Bhagavad Gita II

Ser o no ser

En el capítulo previo comentaba la introducción a Bhagavad Gita, y de cómo el guerrero Arjuna al ver amigos, familiares y Maestros al otro lado de la barricada decide no pelear.

Entonces, interviene Krishna animándole a batallar y a matar a sus seres queridos.

No suena muy políticamente correcto que digamos… Pero, en fin, Krishna basa su argumentación alegando que, puesto que el espíritu es inmortal, la muerte de los contrincantes es ilusoria, o al menos irrelevante.

  Algunos párrafos de la argumentación de Krishna, fuera ya del contexto, me resultaron especialmente impactantes. Me pusieron en órbita, vamos, ya desde el segundo capítulo. Y así permanecí, boquiabierto, hasta terminar el libro.

Los motivos, no sé. El análisis puramente racional del texto quizá no aporta nada nuevo y, en muchos casos, puede ser muy cuestionable. Pero la lectura de estos textos sagrados, de diferentes culturas, influye de manera peculiar en el psiquismo de la peña. Ya especulaba antes, capítulo previo, sobre la posibilidad de que millones y millones de personas, leyendo día tras día estos textos pudieran dejar su huella en el código genético, o inconsciente colectivo, campo astral o similar, quien sabe.

Pero, hipótesis aparte, los hechos son los que son.  La lectura de estos textos, en ciertas circunstancias,  remueve algo en nuestro interior y nos cambia la clave vibratoria. No para siempre, ni con la misma intensidad, pero dejando su onda expansiva.

  Algo similar con la Biblia, y otros textos de temática espiritual, como ya relaté en capítulos previos. Ahora intentaré repasar los párrafos más relevantes de este librito y siempre desde mi peculiar punto de vista subjetivo.

Las puertas secretas de Shamballa no se abrirán por una mera lectura de los textos sagrados. Pero las llaves se hayan codificadas en su interior, de éso no me cabe duda.

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Has llorado por lo que no debe ser llorado y has dicho palabras de sabiduría[1]. Los sabios no lloran nunca ni por los muertos, ni por los vivos. Pues ni yo tuve no existencia jamás, ni tú ni estos reyes de los hombres; ni tampoco llegaremos al no ser de aquí en adelante.[2]

«Ni yo tuve no-existencia jamás … Ni tampoco llegaremos al no-ser de aquí en adelante»[2]

Este parrafito me hizo despertar de una lectura que empezaba a resultar un tanto sinsorga.

No se trataba de demostrar la inmortalidad del Espíritu. En los capítulos previos ya hemos analizado estás cuestiones desde un punto de vista más racional. Se trataba de que, al leer esta secuencia de conjugaciones sintácticas, una chispa prendió en mí y comencé a leer el texto con gran atención.

Pero más cargado de energía venía el siguiente párrafo:

Ni hay existencia de lo que no existe, ni no existencia de lo que existe.[3]

La verdad es que ya contacté con un párrafo similar con ocasión de mis estudios académicos de filosofía: Parménides también decía algo así como que «el Ser es y el no-ser no es». Pero, lo que en aquel primer momento era una simple curiosidad filosófica, ahora se mostraba mejor expresado y con toda su fuerza psicodélica.

  Cabe señalar que la palabra «Existencia» fue cobrando una especial significación para mí ya desde mis meditaciones con Mescalina. Más claramente que  «Ser», aunque en cierto modo son sinónimos. Como anoté ya en aquel momento: «No existe lo verdadero ni lo falso, solo existe la existencia».

   Y en palabras de Paul Dukes:

«¿Quien es capaz de explicar la existencia? ¡Es un fenómeno absolutamente asombroso!

Un parrafito que también me hizo vibrar en su día.

Y a continuación aparece la meditación clásica sobre el Creador y la Creación:

«Has de saber que es indestructible el Ser por y de quien el universo ha emanado»[4]

Las dos meditaciones previas eran el trampolín para saltar a ésta última. Por un momento creí captar una chispa de la esencia del Ser supremo. Incluso el término «emanado» parecía más claro que el clásico «creado». «Crear» tiene la connotación de hacer una cosa partir de otra, a partir de una substancia base, como quien crea una figura de arcilla por ejemplo. «Emanar» sugiere que el Creador es al mismo tiempo la substancia a partir de la cual se forma la Creación.

A partir de aquí, siguiendo el capítulo, las alegaciones dialécticas de Krishna se hacen un tanto cuestionables.

  Sí bueno, el razonamiento se entiende. El espíritu es indestructible, y el espíritu es lo único real y válido. Ergo, por lo tanto, podemos matar a quien nos de la gana, que no pasa nada… Siempre y cuando matemos en conciencia de nuestro deber y sin motivaciones egoístas…

Visto desde el punto de vista de que Krishna nos esté dando licencia para matar, como decía, no parece muy políticamente correcto.

Sin embargo, si consideramos a la sociedad como un organismo homicida, si consideramos al «hombre» como «animal militar», homicida y genocida, por activa o por pasiva, porque se engarza directamente en interminables guerras, o porque vive cómodamente gracias a que sus padres y sus gobiernos mataron por él a los menos aptos para la guerra…

   Considerando estás circunstancias, los alegatos de Krishna pueden ayudarnos mejor a comprender y perdonar la criminal naturaleza humana.

Las subsiguientes alegaciones en favor de participar activamente en la batalla no hay por donde cogerlas. Tras los profundos argumentos en favor de la inmortalidad del espíritu y tal y cual, Krishna salta a una argumentación más mundana.

«no hay cosa mejor para un Kshatriya (guerrero) que el deber de pelear.»[5]

O sea, que por pertenecer a la casta de los guerreros tiene el deber de pelear. Sí, pero ¿Y contra quién? Quien decide quién debe pelear contra quién, ¿quien decide el sistema de castas y los deberes asociados? ¿Hablamos de filosofía o de política?

Pero el párrafo que sigue resulta todavía más sorprendentemente contradictorio con las propias enseñanzas de Krishna:

Si tú no combates en esta batalla como debes, menospreciarás tu deber y tu gloria, y cometerás un gran pecado. Infamia eterna de ti contarán todos los seres, y la infamia, para un hombre de buen sentido, es peor que la muerte. Por miedo, creerán los de los grandes carros que te has retirado de la batalla, y tú, tenido en gran estima por ellos, por ellos serás despreciado. Ignominias que te infamen hablarán siempre de ti, baldonando tu valor. ¿Más terrible que esto, qué?[6]

Pues resulta que toda la filosofía yoga, toda la filosofía Krishniana se basa en la renuncia al placer de la riqueza, la renuncia a la gloria y la fama, y a mantenerse ecuánime entre la alabanza y el desprecio… Etc …

Y de repente nos viene Krishna a decirnos que debemos pelear para evitar el desprecio, la infamia, y para conseguir el reconocimiento, la gloria y pompa mundana. Y si fuera posible asegurarnos estos terrenales placeres en el más allá…

Más adelante Krishna nos repetirá aquello de que debe actuarse sin la espectativa puesta en una recompensa.

Pero aquí, de momento, nos deja a cuadros.

«Si mueres, ganarás el cielo; si vences, disfrutarás la tierra«[7]

El cielo, en este contexto, se entiende, no es la contemplación directa del Ser Supremo, sino el reflejo astral de la tierra, de una tierra configurada antropocéntricamente y donde se han destruido todos los males y se conservan todos los placeres.

Una doctrina, por cierto, bastante común en todas las religiones del mundo: el buen guerrero que muere matando, en guerra santa, accede al paraíso, al Walhalla, donde le esperan todos los placeres de la tierra multiplicados por 100. Curioso.

¿Porqué aparece mezclada la más sublime filosofía yógica con la mundana religión natural? ¿Será que se están mezclando, cortando y pegando textos de distintas fuentes? ¿O quizá se nos quiere presentar a un Krishna tramposo, juguetón y ambiguo? (No lo digo por decir, que en otras escenas del Mahabarhata parece comportarse así…)

Todo es posible, pero no es relevante. Lo relevante son los textos en sí, los textos con contenido que nos haga vibrar. El resto son adornos donde va enmarcado el hilo filosófico.

Podemos pensar también que vienen entremezclados dos tipos de religiosidad. Por una parte la profunda reflexión filosófica, reservada a los inquietos espíritus buscadores… Y por otra parte, la tradicional reservada a las masas y con el objetivo de mantener un mínimo orden y coherencia social.

Todo este lío de que los buenos guerreros que mueren en combate van derechos al paraíso… Siempre y cuando peleen a favor del bando adecuado, por supuesto…

De las traducciones

La traducción principal que sigo aquí es la de José Alemany Bolufer, de 1896.

Fue un filólogo y académico clásico, su interés en la obra era puramente lingüístico y filosófico, sin, aparentemente, sesgos religiosos.

He contrastado con alguna otra, sin variaciones esenciales, como la de Besant, o Gandhi, o Vijoyananda, pero a mí siempre me ha gustado más ésta, quizá porque fue la primera que leí y que me impresionó. Quizá porque es una traducción directa al español y quizá otras traducciones vengan matizadas y comentadas por los puntos de vista espiritualistas de los traductores.

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Notas

[1] La traducción de Besant varía un poco: «Aun son tus palabras de falaz sabiduría» que en cierto modo resulta más lógica. Si Krishna recrimina a Arjuna, por llorar por lo que no debe ser llorado… no tiene sentido que luego le diga que son «palabras de sabiduría». Parece más acertado que se trate de una «falsa sabiduría», o de una sabiduría convencional, o tradicional, pero sin llegar a la categoría de una sabiduría «suprema».

Vijoyananda traduce: «hablas como un sabio». Mientras que Gandhi: «Vanas palabras de sabiduría»


Julio Pardilla igualmente resalta la connotación negativa: «tus palabras no son palabras de sabiduría«

Roviralta Borrell traduce: «si bien sensatas son tus palabras». O sea, lo que venía a decir al principio, una sensatez, propia de una sabiduría humana pero impropia de una sabiduría divina.

[2] En diferentes formas, cada traducción expresa la misma idea. Aunque una coma arriba o abajo, un sinónimo u otro, quien sabe, puede ser la clave para ponernos en órbita.

Besant utiliza el verbo Ser, en lugar de existir: «Ni Yo ni tu, en tiempo alguno hemos dejado de ser ni
dejaremos de ser en adelante».

Roviralta utiliza los dos verbos: «Ni yo ni tú, en tiempo alguno hemos dejado de existir, ni dejaremos de ser en adelante.»

Vijoyananda: «Nunca hubo un tiempo en que Yo no existiera, ni tú, ni esos reyes, ni dejaremos de existir en el futuro.»

Gandhi: . «Porque Yo nunca dejé de existir, ni ninguno de nosotros dejará de existir en el futuro

Pardilla: «Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre.»

A mi me gusta más la de Alemany, «yo no tuve no-existencia» parece que el concepto no-ser, o no-existencia, a un nivel más profundo queda más explícito.

[3] Aquí seguimos profundizando en el no-ser y el no-existir. ¿Existe la no-existencia? Porque si existe deja de ser no-existencia. Y si no existe… pues igualmente deja de ser no-existencia. 😉

Pardilla: «Lo irreal nunca ha existido; lo Real nunca ha dejado de existir

Vijoyananda: «Lo irreal jamás existe, lo real nunca es inexistente»

Gandhi: «El No Ser jamás ha existido, y el Ser jamás ha dejado de existir.«

Roviralta: «Lo ilusorio nunca es; lo real nunca puede dejar de ser»

Besant: «Lo que no existe no tiene ser y lo que existe jamás cesará de ser»

Bueno, aquí algunos autores introducen los conceptos, posibles sinónimos de lo real/ilusorio, lo real/irreal junto al ser/no-ser existir/no-existir

La dialéctica real/ilusorio ya la desarrollamos ampliamente en la saga previa, ALPDM. En cierto modo, algo que no es real es algo que no existe. Pero hay algo más. Lo irreal es una ideación subjetiva que no se corresponde con un patrón objetivo absoluto, o supuestamente objetivo o absoluto. Una alucinación pongamos por caso. O una creencia errónea, o confundimos una cuerda con una serpiente…

En un sentido más amplio nuestra ideación subjetiva, que nos induce los sentidos, el espacio-tiempo… no es «real»; es una ideación irreal o ilusoria, o Maya… Claro que, siempre en relación con un patrón objetivo, o al menos diferente, desde las coordenadas de persona iluminada, o que simplemente ha rasgado el velo.

Pero, en cualquier caso, la ilusión existe, aunque solo sea en la mente de la persona alucinada. Aunque solo sea en la mente de los habitantes de la caverna. De modo que, en principio, la no-existencia no parece un sinónimo exacto de lo ilusorio, de lo irreal.. la ilusión existe en la mente de la persona ilusionada. La no-existencia, en términos absolutos no parece exactamente un sinónimo de lo irreal o ilusorio.

[5] [6] y [7] estos párrafos, más o menos se corresponden con las otras traducciones, no aportan nada especial. Es simple sabiduría convencional, posiblemente más fácil de traducir.

Literatura

Bhagavad Gita de acuerdo a Gandhi:

http://yogaconciencia.blogspot.com/2012/07/el-bhagavad-guita-de-acuerdo-gandhi-cap.html?m=1

Roviralta Borrell

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://libroesoterico.com/biblioteca/Hinduismo_(Vedas)/Roviralta%2520Borrell%2520-%2520Bhagavad%2520Gita.pdf&ved=2ahUKEwixgbfQm87tAhWhEWMBHVcqB1QQFjABegQIBxAB&usg=AOvVaw3lUskupz1fARPgo2WhSTC7

Besant:

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://sociedadteosofica.es/nuevaweb/wp-content/uploads/2015/07/Besant_Gita.pdf&ved=2ahUKEwjo5P2JnM7tAhVKxIUKHdGPDQYQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw3tlxZDVzXdrsrNKgATUBSX

Vijoyananda:

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://estudantedavedanta.net/Srimad%2520Bhagavad%2520Gita%2520-%2520en%2520Espanol.pdf&ved=2ahUKEwiWvOfTnM7tAhWQHhQKHR_pAlUQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw3AC8ytOWMj0oGG-JoNpWnw

De Alemany (solo biografía, no encontré versión digital del texto)

https://www.academia.edu/41013095/2019_Jos%C3%A9_Alemany_y_Bolufer_trayectoria_filol%C3%B3gica_e_hitos_fundamentales_

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Bhagavad-Gita

Un buen día de verano, recién comenzadas las vacaciones me llegó un paquete a casa. Casi me había olvidado del Bhagavad Gita, que había pedido hacía varios meses, junto con otra remesa, pero no lo recibí por haberse agotado.

Comencé a hojearlo, sentado en el suelo. Poco a poco me fui dejando cautivar por su fuerza espiritual, leyendo y leyendo, experimentando boquiabierto el desapego de Maia y una energía espiritual con su peculiar sabor oriental que tenía muy buena pinta.

No dudé en reconocerlo, reverentemente, como una auténtica literatura sagrada aún a pesar de las posibles tergiversaciones y errores de traducción que pudiera haber acumulado a lo largo de los siglos. Su mensaje, su campo de fuerza, en cierto modo, era el mismo que el de la Biblia. Pero, en cierto modo también era distinto, una cierta tonalidad vibratoria peculiar. Mucho mas racional y directo. La Biblia era mucho más alegórica. Sin embargo el resultado final era muy similar: el desapego del campo gravitatorio terrestre. A ver si voy dándole un repaso.

Bueno, como introducción rápida, digamos que el Bhagavad Gita es un capítulo, o una parte del Mahabarhata, un libro clásico de la literatura hindú, fechado en el 3000 antes de la era cristiana. Digamos que, así como la Biblia y otros textos sagrados, el Bhagavad Gita es un texto leído y releído por millones de personas.

Sospecho que toda esta afición imprime un poderoso reflejo en el astral que, a su vez, influye en los nuevos lectores del texto. También creo, no sé porque, que estas literaturas, estos textos sagrados tan fervorosamente repetidos por tantos millones de personas a lo largo de los siglos tiene su reflejo en el código genético (bien sea como causa, o como efecto) de modo que independientemente de otras hipótesis, tendríamos que algo hay en nuestra estructura psíquica que reacciona a la lectura de estos textos, o estas configuraciones gramaticales. O incluso también en ciertas fábulas o mitos alegóricos. No sé. Sea lo que sea, algo tienen estas literaturas que nos hacen vibrar, y de qué manera.

