perfecto y otra el alumno perfecto, que realiza perfectamente todos los exámenes. Pero el alumno ante todo, es una persona, que desempeña otros roles aparte del de alumno. Es hijo o padre, novio o marido, amigo, ciudadano, futbolista,,, de modo que no basta ser un alumno perfecto para ser un ser humano perfecto. Ha de expresar la perfección a todos los niveles, sean cuales sean los patrones o modelos de referencia utilizados.

Ahora bien, de la misma forma que el modelo de perfección aplicado a un examen de matemáticas de primer curso es diferente que el modelo de perfección aplicado a un examen de tercer curso, igualmente, podemos aplicar diferentes modelos de perfección a diferentes personas, y en diferentes etapas de su vida, y en función de sus posibilidades. O mejor dicho: cada persona puede autocalibrar su propio nivel de perfección en función de diferentes modelos según se refiera a los requerimientos actuales, o a los futuros, o a un modelo genérico de ser-humano perfecto.


Busqueda de Perfección versus búsqueda de Poder

Bueno, tras estas reflexiones podemos continuar investigando las trazas generales del proceso de búsqueda y respuesta del sentido de la vida 😉.


Búsqueda de placer y comodidad

El siguiente concepto a considerar es el de placer, o el binomio placer/dolor. Me refiero a placer y dolor físico, o sensorial. Van relacionados también con la comodidad/incomodidad. Digamos que la comodidad se correlaciona con un grado elemental de placer, y lo mismo con la incomodidad y dolor.

En principio vamos a asociar el placer con el bien, el dolor con el mal. A igualdad del resto de variables un estado placentero es un estado «bueno». El dolor de una enfermedad, de una tortura, se relacionan con el mal y el afectado intentará poner en marcha las decisiones pertinentes para cambiar el mal en bien, el dolor en placer, comodidad quizá. Claro que para éso el «buscador» previamente debe de haber conocido el placer, debe guardar en su memoria el recuerdo, o modelo, del placer.

Las circunstancias de la vida van colocando al ente sintiente y percibiente en estados alternativos de placer y dolor. El dolor, la incomodidad, estimula el instinto o el deseo de luchar, o actuar, o tomar decisiones encaminadas a conseguir el placer, la comodidad. A veces de forma elemental y subsconsciente, o refleja, como cuando retiramos la mano de un objeto ardiente. A veces con una estrategia racional, medios encaminados a fines, con mayor o menor éxito. Nótese que los medios pueden ser dolorosos, o incómodos, operados con vistas a unos fines placenteros.

Búsqueda de conocimiento y Poder

Para cambiar las circunstancias que nos generan dolor (estado inicial) por otras que nos reporten placer y comodidad (fines) se necesitan algunas cualidades adicionales (medios). Llamémosles Poder y Conocimiento, (aunque según se mire, el conocimiento puede ser una de las patas del Poder).

El conocimiento se refiere al conocimiento de las leyes que rigen el mundo, y los mecanismos a través de los cuales placer y el dolor, nos llegan, duran un tiempo y nos abandonan.


Carácter transitorio del placer y el poder

Y ahora llegamos a otro par de importantes conceptos: el cambio y la permanencia, que a su vez se relacionan con el tiempo. O sea, que nuestro ansiado placer y comodidad, nuestro temido dolor… son variables que cambian en función del tiempo. Ascienden, se mantienen y vuelven a descender.

El cambio, o la permanencia, puede venir inducido por fuerzas ambientales. Pero también por nuestras propias decisiones sobre nuestros recursos. Así que tenemos un cierto Poder que podemos ejercer en el sentido de intentar conservar el estado de comodidad, o cambiar el de dolor.

Con el conocimiento de las leyes del mundo aprendemos que nuestro estatus de placer, o de comodidad, es frágil; que estamos amenazados por numerosas fuerzas, conocidas o desconocidas, que, en cualquier momento, pueden zarandear nuestro status de comodidad y placer hacia sus contrarios.