En un momento dado, el hilo argumental del Mahabarhata nos lleva a un escenario de guerra, a un campo de batalla, donde se van a enfrentar dos ejércitos.  Ambos ejércitos se han ido configurando a lo largo de la narración mediante complejas intrigas palaciegas, con el resultado de que amigos y familiares se ven entremezclados en sus filas.

Arjuna, uno de los protagonistas, no lo ve nada claro y se niega a luchar, especialmente contra sus amigos y familiares. Krishna, el otro protagonista, comienza entonces a soltarle un discurso animándole a seguir con la lucha.

Argumentando ésto y y lo otro, y replicando las objeciones de Arjuna se entreteje todo el compendio filosófico de la obra.

Esto es, como decía, una introducción rápida, suficiente para lo que nos interesa aquí. Por supuesto, y para más y mejor información introductoria y quizá mas objetiva, tenemos la biblioteca web…

Ahora lo que tocaría es abordar mi percepción subjetiva, la manera en que lo asimilé.

La verdad es que el escenario guerrero no me resulto muy atractivo. Yo, pobre hippie pacifista y antimilitarista, no sentía mucha simpatía por los ejércitos ni por los militares, y la apología de la guerra que nos hace Krishna no era el mejor preámbulo.

Pero, en fin, el escenario castrense se difumina rápidamente  cuando entramos en materia puramente filosófica. Y, en cualquier caso, podríamos considerarlo como un simple recurso literario.

Antes de continuar, quisiera remitirme a la saga previa ALPDM, y sus reflexiones asociadas al capitulo 4°,  ALPDM (IV, buena conducta)   en “Riqueza y Poder”.

La línea argumental me llevaba al escenario guerrero del primer capitulo del Bhagavad Gita:

“Hemos visto que las líneas de fuerza ilusorias pueden bloquear o interferir nuestra conexión con lo Real. Y estas líneas de fuerza se manejan desde su propio campo ilusorio, desde el propio mundo fenoménico. Se necesita Riqueza y Poder para poder vivir, para poder vivir con la suficiente tranquilidad y seguridad, que nos permita refugiarnos en un lugar tranquilo, sin pasar hambre ni sed, ni frío ni calor, con buenos guardaespaldas que nos protejan del ataque de nuestros enemigos, con buenos policías que protejan nuestra propiedad privada, ejércitos que protejan nuestras fronteras y expolien lejanas tierras para nuestra propia comodidad y bienestar… y meditación y recogimiento y estudio de ciencia y filosofía espiritual”.


«Pero en esas lejanas tierras expoliadas, posiblemente habiten también buenos buscadores que también necesitan riqueza y poder para procurarse escenarios de tranquilidad y recogimiento espiritual. Y también necesitan buenos ejércitos para defender sus fronteras y expoliar otras tierras».

«Entonces, ¿veremos a los buenos buscadores luchando entre sí? ¿ Luchando por la defensa de sus propiedades, de sus fronteras, por la riqueza y el poder que les permita recorrer plácidamente el camino liberador?«

«La nueva contradicción está servida y no parece de fácil resolución».

«Por otra parte nos lleva al primer capítulo del Bhagavad Gita, donde Arjuna, situado en pleno campo de batalla, se da cuenta de que sus queridos parientes también están situados al otro lado de la barricada. Habrá que volver aquí, de nuevo, más adelante».

«Tal contradicción no es ajena a todo tipo de escuelas, sectas e iglesias que, por un lado, predican la pobreza y el desapego de los bienes mundanos y transitorios. Pero por otro lado se ven obligadas a una constante lucha por la riqueza y el poder, precisamente para mantenerse en este mundo ilusorio, y poder seguir predicando, y manteniendo sus costosos templos, centros de conferencias y editoriales».

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Bien, entonces aquí estamos, ante el primer capítulo del Bhagavad Gita. Miedo me da enredarme en un racional y sesudo analisis del texto, intentare franquearlo, como quien no quiere la cosa, y resumirlo en unas pinceladas.

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Recuerda qué eres…

Recuerda que eres…

¿un Yogi?

Este recordatorio es una especie mantram que me viene acompañando hace muchos años, no sabría decir cuando comenzó. Un recordatorio que parece llegar de algún recóndito rincón de la conciencia. Como un toque que intenta mejorar mi orientación interior, generalmente cuando me sumerjo demasiado profundamente en la ilusión de Maya, cuando mis líneas de pensamiento y mi conducta en general se vuelven, digamos que poco ejemplares. Me suele recordar, igualmente, como que yo no termino de pertenecer al grupo psicosocial en el cual imagino encontrarme mejor o peor integrado.

¿Algún tipo de psicofonía psicótica?

Puede ser. Sin embargo el mantram me llena de energía, me centra, me mantiene con los pies en la tierra, me ofrece una aireada perspectiva de la situación.

¿Y porqué «Yogi» y no otra cosa? ¿»Rosacruz» quizá? ¿O «gnóstico»?

Pues no lo sé. Pero «recuerda que eres rosacruz», por ejemplo, no me pega. El recuerdo del campo de fuerza rosicruciano se me presenta normalmente en forma de imagen. Por ejemplo, la cruz con la rosa estampada en el centro, o el retrato de JvR, o quizá el recuerdo de los valles del Ariège, o de alguna situación peculiar.

Curiosidades de las fonéticas sacras.

Para mí el significado puramente racional de «ser un Yogi», un rosacruz, o un gnóstico sería prácticamente el mismo. Pero, quizá mi subconsciente sepa que existe una diferencia.

Entones, éso: «Recuerda que eres un Yogi».

Y este recordatorio tira de mí, intentando desapegarme del campo de fuerza mayávico. Intentando desapegarme de ciertas líneas de fuerza mayávicas y volver a una recordada situación pasada.

Resulta que, a pesar de todo, el goteo de postis se correlaciona tímidamente con el campo de fuerza yógico, o gnóstico, o espiritual… bien sea porque el posteo libera una cierta energía gnóstica, bien sea porque las energías gnósticas me empujan al posteo.

Pero seguramente no sea más que una simple terapia que me ayuda a permanecer un pelín mejor orientado.

La cuestión es que me veo en la tesitura de continuar con el hilo del blog en alguna de sus tramas principales. Pero no sin temor de no poder remontarlo despues del último año. ¿Qué de nuevo podría decir después de 150 capítulos? ¿Qué nuevo estilo podría haberse fraguado después de un año sabático?

Siempre he creido distinguir algun tipo de matiz entre el campo de fuerza yógico y el bíblico, a pesar de, por otro lado, como decía, entiendo a nivel racional que se trate de la misma cosa.

Bhagavad Gita sería uno de los buenos exponentes del campo Yógico.

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Parte IX, SHAMBALLAH

Volviendo a la terapia

Ostras, cómo pasa el tiempo, ya va para un año y medio desde el último post, a ver cómo me las arreglo para reanudar la trama argumental.

En el fondo es una buena señal. Al menos de que las cuestiones más peliagudas fueron adecuadamente desahogadas y la terapia iba por buen camino. Quedan, sin embargo, algunos temas por desarrollar y el posteo, en cualquier caso, mantiene en forma algunos circuitos neuronales.

Cuando terminé con la saga de «A los pies del Maestro» pensé que debía de tomarme un merecido descanso, principalmente porque el estilo de los últimos postis no me acababa de gustar. Pero he terminado en unas insufribles batallas jurídicas y un stress galopante, que me gustan mucho menos.

Había otra razón de peso. Y es que, siguiendo el hilo argumental, lo que tocaba era meterme con el Bhagavad Gita. Un trabajillo que no me apetecía hacer con el mismo ritmo literario que la saga previa. Menos aún considerando que se trataba un librito extenso y difícil de comentar de un modo exhaustivo, comparando traducciones y comparando también con otras obras de la literatura hindú y que podría llevarme un par de años de interminable posteo.

Habrá que conformarse con unas pinceladas, así a vuela pluma, a ver si desatascamos la trama.

El engarzado biográfico entre «A los pies del maestro» y el «Bhagavad Gita» venía a cuento, sin más, de que fueron dos libros que llegaron secuencialmente a mis manos y que, cada uno a su manera, dejaron su influencia.

El engarzado filosófico se remite a un capitulo de la saga de ALPDM, el IV creo recordar, tirando del hilo que relaciona la riqueza y el poder con el camino espiritual: Todo parecía indicar que el camino espiritual necesita de un cierto grado de poder y riqueza, de bienestar y tranquilidad. Un grado de riqueza y poder que se logra y/o defiende… a través de la guerra… contra nuestros hermanos que tambien necesitan de un modesto grado de riqueza y poder para dedicarse al estudio de la ciencia espiritual … y que es el punto de arranque del debate entre Krishna y Arjuna.

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ALPDM (V.3, Amor IV: crueldad y superstición)

«La crueldad intencionada consiste en causar, de propósito, dolor a otros seres vivientes, y éste es el pecado más grave de todos: obra de diablo más bien que de hombre. Diréis que ningún hombre puede hacer una cosa semejante; pero precisamente los hombres la han hecho muy a menudo y aún la están haciendo cada día. Los inquisidores la practicaron, y también muchas gentes religiosas en nombre de
su religión; los vivisectores, así como habitualmente algunos maestros de escuela.»

Ánimo que ya queda poco. Con ésto ya terminamos la saga y pasamos a otra cosa.

Crueldad

Seguimos en la misma línea que en capítulos previos, desmenuzando conceptos y contradicciones relacionadas.

Causar dolor a propósito a otros seres vivientes, de entrada no tiene muy buena pinta. Pero, como siempre, hay un pero, y depende del motivo por el cual pretendemos causar dolor.

Siempre hay fines que justifican los medios (o lo pretenden, al menos) .

Intervenciones médicas

Por ejemplo supongamos una cura, una intervención médica, dolorosa. Siempre con vistas a un beneficio superior. Una extracción dental, una vacuna, una biopsia…

Otra cosa es que la intervención médica no resulte, que técnicamente sea equivocada, pero en cualquier caso desde la subjetividad del médico, el dolor de una inyección, una vacuna, una extirpación o amputación se hace con vistas a un beneficio mayor para el paciente.

Castigos

Tres cuartos de lo mismo para los castigos de los hijos, o de los alumnos. Ya no está de moda el dolor físico los cachetes, los latigazos, el «jarabe se palo»… pero igual de doloroso puede ser el dolor psíquico, castigando sin recreo, sin postre, sin salir a jugar a la calle…

En cualquier caso, el dolor se inflige, supuestamente, por un beneficio superior: la educación del niño.

Técnicamente puede ser una actuación equivocada, pero, como en el caso anterior, desde la subjetividad del educador, lo que predomina es un deseo de ayudar.

Puede ser, es cierto, que algunos padres, algunos maestros, disfruten del maltrato físico y psíquico contra sus educandos y que utilicen su rol y status favorable como educadores para dar rienda suelta a sus desviaciones, sus frustraciones y estados de ánimo.

Pero, en fin, puede suponerse que en algunos casos, los educadores utilicen la violencia física o psíquica de modo objetivo, con el consciente propósito de mejorar las aptitudes de los alumnos y su educación de cara al futuro.

El perfil netamente diabólico, o patológico, es el de la persona que origina sufrimiento, físico o psíquico, por el puro placer de causarlo, sin ningún animo de defensa, venganza o lucro personal. Ni, por supuesto, de ayuda a la víctima.

Derecho a defenderse

Pero tenemos también, por ejemplo, como decía, el derecho a defenderse de cualquier mortal:

si alguien nos agrede, o simplemente nos sentimos agredidos, nos defendemos. Con un puñetazo en la nariz, por ejemplo. Nos defendemos originándole dolor a propósito, como reza el texto. Le provocamos dolor precisamente por eso, para que no vuelva a agredirnos, para que sepa que si nos agrede responderemos provocándole dolor de nuevo.

Incluso aunque la percepción de la agresión inicial sea ilusoria, errónea, o paranoide, lo importante es la percepción subjetiva.

Claro que, entonces cambian los papeles. El agresor pasa a ser el agredido, y quien invocará su derecho a la defensa devolviendo otro puñetazo.

¿Quién entonces es «el malo»? En un momento dado ya no se sabe quién es el agresor ni quién el agredido.

Tortura

Incluso podemos optar por técnicas de tortura si pensamos que así vamos a obtener información relevante sobre el enemigo, evitar un atentado, o simplemente ganar una batalla.

En este caso tampoco puede hablarse de crueldad, con propiedad. Se trata, en principio de una defensa o una venganza como respuesta a una agresión previa.

La crueldad, en el sentido que apunta el texto debe entenderse en otro sentido. Provocar dolor por el simple placer de causarlo, sin que medie causa previa, ni espíritu de defensa o venganza, ni menos aún espíritu corrector o educador.

Bueno, sí, normalmente, aunque la tortura proceda de una «razón de estado», los verdugos ejecutores posiblemente sean personas perturbadas que realmente disfrutan del oficio, independientemente de la motivación última.

Claro que también podríamos considerar una respuesta defensiva o vengativa desproporcionada. Alguien se burla de nuestros zapatos nuevos y en justa venganza le rociamos con gasolina y le damos fuego.

Pero, en fin, casos patológicos aparte, en las consabidas «espirales de violencia» no siempre está claro quién «empezó», o quién es el malo o el cruel. Un daño involuntario puede ser interpretado como agresión voluntaria, sucediéndose la cadena de respuestas.

Vivisectores

Luego está el tema de los vivisectores.

Tampoco se trata exactamente de disfrutar originando dolor a los animales víctimas de estas prácticas. Como mucho se trata de intereses económicos y profesionales. Se apela también al progreso de la ciencia y posterior beneficio de la humanidad y tal y cual.

Claro que también es verdad que, aunque no se trate de «disfrutar» con el dolor, tampoco se le hacen muchos ascos al oficio. La empatía con el dolor y sufrimiento animal está muy desigualmente repartida. Mientras algunos pueden realizar indiferentemente este tipo de trabajos, otros se muestran horrorizados ante tales prácticas.

Y muy relacionado con esto un aspecto cognoscitivo, que comentaré en el epígrafe siguiente: la comprensión que cada cual tiene de la vida animal. Hasta qué punto entiende, con razón o sin ella, que el animal sufre de modo similar al humano. Quizá el ejecutor no es consciente del daño infligido. Y aunque el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, al menos no se le puede acusar se crueldad, propiamente dicha.

La pasión científica, como otro tipo de pasiones, puede cegar e insensibilizar al científico, capaz de viviseccionar a su propia madre con tal de conseguir un Nobel. Pero, en fin, no sé si hablaríamos con propiedad de «crueldad», si por las causas que sean no «vemos» el daño causado.

Otra forma más sutil de crueldad, y más corriente, sería alegrarse del dolor ajeno. Lo cual tampoco es de extrañar, si la persona dañada es un competidor en nuestra lucha por la riqueza y el poder.

Sin embargo esta alegría, y burla, por el dolor ajeno puede referirse hacia personas débiles o dañadas que realmente no resultan una amenaza en nuestra lucha por el Poder.

Superstición

La superstición es otro mal tremendo, que ha causado grandes y terribles crueldades. Las personas esclavas de ella menosprecian a las que saben más, y tratan de obligarlas a hacer lo que ellas hacen.
Pensad en la horrorosa matanza debida a la superstición de sacrificar a los animales y al todavía más terrible prejuicio de que el hombre necesita alimentarse de carnes. Pensad en el trato a que la superstición ha dado motivo con respecto alas clases oprimidas en nuestra amada India, y ved cómo esta mala tendencia puede engendrar una despiadada inconsideración, aun entre los que conocen el deber de fraternidad. Los hombres han cometido muchos crímenes en nombre del Dios de Amor, movidos por la pesadilla de la superstición; cuidad mucho de que no quede en vosotros ni el más leve vestigio de ella.

Superstición, o simplemente desconocimiento o ignorancia. Pero, no sé, también podemos calificar de supersticiosa la creencia de que es posible vivir sin matar animales, más o menos directamente. O la creencia de que sea posible vivir sin matarnos unos a otros, sin guerras y de forma pacífica, o sin crear castas o clases sociales, de forma igualmente más o menos indirecta.

La vida social, la lucha por la vida es muy complicada y conviene ser cautos antes de dar por absolutamente válida cualquier hipótesis en este contexto. Sobre ésto ya filosofamos en capítulos previos, «el sentido de la vida», por ejemplo, no quiero repetirme demasiado.

En su día, yo me sentí identificado plenamente con el texto, la cuestión animalista y vegana, la cuestión de las castas sociales, la represión de los docentes… Pero…

Ética y razón

Ética y razón forman un tándem indisoluble. La ética promueve (o proscribe) una actuación general de tipo X sobre un objeto genérico de tipo Y. «No matarás», por ejemplo.

La razón elucida cuándo una acción concreta xi pertenece al tipo X; y cuándo un objeto concreto yi pertenece al tipo Y.

Por tanto un comportamiento aparente amoral, o contrario a determinada ética, puede tener su origen en la clasificación racional de la acción y/o del objeto.

Pensemos por ejemplo en proclamas éticas del tipo «no matarás» o «no robarás». De entrada parecen fáciles de entender o de asumir.

Pero, ¿Qué es exactamente matar, o robar? Y, ¿A quién, o a qué, no se puede matar o robar?

No matarás

Sí, de acuerdo, le doy a alguien con un martillo en la cabeza y le dejo frito. Pero nuestra responsabilidad en la muerte de nuestro prójimo puede tomar diferentes matices en diferentes contextos.

Por ejemplo, el golpe no fue certero. El otro no muere, o no muere directamente. Pero muere años más tarde, consecuencia directa de las heridas. Pero el matador fui yo, ¿No? ¿O quizá recibió más golpes de otras personas y la responsabilidad se reparte?

Y, ¿Si fallo el golpe? Porque la intención era 100% matadora… ¿soy menos culpable del delito por tener mala puntería?

O abandonamos a un niño indefenso en la selva. No lo matamos pero como si lo hiciéramos. ¿Somos matadores en tal caso? Igual confiamos en que algún alma caritativa lo encuentre y lo adopte. O quizá lo dejamos en manos de Dios, Él sabrá si salvarle, o qué hacer.

Subrogando responsabilidades

También podemos optar por contratar a alguien para que haga el «trabajo sucio». Un sicario, o verdugo, carnicero o matarife. ¿Soy menos matador por ello?

O votar a un político para que haga lo propio. Una guerra por ejemplo. Porque, ¿somos culpables de los crímenes que cometen los políticos a quienes colocamos en el poder?

Matando sentado y con los brazos cruzados

O puede ser que tengamos delante de nuestras narices a un asesino auténtico. Con un rifle matando de uno en uno a personas inocentes. ¿Le dejaremos continuar, que siga matando gente?

Porque, entonces, somos cómplices de la matanza. ¿No? ¿Mataremos al matador?

En cualquier caso violamos el Quinto.

Claro que también puede tratarse de un gobierno tiránico. O una política concreta de un gobierno democrático.

O negamos la ayuda a un pobre, un hambriento… y a falta de recursos muere.. ¿Será también una forma de violar el quinto mandamiento mosaico? Estamos en las mismas. Millones de niños hambrientos mueren. ¿Somos igual de matadores por no preocuparnos?

Hombre, animal matador

La «sociedad», en cierto modo, es un organismo homicida, guerrero, al cual pertenecemos por activa o por pasiva, no podemos autoexcluirnos de él. Nuestro nivel de vida se lo debemos a las guerras que promueven nuestros políticos, a guerras y conquistas en las cuales quizá participaron nuestros antepasados. El «zoon politikon» es algo más que politikon, es político-militar, es militar-matador.

Mato el aire cuando respiro

No solo podemos cuestionar cual sea exactamente la proscrita acción de matar. Podemos cuestionar cual sea exactamente el objeto sobre el cual debamos aplicar la acción (o no-aplicar, en este caso).

Se refiere a humanos, o ¿también animales? O, porqué no, también a vegetales. Y a bacterias, hongos o virus que también son seres vivos sobre quienes podemos aplicar el decreto.

Pero, claro, nuestro cuerpo viene diseñado y preparado de fábrica para matar virus y bacterias. De entrada lo tenemos un poco difícil.

Veganismo y frutarianismo

Podemos optar por una alimentación vegana, como sugiere el texto. Vegana o frutariana más bien. Pues algunos vegetales hay que matarlos para comerlos.

Pero, aún así, por mucho empeño que pongamos, quizá nos veamos obligados a fumigar nuestras cosechas, y erradicar las «malas yerbas».

Y por el mero hecho de alimentarnos de vegetales, vamos a entrar en competencia con nuestros hermanos herbívoros. Deberemos vallar nuestros huertos, nuestras plantaciones, con lo cual, nuestros hermanos herbívoros no podrán alimentarse… y morirán… .

Lucha por los recursos

Pero la relación de competencia se extiende también a nuestros propios hermanos humanos. Hay un problema de reparto de recursos que acompaña a la humanidad desde sus orígenes. Castas superiores e inferiores, clases altas o bajas, gente que se queda sin recursos y muere… o al menos ve mermada la esperanza de vida.

Matadores y guerreros

Y por supuesto las guerras, guerras por el territorio y el reparto de recursos, inseparables compañeras de la humanidad en su peregrinaje a través de la historia.

El contexto en el que surgen las «tablas de la ley» no es ajeno a todo ello. El mismo Yahvé que proclamaba el «no matarás» establecía pena de muerte para sus súbditos revoltosos. También inducía a su pueblo a la guerra contra sus convecinos. El antiguo testamento esta lleno de testimonios de este tipo y de las más sangrientas carnicerías inspiradas por Yahvé, todo hay que decirlo.

Así que, de entrada, podríamos suponer que el objeto de aplicación del «no matarás» se refiere, puede entenderse, no exactamente a sujetos humanos de cualquier tipo, sino a los propios súbditos, a los propios miembros del mismo pueblo: prohibido matarse entre sí. Pero estaban permitidas las guerras contra los Otros, los extraños, los infieles.

Todo esto se sigue practicando hasta nuestros días, nada nuevo bajo el sol. El militar que bombardea una ciudad con miles de muertos civiles es honorado y condecorado. El civil que se defiende con un cuchillo de carnicero es marginado y despreciado como propia personificación del Mal.

Prebendas de la autoridad competente

Tampoco es exactamente que se permita, se alimente, la matanza de extranjeros, a la vista de la pena de muerte dentro del mismo pueblo, de la misma nación… y a la vista de los numerosos episodios en los que Yahvé entra en cólera y manda pasar por la espada a los revoltosos.

Entonces lo que tenemos es que el «no matarás» no es un mandamiento indiscriminado. Se puede matar al extranjero, enemigo en una batalla. Pero también al vecino… cuando así lo dictamine la autoridad competente… Lo que nos lleva a que son las clases bajas, las castas inferiores quienes tienen prohibido matar a sus vecinos. No así las clases altas, superiores y dominantes, quienes tienen potestad para matar a aquellos miembros, o subgrupos, de la comunidad, que lo estimen oportuno en el momento oportuno.

Aquí comenzamos ya a jugar con el lenguaje, a hablar de «ejecución», «eliminación» o «anulación del objetivo», cuando la acción de matar viene promovida por las clases dirigentes. Y hablamos de «asesinato», de crimen cuando la acción de matar se promueve al margen de las susodichas clases dirigentes. Hay todo un juego de términos, en la vida civil y militar, y según quien sea el matador, si es un miembro de «las fuerzas del orden», si es un soldado del propio ejército, «nuestros muchachos» o del ejército enemigo, o un «bandido», o un «terrorista».

De nuevo volvemos al discernimiento correcto de la correcta acción, independientemente de normas y recetas preestablecidas.

Animalismo y veganismo

Si asumimos que el mandato ético se refiere a «no matar personas», pero permite la matanza de animales todavía nos encontramos con el problema racional de distinguir al humano del animal. No es lo más corriente, pero imaginemos que descubrimos un eslabón intermedio, o eslabón perdido entre el hombre y el animal. ¿Le serán aplicables los mismos principios éticos que al humano? Hummm… No es un dilema nuevo, también la reciente esclavitud de personas de raza negra se justificaba alegando que no eran propiamente humanos… o el propio eslabón perdido entre hombre y mono…

Aborto

Dilema similar aparece en la cuestión del aborto. ¿Cual es la diferencia entre matar un niño recién nacido o hacerlo unas semanas antes de nacer? ¿Y si en lugar de semanas ponemos meses? ¿En qué momento decidimos que el feto es un ser humano objeto de aplicación del «no matarás»?

No robarás

Sí, de acuerdo. El objeto O pertenece al sujeto X. Entonces llega otro sujeto Y que se apropia del objeto O. Pongamos que lo hace con violencia, o con engaños…

Esta claro lo que es el sujeto X y lo que es el sujeto Y. Claro también lo qué es el objeto O.

Pero, ¿Qué es exactamente la relación de propiedad de un objeto O con respecto a un sujeto X?

No se trata precisamente de una noción objetiva, sino más bien convencional.

Pues, ¿quién decide que tal sujeto es el propietario de tal objeto?

La propiedad puede entenderse en términos jurídicos. Como el derecho de propiedad, o de uso, de un objeto. Y como tal, viene referido a un sistema jurídico, que a su vez viene referido a un poder ejecutivo.

Mi móvil es mío, según el sistema legislativo del Estado en que vivo. Viene alguien y me lo roba. Entonces doy parte al sistema ejecutivo para que capture al ladrón y me devuelva lo que es mío. Pero los sistemas ejecutivos no son perfectos. Puede que no descubran al ladrón, por negligencia o mala fe, y que yo no recupere mi móvil. Un móvil que, de hecho, ya no será mío sino del ladrón. A falta de pruebas o criterios que demuestren que el móvil es mío, la propiedad de hecho se convierte en una propiedad de derecho según el propio sistema legislativo inicial.

Los sistemas legislativos cambian, lo que hoy es mío según un sistema legislativo de referencia mañana puede dejar de serlo a través de un decreto ley o orden judicial. Pero también, en un mismo ecosistema social pueden entrar en competencia dos sistemas legislativos, amparados por sus respectivos ejecutivos. Caso típico es el de una declaración unilateral de independencia de una región, o cuando dos países se disputan el control de un área fronteriza. Pero también, y aunque de modo menos formal, cada individuo, o grupo social, puede portar sus propios principios, sus propias consideraciones sobre sus propios derechos, muy especialmente sobre el derecho y reparto de la riqueza y la propiedad. A falta de un sistema ejecutivo firme que lo respalde, puede aprovechar cualquier fisura en este último para intentar ejercer sus propias convicciones.

De modo que el «no robarás» no puede proclamarse así sin más, debe ir referido a un sistema legislativo concreto que sea quien en última instancia determine quién es propietario de qué, el sistema de propiedad de los legislados.

Así de sencillo.

Obedecerás a la casta gobernante

De modo que el no matarás y el no robarás no tienen un significado absoluto, vienen referidos a sistemas legislativos particulares. El sistema legislativo es entonces quien determina quién no debe matar a quién, pero también quién sí puede hacerlo.

Al final lo que tenemos es un «obedecerás al gobierno».

Lógico si consideramos la creencia ancestral de que Reyes y mandatarios eran elegidos a dedo por la propia divinidad.

Pero a falta de tal creencia, lo que tenemos es, de nuevo, falta de criterios objetivos para reconocer al legítimo gobierno. Como no sea, precisamente, la capacidad del ejecutivo para hacer respetar las leyes del legislativo. O sea: el más fuerte.

Recordemos las palabras de San Pablo
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«Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto…»

Pero ¿Quién es la autoridad?

¿El más fuerte? ¿Y si la autoridad es tiránica? ¿Si nos obliga a coger el fusil a pegar tiros contra el enemigo? ¿Haré caso al gobierno independentista recién proclamado, o al gobierno central? ¿Al ejército invasor?🤔🤔

Amor, superstición e ignorancia

Entonces, sí. Como dice el autor, la superstición y la ignorancia pueden ser promotores de comportamientos crueles. Y una de las patas del Amor debería ser el conocimiento, y el conocimiento de aquellas actuaciones que, de rebote, o de manera no muy explícita, pueden resultar en el sufrimiento de terceros.

El problema es que la vida es muy complicada, intelectualmente hablando. La lucha por la vida es muy complicada, y por un vericueto o por otro, siempre terminamos dañando, o matando, a terceros. El humanitarismo, en términos absolutos y globales no es factible, por todo lo que venimos desarrollando.

Hemos visto las contradicciones del vegetarianismo, o del veganismo así como nuestra responsabilidad en los crímenes de guerra de nuestros gobiernos y en las relaciones de explotación que mantienen con la periferia. Tampoco nos sirve quedarnos de brazos cruzados mientras otros andan robando y matando ante nuestras propias narices.

Solo es factible un humanitarismo local, enfocado a nuestros próximos, literalmente hablando. Hacia nuestra familia, amigos vecinos, nuestro «pueblo»… O sea, hacia nuestro grupo local de referencia que, indefectiblemente… entrará en conflicto con otros grupos externos. Otras familias, otros pueblos.

En cualquier caso, sí, quizá sea mayor pecado matar a alguien con nuestras propias manos que hacerlo a través de un sicario. Quizá sea mayor pecado degollar un animal que llevarlo al matadero. Quizá sea mayor pecado bombardear un país extranjero que disfrutar cómodamente, en la retaguardia del botín de guerra.

No sé.

Después de todo el que mata a alguien con sus propias manos es más consciente de lo que hace que el cómplice que se queda en casa esperando el embutido o el botín de guerra.

Y, después de todo, para entender que nuestro buen nivel de vida se basa en intervenciones militares genocidas en países extranjeros hace falta cierta capacidad de análisis socio-político e histórico que quizá no esté al alcance de todos.

En el mejor de los casos lo que tenemos es una cuestión de grado y, en mayor o menor medida, todos estamos en el punto de mira del karma de la crueldad.

Pero no tan sólo estáis obligados a refrenaros de este modo ante el mal, sino que habéis de ser activos para el bien. El intenso deseo de servir ha
de llegar al máximo, hasta el punto de estar siempre a la mira para aplicarlo alrededor de vosotros no tan sólo a las personas, sino a los animales y a las plantas. Debéis prestar vuestro servicio hasta en las pequeñas cosas de la vida diaria, de modo que, acostumbrándoos a ello, no podáis substraeros, cuando se presente la oportunidad de hacer cosas de mayor importancia. Pues si deseáis llegar a ser uno con Dios, que no sea para vuestro propio beneficio, sino para convertiros en canal por donde fluya Su amor para alcanzar a vuestros semejantes. El que está en el Sendero no vive para sí mismo, sino para los demás; se olvida de él para poder servirlos. Es a manera de pluma en manos de Dios, por la que fluye Su pensamiento y tiene expresión aquí abajo, lo que no podría suceder sin ella. Es a manera de un canal de fuego viviente que derrama sobre el mundo el Divino Amor que llena su corazón.

Bueno, lo dejo así.

Ya he venido dando vueltas a las contradicciones del humanitarismo. En nuestro querido mundo mayavico ayudar a Uno, en el contexto de una lucha de todos contra todos por el poder, ayudar a Uno implica perjudicar a otro.

Únicamente tiene sentido en el sentido del grupo de referencia… Pero siempre en perjuicio de otro.

Otra cosa es, como dice el texto, convertirse en un canal «por donde fluya su amor» un «canal de fuego viviente». Ya que podemos suponer que el amor Real actúa «por encima del bien y del mal», a otro nivel, indiferente a las luchas humanas por el poder. Dos personas en lucha, podemos transmitir nuestro amor, impersonal y Real, a ambos contendientes, independientemente de quien gane o pierda la lucha. Incluso aunque actúen en perjuicio nuestro.

Y, sí, puede ser, que practicando la «ayuda al prójimo» aunque sea de tipo mayávico, preparamos nuestro sistema psíquico para convertirnos en «canal de fuego viviente», independientemente de todo lo demás, independientemente de las consecuencias imprevistas, o indeseadas, de nuestra «ayuda».

Tal vez…

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ALPDM (V.3, Amor III: maledicencia)

Maledicencia y Crítica

«Veamos los efectos de la maledicencia: Principia con el mal pensamiento, y esto en sí mismo es ya un crimen. Porque en todas las personas y en todas las cosas existe el bien y el mal. A cualquiera de éstos podemos prestarle fuerza, pensando en él, y por este medio ayudar o estorbar la evolución; podemos hacer la voluntad del Logos o trabajar en contra de ella.

El tema de la crítica resulta muy recurrente en la praxis espiritual, y en el discurso de líderes espirituales. Pero, como siempre, no exento de contradicciones.

Volvemos a retomar el hilo de lo comentado en el capítulo de la tolerancia. Los conceptos van relacionados: la intolerancia lleva a la crítica, la crítica a la maledicencia, y de ahí a la crueldad.