Esperanza y Miedo

Así las cosas, surgen otro tipo de placeres y dolores, ya no de tipo físico sensorial sino de tipo mental o emocional.

El placer sensorial, la comodidad, no resulta suficiente, pues sabemos que hay amenazas ambientales que debemos manejar para evitar la perdida de lo acumulado. Y aparece entonces la noción de miedo, de inseguridad, referidos a eventuales males futuros. O, el contrario, la esperanza en bienes venideros.

Acumulación de recursos

Para hacerles frente, nada mejor que hacer acopio de recursos: poder, riqueza, conocimiento, tecnologia, aliados… y un largo etc. que tienen precisamente esa característica: pueden ser acumulados casi hasta el infinito, teóricamente, al menos, con el fin de que podamos vivir, quizá, en un estado de placer cada vez más perfecto.

Pero siempre teóricamente, por supuesto; en la práctica nuestros medios son limitados, y las amenazas ambientales caprichosas, antes o después terminan arrancándonos de nuestro status de comodidad.

Igualmente, nuestro status de poder y control puede verse finalmente zarandeado y anulado, y alternativamente saltamos de la salud a la enfermedad, de la riqueza a la pobreza, del respeto a la ignominia, del dominio a la esclavitud…

Y obligándonos a constatar que caminamos en círculo, o como mucho, a lo largo de una espiral muy cerrada.

Es el continuo «Subir, brillar descender«, de Jacob Boheme, e importante pieza del puzzle Gnóstico.

«Pero al encontrar alternativamente éxitos y fracasos comienza a sentir que este combate se hace insoportable. La enfermedad y la vejez le persiguen y la muerte le parece el resultado único inevitable». (Anónimo, el camino de la RosaCruz en nuestra época»

Voluntad y Categorías de Placer

Pero volvamos a nuestro peregrinaje.

Veníamos diciendo que para poder hacer frente a males futuros, muchas veces nos vemos obligados a sacrificar la comodidad y placer actual en aras de la comodidad futura, real o supuesta. El trabajo, la lucha, el esfuerzo por el acopio de Conocimiento y Poder no siempre resultan placenteros. Se acepta el sacrificio del placer inmediato, imperfecto, por un placer futuro de, presumiblemente, mayor perfección.

Aquí aparece otra noción, la de la voluntad, como la capacidad de afrontar el dolor y la incomodidad presente, con vistas al placer y bienestar futuro. Y va indisolublemente unido a la Fe, y a la Esperanza. Ya la hemos definido como «capacidad»… por lo que tambien va en el carro del Poder.

El placer perfecto, en principio, podría definirse como aquél que resulta estable, duradero, eterno… Podríamos estirarnos a decir que también es el placer que se expande hacia los próximos, o al menos, que no se edifica sobre el dolor e incomodidad ajenos. O, que es compatible con el placer de nuestros vecinos.

Y así, el placer de, por ejemplo, fumar, o comer, se sacrifica en aras de una mejor salud que a su vez nos reportará un mayor bienestar en el futuro. Igualmente, la incomodidad o malestar se asume voluntariamente para realizar un trabajo que nos reportará poder y riqueza, que a su vez nos reportaran seguridad, bienestar y placer. Bienestar y malestar, dos nuevas entradas para nuestro glosario.

De modo que se desarrollan complejos sistemas de creencias relacionados con aquellas actuaciones que, supuestamente, nos provocarán en el futuro placer y dolor. En principio placer y dolor físicos, pero cada vez cobrará más importancia el placer psicológico derivado de la seguridad proporcionada por nuestro almacén de recursos. La riqueza, por ejemplo, ya nos proporciona placer, antes de que pasemos al disfrute de los placeres físicos, propiamente dichos, que la riqueza nos va a proporcionar.

Otra cosa es que el esperado placer futuro se realice o no, o que incluso, esperemos verlo realizado después de la muerte. Pero, en cualquier caso, la Fe en nuestro sistema de creencias es lo que mueve a la voluntad, independientemente de si sus resultados son los esperados o no.