Criticando a los críticos

Todos los gurús, buenos o malos o mediocres, que se exponen públicamente con doctrinas extrañas, o al menos no muy ortodoxas, se exponen a importantes respuestas críticas, contra su persona y contra su doctrina.

No es de extrañar, por tanto, que estos mismos gurús se muestren muy críticos con los críticos.

Pero resulta también, que estos mismos gurús, en sus prédicas doctrinales, se muestran igualmente críticos contra todo y contra todos. Contra el pecado y la ignorancia, cualquiera que sea el enfoque doctrinario. Excepto, es de esperar, contra sí mismos.

Todos hemos sido víctimas, en mayor o menor medida de críticos y de críticas, sabemos cuán dolorosas pueden ser y no podemos menos que suscribir buenamente cualquier discurso anticríticos.

Pero, cuando analizamos un discurso anticrítica de un líder espiritual, en su adecuado contexto, comprobamos que, generalmente, la crítica que se proscribe es, precisamente, la crítica contra la persona del líder, sus doctrinas y sus lugartenientes.

Toda doctrina asume, en mayor o menor medida, de modo más o menos explicito, que «el mundo está mal», «la humanidad va por mal camino», «el líder está bien» «el líder ayudará a enderezar los caminos hacia el Bien».

El líder ha de ser de ser crítico con la desviada humanidad, sí o sí. No parece que pueda ser de otra manera.

El líder comienza descalificando la crítica en general pero continúa criticando a los pecadores, a los rezagados, los no-despiertos, los ajenos al culto… también a los miembros de la congregación que no son lo suficientemente diligentes.

Con lo cual, una buena parte de la sugestión en contra de la crítica se anula, y, subliminalmente, lo que perdura, es la sugestión de que lo único que no es criticable es la propia figura del líder.

La contradicción crítica

La condena de los críticos encierra ya, desde el principio, una contradicción interna difícilmente superable. Y es que si condenamos, o criticamos, a los críticos, entonces nosotros mismos nos estamos convirtiendo en críticos, en críticos de los críticos, que también deben ser condenados. Pero si descalificamos al crítico que crítica a los críticos, precisamente por criticar, entonces queda descalificada su crítica, con lo cual queda anulada igualmente la descalificación del crítico que descalificaba a los críticos.🤯 😜

Nuestro sistema neuronal no puede asimilar semejante contradictorio discurso en su forma literal. Lo que queda finalmente es que el líder, siendo bueno, puede criticar a todo el mundo, y por el propio bien del mundo. El verdadero pecado es la crítica contra el líder, o sus lugartenientes, o su organización burocrática, crítica que no puede proceder más que de personas malvadas e ignorantes…

Es una configuración bastante frecuente en comunidades sectarias. La prohibición de criticar al líder, al mismo tiempo que la aceptación sumisa de las críticas que el líder pueda hacer tanto a sus seguidores como, por supuesto, al resto del mundo. Basta con que el líder critique a alguien o algo para que los seguidores hagan lo propio, replicando y amplificando la crítica inicial.

Liderazgo: oficio difícil

La verdad es que los pobres líderes, en cualquier campo, religioso, artístico, político o cultural, no lo tienen muy fácil, se ven expuestos a las miradas, y por ende a las críticas, de miles de personas que, antes o después, pueden terminar por quemarlos (aunque algunos se les ve que les va la marcha y no dejan el oficio ni de coña 😈).

De modo que, si queremos líderes, del tipo que sean, y posiblemente sean necesarios, no está de más un pequeño esfuerzcito por cuidarlos 😉, siempre sin perder el control, sabiendo que no son perfectos, que están al servicio de la comunidad, y no la comunidad al servicio de ellos.

Y por supuesto, no hay que creerse todo lo que dicen. Se trata de una estrategia eminentemente práctica. Los buenos líderes portan una envidiable capacidad de persuasión y de aglutinar a su alrededor cientos y miles de seguidores que, lo cual, sin embargo no va parejo a sus capacidades técnicas y logísticas.

La maledicencia y sus consecuencias

«Si pensáis mal de otro, cometéis tres iniquidades a un tiempo:

1a Llenáis el ambiente que os rodea de malos pensamientos en vez de buenos, y así aumentáis las tristezas del mundo.

2a Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuís, lo vigorizáis y alimentáis; y así, hacéis peor a vuestro hermano en vez de hacerlo mejor. Pero, si generalmente el mal no existe en él y tan sólo lo habéis imaginado, entonces vuestro maligno pensamiento tienta a vuestro hermano y lo induce a obrar mal, porque, si no es todavía perfecto, podéis convertirlo en aquello que de él habéis pensado.

3a Nutrís vuestra propia mente de malos en vez de buenos pensamientos, y así impedís vuestro propio desarrollo y os hacéis, a los ojos de quienes pueden ver, un objeto feo y repulsivo, en vez de bello y amable.

No contento con hacerse todo este daño y hacerlo a su víctima, el maldiciente procura con todas sus fuerzas que los demás participen de su crimen. Les expone con vehemencia su chisme, con la esperanza de que lo crean, y entonces los convencidos cooperan con él, enviando malos pensamientos al pobre paciente. Y esto continúa día tras día, y no lo hace sólo una persona, sino miles. ¿Veis ahora cuán bajo, cuán terrible es este pecado? Procurad evitarlo en absoluto. No habléis jamás mal de nadie; negaos a escuchar a quien os hable mal de otro, y decidle, afectuosamente: «Tal vez eso no sea verdad, y, aunque lo fuese, es mejor no hablar de ello».

Bien, vale, sí. Suena estupendo.

Pero estudiémoslo más despacio.

Aparte de las convencionales consideraciones éticas propiamente dichas hay un interesante enfoque ocultista de la maledicencia y la crítica.

Aspectos esotéricos de la crítica

Como siempre que nos metemos en terrenos mágicos y esotéricos hay que ir con cuidado, sin perder el norte, sin olvidar que pueden ser hipótesis no demostradas, que no vayan más allá de un simple modelo explicativo.

Veamos cuáles son los presupuestos esotéricos del párrafo seleccionado:

1. » si pensáis mal de otro … llenais el ambiente que os rodea de malos pensamientos … y aumentan las tristezas del mund

Esto viene a decir que nuestra actividad mental y emocional se transmite, por algún mecanismo mágico-esotérico al resto del universo. Quiero decir que se trasmite por un mecanismo diferente al de expresión corporal.

Entonces, si tenemos «malos pensamientos», como dice el autor, llenamos el ambiente de malas vibraciones, que se van expandiendo en todas direcciones y aumentamos las tristezas del mundo.

No es la primera vez que sale este asunto de un mundo etérico y astral, por el cual circulan energías de tipo igualmente etérico y astral (ver por ejemplo el capítulo de «Jerarquías astrales»).

Cuando pensamos, bien o mal, influimos en estas corrientes energéticas, para bien o para mal, según la calidad de nuestro pensamiento.
Estas corrientes etéricas, por las leyes que sean, por los caminos que sean, influyen en la conciencia de los demás. Más concretamente, influyen en el pensamiento y las emociones. Y, a su vez, inversamente, camino de ida y vuelta: pensamientos y emociones influyen en las corrientes astrales.

Digamos que hay una especie de «respiración astral» a través de la cual se inspiran energías astrales que influyen en la conciencia, y son transformadas y devueltas, expiradas, de nuevo, hacia el circuito astral.

No es muy evidente, a primera vista, si estas corrientes astrales, influirían en las personas que tenemos cerca con mayor intensidad que las que están lejos. O quizá intervienen leyes diferentes a las correspondientes al mundo de las energías físicas.

En principio, según el texto, parecería que sí, puesto que habla del «ambiente que nos rodea». Pero también con una cierta libertad de movimientos espaciales, con la facultad de incidir en el campo de respiración de personas más distantes.

En cualquier caso, como decía, para hablar de canales astrales de influencia tenemos que excluir toda influencia informacional. Si tengo pensamientos puros, o negros, se los puedo trasmitir a los demás por la mirada, la expresión de la cara, el tono de voz, etc. Pero eso, en principio, nada tiene que ver con un canal de transmisión esotérico.

O quizá sí, si consideramos que la línea divisoria entre la información y la energía queda un poco difuminada, especialmente en contextos astrales. Por ejemplo, si consideramos que toda emisión de información a través del cuerpo va acompañada de su correspondiente emanación etérico-astral, aunque luego sigan caminos independientes, con alcances también independientes.

La emanación astral, pura y llanamente entendida, sería aquella puesta en circulación por un ermitaño aislado del mundo, o una congregación de monjes en un recóndito valle del Himalaya, o un secreto ritual de magia negra.

¿Llegarán a influir sus pensamientos sobre el resto de la humanidad por los vericuetos ocultos que sean?

Puede que sí, o puede que no. Pero si lo hace será sin mediación de contacto físico e informacional, por corrientes astrales puras y duras.

Por cierto, que la denominación «astral» debe venir literalmente de los astros, o planetas, que también ponen en juego su doble astral, su circulación astral que afecta periódicamente al cuerpo astral humano, y por ende, a su siquismo. Pero eso no nos importa ahora.

Max Heindel (cito un párrafo más abajo) hablará de «mundo del deseo», dando a entender que se trata de energías similares a los deseos. O sea, imágenes reflejo del mundo material, impregnadas de fuerzas de atracción y repulsión.

2. «Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuis lo vigorizais y lo alimentais.» «Y si no, …. Vuestro maligno pensamiento tienta a vuestra hermano...».

Aquí tenemos algo más. No se trata solo de que nuestro pensamiento, bueno o malo, se trasmita al astral y de ahí a todos los demás, para bien o para mal.

Según el texto, cuando pensamos algo malo de alguien, el pensamiento le afecta especialmente a la persona a la cual se refiere dicho pensamiento.

Y ésto nos complica el modelo mágico-esotérico. Porque, digamos, es como si el pensamiento colocado en el conducto astral, llevara impresa la dirección del destinatario.

Es decir: fabrico un mal pensamiento asociado, por ejemplo, al terrícola H-427j 😉. El pensamiento genera una vibración que es colocada en el conducto astral y trasmitida al cuerpo astral del objetivo referenciado. La vibración incide por tanto en su microsistema de pensamientos, deseos y emociones alterándola en el sentido señalado.

Nótese que, según este planteamiento, la vibración astral puesta en circulación resultaría inocua, o casi, para los siete mil y pico de millones de habitantes del planeta, y que sólo incide en el destinatario. O al menos incide con mayor intensidad en el destinatario que en los demás.

No digo que no sea posible, sólo que tengamos en cuenta de lo que se está hablando.

En ciencias ocultas se comenta mucho el axioma de que «lo semejante atrae a lo semejante». Entonces, si ponemos en circulación un pensamiento, o un pulso astral, asociado a una persona concreta, entonces, en virtud de la citada ley, la vibración emitida, se trasladará directamente al cuerpo astral de esa misma persona, con la cual guarda la comentada semejanza, pasando inadvertida para los demás.

Bueno, también podríamos suponer que el pulso astral se dirige, no únicamente al destinatario principal sino a otras personas interconectadas con el destinatario principal. Así, un pensamiento negativo asociado a H-427j se transmitiría también a sus amigos y conocidos induciéndoles en su psiquismo la replicación del pensamiento negativo.

Digamos, por ejemplo, que cuando H-500i piensa sobre su amigo H-427j, el pulso negativo previamente introducido en el sistema etérico-astral, detecta la afinidad con H-427j y se arrima igualmente al campo de respiración etérica de H-500i, modulando e influenciando su pensamiento.

Vamos, que sin darse cuenta muy bien cómo, los pensamientos y recuerdos de H-500j sobre H-427j vienen modulados e influenciados por el patrón negativo inicialmente introducido en el sistema astral.

Esto resulta especialmente relevante cuando los patrones se refieren a líderes, ya que son vivificados por un número de personas especialmente numeroso. También cuando la crítica y maledicencia es puesta en circulación por un líder, ya que esta es asumida y replicada igualmente por miles de seguidores convencidos.

La clave vibratoria personal

Otra cosa es ver cómo las leyes que rigen el funcionamiento de los circuitos de corrientes astrales, determinan una correspondencia entre la persona concreta, (H-427j en nuestro caso) y el pulso vibratorio.

Cuando decimos que pensamos en alguien estamos establecido una correspondencia biunívoca entre la persona concreta, su apariencia exterior y su reflejo en nuestro interior. Una correspondencia que se establece, en principio, a nivel subjetivo.

Pero ¿qué relación objetiva hay entre la persona real y su reflejo en mi mente? ¿El borroso recuerdo de su cara, o de su voz? ¿El recuerdo de su camisa o de su coche? ¿Donde queda la identidad, o la esencia de la persona sobre la cual estoy pensando?

A pesar de todo, nosotros sabemos que esos pensamientos van asociados a esa persona.

Podemos intentar reforzar la intensidad de nuestros pensamientos, relajándonos, entrando en «alfa», intentando visualizar con mayor nitidez los rasgos de su cara, o recordando alguna escena pasada.

Pero, realmente, ¿Que relación existe entre nuestra actividad psíquica asociada a esa persona y la persona misma.

¿Alguna clave o patrón vibratorio se trasmite, se interconecta, desde la apariencia exterior de la persona hacia el pensamiento-recuerdo en el perceptor? ¿Una clave o patrón vibratorio que sea la esencia individual de, por ejemplo, H-427j?

Entonces, esa clave vibratoria individual se transmitiría de la esencia de H-427j a la apariencia, apariencia perceptible, y de la apariencia al pensamiento del perceptor.

Pero, el pensamiento del perceptor, asocia la clave principal a otro tipo de patrones vibratorios… El modelo general sería «Yo pienso/siento X de/por «Y». O sea: «Y» es la esencia de la persona acerca de la cual se piensa algo. «X» es lo que se añade a Y, a la esencia de la persona. A través del mágico acto de pensar/sentir/desear se pone en circulación el tándem XY, un código vibratorio personal asociado a un patrón añadido.

Pongamos por ejemplo que se dice: «H-427j es comunista». Aquí H-427j es la Y de la ecuación. X aparece, en principio, como un aspecto puramente intelectual que puede ser verdadero o falso, o en general, probable. Y también un segundo aspecto que puede ir más o menos explicito según el contexto. Por ejemplo, en este caso puede ir asociado a que «odio a los comunistas» o «temo a los comunistas» o «amo a los comunistas». Luego puede ser cierto o no que H-427j sea comunista, pero lo que prima es la corriente de amor, odio o miedo.

Entonces, a lo que íbamos. Que cada vez que la clave principal se manifiesta, en cualquier circunstancia, se manifiestan igualmente los patrones vibratorios mágicamente asociados. De entrada, la propia manifestación espacio temporal de Y (la original, digamos) se verá asaltada por estas corrientes. Pero, igualmente, cada vez que un tercero invoca la clave vibratoria principal Y» se verán atraídas las vibraciones del añadido «X» hacia el punto en el cual están siendo invocadas.

Resumiendo, que cuando pensamos en H-427j, estamos invocando su clave vibratoria, única e intransferible. Y cuando pensamos algo malo de H-427j, estamos asociando a su clave vibratoria un patrón de maldad. (O en su caso de bondad, como cuando pretendemos «enviar amor»)

La intensidad de la asociación depende de la intensidad y duración del pensamiento, y de la eventual intervención de ciertos rituales mágicos. Pero, principal y frecuentemente, la verbalización, en voz alta, del maligno pensamiento. Con la verbalización, la asociación se vuelve más poderosa. Pero, si además es escuchada por un auditorio, el patrón de maldad crece. Y crece exponencialmente a medida que cada miembro del auditorio replica a su vez el maligno patrón.

Nótese que en la vida cotidiana, el maldiciente cuenta con un auditorio relativamente reducido, cuatro amiguetes tomando unos vinos, o una familia en la cena de Nochebuena. Los auditorios se vuelven especialmente poderosos en los contextos de líderes predicando a sus seguidores, sean éstos de tipo religioso o político o similares.

Entonces se forma en el astral un poderoso patrón maligno asociado a una clave vibratoria individual. Y, dónde quiera y como quiera que se manifieste, o se invoque, esta clave individual, el patrón maligno a ella asociado se verá atraído y manifestado igualmente.

Pero estos patrones asociados no son eternos ni inamovibles. Al contrario. Otras personas pueden «pensar bien», pueden asociar patrones benignos a la misma clave vibratoria personal. O en cualquier caso, los patrones pueden ser de otra naturaleza y anularse, o debilitarse mutuamente.

Nótese que estos principios son usados en ciertos rituales mágicos donde se intenta extraer la clave vibratoria individual a través de una fotografía, un mechón de pelo, o unos calzoncillos. A continuación se asocia la clave vibratoria a un evento que se quiere forzar en contra, o a favor de la persona referenciada.

Igualmente, muchos videntes, por ejemplo, que buscan a personas desaparecidas, también intentan conectar con la clave vibratoria individual a través de una prenda, o de un objeto que haya estado en intenso contacto con el desaparecido.

Tres cuartos de lo mismo para los médiums que invocan a difuntos, a partir de la clave vibratoria personal del fallecido que, supuestamente, se mantiene en el «más allá». Y supuestamente se mantendría en una hipotética reencarnación. La clave vibratoria personal sería el hilo conductor que relaciona cada encarnación con la precedente.

Puede ser. Pero también es posible, es de esperar, la aparición de formaciones astrales asociadas a una clave personal que no sean la persona propiamente dicha. Puede ser que el medium sintonice, no con la persona propiamente dicha, o lo que queda de ella después de la muerte, sino con este tipo de formaciones alimentadas por el pensamiento de terceros, o los propios familiares de la víctima que ansían el contacto.

Hace falta, pues , mucho sentido del humor para meterse a investigar estos campos, si no fuesen ya suficientemente complicados los humanos de carne y hueso 😉.

En general, cuando conocemos a alguien nuestros recuerdos ya portan su clave vibratoria. A continuación, cuando «pensamos» estamos poniendo en juego nuestro poder creador, asociando la clave vibratoria a eventos, cualidades, emociones de tipo especulativo, y conformando el patrón vibratorio asociado X que queda circulando con mayor o menor energía en el astral.

Por ejemplo:

«Es idiota»,

«Es un pederasta» «es un crítico insoportable»
«Le odio»
«Ojalá que caiga fulminado por un rayo»…

O en clave positiva…

Especialmente dignos de mención son las claves vibratorias de los líderes. Lideres que quizá hemos conocido personalmente, y adquirido un contacto directo con su clave.

Pero más digno de mención son los líderes que no hemos llegado a conocer, más que a través de terceros. Y que a lo mejor no han existido nunca.

Pues ¿Que relación existe entre mis pensamientos sobre Buda o Cristo y el personaje real, si es que realmente existió?

Y si puedo pensar y sentir con relación a un personaje que nunca existió… ¿Qué valor le queda a la hipótesis de la clave vibratoria personal? 🤔🤔

Entonces ¿es cierto todo esto?

Bueno, yo siempre le he dado bastante credibilidad. Y me he cuidado de asociar las claves vibratorias de mis próximos a patrones malignos. También he practicado, creído practicar, el «envío» de pensamientos de amor y energía curativa.

Con los años me he vuelto un poco escéptico. Sigo practicando el mantram de trasmisión de amor pero creo que la transferencia se hace principalmente al contacto físico e informacional. No voy a negar todo el mecanismo de transmisión, pura y duramente, a través del astral. Pero, cuando «enviamos» un pensamiento de amor o de odio hacia alguien el pensamiento se puede quedar en la «bandeja de salida» esperando la apertura de un canal de comunicación, físico o astral.
Por ejemplo, cuando le tenemos físicamente delante o al teléfono. Entonces, el pensamiento prefabricado y almacenado se transmite a través de la mirada, expresión facial y corporal, tono de voz … el discurso y modo de comportarnos.
Todo lo cual ya es en sí motivo suficiente como para cuidar nuestros pensamientos del mismo modo que si realmente se transmiten a través del Astral.

«Ojos que no ven corazón que no siente» reza el dicho popular.

Y la verdad es que con frecuencia, nuestros más cercanos amigos nos están traicionando, maquinando maldades a nuestras espaldas… y no nos enteramos.

Todo depende de la sensibilidad de cada cual, por supuesto…

Me temo que, aparte de los videntes cualificados, tampoco podemos discernir, por ejemplo, a quién pertenece un objeto que, supuestamente estaría impregnado de su clave vibratoria. Ni siquiera podemos adivinar a quien pertenece una voz, ni menos aún un texto escrito, relacionarlos quiero decir cuando se perciben por separado. De modo que la hipótesis de la clave vibratoria personal queda, aunque pueda explicar algunos eventos, un poco en entredicho.

Tampoco queda muy claro que podamos establecer un contacto telepático básico invocando la clave vibratoria de una persona. Incluso, aunque posible por parte de unos pocos psíquicos, si la mayoría de la gente no dispone de estas facultades, no nos resulta de mucha utilidad.

Enfoque Maxheindeliano

A continuación un interesante texto de Max Heindel. La primera vez que lo leí me encantó, tanto así que lo mecanografié con mi vieja olivetti:

Una máxima oculta dice que «una mentira es a la vez criminal y suicida en el Mundo del Deseo». Las enseñanzas de los Hermanos Mayores contenidas en el Concepto Rosacruz del Cosmos explican la idea de que dondequiera que ocurre un suceso, una forma de pensamiento determinada generada en el mundo invisible toma registro del incidente. Cada vez que se comenta el suceso o es examinado, se crea una nueva forma de pensamiento que se infunde con la primitiva y la robustece, siempre que las dos sean verdaderamente de la misma vibración. Pero si se dice una cosa incierta acerca de lo sucedido, entonces las vibraciones de la original y las de la repetición no son idénticas y el resultado es que se embisten y luchan destrozándose mutuamente. Si la forma de pensamiento buena y verdadera es suficientemente fuerte conseguirá el dominio de la situación y aniquilará a las formas de pensamiento basadas en una mentira y consecuentemente el bien vencerá al mal, pero cuando los pensamientos embusteros y maliciosos son los más fuertes pueden vencer a la forma de pensamiento buena del suceso correspondiente y demolerla. Después de esto se combatirán entre sí y todo a su vez será aniquilado.

Todo evento vital genera un reflejo electromagnético en el mundo del deseo (o mundo astral, o invisible). Y toda referencia, habladuría o crítica sobre tal evento genera nuevas energías astrales que se asocian con con las preliminares, influyendose mutuamente. Cada persona se rodea pues de una envoltura energética como reflejo de lo que es realmente, de lo que dice, de lo que piensa… Pero, al mismo tiempo, también genera energías, lineas de fuerza, relacionadas con sus semejantes. Cada vez que alguien piensa algo de un vecino genera una imagen-pensamiento, un conglomerado de energías astrales que influye en la envoltura del destinatario.

Liderazgo y maledicencia

Vamos a volver a los líderes. Porque todo este mecanismo de la maledicencia, con todas sus negativas connotaciones en el astral…

¿No lo practican también, y sobre todo, los buenos líderes espirituales? ¿No «piensan mal» de los demás? ¿No piensan de sus convecinos que son pecadores, en el mejor de los casos recuperables, cuando no perdidos irremediablemente para el infierno?

El propio autor del texto, ¿No piensa mal de los que piensan mal de otro? ¿No hace peor a su hermano crítico cuando a su vez le critica? ¿No nutre su mente de malos pensamientos? ¿No habla mal de los que hablan mal?

¿No, procura, con todas sus fuerzas, que los demás continúen pensando mal de los que piensan mal y continúen hablando mal de los que hablan mal?

Veamos cómo se expresa, por ejemplo, el protagonista de la leyenda evangélica:

«Vosotros [fariseos] sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer (Juan, 8:44)»

«De cierto os digo [a los lideres sacerdotales], que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.» (Mateo 21:31)

«Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Así también vosotros, de fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres; mas de dentro, llenos estáis de hipocresía e iniquidad.» (Mateo 23:27,28)

No se anda con muchas lindezas 😃. Y considerando que Jesucristo (o la literatura evangélica, si se prefiere) es guía de numerosos gurús ya podemos ir esperando lo propio.

En cualquier caso, ¿ qué podemos hacer cuando a nuestros queridos líderes se les va la olla, empezando a comportarse de un modo extraño, o se vuelven tiránicos y abusadores?

¿No habrá que criticarles? ¿No habrá que advertir a nuestros prójimos que se anden con cuidado?

De nuevo, lo que parecía una regla de oro, impregnada de gran verdad y sabiduría, comienza a escurrirse de entre nuestras manos.

Es de recordar que, Leadbeater, el supuesto autor o coautor del texto fue acusado de pederastia, y abusos contra los hijos de sus seguidores, de la sociedad teosófica. Por los cuales, no cabe duda, sentiría un intenso amor…

Naturalmente, fue «víctima» de una importante ola de maledicencia entre propios y extraños.

Pero ¿Qué otra cosa podrían hacer?

Si releemos el párrafo previo pensando que ha sido redactado por un pederasta que sufre de la maledicencia de las víctimas y de sus familiares… y proclama que no se debe hablar mal de los demás… Se entiende desde una nueva luz…

Pero entonces… ¿Qué hacemos con el «no criticarás»? ¿Nos sirve de algo la receta? ¿Quizá sea mejor investigar y divulgar sin descanso los defectos de nuestros prójimos?

Tipos de critica

Se intuye que hay una gran verdad, en el precepto, pero quizá haya que diferenciar tipos y tipos de crítica. Quizá haya una crítica constructiva y otra destructiva. Quizá positiva y negativa… En cualquier caso queda pendiente un par de vueltas de tuerca a este concepto.

Hay varios aspectos. Por ejemplo, si lo que se crítica es la persona o su conducta, o ciertos aspectos de su conducta. Luego si es verdadera o no.

La crítica a la persona debe basarse en «hechos», hechos conductuales, por supuesto. Y los hechos pueden ser ciertos o falsos, o en general, probables. La crítica puede ser más o menos parcial o global. Quiero decir que cada persona tiene sus cosas buenas y menos buenas. Airear los malos comportamientos al tiempo que se ningunean los buenos, en cierto modo, puede ser una descripción verdadera, pero resulta incompleta, y el resultado final no es un cuadro verídico de la persona cuestionada.

Luego hay conductas de tipo «técnico», de medios con arreglo a fines: Si alguien va a dar un trago a una fuente de agua podemos criticarle avisándole de que la fuente está contaminada y que casi mejor que beba de otro sitio.

De modo similar, a un bebedor podemos criticar su conducta alegando que el alcohol es malo para esto o lo otro o peligroso al volante.

El maestro, encargado de nuestro aprendizaje, en la materia que sea, matemáticas, idiomas, música… debe criticarnos, si hacemos mal los deberes, si no demostramos asimilar correctamente las lecciones.

En suma, podemos criticar los medios para llegar a un fin concreto, suponiendo que el interesado está conforme con el fin. O también, podemos criticar los Fines en sí mismos.

Luego está la utilidad de la crítica, si, por ejemplo, la conducta criticada es subsanable. Una cosa es criticar los hábitos alimenticios de una persona, y otra muy distinta criticar rasgos inmutables como el aspecto físico, una cojera, una discapacidad, o el color de la piel.¿ Es una crítica decir por ejemplo que Y es negro? En principio no. Pero la expresión puede ir formulada en un contexto de odio a los negros, con lo cual el elemento clave no está en el color de la piel sino en las emociones asociadas

Otra cosa es la maledicencia propiamente dicha. O sea, divulgar a terceros la crítica con la intención de que la compartan y divulguen.

También tenemos casos y casos. Si se ha de elegir a una persona para un cargo de responsabilidad, es comprensible, incluso deseable que se pongan sobre la mesa todos los defectos del interesado en cuestión y que pudieran afectar a la correcta ejecución del cargo. Las desviaciones sexuales citadas más arriba pueden ser un ejemplo, para personas encargadas del cuidado de niños.

Homicidas, cleptomanias, psicopatías, en fin sobran ejemplos. Tanto para cargos públicos como para instituciones privadas, pongamos el matrimonio, por ejemplo.

Entonces, como venimos señalando habitualmente: la crítica y maledicencia resultan cuestionables, sí. Pero no en términos absolutos. También tenemos contextos en los que su uso pudiera ser apropiado.

Lo importante, como siempre, el discernimiento. Discernimiento del sistema de líneas de fuerza que nos envuelve al momento de hablar de los demás.

Normalmente ya nos damos cuenta. Nuestra conciencita nos avisa cuando estamos criticando a alguien con afecto, o con envidia, o resentimiento, o similares.

De nuevo nos quedamos sin recetas firmes. No queda otra que observar con atención lo que es, los sistemas de líneas que modelan nuestra conciencia.

La crítica en Jan van rijckenborgh

Resulta interesante el enfoque rijckenborgiano, primero porque su planteamiento es muy similar al texto que estamos comentando.

«En outre, il devra commencer par refuser absolument d’emettre des pensees et des sentiments de critique et d’opposition. Tant en particulier qu’en general, l’homme, le groupe, doit commencer par eviter absolument toute critique. Pourquoi? Pour des considerations ethiques? Parce que la critique est parfois si mechante, si blessante? Non, lecteur, parce que chaque pensee ou activite emotionnelle critique eveille une radiation astrale qui lui est conforme. Quand un homme, sur la base de son etat astral, agit d’une facon incorrecte et que vous critiquez cette action, comme c’est l’habitude, vous appelez encore une fois sur cet homme le meme etat astral avec toutes ses consequences.

Cela ne peut manquer. Et le plus souvent vous recevez egalement un coup de bec. Ceci revient a employerdes armes. Parleurs pensees et lsentiments de critique les hommes se livrent donc de perpetuels assauts.» (Jvr- La gnose chinoise)

JvR nos dice que cuando criticamos la conducta de alguien activamos una radiacion astral que refuerza la conducta criticada. Es más o menos lo que decía el texto:

Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuís, lo vigorizáis y alimentáis; y así, hacéis peor a vuestro hermano en vez de hacerlo mejor. Pero, si generalmente el mal no existe en él y tan sólo lo habéis imaginado, entonces vuestro maligno pensamiento tienta a vuestro hermano y lo induce a obrar mal, porque, si no es todavía perfecto, podéis convertirlo en aquello que de él habéis pensado.

Tampoco JvR nos resuelve la contradicción que supone «criticar a los críticos». En la misma linea podemos suponer que cuando criticamos a un critico activamos una radiación astral que refuerza la conducta crítica del crítico.

Por otra parte, tambien encontramos en JvR esa preocupación por las críticas hacia su trabajo, hacia su escuela espiritual:

«Entourer de critiques l’Ecole Spirituelle et ses travailleurs est
l’arme tre’s ancienne que ses adversaires ont porte contre elle au
cours des sie’cles. Si l’on fait cela chaque jour ne serait-ce que
cinq minutes, une nuèe de difficultés s’abattent sur l’Ecole»

Pero, ostras, que pretende JvR, ¿que nos creamos sin más todo lo que nos cuenta? No parece muy serio. Incluso se contradice consigo mismo cuando dice aquello de «no creas nada que no entiendas«.

Tampoco se trata de que uno se convierta en un malvado adversario por el mero hecho de pensar diferente. Una honesta búsqueda de la verdad, en grupo, supone manejar honestamente los diferentes puntos de vista. Incluso cuando alguien pretenda ser infalible no puede esperar que otros lo asuman. ¿o sí?

Bueno, lo dejamos así, de momento, a ver si terminamos con el texto.

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ALPDM (V.2, Amor II: deseo, voluntad y altruismo)

”El Amor es la cualidad más importante, porque cuando es bastante fuerte en un hombre, lo estimula a revestirse de todas las demás, que sin ella nunca serían suficientes.» (ALPDM, J.K.)

Vale, de acuerdo más o menos. Siempre que estemos hablando de Amor Real, o Absoluto.

Incluye Conocimiento, y/o Discernimiento.

Incluye la Alegría y la Confianza, asociadas igualmente al Amor. Y, se entiende, cuando es lo suficientemente fuerte, es una «Aspiración Única».

Amor, Conocimiento y Deseo

Solo cabe cuestionar a ver cómo relacionamos el amor con la «carencia de deseos» a la vista de que, amor y deseo apuntan hacia líneas de fuerza similares.

El Amor Real es, inicialmente, ante todo, un amor a algo desconocido. El deseo se refiere a un objeto conocido. O mejor dicho, el Amor transciende desde la apariencia de un objeto conocido hacia la esencia que se encuentra oculta. El deseo empieza y termina en las apariencias ilusorias del objeto, pertenece al dominio de Maya.

El Amor, en su desarrollo final, abraza a todo y a todos.

El amor es amor a uno mismo, al yo-mismo, es amor al conocimiento de uno mismo y es el propio conocimiento de uno mismo.

Pero todo evento que aparece en la conciencia es parte del uno-mismo. Incluido el prójimo, o la percepción de nuestro prójimo.