Creencias o conocimientos. Pues a título subjetivo significan lo mismo. Creemos en nuestras creencias, creemos en nuestros conocimientos, que a su vez son creencias. A juicio objetivo los conocimientos serían creencias verídicas frente a creencias falsas o no demostrables, desde el punto de vista del tercero que juzga. Pero desde el punto de vista subjetivo todo son creencias, aunque quizá vengan clasificadas por el grado de fiabilidad que les otorga el creyente. Su carácter adaptativo quizá.

Amor, amigos y enemigos

«Las dificultades surgen, ya que los demás persiguen el mismo objetivo y también quieren ser vistos y admirados. Por ejemplo, el puesto deseado está ya ocupado por otra persona; lo que quiere poseer lo ha tomado otro; el poder que ambiciona está desde hace tiempo en manos de un vecino.» (Anónimo, el camino de la RosaCruz en nuestra época»)

De entre los recursos disponibles, acumulables, para conseguir placer, comodidad, bienestar… he comentado a los aliados. Los aliados son personas, se sobreentiende, que por los motivos que fueran, nos ayudan a conseguir nuestros objetivos, colaboran en nuestras estrategias de adquisición de placer (o al menos lo intentan). De placer, y de Poder que, supuestamente, nos ayudará a conseguir placer. Placer, comodidad, bienestar, fama riqueza…

Tirando de este hilo nos encontramos con otro par de conceptos. El amigo y el amante, la amistad y el sexo. Del amigo se espera que sea un aliado incondicional, aunque tampoco es exacto, también entre «amigos» cabe esperar rivalidad y luchas de poder. Digamos que la compañía del amigo resulta placentera en sí misma, independientemente de las estrategias de poder en juego. Claro que si un supuesto amigo nos toca demasiado los güevos, pronto lo «desclasificamos». La noción de «comodidad» también puede ser aplicable aquí: los amigos serían personas con las cuales nos sentimos cómodos…. Bueno, no es tan sencillo, quedan muchas tipologías intermedias por matizar, pero como vista previa introductoria nos vale.

Al tipo paternalista no se muy bien donde meterle, si como aliado o en otro cajón. Es decir, la persona que sinceramente quiere nuestro bienestar pero entiende que hemos elegido una estrategia equivocada. De modo que «por nuestro bien» boicotea nuestras estrategias, imponiendo, si fuese posible, las propias.

No es evidente hasta que punto el amor, la amistad, resulta de un cálculo egoísta: la consideración del amigo, del familiar, del cónyuge como un aliado. O sea: un recurso en nuestras estrategias de poder y seguridad, o un objeto de placer sexual, o quizá simple diversión, puro circo, contra el aburrimiento, contra la soledad y la inquietud interna.

O quizá haya algo más, algún valor sagrado que se eleve por encima del puro interés mayávico… ¿No hablan todas las religiones del «amor» al próximo?

O, quizá, ¿ programas biológicos para formar grupos?

Bueno, da igual, el caso es que nuestros próximos se convierten en fuente de placer y dolor, confianza y miedo, seguridad e inseguridad, recursos o amenazas en nuestra «lucha por la vida». La interrelación que se establece es ciertamente compleja, y seguramente habrá que volver a ello más de una vez. Por el momento, constatar que dividimos el mundo en amigos y enemigos. Los amigos nos ayudan en nuestras estrategias de poder y placer. Las estrategias de nuestros enemigos, por el contrario nos provocan dolor, inseguridad, miedo, odio… Y toda la cohorte de emociones negativas.

«Entonces el ser humano lucha, lucha por conquistar el puesto que ansía. Así nace un combate vital incesante; combate que a veces es oculto y extremadamente refinado. Empujado por su pasión vital, solo se ve a sí mismo y a su objetivo, que considera más válido que el de el prójimo. «(Anónimo, El camino de la Rosacruz en nuestra época)

Nótese que nuestros próximos nos inducen emociones peculiares tales como la envidia, el rencor, los celos, el odio… que no surgen fuera del ecosistema humano. Una fiera, o unas condiciones climatológicas, pueden provocarnos dolor, o inseguridad. Pero el odio propiamente dicho, la envidia, los celos, parecen pertenecer propiamente a la esfera de interconexiones entre humanos. Nótese igualmente, como curiosidad, que los buenos preceptos religiosos se refieren a la manera de manejar las relaciones entre próximos. El «no matarás», «no robarás», «perdonarás», etc. no tienen sentido para el asceta que vive retirado del mundo en una cueva.

Aunque las reacciones son esencialmente distintas entre amigos y enemigos la línea que separa el cambio de bando es estrecha. Pero reconocemos una tendencia fundamental: los humanos tienden a asociarse en grupos dentro de los cuales reina un cierta cohesión, una cierta alianza, incluso una cierta hermandad. Pero, luego, esos grupos se pelean entre sí. Como dos ejércitos en una guerra, dos partidos políticos en campaña, dos iglesias en cruzada… Cada militante de cada bando puede dar heroicamente la vida por su causa, pero pelea feroz y sanguinariamente contra el «enemigo», el «otro», pero un «otro» que es «otro» en tanto que pertenece a otro grupo.

Cómo reconoce cada cual a su grupo de aliados, de amigos, es un proceso peculiar de socialización que comienza posiblemente en la familia. Yo diría algo más, que quizá se trate de una rutina neuronal, un código genético, que se activa en determinadas circunstancias provocando el «abrazo amistoso», y situando a cada persona de nuestro entorno en el bando de amigos, o enemigos, o indiferentes, y como siembre, según el patrón de la línea algebraica.

Los factores que influyen a la hora de catalogar a otra persona en amigo o enemigo, muchas veces inconscientes, han sido ampliamente estudiados por la publicidad y marketing, que lleva su propio temario. Pero, técnicas de vendedor aparte, lo que cuenta finalmente es la medida en que nos ayudan a alcanzar objetivos. La publicidad, las técnicas de venta, tienden a hacernos creer que un elemento X (persona o cosa), nos va ayudar a conseguir nuestros objetivos, apelando normalmente al instinto sexual y al deseo de la propia importancia. Pero en un plano psicológico, lo cual puede llegar a funcionar incluso cuando estos elementos nos dejan siempre con las manos (y las carteras) vacías.


El Camino de la Rosacruz en nuestra época

He ido citado a lo largo del artículo unos fragmentos del libro citado, «El camino de la rosacruz en nuestra época» que me impactaron cuando los leí en su día. Que me provocaron un fuerte abrazo intuitivo 😉…

No he podido resistir la tentación de cambiar «hombre» por «ser humano», y «compañera» por pareja. Me sonaba muy masculinizante y me temo que no trasmitía adecuadamente el sentido original. Pero, por lo demás, el retrato que hace de la humana vida me pareció muy acertado, señalando el principio hobbesiano de la lucha de todos contra todos, la refinada competencia a todos los niveles, y el ansia por ser respetado y admirado como motor principal de la vida humana.

De aquí se infiere la necesidad de la búsqueda del sentido de la vida bajo otros parámetros diferentes, lo cual no es tarea fácil, ni siquiera en el seno de una comunidad espiritual donde esos mismos parámetros se reproducen bajo coordenadas espirituales. La batalla por ver quien es aquí el más espiritualmente avanzado, el más despierto, el más grato al líder toma el relevo a la batalla previa mantenida en el terreno político, económico o académico. El Ego no se va a dejar engañar tan fácilmente, menos aun por la lectura de unos buenos bertsos. Ni va a ser posible cambiar las claves vibratorias de nuestro microsistema humano de un día para otro. Pero, en cualquier caso, elucida bastante bien el núcleo principal alrededor del cual gira la filosofía rosicruciana, en palabras sencillas, y libre de connotaciones esotérico cabalísticas.

Se va intuyendo la necesidad de una buena dosis de paciencia y sentido del humor para lidiar con todo ello. Un cierto sentido del absurdo, casi diría yo… absurdo elevado a categoría sagrada…

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Acerca de Isar

Investigador de todo...
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