Todo evento amado, es entonces transmutado y conocido hasta fundirse en Uno.

El deseo es parcial y excluyente. Se enfoca en un evento limitado y excluye a sus contrarios. Desea lo «bueno» y excluye lo malo. (Bueno para sí, malo para sí, se entiende). Desea al amigo odia al enemigo. Desea el placer, la fama, el poder, la riqueza… y odia a cualquier adversario, cualquier amenaza que se interponga.

El Amor elimina la dualidad sujeto/objeto, el deseo la conserva.

Amor y Deseo, sin embargo, van íntimamente relacionados. El Uno emerge del otro. El amor es deseo transmutado, o evolucionado. El Camino, la Búsqueda, es, en cierto modo, un proceso de transmutación del deseo en Amor. Transmutación del deseo del objeto conocido al amor del objeto desconocido. Desconocido en tanto que no se trata de objeto propiamente dicho.

De modo que el Campo de Fuerza del Amor siempre va a ir unido, o mezclado, con el campo de fuerza del deseo. Y a medida que avanzamos, a través de los vaivenes vitales, la intensidad de uno será más predominante que la del otro.

O, como decíamos en los capítulos previos, el Campo de Fuerza Real se superpone al campo de fuerza mayávico.

«Suele definirse el amor como un intenso deseo de unión con Dios y de liberación de la rueda de nacimientos y muertes» (ALPDM, j.k.)

Bueno, aquí aparece la peliaguda mezcla de la noción de amor y la de deseo.

En parte de acuerdo, considerando la estrecha relación, en términos metafóricos, entre amor y deseo.

Pero, como decía antes, el Amor, el Amor Real no es deseo, y decir que se desea la unión con Dios no puede llevar más que a confusiones.

¿Se desea la unión con Dios de la misma forma que se desea la cercanía de un padre protector? ¿Se desea la unión con Dios de la misma forma en que se desea el Poder, la riqueza y la fama? (Atributos clásicos de la divinidad, por cierto, especialmente en la judeocristiana)

Entonces hay una confusión de conceptos. Si decimos, literalmente, y sin intención metafórica alguna, que deseamos la unión con Dios, entonces, posiblemente, el Dios al que nos referimos no sea el verdadero Dios, ya que, por definición, Dios no sería un objeto de deseo.

Tampoco estoy diciendo nada del otro mundo. Dios es, por definición también, un algo desconocido y no podemos desear algo que no sabemos lo que es. Al menos no podemos desearlo en la misma forma en que deseamos un objeto conocido, una chocolatina, o un bastón de mando. Por eso usamos el término Amor que incluye tanto el instinto inconsciente hacia algo desconocido como la búsqueda, la indagación, el conocimiento…

También es cierto que no hay dos objetos exactamente iguales aunque participen de una misma idea de semejanza. Así que todo objeto de deseo no es exactamente un objeto conocido, o exactamente conocido. O también: el objeto de deseo es la extrapolación de objetos de deseo similares previos a través de los cuales, por analogía, esperamos obtener un placer similar. Pongamos por ejemplo la chocolatina que deseamos en base a su relación de semejanza que hemos establecido con las chocolatinas previas que hemos degustado.

De lo conocido a lo desconocido no tenemos entonces un escalón abrupto, siempre vienen superpuestos aspectos conocidos y desconocidos.

Lo de la liberación de la rueda de nacimientos… lo mismo:

¿Para qué queremos liberarnos? O, ¿cómo nos imaginamos que sea ese mundo nirvánico? ¿Quizá esperamos encontrar todo lo que deseamos en este mundo mayávico, y vernos libres de todo lo que nos agobia?

El amor, entonces, incorpora un elemento de Misterio, de Investigación, Búsqueda, de algo, o hacia algo, que no es de este mundo mayávico, y con lo que, de entrada, solo podemos establecer aproximaciones o extrapolaciones de corte metafórico.

Amor y Voluntad

«Pero este concepto del amor suena a egoísta e implica sólo una parte de su significado. El amor es más que deseo; es voluntad, resolución, determinación.» (ALPDM, J.K.)

Bien, de acuerdo, el amor es más que deseo, o algo diferente al deseo, como decía antes. Pero identificarlo con la voluntad, la resolución y la determinación no creo que ayuda a aclarar las cosas.

Voluntad, resolución, determinación… sí, podría ser… si entendemos que van enfocadas hacia «el Objeto desconocido».

Pero ya no tanto si van enfocadas hacia objetos mayávicos de naturaleza ilusoria.

Hablar de voluntad, resolución, determinación… no excluye para nada el egoísmo. Podemos hablar igualmente de voluntad, resolución y determinación… hacia el Mal. Todos los verdaderos Malos de la historia, malvadamente peligrosos, se han distinguido por una férrea voluntad, resolución y determinación… hacia sus propios objetivos malévolos.

Amor y altruismo

«Es, sin duda, la voluntad de ser uno con Dios, no para escapar del sufrimiento y de la fatiga, sino a fin de que, en razón de vuestro amor profundo hacia Él, podáis obrar con Él y como Él obra… Pues siendo Dios Amor, si queréis llegar a ser uno con Él, debéis también estar poseídos de amor y perfecto altruismo» (ALPDM, J.K.)

Bien, aquí se matiza, en parte, lo comentado anteriormente. «No para escapar del sufrimientos y la fatiga«.

Pero se contradice con postulados previos. ¿No decía Buda que, precisamente, el camino era un camino de liberación del dolor y del sufrimiento? No decía Cristo aquello de «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré «(Mateo 11:25)

La resolución del jeroglífico no se presenta fácil 😁. Pero, en fin nos quedamos precisamente con ello, que la correcta línea de fuerza que ha de unirnos con Dios, no se basa en clichés o recetas facilongas.

Digamos que sí, que de lo que se trata es de liberarnos del sufrimiento, pero no para refugiarnos en su contrario mayávico,

¿»Obrar con él y como él obra»?

Bueno, estamos en lo de siempre. Si no conocemos a Dios tampoco podemos saber cómo él obra. De nuevo el autor se saca de la manga lo del altruismo.

¿Será el altruismo una solución?

Puede ser. Pero como ya hemos comentado en otras ocasiones, altruismo o humanitarismo, no deja de portar sus consecuencias contradictorias.

Se plantea el altruismo como una receta, una técnica, como si «siendo buenos» en este mundo recibiremos como recompensa la unión con Dios, la unión con el Padre protector que nos librará de todos los males, de todos los miedos, y compartirá con nosotros toda su hacienda.

Con lo cual el carácter puramente altruista queda un poco en entredicho.

Un robot también puede ser perfectamente altruista, si lo programamos adecuadamente.

Ahora bien, de nuevo: si no conocemos a Dios, ¿Como podemos saber lo que él quiere? ¿Como podemos conocer de antemano las recetas que nos colocarán ante su presencia?

Quizá alguien nos lo dijo, quizá alguna autoridad social, quizá alguien que supuestamente alcanzó el sagrado conocimiento y se dispone amablemente a señalarnos el camino.

Pero ¿Porqué habríamos de creerle? O, incluso creyéndole, ¿Como habríamos de entenderle?

No dejan de ser palos de ciego.

«Señor, ¿qué quieres que yo haga? (Hechos 9:1-9)»

Es la eterna pregunta que el buscador se hace a sí mismo ( aunque la conjugue en 2ª persona). El mantram básico del buscador. Eterna pregunta sin respuesta. Y a falta de respuesta no queda otra que ir tanteando con la esperanza de no equivocarnos demasiado, aunque solo sea.

Sobre las contradicciones del humanitarismo ya comenté en el capítulo V de la saga de «el sentido de la vida» («sociedad humanista» y «humanitarismo») Dista mucho de resultar la receta perfecta.

En la vida diaria, esto significa dos cosas: primera, que procuréis cuidadosamente no causar daño a ningún ser viviente; segunda, que siempre estéis alerta por si se presenta la oportunidad de ayudar.

Pero, situando el texto en su contexto, mejor dicho, en mi contexto: el planteamiento humanitario básico a mí me encantó.

Lo asumí como un ideario ético propio, basado en los tres ejes básicos desarrollados más abajo: maledicencia, crueldad y superstición. Con el tiempo hube de ir matizando algunos aspectos, pero, en general, me han acompañado siempre.

La cita es extensa, pero creo que merece la pena ir comentándola. La dejo para el próximo capítulo.

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ALPDM (V.1, Amor I)

Y vamos con el último capítulo del texto, dedicado al «Amor».

 

Podríamos comenzar definiendo el Amor en términos modernos, científicos, energéticos o vibratorios.

 

Claro que, puesto que hay muchos tipos de energías y de campos vibratorios (el propio odio puede definirse en esos mismos términos), quizá no avanzaríamos mucho.

A ver qué dice la literatura tradicional.

El Amor en la Biblia

La referencia espiritual clásica sobre el amor es el mandato evangélico:

(Mateo 22:30)

«Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.»

De todo lo cual se derivan tres tipos, o aspectos, del amor:

– amor a Dios

– amor al prójimo

– amor a uno mismo, o al sí mismo.

Y quizá cabría añadir el «amor a los enemigos», si es que entendemos que el amor al prójimo-amigo es de naturaleza diferente que el amor al prójimo-enemigo.

Mateo 5:43

« Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;«

***

El amor en la vida profana

En la vida cotidiana y profana, nos manejamos igualmente con varios tipos de «amor».


– amor sexual o enamoramiento (heterosexual u homosexual)

– amor a la familia, entre padres, hijos, hermanos etc.

– amor a los amigos.

De aquí surgen otras formas mixtas o intermedias del amor:

– el amor maduro entre cónyuges, como forma intermedia entre el sexual y el familiar.

– relaciones incestuosas, igualmente como cruce intermedio entre el amor sexual y el familiar.

– atracción sexual sin amor ni enamoramiento, con todas sus variantes, no muy ortodoxas algunas, como puedan ser la violación, sadomasoquismo, prostitución, zoofilia, etc.

– la amistad heterosexual, pensemos por ejemplo, dónde empieza y dónde acaba el amor «platónico» o el «solo amigos», si se basa en una simple abstinencia de relaciones sexuales o si tenemos algún continuum entre cualquier tipo de atracción intersexos.

– Y, por analogía, la amistad homosexual: podemos plantearnos hasta qué punto el sentimiento de «amistad» entre homosexuales, (o de homosexual hacia heterosexual, en cualquier caso) es diferente del sentimiento sexual o un simple continuum.

Homosexualidad y Cristianismo

La cosa tiene su importancia cuando consideramos la gran cantidad de homosexuales que engrosan las filas de organizaciones religiosas (pongamos como ejemplo la iglesia católica, de moda últimamente), y cuando consideramos cuál pueda ser su reacción al mandato evangélico de «amor al prójimo».



El evangelio promueve por un lado el amor al prójimo, pero prohíbe el amor sexual por otro. Las mujeres son planteadas así como objeto de pecado y de perdición, lo cual conlleva implícita  una distinción entre amor sexual y amor no-sexual, o «amor cristiano», que se plantea, se puede plantear como amor entre hombres y amor cristiano entre hombres y mujeres.

Hasta que aparece en escena el amor homosexual, entre hombres (y el análogo entre mujeres) que pudiera generar cierta ambigüedad en lo que se refiere a su interpretación cristiana.

Es de suponer que la gran afluencia de homosexuales en las iglesias cristianas se debe al establecimiento de una analogía entre el mandato evangélico de amor al prójimo y la atracción homosexual por el mismo prójimo.


Igualmente cabe esperar una analogía entre el desinterés homosexual por las mujeres y los valores espirituales del celibato y la castidad, y la consideración de la mujer como fuente de pecado y perdición.

Metafísica del Amor

Bueno, ya tenemos sobre la mesa todo un abanico conceptual relacionado con el «amor». A ver ahora qué hacemos con todo ello.

Lo primero que tenemos es una estrecha relación entre las nociones de «amor», «placer», «atracción», «cercanía» y «unión».

Por medio del amor, el amante atrae hacia sí el objeto amado. La atracción acorta las distancias con el objeto atraído, y  la cercanía es una forma de unión que origina placer. Dos objetos se unen cuando están juntos.

El  placer de la unión es la expresión subjetiva de la fuerza que mantiene a ambos objetos unidos.

Esto se muestra así en toda su intensidad en el amor sexual, pero tiene igualmente su paralelo en otras formas de Amor, y de deseo.

Amor cómo propiedad humana

Tenemos, entonces, una relación entre un sujeto que ama y un objeto que es amado. Ambos han de ser entidades humanas, o humanoides, aunque en ocasiones se hable de amor hacia otros tipos de objeto.

Pongamos por ejemplo el amor a los animales, a la Naturaleza, o a otras cuestiones de tipo más abstracto como el amor a la Ciencia, a la Verdad, a la Justicia… (que, por otra parte, no dejan de ser creaciones humanas).

 

Entonces, el sujeto amante, ha de ser, esencialmente, un sujeto humano, y el objeto un objeto humano, con las salvedades señaladas.

Salvedades muy probablemente de corte metafórico.


El amor a los animales se entiende en la medida que nos referimos a sus cualidades humanas, o en tanto que son próximos al género humano.

El amor al Arte, o a la Ciencia tambien se entiende en la medida en que son creaciones humanas, y propiamente humanas.

Reciprocidad

El objeto-amado, por tanto, es susceptible de convertirse en sujeto-amante, de modo recíproco: el sujeto amante es a su vez amado por el objeto que, con el cambio de coordenadas, se convierten, objeto en sujeto y sujeto en objeto.

Claro que la reciprocidad no es perfecta: el amor de A hacia B nunca va a ser igual que el de B hacia A.


Especialmente en condiciones asimétricas como entre padres e hijos por ejemplo. Y en general todo el «amor no correspondido»

En el caso del amor a los animales no procede hablar de reciprocidad, si bien también tenemos diferentes tipos de animales, desde el mamífero al insecto.

 

Finalmente tenemos el «amor a Dios»: supuestamente sí sería recíproco y asimétrico, aunque todo depende de la concepción de Dios que estemos manejando. Bien sea un dios antropomórfico, o una energía impersonal.

Conocimiento del objeto amado

El objeto amado puede ser un objeto concreto, conocido, como cuando hablamos del prójimo. Bueno, es cuestionable, hasta que punto «conocemos» a nuestro prójimo. Pero, en fin, lo dejamos ahí. Al menos si no lo conocemos sabemos a qué se refiere, o por donde tirar.

El objeto de nuestro amor puede ser un objeto desconocido como cuando hablamos del «amor a Dios». «amor a la verdad», amor al conocimiento, la sabiduría y similares.

Pero, ¿Cómo podemos amar a algo que no conocemos, que no sabemos lo que es, o que ni siquiera sabemos a ciencia cierta si existe?

Al menos, parece, poco tiene que ver el amor al objeto conocido con el amor al objeto desconocido. Como mucho podemos suponer que, quizá, se está utilizando, de nuevo, la clave metafórica.

Y, finalmente, tenemos el amor a «uno mismo».

Pero, el uno mismo, el yo-mismo… ¿se trata de un objeto conocido o un objeto desconocido?

O mejor, antes que nada ¿ se trata de un objeto o de un sujeto?

El amor a uno mismo, en clave reflexiva, va estrechamente unido al «conócete a ti mismo», otro mandamiento clásico en la literatura espiritual.

Entonces, lo que tenemos son tres tipos de «amor», unidos entre sí por un hilo conductor:

– El amor al prójimo se refiere a un objeto visible, o perceptible. Un objeto cuya percepción, cuya cercanía, nos genera placer, un objeto cuya ausencia nos genera el deseo de atraerlo.

– El amor a Dios se refiere a un objeto no perceptible, lo cual nos lleva a una contradicción. Ya no podemos decir que su percepción nos procure placer, por eso mismo, porque no es perceptible. (A no ser que hablemos de algún aspecto de Dios que irrumpa en nuestra conciencia. Algún tipo de vibración o radiación espiritual que podemos percibir directamente en nuestra conciencia por medios no sensoriales).

– el amor a uno mismo nos lleva directamente al conocimiento de uno mismo, y al problema de los límites entre el yo y el no-yo, (y si es que hay algo que realmente no está en mí).

Entonces, digamos que, el amor a Dios, es el amor a lo desconocido. En principio es una línea de fuerza que actúa de modo inconsciente, que nos empuja a descubrir Aquello que desconocemos y Aquello que intuimos que falta en nuestras vidas.

El Amor a Dios pasa pues por el amor a uno mismo. Al sí-mismo, o al yo mismo. Pero el amor al sí-mismo es también amor al conocimiento de sí-mismo. Es el amor a un peculiar proceso de transmutación a través del cual se desvela el aspecto desconocido de lo conocido.

Hacia el Amor Real

Estamos dando vueltas a la contradicción señalada al principio: el amor, ¿Se refiere a un objeto conocido o a un objeto desconocido?

De entrada parecía, que debía referirse a un objeto conocido. Pero también parecía que implicaba algo más.

  Implica conocimiento del objeto. Implica absorción del objeto. Implica algún tipo de transformación del objeto, o de la línea de fuerza que une sujeto con objeto.

O también, dicho otro modo, implica transformación de la apariencia del objeto hasta llegar a su esencia

Ahora bien, en tal caso, el verdadero objeto del amor no es la apariencia sino la esencia. Pero la apariencia es el aspecto conocido mientras que la esencia permanece oculta. Con lo cual llegábamos a la paradójica conclusión de que el verdadero objeto del Amor no es un objeto conocido sino desconocido.

Y, de nuevo, ¿Como es éso de de amar algo que no sabemos lo que es?

De entrada lo que tenemos es impulso, fuerza dinámica. Es investigación y búsqueda. Es atracción y placer, un placer cuya intensidad aumenta a medida que nos acercamos al corazón del objeto. Es unificación.

Cuando Amamos ponemos en juego una energía dinámica, un sistema de líneas de fuerza. Unas líneas de fuerza inicial que actúan sobre un objeto particular que es atraído, investigado, desvelado, al tiempo que libera múltiples interconexiones con otros objetos que son igualmente atraídos, investigados, desvelados, conocidos… hasta formar parte íntegra del sujeto.

La tendencia final es unificadora. La union del amante sujeto con el amado objeto. El conocimiento total y absoluto del objeto es la eliminación de la dualidad.

Amor y Deseo

Ahora bien, entonces a ver dónde metemos el amor parcial.  A ver cómo lo relacionamos con el deseo y el placer.

Porque parece que exista un hilo conductor entre el Amor real, amor parcial, llamémosle mayávico, y el deseo.


En anteriores capítulos ya ha salido está relación entre el universo mayávico y el Real, como una relación metafórica, evolutiva o educativa:

El deseo mayávico de un objeto parcial sirve como modelo metafórico del Amor Real. La comprensión del significado del deseo mayávico evoluciona hacia la comprensión del Amor Real, y de ahí a su realización.

De ahí también que a veces se cruzan y confunden los términos como cuando hablamos del «deseo» de unirnos a Dios, o el «deseo» de recorrer el camino de liberación.

Inversamente también hablamos de «amor» para referirnos a objetos mayávicos.

El deseo se refiere a un objeto conocido, a través del cual experimentaremos un placer también conocido. Pongamos el deseo de una chocolatina.

Podemos decir que, inicialmente, el objeto está «fuera».

Por el deseo lo atraemos. Por la atracción nos unimos a él. Por la unión se libera placer. Finalmente desaparece la dualidad.

En este caso, de la chocolatina, el objeto es absorbido, engullido, pasa a formar parte de nuestro ser. Donde antes había Dos, ahora solo hay Uno. Es el clásico proceso de nutrición animal.

Partimos de una dualidad sujeto-objeto. El sujeto sufre inicialmente una fase de inquietud, de insatisfacción, de búsqueda… es el hambre. En una segunda fase el sujeto encuentra el objeto de su búsqueda: es el alimento, o la presa. Comienza un proceso de atracción, de persecución, más o menos tenso, más o menos complejo. El sujeto atrae el objeto hacia sí, en cierto modo el sujeto se une al objeto.

La unión se produce en dos fases placenteras.

La primera es la captura, la posesión y el control de la presa.

Pero la unión culmina cuando el alimento es engullido en una fase de clímax de placer. Engullido, absorbido comido.

La dualidad desaparece. Ya no hay Dos sino solo Uno. El objeto pasa a formar parte íntegra del sujeto. En cierto modo el objeto muere y se diluye en el sujeto.

Y aquí tenemos un primer modelo, una primera metáfora del Amor y del camino espiritual. Maya nos muestra un modelo, una experiencia, que nos ayuda a ir comprendiendo o aprehendiendo, futuros desarrollos.

O dicho de otra forma, en clave evolutiva: el proceso a través del cual el sujeto engulle al objeto va evolucionando hacia el proceso espiritual de eliminación de la dualidad.
  Puede entenderse en el sentido del Sujeto que absorbe dentro de sí al universo objeto. Pero también en el sentido del objeto que se deja engullir por el Sujeto supremo, o Dios.

Claro que los modelos no son perfectos, son simples pistas que nos da Maya, cursillos preliminares, para ir desarrollando el lenguaje, el sistema cognoscitivo, y comprendiendo los sutiles procesos de la interacción con Brahman.

 Este modelo, basado  en la nutrición biológica, viene referenciado en la tradición evangélica gnóstica, por ejemplo, cuando se dice aquello de

«el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna» (Juan 6, 51-58)

o también:

«el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás» (Juan 4, 14)


Otros modelos


Amor sexual

Aquí la interacción es recíproca, la búsqueda es recíproca y el placer igualmente recíproco.

Ambos resultan ser sujeto y objeto según sus respectivos sistemas de coordenadas.

Ninguno engulle al otro, salvo ciertas especies animales y ciertas desviaciones sexuales.

La unión se refleja en un «abrazo» donde sujeto y objeto se funden en una unidad, pero sin perder completamente la individualidad ni la dualidad.

Es un modelo relativamente frecuente en la literatura espiritual, pongamos por ejemplo el Cantar de los Cantares, las bodas alquímicas, o algunos salmos o parábolas bíblicas.

Amor paterno/materno filial

Otro modelo al respecto es el amor entre padres e hijos, hijos y padres. De ahí surge el modelo del Dios padre, y la Diosa madre.

El sujeto amante (hijo) busca el objeto protector, que le reporte seguridad y alimentos, de forma muy similar a como busca y desea el alimento propiamente dicho, como en el primer modelo. El placer aquí resulta más permanente, y menos intenso. Y, como en el modelo sexual, sujeto y objeto mantienen su autonomía.

Pero contrariamente al sexual no es un modelo igualitario, o simétrico. Las perspectivas del padre-protector, hijo protegido resultan muy desiguales.

El objeto de deseo no solo no es engullido como en el primer modelo. Al contrario, es el sujeto quien pierde parte de su autonomía.

El modelo aparece muy extendido en las cosmogonías espirituales, especialmente la judeocristiana. La consideración de un Dios-padre, o una diosa madre, a quien solicitar protección contra las adversidades, los enemigos… a pesar de que objetivamente se demuestra que la respuesta nunca llega 😉

***

Bueno, pasemos al texto.

 

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ALPDM (IV.4, Alegría, Confianza y aspiración única)

A ver si vamos terminando con la retaila de cualidades y conceptos y atributos relacionados con la «buena conducta», que ya se alarga demasiado.

El mago Leadbeater se las apaña para permanecer en nuestros espacios mentales 😉

Hemos visto, demos un repasico:

– Dominio de la mente

– Dominio de la acción y

– Tolerancia.

Nos queda la alegría, la confianza y la aspiración única. Voy a empaquetar en un solo capítulo, a ver si terminamos.

Alegría, Confianza y autoayuda

Alegría y Confianza parecen deseables cualidades no solo para recorrer el «sendero» sino para manejarse en la vida de todas formas. Cualidades dignas de figurar en cualquier manual de autoayuda y desarrollo personal.

La primera objeción que nos viene a la cabeza se refiere a si estas cualidades pueden manejarse a Voluntad o deben ser adquiridas mediante algún tipo de técnica.

Más bien parece que deba ser la segunda, o al menos parece que tengamos que descartar la primera. Porque, ¿Quien no quiere vivir alegre y seguro de sí mismo? ¿O es que la gente permanece en depresión por voluntad propia?

En cualquier caso, el texto no da ninguna pista sobre cuáles podrían ser esas técnicas. Únicamente podemos depositarlo en nuestro cajón de propósitos vitales. Como rumiando interiormente el mantram «quiero ser una persona alegre y confiada» y calibrando, en el día a día, en cada momento, en qué medida vamos respondiendo al modelo ideal de la alegría y la confianza.

En las técnicas de autoayuda, control mental, autohipnosis etc… la técnica para obtener este tipo de cualidades psicológicas es precisamente repitiendo mentalmente afirmaciones del tipo «quiero ser alegre y confiado«. O, más exactamente, «soy alegre y confiado», en presente, como dándolo por hecho, y engañando a los circuitos neuronales para que, creyendo formar parte de un psiquismo alegre y confiado, actúen en consecuencia.

Las afirmaciones, además, deben repetirse en estado de relajación o, en cualquier caso, en un estado mental peculiar, «alfa», o como se quiera llamar.

Parece que funciona, más o menos.

Pero por ahora no vamos a entrar a valorar si funciona mejor o peor, dejémoslo en un 50%.

Alegría, confianza y camino espiritual

La segunda objeción frente al cultivo de estas cualidades, más importante, es si realmente la alegría y la confianza están directamente relacionadas con el camino gnóstico espiritual o llevan trampa asociada.

Especialmente las así conseguidas, mediante técnicas de autohipnosis o control mental.

Y, como siempre, va a ser que sí, que hay trampica, que toda receta lleva implícita su letra pequeña.

Alegría

La alegría siempre, o casi siempre, va unida a un objeto, una circunstancia, que va a tener por causa directa.

Normalmente la satisfacción de un deseo, una buena noticia… pongamos que nos toca la lotería… nos ponemos a saltar y gritar de alegría.

Pero, realmente, ¿éso tiene algo que ver con el camino espiritual?

Hay otros tipos de alegría más cuestionables.

Por ejemplo, la que nos llega tras beber unas copas de licor, o un cigarro de marihuana.

Pongamos también que nos alegramos del dolor ajeno. Nuestro enemigo tiene un accidente y muere… pongamos que sea un dictador, un competidor en nuestra carrera
hacia el éxito, se muere, o enferma, y nos deja vía libre…

O alegrarse sin más del sufrimiento ajeno, sin que medie algún beneficio a nuestro favor.

Tampoco suena muy espiritual que digamos.

Entonces, tendríamos que suponer un tipo de alegría peculiar independiente de todo objeto, y circunstancia. Y aún así quizá no fuese demasiado políticamente correcto.

Ya no se trataría del tipo de alegría que podamos experimentar cuando nos toca la lotería o cuando gana nuestro equipo de fútbol favorito. Se trataría más bien de una alegría en abstracto, una alegría por la Vida, una alegría por la propia existencia independiente, repito, de las circunstancias que nos acompañen.

Se trataría de mantenerse alegre en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad, en el éxito y en el fracaso.

Aún así, decía, en determinados momentos, quizá no sea demasiado políticamente correcto, como cuando muere un ser querido, o cuando la desgracia recae sobre nuestros vecinos.

Una cosa es que aceptemos con humor y alegría nuestras propias desgracias. Pero esa misma actitud ante terceros puede resultar un tanto ofensiva.

En cualquier caso, si asumimos el papel del sufrimiento en la evolución, en el aprendizaje, como señalan muchos místicos, pues difícilmente vamos a poder compatibilizarlo con un estado de constante alegría.

Confianza

Al tema de la confianza también podemos darle un repaso.

¿Tener confianza en nosotros mismos? Sí, pero,

¿Confianza en unas habilidades que no tenemos?

¿Confianza en que saltando por la ventana venceremos la fuerza de gravedad?

¿Confianza en nuestro ego?

¿Confianza en nuestro Camino?

Sí, pero, ¿y si seguimos el camino equivocado?

¿Confianza en el «Maestro»?

Sí, pero, ¿ como sabemos que se trata de un auténtico Maestro y no un genio maligno?

¿Confianza en el Maestro, o confianza en nuestra capacidad de discernir al buen Maestro?

¿Confianza en la Vida, así en abstracto?

Humm, puede ser. Pero hay que calibrar adecuadamente ese status vibratorio que estamos definiendo como «alegría» o «confianza»

Hablaba más arriba de la capacidad de discernir al buen Maestro. O sea, la capacidad de discernir lo Bueno y lo Malo, que comentábamos en el primer capítulo.

Y es que todas estas últimas cualidades tratadas: tolerancia, alegría, confianza… deben montarse sobre el discernimiento. Pues de lo que se trata, en última instancia, es de confiar en lo bueno pero desconfiar de lo malo. Alegrarse de lo bueno, pero apenarse por lo malo, tolerar lo bueno…. o quizá, más bien, tolerar lo mediocre y rechazar lo malvadamente Malo.

En una palabra, y volviendo a lo de siempre. De lo que se trata es de discernir el tono vibratorio adecuado, sea cual sea el nombre que queramos darle. Toda palabrería no va a ser más que orientativa y muy dependiente del contexto.

Aspiración única

Tres cuartos de lo mismo para la «aspiración única».

Para alcanzar cualquier objetivo en el plano mayávico, nada como la aspiración única: concentrar toda nuestra energía mental en un objetivo, sin distracciones.

De nuevo tenemos una técnica de autoayuda, que puede usarse para lo bueno tanto como para lo malo. Tanto en un contexto terapéutico como en un contexto de lucha satánica por el poder.

De nuevo lo importante va a ser el discernimiento, discernir el campo vibratorio hacia el cual orientarnos, manteniendo la orientación cada hora del día y cada día del mes.

El buscador medio, pongamos, se encuentra dividido entre orientaciones y aspiraciones diversas, incluso contradictorias, que disipan su energía mental.

Sería a través de la «aspiración única», la orientación constante hacia el campo de fuerza gnóstico que la evolución espiritual se consolida.

Pero, igualmente, es a través de la aspiración única, de la orientación constante hacia objetivos mayávicos y satánicos, que el Mal se consolida en el mundo.

Vayamos con el texto.

«Debéis sobrellevar alegremente vuestro karma, cualquiera que sea, aceptando como un honor que el sufrimiento caiga sobre vosotros, [..] Por muy penoso que resulte, agradeced que no sea peor.

Bueno, aquí tenemos una contradicción, de entrada. Si sobrellevamos alegremente nuestro karma, o lo que sea, entonces no podemos decir que sea penoso. Si sobrellevamos alegremente el sufrimiento, entonces deja de ser sufrimiento. ¿Como es éso de agradecer que no sea peor? El sentido que se deja entrever, en clave paradójica… es diferente.

Una cosa es la alegría y otra el sufrimiento. Y otra el sufrimiento «sobrellevado alegremente». Digamos que al menos hay dos tipos de sufrimiento: el sobrellevado alegremente y el sobrellevado, digamos que, de otra manera.

Cada cual que lo integre como pueda.

Se intuye que sí, que tiene su sentido, aunque yo casi diría «sobrellevado positivamente«, no se… Pongamos por ejemplo que reconocemos en el sufrimiento, sufrimiento físico, una propiedad curativa, educativa, o liberadora. En un dolor de cabeza, por ejemplo. Y lo recibimos con una actitud abierta y positiva.

En cierto modo, de lo que se trata es de permanecer «alegre» en circunstancias adversas. O sea, en condiciones contrarias a las comúnmente consideradas como precursoras de la alegría. O dicho de otro modo: se trata de una alegría independiente de la ilusión fenoménica.

«Debéis desechar toda idea de posesión. El Karma puede arrebataros las cosas que más queráis y hasta a las personas que más améis. Aun entonces debéis permanecer alegres, dispuestos a separaros de todo».

Bien, aquí saltamos al dolor psíquico, presumiblemente originado por la pérdida de alguna cosa o alguna persona. Podemos darle el mismo enfoque. No sé trataría de que nos pongamos a dar saltos de alegría al recibir la noticia de la muerte de un ser querido, o de la pérdida de todos nuestros ahorros en la bolsa. Presumimos que estas pérdidas nos van a originar un dolor, una perturbación psíquica, que intentaremos enfocar positivamente, más bien que alegremente, con la pregunta, con el interrogante vibracional:

«¿Que tengo que aprender de esta experiencia?».

Bueno, en general, todo dolor por toda pérdida lo primero que nos muestra es la medida en que estamos atados a la ilusión fenoménica. Pero tampoco podemos obviar un aprendizaje de tipo más práctico, en el sentido de «¿qué pude hacer para evitar la perdida? O ¿Que podré hacer en el futuro para evitar una perdida similar?

Si nuestro hijo muere, por malos cuidados, o perdemos nuestros ahorros por una mala gestión… La primera lección que que debemos extraer es de tipo práctico, y aprender a cuidar de nuestros hijos y de nuestros negocios. Luego, en segundo lugar, ya vendrán las consideraciones kármikas y mayávicas.

«A menudo el Maestro necesita verter Su fuerza sobre otros por medio de Su discípulo e incondicional servidor; y si éste cayese en la depresión no podría Él realizarlo. Así, la alegría debe ser vuestra norma.»

Bueno, yo diría, y según el lenguaje que vengo empleando, que el campo de fuerza Real se trasmite de unas personas a otras. No necesariamente de maestro hacia alumno, sino que horizontalmente, entre alumnos, o entre buscadores. Y no hablaría tanto de alegría como de energía, energía positiva, por supuesto.

Como señalaba más arriba, la alegría pura y dura no siempre es lo más oportuno para conectar con un próximo. Especialmente si se encuentra en momentos difíciles, un funeral, pongamos por caso. Lo realmente relevante es la conexión con el campo de fuerza Real, sea en clave de «alegría», o en clave de serenidad, tranquilidad, o incluso una cierta tristeza nostálgica y lúcida.

«Debéis confiar en vuestro Maestro; debéis confiar en vosotros mismos.»

Bueno, lo dicho. Habrá que matizar el significado de esa «confianza», no sea que se vuelva en nuestra contra. Sea lo que sea que entendamos por el «maestro», si es un «mal maestro», no nos conviene para nada confiar en él.

Mejor suena lo de «confiar en vosotros mismos«. Pero al final estamos en las mismas. Podemos creer que vamos por buen camino y estar completamente equivocados.

Claro que también es verdad que no queda otra, pero no está de más considerar nuestras creencias, nuestros puntos de vista como humildes hipótesis

Si ya habéis visto al Maestro, confiaréis del todo en Él a través de vidas y muertes. Si aún no Lo habéis visto, debéis tratar de imaginároslo y confiar en Él, porque si no lo hiciéreis, no podrá Él ayudaros.

Por si hubiera alguna duda sobre el sentido que el texto da al «maestro», aquí nos aclara que no se trata de un maestro de carne y hueso, sino de un maestro etérico, que nos guía y tutela incluso de una encarnación a otra. En cualquier caso ésto no quita ni pone nada a lo ya dicho. Puede tratarse igualmente de un mal maestro, aunque trabaje desde el plano etérico o astral.

Sin completa confianza no puede establecerse la perfecta corriente de amor y de poder

Vosotros, vuestro Yo real, es una chispa del propio Fuego Divino; y como Dios, que es omnipotente, está en vosotros, nada hay que no podáis hacer si queréis. Decíos: «Lo que hizo un hombre, otro hombre puede hacerlo. Yo soy un ser humano, más aún, soy Dios en el hombre: puedo y quiero hacerlo.» Porque vuestra voluntad debe ser cual acero templado, si queréis hallar el Sendero.

Sin negar el carácter terapéutico de este último párrafo, resulta un tanto peligroso: «nada hay que no podáis hacer si queréis»; «soy Dios en el hombre», rayan visiblemente en el satanismo: se pretenden los poderes divinos para alcanzar metas terrestres 🤔🤔.

Si lo vemos como terapia, todavía podríamos darlo como aceptable. Sin embargo, la frontera con el satanismo no queda muy evidente. Todo depende, quizá, de aquello que pretendamos conseguir. ¿Una modesta supervivencia vital? ¿Salir de un bache depresivo? O quizá nos estemos refiriendo a luchas por el Poder de alto standig?

Para cogerlo con cuidado.

«Aspiración única significa también que nada deberá jamás desviaros, ni siquiera por un momento, del sendero en que habéis entrado. Ni tentaciones, ni placeres terrenales, ni mundanos afectos deberán nunca apartaros de él. Porque vosotros mismos debéis identificaros con el Sendero, el cual ha de formar parte de vuestra naturaleza, de tal modo que lo sigáis sin necesidad de pensar en él ni en la posibilidad de abandonarlo».

De acuerdo. Si se basa en el auténtico discernimiento del auténtico campo de fuerza gnóstico. Pero, ¿Y si lo que perseguimos es otra cosa? ¿Si el sendero nos lleva a otra parte?

«Ni tentaciones, ni placeres terrenales, ni mundanos afectos deberán nunca apartaros de él»

Sí, de acuerdo. En principio de acuerdo.Pero eso mismo podría aplicarse a un tirano en tiránica senda hacia el Poder.

Porque hay algo peor que una persona «mala». Y es una persona concentrada totalmente en el Mal. Y, dicho sea de paso: peor que una persona mala, es una persona que vive alegre y confiadamente con su maldad.

Una persona en la cual el Mal «forma parte de su naturaleza» y «sin posibilidad de abandonarla«.

Porque, tambien tenemos personas malas, o medio malas, que cargan con su conciencia, con el dolor, la tristeza, la inseguridad… de la conciencia de una maldad que no pueden controlar…

Conclusiones

Bueno, para concluir yo diría que lo de siempre.

Lo importante es el discernimiento, calibrar con atención la calidad del campo de fuerza hacia el cual nos orientamos.

Las cualidades citadas: alegría, confianza, aspiración única… no son las llaves que nos permitirán acceder al Campo de Fuerza Real. Inversamente, son las consecuencias de una orientación Real. Pero se trataría de una Alegría Real, una Confianza Real, y una Aspiración Real. Esto es, independientes de los vaivenes del mundo fenoménico.

Consideradas en su aspecto mayávico, estas cualidades pueden ser útiles, pueden ser terapéuticas, pero deben ser mantenidas a mínimos, con riesgo de devenir en satanismo.

Dinero y Poder nos proporcionan alegría y confianza. Pero no resultan estables, no resultan Reales. Nos vemos impulsados entonces a perseguirlos, a concentrar nuestra búsqueda, aspirando únicamente a ellos.

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Bueno, el próximo y último capitulo trata sobre el Amor. Una de las palabras más traídas y llevadas en la literatura espiritual. Se merece una atención especial. Y a ver si pasamos a otra cosa, ya llevamos cuatro meses con el comentario.

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ALPDM (IV.3, Tolerancia)

» [debéis sentir una] perfecta tolerancia hacia todos y un sincero interés por las creencias de los que profesan otras religiones, tanto como por la que profesáis. Porque la religión de los otros es un sendero que conduce a lo más elevado, lo mismo que la vuestra«

Sed bondadosos, amables, tolerantes con todos los hombres sin distinción, sean budistas, indios, jaimas o judíos, cristianos o musulmanes.

Ahora que vuestros ojos están abiertos quizá os parezcan absurdas algunas de vuestras antiguas creencias y ceremonias, tal vez lo sean en realidad. Pero aunque ya no toméis parte en ellas respetadlas por consideración a aquellas buenas almas para quienes todavía tienen importancia. Ellas tienen su lugar y su utilidad, como la falsilla le sirve a un niño para escribir derecho, hasta que aprende a escribir mejor y con mayor igualdad sin ella»

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Tolerancia física y psíquica

La tolerancia, así como otras formas de «amor al prójimo», siempre me parecieron bellas e inamovibles reglas de oro, auténtico rumbo a seguir. Especialmente cuando la consideramos a nivel puramente psíquico.

Yo ponía en práctica, en la vida cotidiana, una buena tolerancia y respeto ante mis convecinos, especialmente ante aquellos colectivos más marginales, y más dañados psíquicamente, con quienes mantenía un nexo especial.

La perfecta tolerancia no podía limitarse a una compasión burguesa, ni al establecimiento de una relación jerárquica entre el tolerante y el tolerado. Se hacía necesario colocar el nivel vibratorio al mismo nivel, elevándole a la categoría de «igual», o de «colega», aunque ello implicase paradójicamente sufrir la intolerancia de terceros.

Pero no podía dejar de percibir que estas reglas de oro no eran perfectas, hacían agujeros por algunas esquinas.

Pues, ¿hasta qué punto debemos ser tolerantes frente a la mala conducta de nuestros vecinos, y especialmente cuando consideramos el nivel físico? Bueno, habrá casos y casos. Para pequeños deslices de conducta quizá pensemos que no es asunto nuestro.

Pero, ¿Seremos tolerantes con un criminal que ante nuestras propias narices se dedica a robar, asesinar, torturar y violar a nuestros amigos y familiares?

Porque, si lo hacemos, en cierto modo, nos volvemos cómplices.

Cierto que el texto que estamos considerando se está refiriendo a creencias religiosas y ceremoniales.

Y cierto también que muchos crímenes se cometen en nombre de creencias religiosas, y que muchos ceremoniales religiosos van aderezados con sacrificios humanos (y la quema de herejes, pongamos por caso) por no hablar de las «guerras santas» o de religión.

De modo que, aunque intuimos que la propuesta de tolerancia encierra una gran verdad, conviene investigarla con cuidado, no sea que nos pillemos los dedos.

Y es que, ante todo, la tolerancia, como las diversas formas del amor, parece que debe practicarse, principalmente, en el plano psíquico y subjetivo, reservándonos el derecho de intervenir en el plano material para corregir las conductas desviadas, siempre que esté a nuestro alcance.

Derecho al libre pensamiento y a la libre expresión

Creo que es de Spinoza la proclama del «derecho a pensar libremente y a decir lo que se piensa». Pero quedando excluido el derecho de actuar libremente.

Claro, mi libre pensamiento es perfectamente compatible con el libre pensamiento de los demás. Y mi libertad de expresión es perfectamente compatible con la libertad de expresión de los demás.

No ocurre lo mismo con la actuación, en el plano físico, donde chocan intereses contrapuestos, mi libertad de acción choca contra la libre acción de mis vecinos.

Entonces, pareciera que podríamos postular el principio de tolerar y respetar el libre pensamiento y la libre expresión, reservándonos el derecho de cuestionar, criticar y, si fuese necesario, reprimir, la conducta inapropiada.

Una libertad de expresión que puede extenderse del lenguaje verbal a ciertos comportamientos. El lenguaje no-verbal, por ejemplo. O la forma de vestir, ciertos hábitos, ciertas ceremonias… Siempre que se queden en eso: formas de expresión.

La represión de la conducta desviada, por su parte, se limitaría exclusivamente al plano físico, idealmente sin una implicación emocional contraria a la subjetividad del sujeto reprimido.

La proclama de Spinoza data ya del S. XVI. Pero por alguna razón, la libertad de expresión se resiste a formar parte integrante de nuestras sociedades modernas.

Palabras letales

Suele decirse que la palabra mata más que la espada, no sin razón, y es que con la sola palabra, con el sólo derecho a nuestra libre expresión, nuestra libre crítica, podemos arruinarle la vida a más de uno. Pensemos por ejemplo, en los modernos casos de acoso, o bullying, escolar o profesional… O la libre exposición al público de información personal, íntima y comprometedora de nuestros vecinos, tal y como viene siendo habitual en las redes sociales.

De modo que motivos no faltan para cuestionar, o al menos matizar el principio espinoziano.

Crítica e intolerancia

Claro que también podemos pensar en criminales de distintos tipos, pederastas por ejemplo a quienes podemos denunciar, igualmente con nuestra sola palabra.

Por cierto, que Leadbeater, el supuesto autor o coautor de este texto sufrió en sus carnes acusaciones de pederastia, no es de extrañar, por tanto, que se preocupe de señalar los nocivos efectos de la intolerancia, la crítica y la maledicencia.

Pero, ¿realmente debemos practicar la tolerancia con un pederasta, especialmente cuando está encargado de la educación espiritual de nuestros hijos? ¿Debemos abstenernos de criticar a cualquier tipo de criminales?

La crítica, más o menos destructiva, también es una forma de intolerancia. Pero, ¿No habrá que ser tolerante, igualmente, con los críticos?

¿No habrá que ser tolerante con los intolerantes? Porque en caso contrario nos convertimos en aquello que queríamos cuestionar.

Entonces ¿como salimos del laberinto?

Recetas de buena conducta

De modo que, como viene siendo habitual en esta investigación, la «buena conducta» se resiste a ser codificada en una simple receta. La tolerancia, como una de las patas del Amor apuntaría más bien hacia un modelo vibratorio, no necesariamente en correspondencia con una conducta material.

En cualquier caso, intentemos ir un poco más hasta el fondo del asunto.

El malo, el feo y el tonto

Podemos subdividir las personas, o las conductas criticables, en malas, feas y torpes, o estúpidas.

Entonces, la tolerancia puede entenderse, en un primer momento, que deba ser aplicable preferentemente, frente al tonto y frente al feo. Sin embargo, frente al «malo», podríamos reservarnos todo nuestro potencial crítico.

Bueno, puede ser. Las personas «malas» atentan directamente contra nuestros intereses o nuestra integridad física, y estamos en nuestro derecho a defendernos, a experimentar impulsos instintivos de rechazo, y a comunicar a nuestros amigos el malévolo potencial de la conducta ajena, siempre con el fin de protegerles.

Debilidad mental

Las personas «tontas», o débiles, y «feas» también pueden provocar en nuestro interior reacciones instintivas de rechazo, burla y marginación. Pero en este caso el motivo de la reacción no resulta tan evidente. Al menos no atentan directamente contra nuestra integridad ni contra nuestras estrategias particulares.

Quizá provenga de estrategias adaptativas de la especie, de marginar y expulsar a los débiles de la comunidad, con el fin de evitar su procreación y la trasmisión hereditaria de tal debilidad.

La intolerancia se manifiesta aquí sobre la base de cualidades objetivas, normalmente de tipo mental. La discapacidad física, en general, es bastante bien tolerada en la sociedad moderna y la discriminación abierta contra estas personas parece más bien cosa del pasado, o de niños, o personas de deficiente nivel cultural.

Más evidente resulta la intolerancia frente a ciertas deficiencias psíquicas, incluso las más sutiles y las que no supongan factores objetivos de inadaptación.

Belleza y fealdad

La marginación de los feos quizá tenga un origen similar. Aunque no sean débiles, en el sentido literal de la palabra, la fealdad puede entenderse como un indicio de algún rasgo diferente, y sospechoso de portar algún tipo de debilidad o de mutación. Una mutación que puede ser degenerativa, pero también podría ser evolutiva o neutra.

Pongamos por caso el modelo de «el patito feo», dónde la percepción subjetiva de la fealdad se refiere a los rasgos propios de otra especie.

La fealdad se entiende aquí, por supuesto, como algo más que la simple apariencia física. Pongamos ciertos tics nerviosos, maneras de andar, de moverse, de reírse… Y, sobre todo, la forma de hablar, y conversar, de simpatizar o sintonizar con el próximo. Las «malas vibraciones» quizá también podríamos meterlas en este apartado estético.

Entonces, por alguna razón, las personas que muestran ciertas características de este tipo sufren la intolerancia y rechazo del entorno, aún siendo inofensivas y perfectamente competentes, de por sí, en cualquier ámbito de la vida, excepto precisamente en los ámbitos donde se requiere cierta belleza de aspecto, de simpatía o don de gentes.

Inferioridad espiritual

En la misma línea tenemos otro criterio de intolerancia basado en criterios subjetivos, no sabría muy bien como denominarlo…

Se trata de un criterio basado en una hipotética superioridad/inferioridad de tipo espiritual, intelectual, filosófico o ideológico, o cosmogónico.

No se trata exactamente de fealdad o discapacidad, aunque tiene en común con la primera su aspecto subjetivo, y con la segunda una atribuida debilidad o incapacidad mental peculiar.
En este sentido discriminamos a nuestros vecinos por su forma de «ver la vida», pensamientos filosóficos, espirituales, políticos, cosmogonía y similares.

Es cierto que una idea política o religiosa puede ser precursora de un comportamiento agresivo y contrario a nuestros intereses vitales. Sin embargo el rechazo no se produce en este contexto. El rechazo se basa en un sentido de superioridad, de hombría quizá (hombría en el sentido de hombre maduro y evolucionado) de que tales ideas políticas y religiosas son fruto de algún tipo de déficit intelectual, o evolutivo, aunque realmente, en la vida práctica, no supongan una merma de sus aptitudes. Al contrario, desde el punto de vista profesional, o político, o militar, pueden ser extraordinariamente competentes, pero quedan subjetivamente descalificados en base a este principio.

Yo diría que este sentido de superioridad/inferioridad es netamente espiritual aunque se da en otros contextos de tipo político e ideológico. Digamos que apelan al sentido de «lo sagrado», que no siempre se expresa con apariencia religiosa. Como el sentimiento de superioridad que expresa el ateo frente al creyente, el comunista frente al capitalista, y similares.

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